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Los lunes, debate. A mí me encantaría que fuera todas las semanas del año, por qué no. Además, les confesaré, me lo pasaba tan bien comentando con mi madre, a la mañana siguiente, los debates…. aunque fueran los de los horribles contertulios de La Noria o de La Sexta. Así que ahora, con dos campañas electorales sin ella, nos reímos desde mi cabeza loca.
Mamá: ¿Viste lo bien que estuvo Sánchez?
Yo: Sí, estuvo sorprendentemente duro, ¿verdad?
Mamá: - A ti no te gustaba la “oposición bonita” de Zapatero, acuérdate… siempre le criticabas tanta… politesse... tanto talante…
Yo: Jo, mamá, ¡qué buenísima memoria tienes!
Mamá: Y lo colorado que llegó a ponerse Rajoy, cuando el otro le cantó las verdades. Porque se las cantó. ¡Qué vergüenza de hombre! Ya sabíamos que miente más que habla, pero Pedro se lo dejó clarito.
Yo: Sí, estuvo sorprendentemente estupendo.
Mamá: Le votarás, ¿no?
Y aquí se corta el diálogo. Hay que decir que, en mi línea interrogatoria, por aquello de la especialización, no del interés ciudadano personal, aunque también, sí se mencionó la palabra cultura el lunes: Fue Pedro Sánchez, al principio mismo del debate Cara a cara en TVE, que dijo que bajaba el IVA cultural al 10%. Luego, como siempre, no hubo lugar a más. Ni siquiera a mencionar la presencia (ahora, en la Ley PP, ¡ausencia!) de la filosofía en la enseñanza reglada, ni la relación del empleo cultural con el proyecto de una España distinta y nueva, ni… bueno. Ni nada. Y lo del IVA es importante, aunque, a mi modo de ver, no lo más. Lo más importante es la concepción de la Cultura como derecho, en primer lugar, y como bien común y espacio de diferencia y libertad, también en primer lugar. Dos primeros lugares para la excepcionalidad cultural.
La excepcionalidad cultural significa que hay libertades que el Estado, que administra deberes y derechos de los ciudadanos, y del conjunto del país, protege más allá de su…. rentabilidad inmediata. Porque la sociedad los necesita y los exige. Como estamos en la España de los mercaderes, hasta el 20D, que la diosa nos asista, los sectores de la cultura vivimos en el sálvese quien pueda. Y casi nadie puede. Es que está en su naturaleza. Es que somos bien común. Las músicas, el cine, el teatro y la danza. La literatura. Las artes plásticas. Somos bien común.
Cuando este país soporta la muerte de más de una mujer por semana a manos de su pareja o expareja, como una sangría hasta ahora imparable, hay que pensar
Hay otros terrenos en los que el Estado también debe aplicar la excepcionalidad. Y no estoy comparando, y sí estoy comparando. Cuando este país soporta la muerte de más de una mujer por semana a manos de su pareja o expareja, el asesinato de más de una mujer cada semana como una sangría hasta ahora imparable, hay que pensar. Que el partido de Albert Rivera diga que va a eliminar la (poca) protección legal a las víctimas del terrorismo machista, eliminando la Ley Integral contra la Violencia de Género porque la considera “excepcional”, me subo al aire de ira.
No han entendido que lo que era atenuante hace no tantos años (el honor y esas cosas, la propiedad de la mujer, ya saben, el machismo plasmado en el código penal) está tan incrustado en el estómago (por no citar otros órganos funcionales) del macho, que no puede entender que ESE es precisamente el agravante. El agravante, sí. Este terrorismo está afianzado en el mundo de los afectos para mal, y para mal. Las denuncias retiradas, los largos períodos de sufrimiento y maltrato, y hasta los “derechos” del macho sobre la mujer. Todos enraizados en esa maldita red de afectos y desafectos que es la relación de pareja, la supuesta familia.
Este terrorismo está afianzado en el mundo de los afectos para mal. Las denuncias retiradas, los largos períodos de sufrimiento y maltrato
Pues bien: ese es el agravante. Esa es la razón de la protección especial, señores y señoras de Ciudadanos. Y, chicas, ciudadanitas, no os sintáis tan alejadas del problema, que es absolutamente transversal a las clases sociales, a las edades, a la vida misma. Hasta a la ideología política. No, no es lo mismo el asesinato de un hombre por “su” mujer –por cierto, prácticamente inencontrable en la estadística-- que el feminicidio machista.
Comparaba, y no comparaba, y sí comparo. La cultura en la que creo tiene que ver con esto, y con tantas cosas más, porque tiene que ver con el cambio de las mentalidades. Tiene que ver con la asunción sincera, real, corporal diría, de la igualdad. Tiene que ver con la concepción de la persona que el país, y el Estado, hace suya. Con el imaginario colectivo, que termina siendo individual y personal. Tiene que ver con las posibilidades infinitas de la libertad. Tiene que ver con el temblor de la creación, que es igual y sin baremos para cada creador. Y con los filtros que los distintos gustos (y los distintos poderes) ponen y ponemos…. Tiene que ver con el disfrute y, finalmente, con la felicidad de la gente. Esa sonrisa que hay que empezar a ver por la calle.
Mamá: Rosa Mary, me parece que te has puesto bastante Dostoievski… Y no me has contestado a lo que te pregunté.
Yo: Estás muy crítica, ¿no? Y el voto, ya sabes, es secreto…
Los lunes, debate. A mí me encantaría que fuera todas las semanas del año, por qué no. Además, les confesaré, me lo pasaba tan bien comentando con mi madre, a la mañana siguiente, los debates…. aunque fueran los de los horribles contertulios de La Noria o de La Sexta. Así que ahora, con dos campañas...
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Rosa Pereda
Es escritora, feminista y roja. Ha desempeñado muchos oficios, siempre con la cultura, y ha publicado una novela y un manojo de libros más. Pero lo que se siente de verdad es periodista.
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