Javier Galparsoro / Cofundador de CEAR
“Europa ha perdido su dignidad humanitaria”
Gorka Castillo 6/03/2016
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Javier Galparsoro (Valladolid, 1956) ha salido de viaje con el móvil encendido. De hecho, lleva meses sin apagarlo. La situación de los miles de refugiados que se agolpan en los improvisados campos levantados en esta “Europa vieja”, como él la llama, casi no le dejan dormir. Cofundador hace 26 años del Comité español de Ayuda al Refugiado (CEAR) parece hipnotizado pero en realidad está espantado. Así que cuando habla de los perseguidos y observa cómo la policía fronteriza de Macedonia o Hungría o Grecia les golpean con porras y les gasea, abandona el habitual discreto espanto y surge la total irreverencia de llamar a las cosas por su nombre. “Es que no podemos ser complacientes ante el mayor drama que ha ocurrido desde la II Guerra Mundial”, afirma con la rotundidad de un martillo pilón. Abogado penalista de larga trayectoria y reconocido prestigio, recorre a estas horas España con ese móvil que no deja de sonar y que le escupe datos de emergencia extrema sin cesar. Pero, como dice Galparsoro, no es fácil mover cielo y tierra armado sólo con un teléfono cuando enfrente se alza el Leviatán burocrático de la UE sin más voluntad que dosificar su mala conciencia con cumbres inoperantes. “Lo peor es observar que los políticos no parecen afectados por el naufragio humanitario que hoy se produce a su alrededor”, sentencia.
¿Cree posible una respuesta política contundente y conjunta al tema de los refugiados?
Una cumbre de jefes de Estado tendría que ser la respuesta pero venimos arrastrando desde hace mucho tiempo la dramática realidad de las personas refugiadas sin obtener ninguna solución. Esto me hace dudar. No hay ni un solo detalle que me permita albergar esperanzas de que lo que hasta ahora se ha incumplido de manera sistemática, cambiará a partir de una cumbre europea.
Bruselas concederá 700 millones de euros a Grecia para reforzar la ayuda. Suena como si el dinero fuera suficiente para aplacar la mala conciencia
Sí, es curioso que sólo anuncien transacciones de dinero a los países afectados. Como si con eso pudiera acabar con la denominada “crisis de los refugiados”, una expresión que no me gusta.
¿Por qué no le gusta?
Porque los refugiados no están en crisis. Quien está en crisis es Europa. A los refugiados les matan o se mueren. Su crisis es el drama de la supervivencia. Es Europa, la que se ha dotado de convenios, tratados y leyes que ahora incumple, la que está en crisis.
Los refugiados no están en crisis. Quien está en crisis es Europa. A los refugiados les matan o se mueren. Su crisis es el drama de la supervivencia
Pero las autoridades argumentan que acoger refugiados es económicamente inviable
No es cierto. Hay dinero. Si se lee el diario de la Unión Europea se puede comprobar que prometen 3.000 millones a Turquía para vigilar sus fronteras, otros 130 millones para el grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia) y así sucesivamente. Lo que no dicen es que cada refugiado, de los 160.000 que se acordó reubicar, viene con un pan bajo el brazo como son los 6.000 euros que percibe el país de destino y los 500 euros que van para el estado del que sale. No es un problema de dinero, es de voluntad
El secretario general del Consejo general de la ONU, Thorbjørn Jagland, advertía de que el miedo es peligroso "porque es contagioso". ¿Considera que se ha extendido la visión de que cada país puede aplicar sus obligaciones como le parezca?
Más peligroso que el miedo es el incumplimiento de los tratados y de las leyes firmadas. Y ese incumplimiento con las personas refugiadas es obsceno. Por ejemplo, el comportamiento de Dinamarca, uno de los países más ricos de la Tierra, de proponer la incautación del dinero de los refugiados que entren en su territorio es un delito que en términos jurídicos se llama hurto o apropiación indebida. Y si encima se lo hacen a una persona en situación de necesidad supone un agravante sancionado en el código penal.
Es una forma de decir a los refugiados que no son bien recibidos
Es una forma de decir que no está dispuesta a aplicar la Convención de Ginebra, que es la que permite a los perseguidos pedir asilo y obliga a los Estados a estudiar, tramitar y conceder o denegar el permiso. Hay un incumplimiento tan masivo de las leyes que me hace ser muy pesimista de que este tema vaya a solucionarse.
Más peligroso que el miedo es el incumplimiento de los tratados y de las leyes firmadas. Y ese incumplimiento con las personas refugiadas es obsceno
El último informe de la Comisión Europea de lucha contra el racismo afirma que se ha extendido el discurso del odio en la esfera pública y cita a las autoridades francesas, un país gobernado por los socialistas.
Lo de Calais es aberrante. Se ha desmantelado un campo de refugiados por una decisión judicial, es decir, la justicia está colaborando para acabar con un campamento levantado por unas personas en situación límite.
¿Es un problema administrativo o de voluntad?
