Los cupaires aceptan el acuerdo tapándose la nariz
Los votantes de la CUP saben bien que Puigdemont es tan derechista como Mas, pero creen que lo importante es el pacto "para romper con España"
Elise Gazengel Barcelona , 10/01/2016
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Enésimo día histórico para Cataluña: los anticapitalistas de la CUP consiguen ponerse de acuerdo con Junts Pel SÍ para evitar in extremis unas nuevas elecciones en marzo. Pero la lectura de este día ‘histérico’ varía mucho según uno u otro grupo parlamentario independentista. Mas, el mártir sacrificado, se va, no sin intentar humillar a la CUP con sus disidencias internas; la CUP, por su parte, se jacta de haber conseguido la cabeza de Mas no sin recibir críticas sobre el precio que tendrá que pagar. A pesar del triunfalismo aparente de los portavoces de la CUP en su rueda de prensa del domingo 10 de enero por la mañana, sus bases no se muestran tan orgullosas. Cabe decir que todos prefieren el acuerdo a unas nuevas elecciones, pero no sin alguna crítica. “Estoy dispuesto a taparme la nariz durante 18 meses”, comenta Oriol, un joven cupaire convencido de que el acuerdo era un mal necesario.
Para el votante de la CUP, este acuerdo es un “sacrificio del eje social a favor de la ruptura con España”. Cuestión de prioridades, según él. “Sin la derecha independentista no podremos lograr el estado propio, así que es un sacrificio de 18 meses para después intentar sumar fuerzas de la izquierda”, dice con tono optimista. En cuanto al nuevo president, para muchos es “más de lo mismo”: "Mas era el símbolo... pero Puigdemont acabará cumpliendo el programa de Mas".
“Al final, me alegro de que Mas no sea presidente pero creo que la mayoría no sabemos hasta qué punto Puigdemont se parece al ya ex-president”, confiesa Dani. Este otro cupaire barcelonés ve con “cierta desconfianza” el acuerdo de “no votar en ningún caso en el mismo sentido que los grupos contrarios al Procés cuando esté en riesgo la estabilidad”. “Ya sabíamos que votábamos a un partido minoritario, pero si ahora ni puede ejercer la voz de la discordia me fastidiaría mucho”, concluye.
Igual que el partido anticapitalista parecía partido en dos en sus últimas asambleas, sus votantes celebran hoy una victoria agridulce. “Para mí, la CUP ha hecho lo que tenía que hacer, no le quedaba otra” comenta Edu, contento con la no-investidura de Mas pero convencido de que “la factura de todo este tira y afloja la pagará la independencia... El proceso sale muy desgastado”.
Para no desgastarlo del todo en unas elecciones anticipadas muy inciertas, las dos listas independentistas concluyeron un acuerdo de mínimos. La CUP consiguió la cabeza del símbolo, aunque su sucesor tampoco parece cumplir con el compromiso social que defienden los anticapitalistas. Según escribía hace unos meses el concejal de la CUP en Girona Lluc Salellas, en un artículo titulado ¿Con quién se casó políticamente Carles Puigdemont?, “CiU y el PP han acordado las principales políticas de la ciudad en los últimos cuatro años. Una verdad como un templo”.
Hoy, Salellas no ve ese templo tan claro. Al ser preguntado sobre la coherencia de pedir la cabeza de Mas --por su afición a los recortes del gasto social-- cuando su sucesor no parece muy distinto, el concejal cupaire prefiere suavizar el tono. Antes afirmaba que Puigdemont aplicaba políticas “al fondo a mano derecha” ahora se defiende con una pirueta lingüística: “Yo confío en nosotros y en la fuerza que tenemos para desarrollar todo lo por lo que hemos luchado”.
El ideario de la CUP se basa en dos ejes claros: la república catalana y la defensa de la justicia social. “Aquí estamos con un acuerdo de 18 meses para la ruptura con el Estado español”, añade Salellas, que insiste en vincular la relación con JxS "al tema de la independencia”.
Los cupaires confían ahora en la presencia de ERC en el grupo parlamentario para minimizar los ataques a las políticas sociales: “Junts pel Sí no es sólo Convergència, su programa político no es exactamente el mismo”, concluye el concejal. Al final, parece que, como dice Edu, votante de la CUP, “todo se resume a un tema de prioridades... Pero estoy dispuesto a sacrificar ideales si es por un periodo corto”.
Enésimo día histórico para Cataluña: los anticapitalistas de la CUP consiguen ponerse de acuerdo con Junts Pel SÍ para evitar in extremis unas nuevas elecciones en marzo. Pero la lectura de este día ‘histérico’ varía mucho según uno u otro grupo parlamentario independentista. Mas, el mártir sacrificado, se va, no...
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