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Disparen sobre los refugiados. Los datos del naufragio moral europeo
Un resumen de las medidas adoptadas por la UE para afrontar la llamada crisis de los refugiados, o el naufragio moral de Europa
ctxt 6/03/2016
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Este lunes 7 de marzo se reúnen en Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno de la UE con Turquía para abordar por enésima vez la denominada “crisis de los refugiados en Europa”. En CTXT preferimos etiquetarlo como el “naufragio moral de Europa”. El objetivo de esta cumbre informal es “fomentar la plena y rápida aplicación del plan de acción de la UE-Turquía”.
Si tenemos en cuenta que dicho plan busca “frenar los flujos migratorios y hacer frente a las redes de traficantes y contrabandistas”, de este encuentro cabe esperar poco más que declaraciones o la puesta en marcha de más medidas que refuercen el control de fronteras y la imposición de un modelo unilateral y cerrado. Es decir, mayores trabas para que los futuros demandantes de asilo pueden llegar a Europa, lo que les obligará a recurrir a rutas aún más inseguras y a depender aún más de los transportistas clandestinos.
A principios de febrero, la UE empezó a desembolsar 3.000 millones de euros a Turquía para atender a los más de dos millones de refugiados sirios que acoge ese país. Es una de las contrapartidas ofrecidas si Turquía se comprometía a vigilar mejor sus fronteras. Las otras dos son adelantar un año la entrada en Schengen y reabrir la negociación de adhesión a la UE.
Bruselas anunció la semana pasada que va a destinar 700 millones hasta 2018 para la atención a los refugiados dentro de sus fronteras: 300 millones en 2016, 200 millones en 2017 y 200 millones adicionales en 2018, procedentes del presupuesto comunitario ya existente. O sea que no se trata de nuevos fondos, sino de dinero adjudicado a otras partidas que será reasignado.
La OTAN también se ha implicado en el control de las fronteras con una misión destinada “a apoyar los esfuerzos internacionales para cortar el tráfico y la inmigración ilegal en el Egeo”, a petición de Alemania, Grecia y Turquía. En principio, los barcos de la Alianza sólo realizarán “labores de reconocimiento, observación y vigilancia para suministrar informaciones críticas” a los guardacostas griegos y turcos y otras autoridades nacionales competentes, además de a Frontex”. Eso sí, si sus embarcaciones se ven obligadas a rescatar a refugiados en peligro --existe la obligación internacional de hacerlo-- no les llevarán al país europeo más próximo, sino de vuelta a Turquía, a la casilla de salida. El precio que los refugiados pagan a los pasadores por la travesía por el Egeo alcanza los 1.000 euros.
Devolverles a la casilla de llegada en Europa, al primer país por el que entran, es la propuesta que ha lanzado la Comisión Europea en su hoja de ruta para reabrir Schengen. En una clara alusión a Alemania, la Comisión señalaba en su comunicado de prensa que la actual política de “permitir el paso” no es aceptable ni legal ni políticamente. Reclama así la vuelta a lo establecido en el Protocolo de Dublín: los demandantes de asilo tienen la obligación de solicitarlo en el primer país de llegada. Angela Merkel decidió suspender este sistema en agosto de 2015 para facilitar la llegada de los refugiados a su país.
La Comisión recuerda que, conforme a la legislación de la UE, “los solicitantes de asilo no tienen derecho a escoger el Estado miembro que va a brindarles protección”. Y reclama que exista “una oportunidad real de devolver a los solicitantes de asilo al país de primera entrada”.
A finales de febrero la Organización Internacional para las Migraciones informaba de que más de 120.000 migrantes y refugiados habían llegado a Grecia e Italia en 2016. Una cifra que en 2015 no se alcanzó hasta junio. El 92,5% de las entradas se produjo en Grecia.
“Por primera vez desde el inicio de la crisis migratoria, puedo detectar un consenso europeo emergente”, afirmaba Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, en la invitación enviada a los mandatarios europeos para la reunión con Turquía del lunes 7 de marzo. Se refería a la voluntad de avanzar en el plan acordado con Estambul, a los 700 millones destinados a ayudar a los refugiados dentro de la UE, y también a la recuperación de Schengen. En su carta Tusk defendía el cierre de la ruta de los Balcanes occidentales. Y elogiaba a Austria, Eslovenia, Macedonia, Serbia y Croacia, países que acordaron el 26 de febrero limitar a 580 el flujo de migrantes diarios que atraviesan sus países. “Esto significará el fin del efecto llamada. No va a resolver la crisis, pero es una condición previa necesaria para un consenso europeo. El lunes debemos confirmar este enfoque”, defendía Tusk en su misiva.
En la frontera grecomacedonia de Idomeni, el punto de entrada a la ruta de los Balcanes, se agolpan en estos momentos unas 11.000 personas, según las organizaciones presentes en la zona. Miles de ellas duermen a la intemperie. No saben qué ocurrirá con ellos. En Grecia ya son 30.000 las personas atrapadas. A finales de marzo podrían ser 100.000 (un 1% de su población). Grecia va camino de convertirse, en palabras del exministro Yanis Varoufakis, en un país reconvertido en “campo de concentración para refugiados”.
A estas medidas hay que sumarles otras como la requisa de dinero y objetos a los refugiados (Dinamarca y Suiza) y las trabas a la reagrupación familiar (Dinamarca y Alemania). El Parlamento Europeo ha definido como “interesante” la reforma de la política danesa de asilo. Incluso ha instado a la Comisión “a reflexionar sobre la posibilidad de que semejante modelo de acogida se convierta en una referencia para la política de la Unión en la materia”.
Políticas contra los refugiados basadas en una premisa: Europa está desbordada ante la llegada masiva de demandantes de asilo. Los datos, sin embargo, lo desmienten. Según los recientes datos publicados por Eurostat, en 2015, 1.255.600 personas solicitaron asilo por primera vez en la Unión Europea, más de del doble que en 2014, cuando ejercieron su derecho 562.680 personas. Los tres principales países de origen de los nuevos solicitantes son Siria –con 362.800 solicitudes y casi el 30% de las mismas–, Afganistán (178.200, el 14%) e Irak (121.500, el 10%).
ACNUR cifra en 59,5 millones de personas el número de desplazados forzosos en el mundo. De estos, 19,5 millones tienen el estatus de refugiados. Los países en desarrollo acogen a más del 86%, un 16% más que hace 10 años.
Por poner sólo algunos ejemplos, Líbano acoge 32.000 refugiados por cada millón de habitantes. Jordania, 87.000; y Turquía, 21.000. En la UE, Hungría es el país que, proporcionalmente, más solicitudes nuevas ha recibido en Europa en 2015, con 17.699 por cada millón de habitantes. Le sigue Suecia con 16.016. El resto de países se encuentran por debajo de las 10.000 solicitudes por cada millón de habitantes y 13 países están por debajo de las 700. Ahí se halla Reino Unido con 519. Y también España, con 314.
Información recopilada por Amanda Andrades y José Luís Marín
Este lunes 7 de marzo se reúnen en Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno de la UE con Turquía para abordar por enésima vez la denominada “crisis de los refugiados en Europa”. En CTXT preferimos etiquetarlo como el “
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