Es una vergüenza. Al hilo de lo de Calais, unos alcaldes belgas han propuesto la creación de centros de reclusión para refugiados similares a Guantánamo “pero sin torturas”. Hasta ese punto incendiario está llegando la retórica de los políticos en Europa. Es una frase bárbara, el final de todo.
Los refugiados son recibidos con gases lacrimógenos y cargas policiales en algunas fronteras, siete países han reinstaurado controles fronterizos, Dinamarca propone requisar las pertenencias de los refugiados. ¿Qué está pasando?
Estamos viviendo un naufragio. No sé bien qué unidad existe en este continente cuando hasta los países más progresistas, como los nórdicos, han empezado a recular en esta materia. La mal llamada “crisis de los refugiados” está resquebrajando la UE. En estos momentos, existe una desconexión tan grave, profunda y evidente entre los Estados que va a resultar fatal para el futuro político de la Unión.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pidió la semana pasada a los refugiados que no vengan a Europa
Pero, ¿qué imagina Tusk? ¿Acaso cree que van a volver a Siria? Esto es muy peligroso. Pero no es la única soflama en esa dirección. Ahora dicen que quien no sea refugiado “será retornado”. Resulta infame poner esta nueva barrera para separar a los refugiados, los perseguidos de la Tierra; y a los inmigrantes irregulares. Es como apagar el fuego con gasolina. Que nadie sea tan ingenuo de pensar que volverán a casa porque su cruda realidad es que no tienen casa a dónde regresar. No hay voluntad de arreglarlo porque todo esto ha descolocado a Europa. Antes, los europeos sólo veían refugiados por televisión pero ahora llaman a nuestra puerta. Nadie esperaba que semejante flujo de personas se pudiera mover hacia aquí y mucho menos que lo hicieran tan rápido. Una cosa es decirles no e incumplir los tratados internacionales y otra muy distinta es preguntarse “y ahora qué”.
¿Qué imagina Tusk? ¿Acaso cree que van a volver a Siria? Esto es muy peligroso. Pero no es la única soflama en esa dirección. Ahora dicen que quien no sea refugiado “será retornado”. Resulta infame poner esta nueva barrera para separar a los refugiados, los perseguidos de la Tierra; y a los inmigrantes irregulares
¿Y cuál es la respuesta?
Pues que Europa se juega su dignidad y el derecho de asilo, es decir, si está dispuesta a dar protección o no a las personas perseguidas. En septiembre se tomó la decisión de reubicar a 160.000 refugiados en la UE en dos años pero seis meses después sólo lo han logrado 598 personas. Si se hace una simple regla de tres, la operación podría tardar en completarse 133 años. Eso muestra que no hay voluntad y que los políticos europeos parecen haber elegido ya cuál es el camino.
La contención de las fronteras y alejar el problema a la periferia...
Es un tema muy serio. No estamos tratando con mercancías. Estamos hablando de seres humanos muy vulnerables para los que debe existir un dispositivo de acogida, de intérpretes, de tramitación de documentos, de escolarización, de viviendas… Parece que los políticos no entienden que llegar a España es para esas personas lo más parecido a aterrizar en Marte. Hace unos meses, nos avisaron con un día de antelación de la llegada a Bilbao de tres ciudadanos eritreos desde Lampedusa. Sólo hablaban tigriña, uno de los idiomas de su país. Pero, ¿alguien cree que se puede encontrar un traductor de ese idioma en 24 horas que permita comunicarse con ellos, algo tan básico y necesario para empezar el proceso? Y eso no es lo peor. La mayor desgracia es que después no ha llegado nadie más, ni una sola persona. Ellos fueron los últimos.
Miles de personas se han manifestado estos días para exigir rutas seguras para las personas que intentan llegar a Europa. ¿Qué más pueden hacer los ciudadanos para desbloquear la situación?
Desde luego, no podemos suplantar la inoperancia de los políticos que nos gobiernan decidiendo a nivel individual traer un refugiado porque sería un despropósito. La única manera de no permanecer pasivos es ayudar sobre el terreno. La iniciativa de los bomberos sevillanos, los de Badalona, y otros tantos que decidieron acudir al Mar Egeo me parece admirable. Son héroes. Al resto de la ciudadanía nos queda permanecer alerta con sentido crítico y presionar sin descanso a los políticos, cada uno en su función.
¿Qué le ha aportado tantos años de lucha por los derechos humanos?
Todo. Mi vida ha cambiado de manera radical gracias a los refugiados. El día que empecé a trabajar con ellos me di cuenta que era un privilegiado por haber nacido 1.500 kilómetros más al norte que ellos. Comer tres veces al día, tener pasaporte y dormir en una cama caliente es un lujo. Esta percepción me ha provocado vivir la urgencia. Tanta reunión y tanto protocolo me fatiga, me aburre. Mientras nosotros debatimos y decidimos, la gente se ahoga y se muere.
Javier Galparsoro (Valladolid, 1956) ha salido de viaje con el móvil encendido. De hecho, lleva meses sin apagarlo. La situación de los miles de refugiados que se agolpan en los improvisados campos levantados en esta “Europa vieja”, como él la llama, casi no le dejan dormir. Cofundador hace 26 años del...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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