Tomando partido
Podemos, el voto pragmático
Lo que ocurra el domingo será recordado como la cita electoral más importante de las últimas décadas. Pero lo fundamental ha sucedido ya: la España de la alternancia electoral, del bipartidismo caciquil que tanto parecido tiene con la Restauración
Emmanuel Rodríguez / Isidro López 16/12/2015
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
¿Qué se juega en estas elecciones? Hace unas semanas, uno de tantos convertidos a intelectuales orgánicos de Podemos y que durante años sirvió de referente ético e intelectual a aquellos apegados al término izquierda abundó en el “todo” que nos apostábamos en este 20D. Y sin duda, acostumbrados como estamos a la historia política episódica y superficial, lo que ocurra el domingo 20-D será recordado como la cita electoral más importante de las últimas décadas.
Lo esencial es, sin embargo, reconocer que lo fundamental ha sucedido ya. La España de la alternancia electoral, del bipartidismo caciquil que tanto parecido tiene con la Restauración canovista, es tiempo pasado. Atrás quedan años de una política siempre mediocre, de voto encapsulado en dos opciones y terceros excluidos, de protagonismo de palomos ensoberbecidos y empeñados en representaciones tartufescas. Sin que quepa esperar en exceso de lo nuevo, lo que venga tendrá ese aire de frescura e innovación que trae el mercado cuando aumentan las opciones en competencia. El autor de tal fechoría no han sido, por supuesto, los partidos, ni Podemos, ni desde luego Ciudadanos. El criminal ha sido el 15-M y una larga crisis de representación que nunca se acabará de superar. Estalló un domingo de hace cuatro años y medio y sus efectos todavía repercuten hoy.
No obstante, y aun cuando (insistimos) lo fundamental ha pasado ya, en estas elecciones se juega todavía algo importante. Algo que no está exactamente en el sistema de partidos, sino sólo en su parte izquierda, o por ser más exactos en términos de los nuevos tiempos, entre aquellos que pueden ser sensibles a una reforma democratizante de las instituciones. El PSOE se hunde y con él su estructura clientelar. Si el grifo de los recursos públicos se cierra un poco más, no tardaremos en ver cómo ese partido “transicional”, que reclama 140 años de antigüedad, se desmorona en las migajas de unas camarillas descompuestas y a la búsqueda de mejores destinos. Quizás baste con que Podemos quede cerca del sorpasso para que la crisis sociata se vuelva irreversible.
Respecto al propio Podemos, que en este caso, y según la terminología gramsciana tan grata a su cúpula, es “lo nuevo que no acaba de nacer”, caben distintos escenarios. De lo que no hay duda es de que hay partido y de que la formación puede hacer al menos una parte del encargo para lo que fue creada: destruir el bipartidismo, levantar los tapones del PSOE e IU y llevar a las instituciones parte de la crítica que el 15-M expresó. Por eso, a pesar de su verticalismo siempre contradictorio con la ola democrática que le empuja, de su propensión al pactismo estatista (¡que herencias más persistentes las de González y Carrillo!) y de su alambicado discurso oscilante, Podemos es hoy el voto pragmático. Ciertamente hay otras opciones, como IU en Madrid, Sevilla, Asturias o Valencia; o Bildu en Euskadi, o cualquier otra opción con posibilidades electorales y no inmediatamente dispuesta a un pacto de gobernabilidad.
La única condición de este voto pragmático es que sea eso, pragmático. Y esto pasa por no tomárnoslo demasiado en serio, por seguir sabiendo encontrar los límites de la política electoral y partidaria, por reconocer que “Podemos es lo nuevo que no acaba de nacer” y que, sin otra ola de movilizaciones, no va a conseguir superar ese estado “morboso” de las revoluciones a medias. Eso es lo que parece haber entendido esa marea que tímidamente se viene levantando desde hace dos semanas y que otorga el efecto performativo de profecía autocumplida a la remontada de Podemos. Es la misma que se puso detrás de los experimentos municipalistas más virtuosos y que ahora se le da prestada a Podemos en algunos lugares.
Y para que no quede duda de que el 20-D puede ser una cita abierta, ahí va otro regalo imprevisto. Si PP y C's no suman mayoría absoluta, y están en vías de no lograrlo, la inestabilidad está servida. ¿Se imaginan la coalición de los del “centro-derecha” español negociando con los del centro-derecha catalán? ¿O con el PNV? Demasiado para Ciudadanos. ¿O a Ciudadanos con el PSOE pero con sólo el 40 por ciento de los escaños de la cámara? ¿O una Große Koalition de PP, PSOE y Ciudadanos? ¿Cómo podrían convivir tantos para repartir tan “poco”? Quizás el ciclo electoral no se haya terminado. Quizás tengamos elecciones dentro de tres meses. O quizás se produzca una alianza de investidura tan frágil que se venga abajo con el primer soplo de viento.
Conviene recordar también la cuantía de ese regalo envenenado que le espera a quien en unos días gane las elecciones: 25.000 millones de recortes por diktat europeo, amén de las posibles quiebras de dos gigantes empresariales globales patrios, Abengoa y ACS. Algunos ya hablan del IBEX 33. ¿Se acuerdan de aquello de la crisis? Nunca se fue.
A la vuelta de estas elecciones podríamos asistir, por tanto, a una nueva vuelta de tuerca de la crisis de régimen que abrió el 15-M, esta vez, en forma de crisis de gobernabilidad. Y en medio de ésta, quizás la oportunidad de unas nuevas elecciones que generen el desborde popular y la movilización necesaria para la victoria electoral de una opción de cambio radicalmente democratizante. En definitiva, sin ponernos a hacer cantos morales sobre la superioridad del voto frente a la abstención, y aunque lo crucial en estas elecciones ha sucedido ya, conviene dejar que Podemos termine su tarea.
¿Qué se juega en estas elecciones? Hace unas semanas, uno de tantos convertidos a intelectuales orgánicos de Podemos y que durante años sirvió de referente ético e intelectual a aquellos apegados al término izquierda abundó en el “todo” que nos
Autor >
Emmanuel Rodríguez / Isidro López
Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y colaborador de la Fundación de los Comunes. Su último libro es ¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978.
Isidro López es diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí