Alemania: un terremoto político más profundo de lo que parece
Más allá de la política de acogida de refugiados de Merkel, la llegada de la ultraderecha a los parlamentos regionales muestra la división de la CDU y el desgaste de la Gran Coalición
Laura Alzola Kirschgens Hamburgo , 18/03/2016
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12,7 millones de ciudadanos votaron el domingo en Alemania para renovar los parlamentos de los Estados federales de Baden-Wurtemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt. En unos comicios regionales lo habitual suele ser que los electores decidan en función de asuntos como las plazas de guarderías o las inversiones en infraestructuras. Pero esta vez los datos se están interpretando en clave nacional, y también europea.
Bautizado en los medios alemanes como el Super Sunday, en alusión al Super Tuesday estadounidense, el domingo electoral fue, en palabras de Angela Merkel, “un día duro para la CDU”, el partido que lidera. Lo fue también para su socio de coalición en el parlamento nacional, el partido socialdemócrata (SPD), dirigido por el actual ministro de Economía, Sigmar Gabriel. Las elecciones suponen un punto de inflexión. Tanto que Gabriel pidió en su comparecencia a los miembros del Gobierno poner fin a las disputas que les han debilitado en los últimos meses.
Uno de los análisis más comunes tras los resultados de las elecciones, especialmente en el ámbito internacional, ha sido interpretar el fracaso de la Unión Cristianodemócrata (CDU) como la conclusión de un ensayo representativo del ánimo entre los electores frente a la gestión del Gobierno alemán en materia de inmigración y asilo.
Sin embargo, paradójicamente, los dos candidatos de la CDU derrotados en sus regiones habían marcado distancias con la política migratoria de Angela Merkel, mientras que los ganadores, Winfried Kretschmann (Los Verdes) y Malu Dreyer (SPD), defienden la gestión de la canciller en lo que respecta a los refugiados con mucho más convencimiento que los propios democristianos. Por eso puede concluirse que los votantes han premiado en estos dos Estados federales a los líderes proacogida y han castigado a quienes parecían distanciarse de la canciller por interés electoralista.
De hecho, tanto Julia Klöckner en Renania-Palatinado como Guido Wolf en Baden-Württemberg figuran entre los críticos más fervientes de Merkel en su propio partido. Y ambos recibieron la factura en estas elecciones regionales. ¿Puede decirse, entonces, que los resultados representan un castigo a la política prorrefugiados de Merkel, tal y como se ha afirmado estos días en numerosos análisis y titulares?
La propia aludida se vio obligada a explicar esta paradoja. Merkel reconoció que se alegraba de que gran parte de los votantes respaldara sus fórmulas para afrontar la llegada de los refugiados, pero también dijo que, como presidenta de la CDU, lamentaba que el partido no hubiera alcanzado sus objetivos.
Merkel mantendrá la dirección de las políticas de asilo a pesar del revés que sufrió su partido en las elecciones regionales del pasado domingo 13 de marzo. La canciller alemana y líder de la CDU reiteró al día siguiente que la numerosa llegada de refugiados sólo puede abordarse de forma conjunta en la Unión Europea. Tras reunirse con la cúpula de su partido y con los cabeza de lista del mismo en las tres regiones en las que se celebraron los comicios, Merkel afirmó seguir “convencida de que necesitamos una solución europea, y esa solución requiere tiempo”. Es decir, se niega a poner límite al número de refugiados permitidos y cerrar las fronteras alemanas.
Aun manteniéndose firme en su plan para afrontar la crisis europea ante la llegada de refugiados a Grecia, Angela Merkel anunció ante los medios un cambio de línea: ha llegado la hora de entrar a la batalla dialéctica con los populistas. La estrategia de ignorarlos ha fracasado. “Todos estamos de acuerdo en que tenemos que argumentar más y mejor contra la AfD", dijo la líder cristianodemócrata.
Los resultados en los tres Estados federales (en alemán, Land; en plural, Länder) confirmaron lo que se anticipaba: a corto plazo, el gran beneficiado de la creciente politización del país es un partido recién nacido, populista, nacional-conservador, de actitud chulesca, programa ultraderechista y proclamas xenófobas: Alternativa para Alemania (AfD).
