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Tribuna

¿Por qué Trump?

Cuanto más se debaten las opiniones del millonario neoyorquino en los medios, más se activan y se fortalecen, tanto en las mentes de los conservadores a ultranza como en las mentes de los progresistas moderados

George Lakoff 16/03/2016

Malagón

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Donald Trump está ganando las primarias republicanas presidenciales a tal velocidad que parece tener muchas posibilidades de convertirse en el próximo candidato republicano a la presidencia y tal vez en el próximo presidente. Los demócratas no alcanzan a comprender por qué está ganando —y tan cómodamente— e incluso hay muchos republicanos que no le consideran republicano y tratan de detenerlo, pero no saben cómo. Hay varias teorías: la gente está enfadada y él da voz a ese enfado. La gente no cree mucho en el Congreso y quieren a alguien que no se dedique a la carrera política. Puede que ambas teorías sean ciertas. Pero, ¿por qué? ¿Cuáles son los pormenores? ¿Y por qué Trump?

Mucha gente está perpleja. Trump parece haber salido de la nada. Su postura ante muchos asuntos no encaja en un patrón común.

Le gusta la Planificación Familiar, la Seguridad  Social y el Medicare (programa estadounidense de asistencia médica para mayores de 65 años), que no son los típicos postulados republicanos. Los republicanos odian el derecho de expropiación (el paso de propiedades privadas a manos del gobierno) y adoran el Acuerdo Transpacífico (TPP), sin embargo Trump opina exactamente lo contrario en ambos casos. No es religioso y desprecia las prácticas religiosas, no obstante los evangélicos (es decir, los evangélicos de raza blanca) le adoran. Cree que las aseguradoras médicas y las empresas farmacéuticas, así como los contratistas militares, obtienen demasiados beneficios y quiere que eso cambie. Insulta a los grupos de votantes mayoritarios, p. ej., los latinoamericanos, cuando la mayoría de los republicanos intentan cortejarlos. Quiere deportar a 11 millones de inmigrantes sin papeles y cree que es capaz. Quiere impedir que ningún musulmán entre en el país. ¿Qué está ocurriendo?

La respuesta requiere el análisis de algunos antecedentes que, hasta la fecha, los medios de comunicación no han abordado.

Algunos antecedentes…

Trabajo en ciencia cognitiva y del cerebro. En la década de 1990 me propuse responder a una pregunta relativa a mi ámbito de trabajo: ¿hasta qué punto son coherentes las diversas posturas políticas de conservadores y progresistas? En el caso del conservadurismo: ¿cómo se conjuga estar en contra del aborto con estar a favor de la pertenencia de armas?, ¿qué tiene que ver la pertenencia de armas con negar la realidad del calentamiento global?, ¿cómo encaja estar en contra de la injerencia del estado con querer unas fuerzas armadas más potentes?, ¿cómo se puede ser provida y defender la pena de muerte? Los progresistas opinan exactamente lo contrario. ¿Cómo encajan las opiniones de ambas ideologías?

La respuesta surgió al comprender que tendemos a entender la nación metafóricamente desde el punto de vista de la familia: tenemos padres fundadores. Enviamos a nuestros hijos e hijas a la guerra. Tenemos seguridad de la patria. Las visiones del mundo conservador y progresista que dividen nuestro país se pueden entender más fácilmente si nos basamos en las formas morales de ver el mundo que se sintetizan en dos formas muy diferentes de vida familiar: la familia de Progenitores Educadores (progresista) y la familia de Padre Estricto (conservadora).

¿Qué relación tienen los asuntos sociales y la política con la familia? En primer lugar nos gobiernan nuestras familias y, de este modo, crecemos comprendiendo las instituciones  que nos gobiernan según los sistemas de gobierno de las familias.

En la familia de padre estricto, el padre sabe qué es lo mejor. Él distingue lo que está bien de lo que está mal y es la máxima autoridad que se asegura de que sus hijos y su esposa hacen lo que él dice, que todos ellos asumen como lo correcto. Muchas esposas conservadoras aceptan esta forma de ver la vida, defienden la autoridad del padre y son estrictas en esos terrenos de la vida familiar que están a su cargo. Cuando los hijos desobedecen, el deber moral del padre es castigarlos con suficiente dureza de modo que, para evitar el castigo le obedecerán (harán lo correcto) y no harán únicamente lo que les gusta. Se supone que a través de la disciplina física se hacen disciplinados, fuertes por dentro y capaces para prosperar en el mundo de fuera. ¿Y si no prosperan? Significa que no son disciplinados, y por lo tanto no son capaces de ser morales y merecen su pobreza. Este razonamiento se manifiesta en la política conservadora, en la que los pobres están considerados vagos e indignos y los ricos merecedores de su riqueza. La responsabilidad se interpreta, de este modo, como una responsabilidad personal y no como una responsabilidad social. En lo que te conviertes solo depende de ti; la sociedad no tiene nada que ver en ello. Eres responsable de ti mismo, no de los demás —que son responsables de sí mismos.

