[Esta semana, CTXT recibió un correo electrónico de la Subdirección General del Libro en el que se le informaba de que la revista digital, nacida en enero de 2015, había quedado excluida de las ayudas estatales a las publicaciones culturales de 2016. El motivo alegado por Cultura es que la revista no tiene PVP, precio de venta al público; es decir, que tiene sus contenidos en abierto. Tras recurrir la decisión, alegando que CTXT tiene 500.000 lectores al mes y se sostiene gracias a las aportaciones de sus suscriptores y micromecenas, y añadiendo que las bases están obsoletas y discriminan a las publicaciones nativas digitales que no tienen edición en papel, hemos elaborado esta información sobre la forma en que el ministerio reparte desde hace once años el dinero público.] 

La investigación, la crítica y el análisis, la aportación al acervo cultural. La relevancia de las publicaciones, el prestigio con el que estas cuenten en sus respectivos ámbitos. También, el cuidado en el diseño y la producción editorial. Estos son algunos de los criterios con los que, desde 2005, el Ministerio de Cultura –hoy Ministerio de Educación, Cultura y Deporte– ha repartido subvenciones a las revistas culturales en papel y, desde 2012, también a algunas –muy pocas– publicaciones digitales. Ayudas que han acabado, entre otros, y a pesar de estos criterios, en revistas religiosas, vinculadas a partidos políticos e, incluso, a la extrema derecha.

En estos once años, Cultura ha inyectado 17,9 millones de euros entre más de un centenar de revistas, casi todas ellas editadas en papel. Entre las más favorecidas por el reparto de dinero público destacan varias publicaciones afines al sistema político que gobierna el país desde 1978. Una es Cuadernos de Pensamiento Político, editado por FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales). El think tank ultraliberal del Partido Popular, presidido por José María Aznar, ha recibido 199.762 euros. Arquitectura Viva, la editorial de Luis Fernández-Galiano, académico de Bellas Artes y largos años crítico de El País, obtuvo más de 480.000 euros. Otras editoras, como Intervención Cultural, firmante de Quimera y de El Viejo Topo, la vieja revista izquierdista nacida en la Transición y resurgida en 1993, han obtenido ayudas por más de 609.000 euros. 

Las tres revistas de la Fundación Sistema, cuyo presidente es Alfonso Guerra, del PSOE, acudieron a las subvenciones durante años por las dos vías posibles: las de las organizaciones sin ánimo de lucro y las de las editoriales privadas. Estas revistas cercanas al PSOE han acumulado más de 629.000 euros, si bien en 2013, tras la victoria del Partido Popular en 2011 –y con efectos en la convocatoria realizada un año después–, el ministerio dejó fuera a la revista Temas, que la fundación editaba a través de una empresa. Sus directivos llegaron a pedir firmas en Change.org acusando al Gobierno de un arrinconamiento ideológico.

El cambio llegó

La llegada al poder de los populares también coincidió con el final de las ayudas a la revista Cuadernos de Alzate, de la Fundación Pablo Iglesias, perteneciente al PSOE. Esta organización, que también publica Letra Internacional, esta sí, aún con ayuda del ministerio, ha recibido más de 270.000 euros en estos once años de subvenciones. Supera los otorgados a FAES, organización de la que fue miembro, entre 2002 y 2004, el actual secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, cuyo despacho convoca las ayudas, aunque no esté sentado en la comisión que valora las propuestas.

Con todo, FAES recibió más fondos cuando gobernaban los socialistas que cuando lo hacían los populares. La llegada de Rajoy al Gobierno redujo un 50% las subvenciones en los últimos años. Las ayudas anuales de Cultura han decrecido desde los 1,76 millones de euros de la primera convocatoria hasta los 930.000 euros asignados en 2016. En 2007, el ministerio repartió un total de 2.184.434 euros, cifra similar a la entregada en 2011. En 2012, ya sin ministerio de Cultura propiamente dicho, bajaron a 1,7 millones, y en 2013, a poco más de un millón.

Esos recortes no afectaron a publicaciones como la revista Razón Española, de la Fundación Balmes, que vio duplicada su dotación en 2012 y ha acumulado más de 49.500 euros. Entre sus firmantes figuran Blas Piñar y Pío Moa, y entre sus artículos se encuentran Nelson Mandela, la configuración de un falso ídolo, o Los tontos útiles de Pablemos.

También la publicación Iglesia Viva llegó a doblar las cantidades que percibía del Partido Socialista cuando: en 2012, cuando el Gobierno popular dirigió las subvenciones, acabó recibiendo más de 98.500 euros.

Carmen Calvo

Cuando las ayudas aparecieron en 2005, a partir de una orden de diciembre de 2004, y con la socialista Carmen Calvo al frente de Cultura, estas eran muy diferentes a las actuales. Entonces, el Estado se suscribía a las revistas elegidas y las repartía en bibliotecas, universidades y centros culturales. En 2012 y, según el Gobierno, para dar cumplimiento a una normativa de 2003, el Gobierno popular decidió otorgar aportaciones económicas pero no comprar las publicaciones.

Como en otras convocatorias públicas de este tipo, las ayudas exigen ciertos requisitos a los aspirantes, y puntúan sobre 100 a las revistas que solicitan subvenciones, a fin de estimar cuánto dinero se destinará a cada una. 30 de los puntos corresponden a aspectos medibles, como la periodicidad, el número de páginas, la antigüedad de la publicación o que la revista de papel conviva con una publicación digital. Los 70 puntos restantes responden a los criterios de calidad y prestigio mencionados anteriormente y son repartidos por una comisión de valoración, que reúne a los altos cargos de Cultura con diversos expertos y, entre otros, con un representante de ARCE, la Asociación de las Revistas Culturales de España.

