Elecciones
Portugal elige para que nada cambie
La actual coalición conservadora de gobierno, encargada de poner en marcha los recortes de la troika, se juega las elecciones del 4 de octubre con el Partido Socialista, que firmó el rescate
J. Marcos / M.A. Fernández Lisboa , 3/10/2015
Fachada de uno de los cientos de edificios abandonados en la capital lusa.
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Tras unos años convulsos, en los que los recortes imposibles y la austeridad fueron la norma suprema, Portugal vive tranquilo y expectante las nuevas elecciones legislativas, marcadas por la igualdad en las encuestas y el gran número de indecisos (alrededor de un cuarto de los votantes). Los turistas, que cada vez llegan en mayor número para fotografiar la azulejada Lisboa, son los únicos que alteran los ritmos pausados de la ciudadanía, que ha soportado estoica y con críticas poco resonantes la intervención de la troika y sus duros ajustes durante tres años.
Señal de lo poco que ha sucedido a pesar de lo mucho que ha pasado son los pronósticos de los comicios legislativos del domingo 4 de octubre. La disputa se juega entre dos grandes formaciones. Por un lado, la coalición que gobierna desde 2011, responsable de la tijera en los presupuestos y los gastos: los conservadores del Partido Social Demócrata (PSD) y la derecha del Centro Democrático y Social-Partido Popular (CDS-PP), reunidos ahora bajo el nombre de Portugal à Frente (PàF). Por el otro, el Partido Socialista (PS) que, aunque se presenta con nuevo líder –António Costa, exalcalde de Lisboa--, lleva tras de sí la mochila de ser el responsable de la firma del rescate. La rúbrica la realizó el Gobierno de José Sócrates, quien el día de los comicios cumplirá un mes en arresto domiciliario, tras pasar otros diez en la cárcel de Évora acusado de delitos de fraude fiscal continuado, blanqueo de capitales y corrupción. Sí, los últimos años han sido convulsos en Portugal, pero tras muchos cambios los de siempre se disputan la victoria electoral.
Ambas listas parten como favoritas, si bien parecen empeñadas en no ganar las elecciones, tal y como reflejan estos días columnistas como Pedro Norton, quien habla de sus “fuerzas infinitas para dispararse al pie”. La obcecación de las dos formaciones les ha dejado, a escasas horas de que abran los colegios electorales, en una situación de empate técnico, aderezado por algunos sondeos con una ligera ventaja de PàF, después de que se asegurara durante semanas que Costa iba a arrasar. “Son las legislativas más disputadas de los últimos tiempos”, ha afirmado el investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa Pedro Magalhães.
Las dos caras de una misma apuesta
Sorprendentemente (o no), Portugal á Frente y el Partido Socialista están de acuerdo en lo esencial a la hora de analizar la realidad. Sus programas son locuaces, están cargados de buenas intenciones y tratan de disimular los aspectos menos populares. Por supuesto, ambas opciones apuestan por combatir las desigualdades. También por incentivar el empleo. Y proponen una fiscalidad más amigable con las empresas. Y modernizar el Servicio Nacional de Salud. Y priorizar la natalidad y las medidas de apoyo familiares. Y fomentar la innovación y el emprendimiento.
PáF y PS, PS y PáF están de acuerdo en profundizar en la unión bancaria de Europa. Y ambos se han puesto de acuerdo en hacer guiños a los más mayores, con medidas de apoyo para cuidar a los nietos. Los dos están preocupados por la calidad de la democracia y proponen más transparencia. Los unos apuestan por la formación profesional y los otros están de acuerdo añadiendo a este concepto la retórica del “y artística”.