Ganar e insultar

Tal y como dijo el legendario entrenador de los Green Bay Packers, Vince Lombardi: “Ganar no lo es todo. Es lo único”. En un mundo gobernado por la responsabilidad personal y la disciplina ganan los que merecen ganar. ¿Por qué Donald Trump insulta despiadadamente en público a otros candidatos y a líderes políticos? Es sencillo, porque sabe que puede ganar en un concurso de insultos en un plató de televisión. Ante los estrictos ojos de un conservador eso lo convierte en un magnífico candidato ganador que merece ser un candidato ganador. La carrera electoral se considera una batalla. Los insultos que calan se consideran victorias —victorias merecidas.

Analicemos la declaración de Trump de que John McCain no es un héroe de guerra. El razonamiento: McCain fue derribado. Los héroes son ganadores. Vencen a los chicos malos. No son derribados. Aquellos que son derribados, apalizados y  metidos en una jaula son perdedores, no ganadores.

La jerarquía moral

La lógica del padre estricto va más lejos. La idea básica es que dicha autoridad está justificada por la moralidad (la versión del padre estricto) y que, en un mundo bien organizado, debería haber (y tradicionalmente ha habido) una jerarquía moral en la cual los que tradicionalmente han dominado deberían dominar. La jerarquía es: Dios por encima del Hombre, el Hombre por encima de la Naturaleza, Los Disciplinados (Fuertes) por encima de los Indisciplinados (Débiles), Los Ricos por encima de  los Pobres, los Patronos por encima de los Empleados, los Adultos por encima de los Niños, la cultura de Occidente por encima de otras culturas, Nuestro País por encima de otros países. La jerarquía se extiende a: los Hombres por encima de las mujeres, los Blancos por encima de los que No son blancos, los Cristianos por encima de los que no son cristianos, Los Heterosexuales por encima de los Gais.

Estas tendencias se observan en la mayoría de los candidatos republicanos a la presidencia, así como en Trump y, en general, las políticas conservadoras derivan de la forma de ver el mundo del padre estricto y de esta jerarquía.

Las formas morales de ver la vida basadas en la familia provocan opiniones encontradas. Puesto que la gente quiere verse a sí misma haciendo lo correcto y no lo incorrecto, las visiones morales de la vida tienden a ser parte de la autodefinición —quién eres de verdad. Y, de este modo, tu forma moral de ver el mundo te define cómo debería ser el mundo. Cuando no es así, puede llegar la frustración y el enfado.

Hay cierta flexibilidad en la visión de la vida del padre estricto y hay variaciones importantes. La mayor división se halla entre (1) cristianos evangélicos blancos, (2) conservadores liberales partidarios del libre mercado y (3) conservadores pragmáticos que no están ligados a ninguna creencia evangélica.

Evangélicos blancos

Aquellos blancos que tienen una personal visión del mundo del padre estricto y que son religiosos tienden hacia la cristiandad evangélica, puesto que Dios, según esta religión, es el Máximo Padre Estricto: si sigues Sus mandamientos, vas al cielo; si desafías Sus mandamientos, ardes en el infierno por toda la eternidad. Si eres un pecador y quieres ir al cielo, puedes “volver a nacer” declarando tu lealtad al escoger a Su hijo, Jesucristo, como tu Salvador personal.

Dicho modelo de religión es natural para los que creen en la moralidad de padre estricto. Los cristianos evangélicos acuden a la iglesia porque son conservadores; no son conservadores porque estaban por casualidad en una iglesia evangélica, aunque pueden haber crecido con ambas cosas.

El cristianismo evangélico gira alrededor de la vida familiar. Por consiguiente, hay organizaciones como Focus on the Family y una referencia constante a los “valores familiares”,  que son los valores evangélicos del padre estricto. Según la moralidad del padre estricto, es el padre quien controla la sexualidad y la reproducción. Donde la iglesia tiene control político, hay leyes que exigen la notificación paterna y conyugal en caso de una propuesta de aborto.

