crónica parlamentaria bcn
En la ladera del Tibidabo
Había algo del momento melancólico y 'aha experience' tras la paliza del último acto de una novela del ciclo Barcelona, cuando unos señores de Barcelona rompen las piernas al charnego divertido y lo tiran de un coche en marcha
Guillem Martínez Barcelona , 12/01/2016
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Parlament de Catalunya. Día histórico. Por fin. Hasta hace tres meses, en Catalunya había tantos días históricos que, cada pack de 12, deberían habernos dado un juego de sartenes. La prueba del algodón de que hoy vuelve a ser un día histórico es que hay centenares de frikis frente al Parlament, subdivididos, a su vez, en dos grupos. Uno, compuesto por ex-legionarios, lleva banderas españolas. Otro, más numeroso, lleva banderas catalanas y pancartas peronistas, agradeciéndole al President saliente todo lo que ha hecho por los descaminados que, por otra parte, llevan camisa, y de marca. La presencia de frikis/consumidores de propaganda es importante. Demuestra que, tras tres meses de secano, vuelve a haber relato. Más concretamente, dos: España se resquebraja --según los usuarios de la banderita a)-, y Catalunya vuelve a estar a pocos días históricos de ser una República --usuarios de la banderita b)-. Es posible que ambos relatos oficiales repercutan en la estabilidad de un Régimen que ya sólo posee, en Catalunya y en el Estado y cuando los astros se alinean, la posibilidad de reeditar un relato mítico. Rayos, les estoy haciendo spoiler de esta crónica. Pasen de párrafo.
Como los consumidores de estas crónicas ya sabrán, en un parlamento de la postguerra europea --en España, de la postguerra, a secas--, no suele pasar nada. Salvo coreografías. Hoy es un día indicado para evaluar esa teoría. Lo que ha pasado --la designación de un Presi y un programa gubernamental-- no ha sucedido en el Parlament. Ni siquiera se sabe dónde ha sucedido ni, técnicamente, lo que ha sucedido. Hoy es domingo. Hola. El viernes, los grandes ideólogos de Junts per Sí, de CUP y de asociaciones de la sociedad civil --magnitud de la tragedia: se denomina asociaciones de la sociedad civil a varias AVT/organizaciones gubernamentales; no le den más vueltas; en España y Corea del Norte, el Estado tiene una idea parecida de lo que es la sociedad civil deseable--, habían tirado la toalla y roto, formalmente, las negociaciones. Sobre el secretismo de la cosa a esas alturas: se valoraron opciones divertidas, no comunicadas a la prensa, mientras los interfectos se reunían encima. Por lo visto, dos: una asamblea de municipios, parlamentarios, diputados y Senadores catalanes, que elegirían un President --es decir, con esos datos, a Mas--, o la elección en el Parlament de un Presi transitorio, para elegir otro definitivo --Mas-- en tres meses. No coló. El horror vacui era tan palpable que Mas, una parte de horror, dos de vacui, emitió su última propuesta en abierto: elecciones, pero ampliar el Gobierno provisional hasta marzo, con la presencia --de cuerpo presente, como siempre-- de ERC, para mirar de atar una improbable reedición de JxS, en barrena a esas horas. Esta propuesta chorras es un indicio del escaso margen de maniobra / propaganda que puede elaborar CDC, o cualquier otro partido de la Transición, alejada de poder. Es decir, de su firme voluntad, por tanto, de permanecer en él. Instinto que no fue lo suficientemente valorado, visto lo visto. La opción elecciones anticipadas, tal y como estaba el patio --es decir, Mas, que se negaba a desaparecer del patio-- era, en ese momento/viernes, no sólo oficial, sino la única posible. Ahora mismo, dos días después, en el Parlament, hablo con un indepe de JxS. Me dice que el viernes, en efecto, estuvo gestionando la devolución de su ordenador al Parlament.