Manuel Ortuño, presidente de ARCE, ocupó la plaza convocada al efecto en la comisión de valoración, según el Boletín Oficial del Estado, cuando esta se creó en 2005. En 2007, una partida de 7.000 euros llegaba desde Cultura hasta la revista Trama & Texturas, una publicación de la editorial Trama, que él mismo dirigía. Durante once años, esta revista ha recibido 135.500 euros. En conversación telefónica, Ortuño afirma no recordar bien cuándo dejó de acudir a las comisiones y delegó en otra persona: “Hará seis o siete años [en 2009 o 2010], quizá. Nunca nadie está en la mesa como vocal y editor al mismo tiempo. Sería impensable”.

Las resoluciones oficiales muestran que él estuvo en la comisión, al menos hasta 2009, dos años después de que su revista apareciera subvencionada por Cultura. Publicaciones posteriores explican que habría un representante de ARCE en la mesa, pero no concretan quién. En cualquier caso, los miembros de la asociación actúan allí siempre como vocales y realizan propuestas, pero no puntúan las publicaciones ni deciden qué cantidades se asignan a cada una.

Agrupémonos todos

Una gran mayoría de las revistas culturales en España, de todos los tamaños y arcos ideológicos –también las publicadas por FAES y las fundaciones ligadas al PSOE–, se encuentran en ARCE; quizá eso explique que una buena parte de las publicaciones subvencionadas pertenezcan al órgano y, también, que los diez miembros de la junta directiva de ARCE figuren entre los premiados por Cultura.

Entre esas publicaciones se encuentran la Revista de Estudios Orteguianos y la Revista de Occidente. Cultura ha aportado a la Fundación Ortega y Gasset, editora de estas publicaciones, más de 643.000 euros en once años; la segunda, fundada por Ortega en 1923, es la publicación más premiada.

Aunque no figure así en los pliegos de la convocatoria, el perfil de revista cultural protegida por el Estado es siempre el mismo: minoritaria, en papel y sin apenas distribución. Muchas veces, sus editores gestionan directamente las suscripciones, sin que los tomos pasen por librerías o quioscos. Estas revistas impresas cuentan con una doble protección estatal: pagan un IVA del 4%, mientras las publicaciones digitales deben imponer un 21% de impuestos indirectos a sus suscriptores. Las ayudas de Cultura pueden llegar a cubrir hasta el 100% de los costes de edición de las revistas culturales.

En 2012, Cultura abrió estas subvenciones a las publicaciones digitales, siempre que, como las revistas de papel a las que hasta entonces se habían dirigido las ayudas, estas tuvieran un precio de venta al público. Sin embargo, las revistas digitales de pago son toda una rareza en el actual mercado de la prensa española. La modificación, explican en el ministerio, no puede aplicarse a medios como CTXT, pese a que la revista tiene 4.000 suscriptores/mecenas, “porque sus contenidos son en abierto”. 

Más allá de contar con un PVP, las revistas en papel deben acreditar una tirada de entre 1.500 y 15.000 ejemplares, tener al menos 48 páginas y ver la luz, al menos, dos veces al año, pero nunca más de una vez al mes, entre otras condiciones. En el caso de las publicaciones digitales, estas deben recibir un mínimo de 1.500 visitas mensuales. Ortuño reitera que la comisión de valoración es transparente: “Si una revista cumple las condiciones, se le da la ayuda. No hay más”. Alrededor de una de cada tres publicaciones de las que lo solicitan se quedan fuera del reparto de subvenciones, en principio, por incumplir algún requisito. 

Quienes sí lo consiguen pasan a ser puntuados por la mencionada comisión de valoración, en la que hay cosas que, en once años, no han cambiado. Mónica Fernández Muñoz, subdirectora general de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas, ha estado presente en todas las mesas desde que se crearon las ayudas. Tras conocer la materia sobre la que CTXT quería hacerle unas preguntas, su despacho ha declinado que se pusiera al teléfono. En las resoluciones publicadas por el Ministerio de Cultura, este no explica cuántos puntos ha logrado cada revista, sino solo qué cantidad se le asigna. 

La valoración, recordemos, pedía investigación, crítica y análisis, incidía sobre la relevancia de la publicación, su prestigio y su influencia, así como pedía calidad en el diseño y la producción. Jot Down, aunque es gratuita en las redes, es una de las publicaciones que consiguió pasar los filtros del ministerio, apoyada en su edición en papel, y no es miembro de ARCE. En 2015, Cultura concedió cerca de 11.800 euros a esta publicación, que cuenta con cientos de miles de seguidores en las redes sociales y presencia en más de 200 librerías. Huelga mencionar que muchas otras revistas, de menor tirada y sin más distribución que por encargo directo, superaron aquella cantidad con creces.  

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Las favoritas de Cultura
Fundación Ortega y Gasset. 643.300 €
Fundación Sistema. 629.000 €
Intervención Cultural, editora de Quimera y El Viejo Topo. 609.000 €
Revista Delibros. 552.000€
Publicaciones de Estética y Pensamiento, editora de Lápiz y Numen. 520.000 €
Arquitectura Viva, de Luis Fernández-Galiano. 480.500 € 
El Croquis. 360.000 €