Los evangélicos están muy organizados políticamente y ejercen control sobre una gran cantidad de carreras políticas locales. De este modo, los candidatos republicanos generalmente tienen que avenirse con los evangélicos si quieren ser candidatos y ganar las elecciones locales.

Conservadores pragmáticos

Los conservadores pragmáticos, por otra parte, pueden no tener ninguna inclinación religiosa. En su lugar, puede que se preocupen principalmente por su propia autoridad personal, no por la autoridad de la Iglesia, ni de Cristo, ni de Dios. Quieren ser padres estrictos en sus propios dominios, con autoridad principalmente sobre sus propias vidas. De este modo, una persona conservadora, joven y soltera —hombre o mujer—puede querer mantener relaciones sexuales sin preocuparse por el matrimonio. Puede que necesite acceso a la contracepción, consejos sobre enfermedades de transmisión sexual, información sobre el cáncer del cuello del útero, etcétera. Y si una chica o una mujer se quedan embarazadas y no hay posibilidad o deseo de contraer matrimonio, puede que sea necesario practicar un aborto.

Trump es el conservador pragmático por excelencia. Y sabe que hay muchos votantes republicanos como él en su pragmatismo. Hay una razón por la que le gusta la Planificación Familiar. Hay montones de conservadores pragmáticos, jóvenes, solteros (e incluso casados)  que pueden necesitar lo que la Planificación familiar ofrece —de forma barata y confidencial.

De un modo similar, los conservadores pragmáticos jóvenes o de mediana edad quieren maximizar su salud. No quieren agobiarse con la carga económica de cuidar de sus padres. La Seguridad Social y el Medicare les relevan de la mayoría de dichas responsabilidades. Esta es la razón por la que Trump quiere mantener la Seguridad Social y el Medicare.

Partidarios del libre mercado y del laissez-faire

Las políticas conservadoras de la clase dirigente no solo las ha configurado el poder político de las iglesias evangélicas de blancos, sino también el poder político de aquellos que buscan mercados libres que permitan un laissez-faire al máximo, donde la gente adinerada y las  corporaciones establecen las reglas del mercado a su favor con una regulación e imposición estatales mínimas. No ven los impuestos como una inversión en recursos que ofrece el Estado a todos los ciudadanos, sino como si el gobierno les quitara sus ganancias (su propiedad privada) y les diera el dinero a aquellos que no se lo merecen a través de programas estatales. Este es el origen que determina las ideas de los republicanos en contra de los impuestos y a favor de la disminución del papel del gobierno. Este conservadurismo está bastante contento con la externalización para aumentar los beneficios enviando la fabricación y muchos servicios al extranjero donde la mano de obra es barata, con la consecuencia de que los empleos bien remunerados abandonan América y los sueldos bajan. Puesto que dependen de importaciones baratas, no estarían a favor de la imposición de aranceles elevados.

Sin embargo, Donald Trump no está en un negocio que fabrique productos en el extranjero que se importan aquí aumentándolos el precio para obtener un margen de beneficios. Como promotor inmobiliario construye hoteles, casinos, edificios de oficinas, campos de golf. Puede construirlos en el extranjero con mano de obra barata, pero no los importa. Por otra parte, reconoce que la mayoría de los propietarios de pequeños negocios en América son más como él —negocios americanos como tintorerías, pizzerías, cafeterías, fontaneros, ferreterías, jardineros, contratistas, lavacoches y profesionales como arquitectos, abogados, médicos y enfermeras--. Las tarifas altas no parecen un problema.

Muchos  pequeños empresarios son conservadores pragmáticos. Les gusta el poder del Estado cuando trabaja para ellos. Por ejemplo el derecho de expropiación. Los representantes republicanos lo ven como un abuso por parte del gobierno —el Estado que quita propiedad privada. Sin embargo, los promotores inmobiliarios conservadores como Trump dependen de la expropiación para que las casas y pequeños negocios de las zonas que quieren promover puedan ser confiscadas por el derecho de expropiación por el bien de sus planes urbanísticos. Lo único que tiene que hacer es conseguir que los funcionarios locales le secunden, con contribuciones de campaña y la promesa de un aumento de los impuestos locales que ayudan a adquirir los derechos de expropiación pública. Trump señala a Atlantic City, donde construyó su casino empleando el derecho de expropiación pública para conseguir la propiedad.