El sábado volvió a haber reuniones. Sin mucho crédito e interpretables, en principio, como coreografía. Además, para mayor desubicación coreográfica, merengue --cuando el Madrid pierde, en fin, Sergio Ramos es el que más lucha por el esférico, para que la afición sea consciente de su inocencia--. Hubo, empero, movimientos. Desesperados. Que reproducían opciones anunciadas oficialmente el día anterior --un indicio de que, tal vez, el dia anterior ni se las creían--. A media mañana se telefoneó a Neus Munté, de CDC, para ver si aceptaba presidir la Gene. Rechazó. Por fidelidad o/y canguelo. Se probó, en alguna instancia, la opción Muriel Casals, expresidenta de Òmnium/la sociedad civil ésa. En ambos casos, Mas sería, al parecer, el Conseller en Cap. Lo que pasó finalmente, a primera hora de la tarde, pasó, en todo caso, en cuestión de segundos. Mas, zas, renunció a ser Presi y a estar en el Govern. La razón, posiblemente, fue la constatación de las encuestas internas --existentes ya de antes, por otra parte--, que situaban a CDC con no más de 20 diputados en unas elecciones a realizar en marzo. Eso, que Mas cediera el paso a un clon --la opción más lógica en cualquier otra democracia no peninsular--, era sorprendente e imprevisto. Pero lo que resultó aún más descomunal fue su puesta en escena.
En rueda de prensa --la primera, tras tres meses, con un absoluto dominio iconográfico; la primera también en la que se podía volver a verter discurso propagandístico de manera tranquila, pero no sosegada; Mas, en fin, estaba más encendido que un mechero--, Mas exhibió un poder y un dominio apabullante. Explicó el pacto realizado. Dos grandes puntos. ÉL mismo elegiría a su sucesor --como Pujol, o un emperador de la dinastía Antónima-- de entre los diputados de JxS --nota: el Estatut niega la posibilidad de que sea Presi un no diputado; eso se hizo para evitar que algún día Tarradellas volviera a ser Presi; sí, el marco español es tan coyuntural que, una vez superada la coyuntura, es un museo de fósiles legales--. Posteriormente, se dedicó a darle para el pelo a la cosa CUP. Por todo lo alto. Mi padre me habla así, y me cago. Y, snif, quizás es eso lo que pasó. La brutalidad fue ejercida en modo De Niro con smoking y un bate de béisbol, y sus --la sensación fue esa-- hijos, bajaron la cabeza. Al fin y al cabo, dijo, él estaba haciendo el bien.
Luego explicó, recreándose en la venganza, los puntos del pacto que afectaban a la CUP. La CUP cedería dos diputados al grupo JxS, y, glups, nunca jamás votaría en contra del Govern. En el pacto se lee que la CUP no votará con grupos contrarios al Procés en contra del Procés. Pero en un Procés propagandístico, todo --presupuestos, recortes, privatización de sanidad, sobreseimiento parlamentario de casos de corrupción y la elección de Miss República Catalana-- es Procés/Catalunya. Posiblemente, esa es la originalidad de la gestión gubernamental del Procesisme por parte de CDC y sus mariachis. Mas, a continuación se explayó, y mucho, en el apartado spanky-spanky de las CUP. Aludió explícitamente a que la CUP tendría que expulsar a diputados que no se habían portado bien y que habían dificultado el Procés --es decir, que habían impedido la reelección de Mas, ese Procés paralelo--. Al Padre de Catalunya, por unos segundos, le salió bigote y fue El Padre de Todos los Pueblos al conminar a las CUP --cágate lorito--, a realizar una autocrítica, tradición siberiana convocada por el President 129 de la Gene, ese catalán universal y por el mestizaje. La CUP, por cierto, no dijo ni mu. Algunos militantes históricos y representativos hacían chiribitas en twiter, un indicativo de que, fuera lo que fuera que estaba pasando, se lo estaban comiendo con patatas.
Por lo demás, Mas seguiría en política, con una presencia descomunal y sin precedentes. Tal vez como discreto aforado. Se encargaría de refundar CDC. Una actividad que, por otra parte, lleva realizando desde 2012 --este año, por cierto, realizan el congreso refundacional; se sabe, por lo que me dicen, que será un partido socialdemócrata o así, de orden frente al caos, e independentista, si bien por una fórmula negociada; es decir, ad eternum; es decir, será el Procés con patas--. No cerró la puerta, sino que la abrió, a su vuelta a la política. Es decir, a la Presidència. Sería dentro de 18 meses, cuando Catalunya esté otra vez a unos pocos días históricos de su ascensión a los Estados. Nota: puede ser antes. Tras unas elecciones anticipadas, como es el caso, sólo se pueden convocar elecciones no antes de un año.
