Las musulmanas, invisibles en los programas electorales
Tres mujeres jóvenes, feministas y vinculadas al Islam, activistas en distintas causas, cuentan por qué votarán o se abstendrán el domingo
Amanda Andrades 18/12/2015
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Se conocen y comparten inquietudes y activismo feminista, contra la islamofobia de género, por un mundo más justo, en solidaridad con Palestina… Fatima Aatar reside en Terrassa, Salma Amzian en Barcelona y Hallar Abderrahman en Málaga. No vivir en la misma ciudad no es un impedimento para apoyarse entre ellas. Para eso están las redes sociales, para acercarlas. Es en una de ellas, Facebook, donde responden a las preguntas de CTXT.
Las tres son de izquierda, aunque con matices que las diferencian a la hora de depositar –o no—su papeleta en las urnas este 20-D.
Fatima, la benjamina (21 años), ha votado en todos los comicios que ha habido desde que cumplió los 18 años: europeas, municipales, autonómicas. Antes incluso de llegar a la edad legal para ejercer este derecho, ya era importante para ella. “Mi padre y yo decidíamos su voto”, recuerda. A pesar de “no creer” en el sistema electoral, esta estudiante de Antropología defiende que todas las personas deberían votar. “Aunque no podamos cambiar mucho desde las urnas, podemos hacer que la situación sea menos mala”. Fatima no da el nombre de la formación a la que votará, pero sí los criterios con los que la elegirá: de izquierda radical, con una posición “pública y clara” a favor de Palestina, que utilice un lenguaje feminista, anti-OTAN. Va incluso más allá. “Si se identifican públicamente y sin miedo como anticapitalistas ya tienen mi voto”.
Ni el PP, ni Ciudadanos, ni Podemos, ni UPyD, ni Unidad Popular incluyen una referencia al islam o a los musulmanes en sus programas electorales
Salma, que se define como migrante, cultural y políticamente musulmana, feminista de clase obrera, amazigh y catalana, solo votaría a una formación como la CUP, aunque también le atraen algunas de las ideas y discursos de En Comú Podem. Esta antropóloga no acudirá, sin embargo, este domingo a las urnas. Es la primera vez, a sus 27 años, que podría hacerlo en España. La legislación solo permite votar a nacionales o nacionalizados y ella hasta hace poco tenía la nacionalidad marroquí. Llegó a Cataluña con seis años. Su abstencionismo responde a dos motivos entrelazados. Uno ideológico: no votará porque no quiere participar de un “sistema que discrimina y excluye”. Y otro emocional: no votará mientras su madre, que no puede demostrar “los niveles de asimilación y/o integración que se nos exige”, no pueda hacerlo “sin tener que renunciar a su identidad como mujer marroquí y musulmana”.
Hallar es trabajadora social, “por vocación”. Y una “luchadora por la paz, el amor, la justicia social” que sueña con un mundo igualitario. A sus 27 años, este domingo no será la primera vez que ejercerá su derecho al voto. No se adscribe a ningún partido, pero sí a unas ideas: socialdemócratas y de centro izquierda. Algo que se refleja en sus principales demandas a los partidos tales como transparencia, mayor calidad democrática, defensa del Estado de bienestar y de la cohesión social en Europa. “En definitiva, que la Constitución y los tratados de la Unión Europea funcionen”, resume.
Fatima y Hallar usan hiyab, lo que les hace fácilmente identificables como mujeres musulmanas. A Fatima le ha tocado saber que paga un precio por ello. “No existe mujer en el mundo que no haya sido discriminada por su condición de mujer. Y si además eres musulmana, pues te discriminan doblemente”, señala. Hallar, doctoranda en la Universidad de La Rioja, identifica la discriminación que ha vivido en ambientes académicos con tener un discurso o unas ideas diferentes a las de otros docentes. No olvida, sin embargo, mencionar a otras conocidas suyas a las que en sus empresas no les dejan llevar el pañuelo “islámico”. “Es una doble discriminación por ser mujer y musulmana”, afirma.
El PSOE solo incluye entre sus propuestas impulsar los observatorios contra la islamofobia y contra el antisemitismo
Salma no cubre sus cabellos, pero también vive la discriminación. Los estereotipos golpean duro, aunque sea de otra manera. Como, por ejemplo, cuando algunos pretenden hacer de ella el modelo de integración frente a las otras. “Se nos dice constantemente ‘no, pero tú eres distinta. Tú te has integrado. ¡El problema son las que llevan el velo en público, esas son las sumisas!”, se indigna para acto seguido acusar de paternalistas a los que la tratan con “condescendencia” y le explican quién es ella. “Cómo si yo no fuese capaz de averiguarlo sola”. También le molesta que esas personas le nieguen una parte de su identidad “por no cumplir con el tópico de mujer musulmana”. Pero, sobre todo, lo que más daño le hace es que se use su opción para deslegitimar las de otras mujeres. “Son mis hermanas, hermanas de sangre y/o de vida. No voy a permitir jamás en ningún lugar que se me use para oprimir a otra mujer”. Sabe demasiado bien de lo que habla. Su hermana de 14 años --y como preadolescente, en busca de su identidad-- volvió a casa llorando porque su padre le obligaría a salir del colegio y a casarse. “Se lo había dicho una profesora en un instituto público de este país”.
Ni el PP, ni Ciudadanos, ni Podemos, ni UPyD, ni Unidad Popular incluyen una referencia al islam o a los musulmanes en sus programas electorales. El PSOE solo incluye entre sus propuestas impulsar los observatorios contra la islamofobia y contra el antisemitismo. Las mujeres musulmanas son invisibles. Sus voces, mudas. Para ninguna de las grandes formaciones políticas que concurren al 20-D, Fatima, Hallar o Salma parecen existir.
Se conocen y comparten inquietudes y activismo feminista, contra la islamofobia de género, por un mundo más justo, en solidaridad con Palestina… Fatima Aatar reside en Terrassa, Salma Amzian en Barcelona y Hallar Abderrahman en Málaga. No vivir en la misma ciudad no es un impedimento para apoyarse...
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Amanda Andrades
De Lebrija. Estudió periodismo, pero trabajó durante 10 años en cooperación internacional. En 2013 retomó su vocación inicial. Ha publicado el libro de relatos 'La mujer que quiso saltar una valla de seis metros' (Cear Euskadi, 2020), basado en las vidas de cinco mujeres que vencieron fronteras.
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