Si los negocios tienen que pagar las prestaciones de asistencia sanitaria de sus empleados, Trump querría que pagaran lo menos posible para maximizar los beneficios de los negocios en general. Por lo tanto, querría que las compañías de seguros de salud y las farmacéuticas cobren lo menos posible. Para aumentar la competencia querría que las aseguradoras ofrecieran planes de ámbito nacional, evitando los intercambios de seguros administrados por el estado según la Ley de Protección de Pacientes y Asistencia Asequible (ACA). Los intercambios existen para maximizar la cobertura sanitaria de los ciudadanos y ayudar a que las personas con bajos ingresos estén cubiertas, más que para aumentar los beneficios de los empresarios. Trump, sin embargo, quiere mantener la obligatoriedad de la ACA, ley que los representantes conservadores odian puesto que la consideran una extralimitación del gobierno, obligando a la gente a comprar un producto. Para Trump, sin embargo, la obligatoriedad para los individuos aumenta los consorcios de seguros  y reduce los costes de los negocios.

Causalidad directa vs. causalidad sistémica

La causalidad directa lidia con un problema a través de la acción directa. La causalidad sistémica reconoce que muchos problemas surgen del sistema en el que se encuentran y deben afrontarse a través de la causalidad sistémica. La causalidad sistémica tiene cuatro versiones: una cadena de causas directas. Las causas directas interrelacionadas (o cadenas de causas directas). Ciclos de retroalimentación. Y causas probabilísticas. La causalidad sistémica en el calentamiento global explica por qué el calentamiento global del Pacífico puede provocar enormes tormentas de nieve en Washington DC: masas de moléculas de agua sumamente cargadas de energía se evaporan sobre el Pacífico, vuelan hacia el noreste y sobre el Polo Norte y llegan en invierno hasta la costa este y partes de la región central de EE. UU. como masas de nieve. La causalidad sistémica tiene cadenas de causas directas, causas interrelacionadas, ciclos de retroalimentación, y causas probabilísticas —a menudo combinadas.

La causalidad directa se entiende fácilmente y parece estar presente en las gramáticas de todos los idiomas del mundo. La causalidad sistémica es más compleja y no está presente en la gramática de ningún idioma. Hay que aprendérsela.

La investigación empírica ha demostrado que los conservadores tienden a razonar con la causalidad directa y que los progresistas tienen mucha más facilidad para razonar con la causalidad sistémica. Se cree que la razón, en el modelo del padre estricto, es que el padre espera que el hijo o la esposa respondan directamente a una orden, y que una negativa debe ser castigada lo más rápida y directamente posible.

Muchas de las propuestas políticas de Trump se expresan en términos de causalidad directa.

Hay una oleada de inmigrantes procedentes de México —construye un muro para detenerlos. En el caso de todos los inmigrantes que han entrado de forma ilegal, simplemente depórtalos —aunque haya 11 millones trabajando en todos los sectores de la economía y viviendo por todo el país.  El remedio para la violencia de las armas es tener un arma lista para disparar al directamente al agresor. Para evitar que los puestos de trabajo se vayan a Asia, donde la mano de obra es más baja y que los artículos más baratos invadan el mercado de aquí, la solución es directa: poner un arancel enorme en esos artículos para que sean más caros que los productos fabricados aquí. Para horrar dinero en productos farmacéuticos, haz que el mayor consumidor —el gobierno— acepte ofertas a los mejores precios. Si Isis está ganando dinero con el petróleo iraquí, envía tropas de EE.UU. a Irak para lograr el control del petróleo. Amenaza a los líderes de Isis asesinando a los miembros de sus familias (aunque sea un crimen de guerra). Para obtener información de los sospechosos de ser terroristas, emplea simulacros de ahogamiento o métodos de tortura aún peores. Si hay posibilidades de que algún terrorista entre con los refugiados musulmanes, simplemente prohíbe a todos los musulmanes la entrada al país. Todo esto es lógico para los que piensan en términos de causalidad directa, pero no para aquellos que ven las inmensas dificultades y las espantosas consecuencias de dichas acciones debido a las complejidades de la causalidad sistémica.