El acto, por otra parte, fue teatral. Es decir, que resultaba difícil discernir lo que el planete y la venganza tenían de real o de concesión dramática puntual a un señor mayor que lo deja. Se verá en breve si Mas sigue mandando. En Rusia, es posible. Aquí sería, propagandísticamente, más costoso. En ese sentido, es difícil estar en el poder institucional cuando ya no se está en él. Recordemos, hermanos, que la historia reciente está repleta de substitutos --Rajoy, Camps, el propio Mas--, que dejaron de serlo por la dinámica propia del poder, ese caballo salvaje abandonado a su propio tiempo. También, por otra parte, es cierto que Catalunya está renovando la disciplina de la propaganda, esa cosa que Chomsky califica como la violencia en democracia.
También está por ver si el pacto con la CUP es una sobreactuación o realismo sucio. Hay indicios de que no será la apisonadora tan certera que dibujó Mas y el silencio CUP --la CUP, obediente, ha cesado a dos diputados, en efecto; uno de cada palo; ninguno de ellos era Anna Gabriel, el Eje del Mal para CDC y el ABC, dos objetos que, estéticamente, se tocan--. No obstante, y a la espera de que el pacto se asiente en la cotidianidad y la costumbre, la sensación es que, después de tres meses mareando la perdiz con discursos democráticos que tiraban de espaldas, la CUP ha realizado el peor pacto posible, el más vertical y el que menos contrapartidas tiene. De hecho, lo ha dado todo a cambio de nada. La CUP, partidaria de la unidad popular, ha colaborado en la elaboración de un frente nacional --ese estándar internacional-- con todas las letras. Y a cambio de lo de siempre/un Procés oral. Ha realizado, es más, un reajuste electoral tras unas elecciones, con lo que se adentra, de cuatro patas, en territorios de nebulosidad ética. Incluso es posible que haya desaparecido, epistemológicamente, al cambiar de función. ¿Cómo ha sido posible eso?
No se sabe. No se sabe, de hecho, quién pactó todo eso. Al parecer, para mayor lío, es obra del sector proclive a no investir a Mas. Al parecer, tras los primeros momentos de perplejidad, no hay especial debate o enfrentamiento en la CUP. En la intimidad cercana, los militantes defienden el acuerdo. Los análisis exhibidos, al menos, son un tanto extraños. Dicen que el pacto supone eliminar del Procés a su interlocutor con Madrid, que supone someter a JxS y a CDC a una contradicción interna que la hará implosionar en 3, 2, 1 --dudoso; CDC sale reforzada y adquiere una mayoría absoluta que no poseía; invadir Polonia, en fin, no supuso ninguna contradicción interna para Alemania, sino que se estuvieron riendo hasta cuando cerraron el búnker por dentro--. Dos días después del pacto, poco se sabe de su realización. Vía Anna Gabriel se sabe que la CUP pidió que fuera grabado. CDC no lo permitió. Y que para justificar la expulsión de diputados de la CUP, a cambio de echar a Mas de la Gene, un interlocutor CDC dijo --aparten a los niños--: "La cabeza de un israelí vale la de 9 palestinos". La frase ilustra no sólo el nivelón CDC, sino lo que ha aceptado la CUP como animal de compañía, una organización de pronto entroncada con lo más granado de la izquierda española, ese acceso a la izquierda que, cuando llega la escena sexy de la peli, siempre se lía con la responsabilidad de Estado --ese irresponsable--. O de su primo el pre-Estado.
Este pacto, en fin, tendrá serias consecuencias para el independentismo de izquierdas, y para la CUP. Su discurso anterior al pacto queda invalidado. Y aquel mito rupturista de cambiar la política aportando beligerancia, agenda propia y problemática, esas tres cosas aplazadas desde 1978, queda, a su vez, desactivado, al menos hoy, en la Liga parlamentaria catalana. Para quien crea que lo de Catalunya es un Procés, todo ello no deja de ser una nota de color. Para quién crea que lo de Catalunya es una crisis de Régimen avanzada, es decir, más recompuesta que en el resto del Estado, la cosa es preocupante, y un aviso a navegantes de que no se puede hacer política parlamentaria contra el Régimen sólo con camisetas, frases, gestos, símbolos, o entrega solemne al Rey de las últimas temporadas de Juego de Tronos. ¿Cómo se hace política parlamentaria contra un Régimen zombi? Ni idea/no soy político. Quizás, por lo visto, no pactando. En todo caso, es el estado de la cuestión, no respondido por CUP. A ver los siguientes en la cola cómo lo hacen a partir del 13 de enero.