Las principales diferencias llegan en el tono del discurso: amable por el lado conservador y reivindicativo en el atril contrario. También en materia de seguridad social, donde por ejemplo los socialistas proponen la creación de un impuesto sucesorio a las herencias de más de un millón de euros, así como un incremento de los impuestos que pagan las empresas con una elevada rotación de trabajadores, en lo que supondría el enésimo intento de combatir la precariedad. Las dos siglas llamadas a disputarse las elecciones parlamentarias difieren en poco aunque lo presenten muy diferente, precisamente el hueco que esperan aprovechar los otros partidos.
Más allá de la igualdad en la que parecen moverse las dos formaciones (32%-37% de intención de voto), cuentan con opciones de tener representación los comunistas (10%) y el Bloque de Izquierda (6%). Ambos grupos han descartado un posible apoyo al PS, por lo que pueden jugar un papel clave en el futuro parlamento. Jerónimo de Sousa, cabeza de lista de la coalición CDU, que une a comunistas y ecologistas, ha realizado una auténtica campaña contra los socialistas y el voto útil: “El PS en nada se diferencia del PSD”, ha reiterado en sus declaraciones. ¿La razón? “Los socialistas pasaron la barrera al recortar salarios y precarizar los contratos de trabajo”.
Malditos números
Un balance de los últimos cuatro años no deja muy bien parado a Portugal: se han perdido casi 220.000 puestos de trabajo. En esos 48 meses el índice de desempleo ha pasado del 12,1% al 11,9%. Desde 1998 no se conocía un descenso de la tasa de población sin empleo como la vivida entre el primer y el segundo trimestre de 2015. Por vez primera dicho porcentaje es inferior al registrado cuando la troika entró en Portugal, en mayo de 2011. Y desde 2010 no se registraba una tasa de desempleo tan baja. Los números del Instituto Nacional de Estadística son claros. Pero, entre medias, miles de jóvenes han tenido que emigrar para obtener ingresos (el índice de desempleo juvenil es del 29,8%).
El mismo país y los mismos números, ofrecidos por la misma institución. Todo depende del ángulo de análisis, perspectiva que están aprovechando al máximo las diferentes candidaturas políticas. Para aclarar un poco las cosas, hay que tener en cuenta el índice de población activa, es decir, la población en edad y disposición de trabajar: en estos cuatro años ha bajado en 257.000 personas, principalmente fruto de la emigración (no hay datos oficiales pero suele apuntarse la cifra de 200.000 migraciones).
Y el fenómeno de las salidas forzadas lo completan otros factores, como el aumento de la población inactiva, un cajón difuso en el que entran quienes desisten de encontrar empleo, aproximadamente 243.000 personas. Una cifra muy similar a la que se maneja a la hora de hablar de subempleo: aquellas personas que tienen nómina pero aun así no les llega para cubrir las necesidades básicas.
130% de deuda
Los últimos datos de las cuentas públicas antes de los comicios muestran una reducción del déficit público, si bien la meta propuesta para final de año sigue siendo un objetivo lejano. El crecimiento de las arcas registrado en agosto contrasta con el último anuncio del Instituto Nacional de Estadística, que recientemente confirmó que el déficit público de la primera mitad de año se había situado en el 4,7%. Es decir, que si el Gobierno quiere cumplir con la promesa del 2,7% tiene que conseguir unos valores inferiores al 0,9% de aquí a fin de año. El aumento de la deuda del 100% al 130% del Producto Interior Bruto (PIB) es otro dato que dibuja una realidad subrayada por el aumento de los impuestos, de tasas como la sanitaria, o el descenso de los salarios y las prestaciones sociales.
Los números de los años de recortes también arrojan una larga cadena de privatizaciones de empresas públicas y una pérdida de control por parte de nombres autóctonos de sectores claves de la economía. China, Brasil y Angola, tres países con un pasado ligado a Portugal, han encontrado en suelo luso una gran oportunidad de negocio.
La incertidumbre del Novo Banco
Los números, sin duda, siguen lastrando el país. Y no solo por lo que pasó, sino por lo que resta. El pago de la deuda acecha, pero el qué pasará con el Novo Banco, la escisión buena del Banco Espírito Santo (BES), es un gran interrogante que no se acaba de cerrar. La venta quedó en suspenso el pasado 15 de septiembre y el proceso se antoja eterno y crítico.
La pelota quedará en el tejado del nuevo Gobierno, pero los malos augurios ya sobrevuelan una economía que sigue sin abandonar la cuerda floja: la agencia Fitch ha alertado de que el retraso en la venta de Novo Banco, la tercera entidad financiera del país, puede afectar a la confianza de los inversores en la banca lusa. Además, está en juego el dinero público invertido durante el verano de 2014 (4.900 millones en ayudas), cuando se destapó el mayor escándalo financiero de la historia del país --la quiebra del Banco Espirito Santo (BES). El déficit anual puede variar; y mucho. Esos casi 5.000 millones de euros podrían hacer que superara el 7%, según el Instituto Nacional de Estadística.
La figura del exlíder del BES, Ricardo Salgado, conocido como "O dono disto tudo" (el dueño de todo esto), también en prisión domiciliaria y con el pasaporte incautado, ha entrado en campaña. Y lo ha hecho de la mano de Joana Amaral Dias, líder de un nuevo partido llamado Agir, que puede asociarse con el Syriza portugués. Dias, ligada durante años al Bloque de Izquierda y que intentó el pasado otoño crear un Podemos portugués, ha atraído la atención de los medios a su campaña de manera poco ortodoxa: posando desnuda y embarazada en la portada de una revista, y protestando frente a la casa de Salgado.
Altavoz en mano, la política exigió que el banquero devuelva a la gente “el dinero robado”, y que “pague el déficit”. Además, solicitó a los gobernantes que confisquen el banco: “Si hay dinero para Ricardo Salgado y el BES también lo hay para salarios y pensiones”. En el escrache también abogó por los revocatorios (consultas populares para revocar a cargos electos), así como por los despidos de los políticos corruptos.
El factor sorpresa
Ante la igualdad entre la coalición del Gobierno, liderada por Pedro Passos Coelho y Paulo Portas, y el Partido Socialista, cualquier factor puede inclinar la balanza de un resultado que, según los sondeos, oscila entre el empate técnico y la victoria conservadora por la mínima. Passos Coelho y António Costa no pueden perder de vista ningún pormenor. El caso Sócrates, el Novo Banco, Ricardo Salgado, las reivindicaciones de los afectados por el hundimiento del Banco Espirito Santo… pueden inclinar la balanza a un lado u otro. También jugará la telaraña de los visados de oro (visos gold), en la que aparece envuelto el que fuera ministro hasta hace unos meses de Administración Interna, Miguel Macedo. Acusado de tres delitos de prevaricación y uno de tráfico de influencias, la coalición del PSD y del CDS-PP ha conseguido mantener el caso con un perfil muy bajo, al menos en comparación con el de Sócrates.
Tampoco hay que olvidar en este fino hilo de matices la debilidad que mostró Coelho en su primer cara a cara electoral con el líder socialista, aspecto que según los analistas ha marcado un antes y un después en la campaña
Los medios y los expertos concretan en un 8% o 10% el margen de votos que puede ganarse en las últimas horas. Son principalmente personas jóvenes que pivotan alrededor del centro ideológico, motivo por el cual en la recta final todos los partidos rejuvenecen al tiempo que moderan su discurso, apostando por el centro-derecha o por el centro-izquierda. Una postura que irá por tanto a lo que hay, o lo que hubo. Otra señal de lo mucho que ha vivido Portugal en los últimos años y de lo poco que variarán las elecciones.
Tras unos años convulsos, en los que los recortes imposibles y la austeridad fueron la norma suprema, Portugal vive tranquilo y expectante las nuevas elecciones legislativas, marcadas por la igualdad en las encuestas y el gran número de indecisos (alrededor de un cuarto de los votantes). Los turistas,...
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J. Marcos / M.A. Fernández
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