Jorge vino desde Argentina hace veinte años. Desde hace once se dedica a vender libros de segunda mano en la caseta nº 11 de la  Cuesta de Moyano, a un paso entre el bullicio esquizofrénico de Atocha y la fingida paz del Parque del Retiro. Observa relajadamente a quienes ojean sus ejemplares sentado sobre una vieja silla junto al puesto, echándose un cigarro que no parece el primero ni el último del día. Bastante reservado, por momentos incluso arisco, deja ver su pasado como psicoanalista y su costumbre de escuchar más que de hablar. En plena conversación llega su hijo, de unos 10 años, que inmediatamente me interroga sobre la grabadora que sostengo. Cómo se nota en la curiosidad el haberse criado entre libros.

Le pregunto a Jorge cómo los consigue. “Los robamos”, contesta. No empieza a esbozar una sonrisa hasta que yo no me río y el silencio cómodo sustituye a un venga, ahora en serio. “A veces vienen los vendedores aquí, a veces vamos a ver la biblioteca a sus casas. Normalmente los venden porque se mudan o porque los reciben en herencia y no saben qué hacer con ellos”.

Entre kilos de papel amontonado se encuentran auténticas joyas: “Aquí hemos vendido una primera edición de Antonio Machado firmada por él”, dice orgulloso, como si fuese la lotera que se jacta de haber dado el premio gordo del año pasado. “También una  colección importantísima de una revista alemana donde aparecía publicada una gran obra de impresionismo alemán. La compró el Museo Reina Sofía”. Complicado lidiar con la tentación de quedárselos uno mismo, pero Jorge lo tiene claro: el negocio es el negocio.

Este no está siendo su mejor año: “Se vende menos, una tercera parte que hace cinco años. Hay mucho público que antes era habitual y ahora no viene”. La culpa la comparten la crisis económica y la venta de libros por Internet, aunque este último elemento puede suponer –-bien utilizado-- una tabla de salvación. De hecho, para muchas tiendas de segunda mano, vender a través de plataformas como Iberlibro.com es lo que hace que sobrevivan a los meses más duros.

El último informe del Ministerio de Cultura expone que pese a que la venta por Internet está relativamente extendida (un 44% de los usuarios compra libros en papel a través de la Red), el porcentaje de compra de libros electrónicos es bastante bajo (27%). El porcentaje de no compradores de libro electrónico (y, supuestamente, no lectores en soporte digital) es de un 73%. Es decir: nos gusta comprar por Internet pero seguir leyendo en papel.

El perfil del cliente de Jorge y del resto de libreros de la Cuesta de Moyano es bastante variopinto: “Al estar a pie de calle, hay de todo. Desde el bibliófilo empedernido hasta la señora del barrio que busca la novela, el niño que compra cómic... Es un público heterogéneo, por eso no podemos especializarnos del todo”.

Las mujeres seguimos leyendo más que los hombres: un 66,5% en tasa de lectura anual frente a un 57,6%, respectivamente. También hay diferencias en cuanto a nivel de estudios: las personas con formación universitaria muestran una tasa de lectura muy superior a la media, concretamente 29,5 puntos por encima de ella (91,7% frente al 62,2% de media). También los solteros que no se han emancipado y las parejas con hijos menores leen más (77,8% y 67,9%, respectivamente).

A la pregunta de qué es lo que más suele vender, Jorge es contundente: “¿Actualmente? Porquería. Ha bajado mucho la calidad de los libros que más vendemos. También hay cosas interesantes, pero en cuanto a cantidad es así”. En lo relativo al precio hay para todos los gustos: desde ejemplares prácticamente regalados a 20 céntimos a auténticos tesoros a 90 euros. El beneficio asegura que no es mucho, aunque prefiere mantener el misterio: “Calcula más o menos el triple de lo poco que es, si es que llega. ¿Cuánto exactamente? Secreto profesional”.

Como bien decía Umberto Eco, el mundo está lleno de grandes libros que nadie lee. Qué reconfortante debe ser dedicarte a resucitarlos, a rescatarlos de los rincones más inhóspitos para que lleguen a las manos de otro ávido lector; y que ese libro le cambie la vida, igual que a ti te la han cambiado muchos otros cientos de veces. Ahora, mira a esa estantería llena de grandes historias cogiendo polvo, ¿no se merecen una segunda oportunidad?