¿Se puede hacer una crónica parlamentaria sin Parlamento? Sí. Pero por el mismo precio, les explico la sesión. El Parlament olía a victoria. Es decir, a napalm. Todos los ganadores, como en todos los días históricos, se habían traído al hijo, para los selfies. La derecha catalana, uno de los historiales más violentos de la Península, estaba más contenta que un chinche --catalán--. Las salas de prensa, a falta de espacio, estaban repletas de invitados VIP victoriosos que, conforme los portavoces hablaban por el plasma, aplaudían o silbaban, practicando la catarsis que Aristóteles describía en la Tragedia. O en la Comedia. El discurso de investidura de Puigdemont fue como el anterior de MasZzzz --o era el mismo, o se lo bajaron los dos de Google--. Novedades: en esta ocasión, la cosa hasta que Catalunya entre en la OTI como Estado miembro, seguirá durando 18 meses. Prorrogables, según al día siguiente razonaba, en sus artículos, el muñozmolinismo catalán. Chollo: en esta emisión, no serán necesarias tres leyes rupturistas, sino dos. Yupi. De la resolución rupturista del 9N/último día histórico, no queda nada, o nadie se acuerda. Se crearán las instituciones prometidas desde 2012 --algunas, prometidas más veces que Liz Taylor--, más un Banco Central. Con todo esto se recuperará en un plis-plas el Estado del Bienestar que, por otra parte, CDC se ha pelado.
Las respuestas de los portavoces de grupos parlamentarios fueron en la tesitura de las emitidas durante el debate0.1, cuando Mas iba a hacer lo mismo, en el mismo tiempo, o no lo haría nadie. Iceta, tal vez, estuvo más divertido y brillante. Anna Gabriel, en esta ocasión, no citó a Durruti. En su rostro se veía cierta fatiga. Y desubicación. Ella, o su grupo, o parte de él, eran el objeto de la victoria, desproporcionada, violenta, de CDC, que hoy estamos escenificando en este local. Una victoria sobre nativos, esa región del enemigo. Había algo del momento melancólico y aha experience tras la paliza del último acto de una novela del ciclo Barcelona, cuando unos señores de Barcelona rompen las piernas al charnego divertido, y lo expulsan de un coche en marcha en la ladera del Tibidabo. Es curioso, ahora que lo pienso, que en una sociedad que ha mitificado su horizontalidad, el único vestigio de brutalidad social explícito no sea su periodismo o su ensayo, sino parte de su literatura, recurrente desde los años 20, tal vez la más especializada en el abuso y la brutalidad social en toda la Península. A diferencia de la realidad, en la literatura no se miente.
En el turno de palabras apareció el Puigdemont que quedó camuflado tras la retórica CDC en su discurso de investidura. Es el hombre que Catalunya necesita. Oratoria vibrante, giros populares y agrarios, castizos y divertidos, y la capacidad tertuliana y crispante de hacer decir al otro lo que no ha dicho. Una buena forma de no decir nada, en fin. Votaciones. Dos de la CUP se abstienen. Es decir, no votan que no, que por lo visto no pueden. La Generalitat dispone de su 130 Presi en 657 años.
A la salida, unos frikis vitorean a Mas y a Mas2.0. Otros les insultan. Catalunya, por cierto, carece de autogobierno desde la intensificación de su intervención económica. Un dato importante. Otro dato: el Presi de otro Gobierno, también intervenido y sin capacidad de emitir políticas propias, ha dicho, mientras se celebraba este acto, que era necesario un Gobierno del Estado que protegiera el Estado de Derecho, la democracia y la unidad nacional, o lo que sea que aún quede. O les vitoreas, o estás en la ladera del Tibidabo. O las dos cosas.
Parlament de Catalunya. Día histórico. Por fin. Hasta hace tres meses, en Catalunya había tantos días históricos que, cada pack de 12, deberían habernos dado un juego de sartenes. La prueba del algodón de que hoy vuelve a ser un día histórico es que hay centenares de frikis frente al Parlament, subdivididos, a su...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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