Lo políticamente correcto

En América hay al menos decenas de millones de conservadores que comparten la moralidad del padre estricto y su jerarquía moral. Muchos de ellos son personas pobres o de clase media, y muchos son hombres blancos que se consideran superiores a los inmigrantes, a los que no son blancos, a las mujeres, a los que no son cristianos, a los gays —y a la gente que depende de la asistencia pública. En otras palabras, son lo que los liberales llamarían “intolerantes”. Durante muchos años, dicha intolerancia no era admisible públicamente, especialmente a medida que llegaban más inmigrantes, a medida que el país era menos blanco, a medida que más mujeres estudiaban y se integraban en el mundo laboral, y a medida que los gays se hacían más visibles y se aceptaba el matrimonio homosexual. A medida que organizaciones liberales antiintolerancia han proclamado alto y claro y han hecho de la naturaleza nada americana de dicha intolerancia una cuestión publica, los conservadores se han sentido cada vez más oprimidos por lo que ellos llaman  “lo políticamente correcto” —la presión pública contra sus opiniones y contra lo que ellos consideran “libertad de expresión”. Esto se acentuó de un modo exagerado desde el 11 de septiembre, cuando los sentimientos antimusulmanes se hicieron más intensos. La elección del presidente Barack Hussein Obama provocó la indignación entre los conservadores, y se negaron a considerarlo un americano legítimo (como el movimiento birther), mucho menos una autoridad legítima, especialmente cuando sus ideas liberales contradecían casi todo en lo que creen como conservadores.

Donald Trump expresa en voz alta todo lo que siente —con fuerza, hostilidad, enfado y sin vergüenza--. Lo único que tienen que hacer es apoyar y votar a Trump y ni siquiera tienen que expresar sus opiniones “políticamente incorrectas”, puesto que ya lo hace él por ellos y sus victorias hacen que esas opiniones sean respetables. Él es su campeón. Él les proporciona un sentimiento de autorrespeto, autoridad y la posibilidad de obtener poder.

Cuando oigas las palabras “políticamente correcto”, recuérdalo.

Los biconceptuales

No hay término medio en la política estadounidense. Hay moderados, pero no existe la ideología del moderado, no hay una sola ideología con la que estén de acuerdo todos los moderados. Un conservador moderado tiene algunas posturas progresistas sobre ciertos asuntos, aunque varían de una persona a otra. De un modo similar, un progresista moderado tiene algunas posturas conservadoras sobre ciertos asuntos, y de nuevo varía de una persona a otra. En resumen, los moderados tienen ambas visiones políticas, pero generalmente usa una de ellas. Estas dos formas morales de ver el mundo en general se contradicen. ¿Cómo pueden residir en el mismo cerebro al mismo tiempo?

Ambas se caracterizan en el cerebro por un circuito neuronal. Están unidas por un circuito común: la inhibición mutua. Cuando uno se activa, el otro se desactiva; cuando uno se fortalece, el otro se debilita. ¿Qué los activa o desactiva? El lenguaje que encaja en esa visión del mundo activa esa forma de ver la vida, la fortalece, mientras que desactiva la otra visión del mundo y la debilita. Cuanto más se debaten las opiniones de Trump en los medios, más se activan y se fortalecen, tanto en las mentes de los conservadores a ultranza como en las mentes de los progresistas moderados.

Esto ocurre aunque estés atacando las opiniones de Trump. La razón es que negar que hay un marco activa ese marco, como señalé en el libro ¡No pienses en un elefante! Da igual que estés promocionando o atacando a Trump, estás ayudando a Trump.

Un buen ejemplo de que Trump está ganando con biconceptuales progresistas son ciertos trabajadores no sindicados. Muchos miembros de los sindicatos son padres estrictos en casa o en sus vidas privadas. Creen en “los valores familiares tradicionales” —una expresión clave conservadora— y puede que se identifiquen con los ganadores.

¿Por qué Trump ha estado ganando en las primarias republicanas?

¡Fíjate en todos los grupos conservadores a los que les gusta!

El Partido Demócrata no se está tomando en serio muchas de las razones por las que Trump recibe tanto apoyo, así como el alcance de ese apoyo. Y los medios no están analizando muchas de las razones por las que Trump recibe apoyo. Eso tiene que cambiar.

 

Traducción de Paloma Farré.

El artículo original está publicado en el blog del autor.

Donald Trump está ganando las primarias republicanas presidenciales a tal velocidad que parece tener muchas posibilidades de convertirse en el próximo candidato republicano a la presidencia y tal vez en el próximo presidente. Los demócratas no alcanzan a comprender por qué está ganando —y tan cómodamente— e...

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Autor >

George Lakoff

Profesor de Ciencias Cognitivas y de Lingüística en la University of California, en la ciudad de Berkeley. Autor de el libro 'No pienses en un elefante' y de 'The ALL NEW Don't Think of an Elephant!' 

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1 comentario(s)

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  1. Victoria

    Magnifico articulo que define el " fenómeno Tumo"así como la personalidad y el pensamiento del político conservador pragmático Donald Trump y la idiosincrasia que motiva el que vaya en aumento el número de sus votantes.

    Hace 8 años

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