Hillary en cabeza, Bernie a rueda
Tras el supermartes, Clinton atesora 596 delegados elegidos en primarias y Sanders, 407. Hacen falta 2.382 (incluyendo superdelegados no elegidos por votación popular) para ser nombrado candidato a la Casa Blanca. Quedan 35 Estados por votar
Alex Roche 2/03/2016
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El martes fue el día grande de las ‘fiestas’ de las primarias en Estados Unidos: el supermartes. Hasta ahora, sólo habían votado los residentes de cuatro de los cincuenta Estados de la unión: Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur. Tras el supermartes, de golpe tenemos resultados en once Estados adicionales. En un sólo día se reparten aproximadamente un cuarto de los delegados que acudirán a las convenciones del próximo julio para elegir candidato (o candidata) oficial de cada partido a la Casa Blanca. Cualquiera que quiera llegar a ser presidente tiene que dar la cara en el supermartes. Y lo cierto es que los líderes de las encuestas en cada uno de los dos partidos (la demócrata Hillary Clinton y, aunque parezca mentira, el republicano Donald Trump) han cumplido: cada uno de los dos ha ganado siete Estados.
En el bando demócrata, Hillary Clinton ha tenido un buen supermartes: ha obtenido alrededor de dos tercios de los votos o más en seis de los siete Estados que se ha apuntado. En ellos ha aventajado a su rival Bernie Sanders por una diferencia de entre 30 y 60 puntos porcentuales, aproximadamente. Estos seis Estados están todos en el sur, la región más conservadora del país y en la que el matrimonio Clinton se siente muy cómodo, pues no en vano fueron primera dama y gobernador de un Estado sureño como Arkansas durante doce años. Además de en Arkansas, Hillary ha arrasado en Alabama, Georgia, Tennessee, Texas y Virginia.
A este éxito sin matices de Hillary Clinton en el “sur profundo” ha contribuido sobremanera el voto afroamericano, que según las primeras estimaciones se ha decantado por ella en porcentajes superiores al 80%. Además de la popularidad de los Clinton entre este segmento demográfico y la estrategia de Hillary de presentarse como la continuadora del legado de Barack Obama, otra posible explicación de semejante superioridad es que los demócratas negros —a diferencia de los blancos— no se han movido ideológicamente a la izquierda en los últimos años. En todo caso, la aplastante victoria de Hillary por casi 50 puntos la semana pasada en Carolina del Sur —donde más de seis de cada diez electores demócratas son afroamericanos— se ha revelado como un presagio. El clintoniano “cortafuegos del sur” ha resultado hasta ahora infranqueable para Bernie Sanders.
Ahora bien, no se puede decir que Sanders haya tenido un mal supermartes. El senador que se autocalifica como “socialista democrático” y está plantando cara con su retórica revolucionaria al establishment de su partido ha aguantado el tipo más que dignamente, haciéndose con cuatro Estados. Se ha dado un homenaje en su Estado originario de Vermont —superando a Hillary por más de setenta puntos— y además se ha alzado con la victoria en Colorado, Minnesota y Oklahoma. Pocos observadores preveían hace unas semanas que pudiera ganar en Estados más allá de su región, el progresista noreste. Su éxito en el centro del país puede resultar una buena inyección de confianza de cara a las numerosas primarias que quedan por celebrar en la región de las grandes llanuras y en el Medio Oeste.
El continuo ascenso de Bernie Sanders en las encuestas durante los últimos meses, a medida que el gran público le ha ido conociendo, se ha visto refrendado en el día grande del supermartes con una actuación notable fuera de la región sureña: en Colorado y Minnesota, por ejemplo, Sanders ha superado a Clinton por unos 20 puntos. Se da la circunstancia de que en ambos Estados se elige candidato por el sistema de caucus, que básicamente quiere decir que, en lugar de votar en urnas, los electores deliberan en asamblea y se agrupan en función de su opción preferida. Este método implica un mayor compromiso de tiempo y esfuerzo y por tanto beneficia a los seguidores de Bernie, que tienden a ser más jóvenes y entusiastas.
La elección clave del supermartes para los demócratas, en cualquier caso, fue Massachusetts. El único Estado en el que Hillary quedó primera fuera de su bastión sureño y el resultado más ajustado de la noche: el 50’1% de los votos para ella, frente al 48’7% de Bernie. Como ya hiciera en 2008 frente a Obama, Hillary Clinton logró prevalecer en este Estado, cuya capital es Boston. Para Bernie Sanders, habría sido un espaldarazo muy importante haber logrado la victoria en un lugar tan representativo, pero como ya le ocurriera en Nevada y, sobre todo, en Iowa (donde su diferencia con Hillary fue de tres décimas) se ha quedado a las puertas de conseguir dar la sorpresa, a pesar de haber mejorado las previsiones de la mayoría de las encuestas.
En cierto modo, la victoria por los pelos de Hillary Clinton en Massachusetts es representativa de todo el supermartes y de lo que ha venido ocurriendo hasta ahora en las primarias demócratas en general.
Bernie Sanders, que está haciendo una campaña muy centrada en su mensaje contra la desigualdad y de ardiente oposición al excesivo poder económico y político de los multimillonarios, está consiguiendo movilizar a la izquierda del Partido Demócrata —especialmente a los jóvenes— y poner en aprietos a Hillary Clinton. La que hace unos meses parecía la candidata obvia ya no parece tan inevitable. Bernie, un senador de 74 años poco conocido de un Estado pequeño como Vermont, está consiguiendo lo que parecía impensable, sorprendiendo a todos, empezando por él mismo.
Bernie a menudo ha puesto a Hillary a la defensiva y ha conseguido ganarle varios Estados. Sin embargo, hasta ahora Hillary ha aguantado el tirón: aunque de milagro, salvó Iowa (donde empezó el proceso); salvó Nevada, también por poco; no dio opción en el sur; y ahora, también de milagro, salva Massachusetts. Bernie acecha y, aunque ha recortado muchos puntos de distancia frente a Hillary, ella está todavía unos diez puntos por delante de él en la media nacional de encuestas.
Tras el supermartes, Hillary Clinton atesora 596 delegados elegidos en primarias y Bernie Sanders, 407. Hacen falta 2.382 (incluyendo superdelegados, que no son elegidos por votación popular) para conseguir ser nombrado candidato a la Casa Blanca. Quedan 35 Estados por votar.
La campaña de Bernie Sanders —que aspira a cristalizar en movimiento social hacia una “revolución política” que acabe con la oligarquía que controla la política y economía estadounidenses— ha prometido batalla hasta el final, hasta la convención de julio. Y a un cofre cada vez más lleno, gracias a las pequeñas contribuciones de la gente común (Bernie no recauda entre los multimillonarios y ha batido el récord histórico de Obama en cuanto a número de microdonaciones) se suma un calendario relativamente favorable: en los próximos meses celebrarán primarias Estados teóricamente proclives al mensaje izquierdista de Sanders. Por ejemplo: en marzo, Michigan, Illinois o el Estado de Washington; en abril, Wisconsin, Nueva York o Maryland; en mayo, Oregón; y en junio, California. Queda partido por jugar.
El martes fue el día grande de las ‘fiestas’ de las primarias en Estados Unidos: el supermartes. Hasta ahora, sólo habían votado los residentes de cuatro de los cincuenta Estados de la unión: Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur. Tras el supermartes, de golpe tenemos resultados en once Estados...
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