Esta formación alcanzó el 15% y el 12% de los votos en Baden-Wurtemberg y Renania-Palatinado, respectivamente. En Sajonia-Anhalt, situado en el antiguo Este de Alemania y escenario habitual de las marchas más numerosas de Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), AfD alcanzó el 24%, situándose como segunda fuerza más votada, por delante de los socialdemócratas.
Ningún sondeo preveía este 24% cosechado por la AfD en Sajonia-Anhalt. El trasvase de votos no se explica solo con los democristianos que han abandonado a Merkel por su centrismo. Die Linke (La Izquierda), el partido heredero de los comunistas, también ha sufrido un fuerte desgaste. Además la AfD es el partido que mejor ha logrado movilizar al censo, jactándose de ir contra el sistema partidista establecido para atraer a abstencionistas. Un tercio de quienes votaron el domingo a la AfD no solía acudir a las urnas.
“Lo que hemos visto en estas elecciones es que la gente se aleja de los grandes partidos establecidos y nos dan su voto, esperando que por fin seamos la oposición que ya no existe en el Bundestag y en otros parlamentos regionales”, dijo Frauke Petry, líder de Alternativa para Alemania, entrevistada por la cadena pública, ARD. Los demás partidos están tomando en serio por primera vez la llamada de atención.
La formación se está convirtiendo en el terror del establishment político. Quienes les votan piensan que solo ellos pueden impulsar el nuevo comienzo que el país necesita. Siempre ha habido el llamado voto de castigo. Suelen aprovecharse de él en Alemania los partidos de derecha o incluso de extrema derecha. Lo que ninguno ha conseguido hasta ahora es anclarse en la vida parlamentaria: ni los Republicanos, ni la DVU, ni el NPD o el efímero Partido Ofensiva por el Estado de Derecho. Al final, lo que decide es el programa, los argumentos y las políticas una vez que se ha llegado al poder. La sustancia. Y en el caso de la AfD, ésta es muy delgada.
Sin embargo, la CDU, la CSU, el SPD, La Izquierda, Los Verdes y el Partido Liberal Demócrata (FDP) deberán evitar confiarse en las debilidades de la AfD y apoyarse en sus propias fortalezas y convicciones. En términos de estas elecciones regionales, esto significa construir coaliciones aptas para gobernar, lo más rápidamente posible. No atascarse en rencillas partidistas para poder mirar hacia los próximos comicios de septiembre en Mecklemburgo-Pomerania y en la ciudad-estado de Berlín, con relativa tranquilidad.
Los análisis partidistas, simplistas, no ayudan a los alemanes a dirigir la mirada al futuro con calma. Las elecciones de los Länder suelen beber de la política nacional y esta depende ahora más que nunca de la europea. Merkel demuestra la amplitud de miras de la que parecen carecer otros dirigentes de la Unión Europea y prefiere seguir haciendo un spagat entre liderar su partido y no caer en medidas que pudiesen frenar el creciente escepticismo hacia sus planes. Rechaza tomar decisiones como la de poner una cifra límite a la acogida de refugiados a pesar de la insistencia de algunos sectores de su partido que, ahora que el distanciamiento de la líder tampoco ha servido para ganar poder, reflexionan. La solución para los refugiados puede ser europea, la solución para la política alemana pasará por una autocrítica y por la revitalización, a tiempo, de los partidos que se enfrentan a su propio distanciamiento de los electores.
12,7 millones de ciudadanos votaron el domingo en Alemania para renovar los parlamentos de los Estados federales de Baden-Wurtemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt. En unos comicios regionales lo habitual suele ser que los electores decidan en función de asuntos como las plazas de guarderías o las...
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Laura Alzola Kirschgens
Reportera e investigadora. Migración, educación, discurso y cambio social. Múnich, Hamburgo y ahora, Barcelona. Periodista. Máster en Inmigración por la Pompeu Fabra. Extranjera, como lo son todos en algún lugar
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