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Debo estar entre las pocas periodistas que se ha perdido el primer intento de Pedro Sánchez en asaltar los cielos (de Moncloa). Pero verán, entre las tres y las cinco de la tarde me han pasado muchas cosas. Me he dado el tinte y mientras mis canas desaparecían yo leía un ensayo sobre el Estado del Bienestar (sin ser yo de las que desprecian el revisterío de las peluquerías, tan necesario y con más periodismo de lo que nos pensamos), me he ido después corriendo a una entrevista con el cuaderno, la grabadora, dos yogures y un montado de lomo. He hecho la entrevista y el entrevistado, consciente de mi vida cual meretriz por arrozal, me ha llevado en taxi al colegio. A las 16:56 he llegado con el asma al cuello. Pero, eso sí, con merienda.
Nada que les cambie la vida, nada que me cambie la mía. Mientras, Begoña Gómez (de la que me he mostrado partidaria desde el primer momento) acudía a la tribuna de invitados con esa misma pose de orgullo que la primera vez que deslumbró la reina Letizia, entonces Princesa, al acudir con un vestido rojo de Lorenzo Caprile a la boda de Mary Donaldson y Federico de Dinamarca (¿ven como el ¡Hola! nos hace falta a todos?). Begoña, a esas horas, dejó su trabajo por otro, el de acompañar a su santo al Congreso. La misma Begoña que este mes escribe en SModa un artículo titulado “¿Trabajar hasta las 16:30?”, del que destaca un original sumario: “Conciliar es bueno para todos, incluso para la empresa”. Todo esto está muy bien pero, querida, llegas unas dos décadas tarde. Hasta esta humilde corista ha volcado sus unicornios particulares en columnas pidiendo una racionalización de los horarios laborales en una sección cuyo nombre era ‘Territorio femenino’. Perdón.
“Las personas felices mejoran sus resultados un 65%”, dices. Pero no citas ni una fuente, con la de cosas que hace de toda la vida la Universidad de Wisconsin, por ejemplo. Habría estado bien, por ejemplo, que nos contaras las medidas del programa del PSOE para conciliar la vida laboral y personal, ese tema de los permisos de paternidad y maternidad tan diferentes en el programa que se votó el 20D y en el gazpacho tan raro que se ha cocinado con Albert. Yo veo esto y mi cabeza se va a casos como el de esa pareja a la que no han dejado entrar en la última edición del Mobile World Congress con su bebé lactante porque, entre otras perlas, “ir a congresos con niños es poco profesional”. Bescansa, la oportunidad que te has perdido de manifestarte a este respecto, porque a ti pegas para ir con el bebé al trabajo, pocas.
Son casi las ocho, tengo un pollo asado en el horno, una lavadora a punto de terminar y estoy soplando a uno de mis hijos los principales ríos de la vertiente atlántica. También me ha dado tiempo de escribir este artículo. No sé si soy un 65% más feliz. ¿Alguien sabe cómo se miden esas cosas?
Debo estar entre las pocas periodistas que se ha perdido el primer intento de Pedro Sánchez en asaltar los cielos (de Moncloa). Pero verán, entre las tres y las cinco de la tarde me han pasado muchas cosas. Me he dado el tinte y mientras mis canas desaparecían yo leía un ensayo sobre el Estado del...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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