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Cuando fue preguntado por el encarcelamiento y prisión preventiva aplicada sobre los dos titiriteros, Albert Rivera respondió que él siempre estaba con lo que dijeran la policía y los jueces, así que se encogió de hombros y concluyó que bien encarcelados estarían. Fue el mismo movimiento de hombros, en dos tiempos, de subida y de bajada, con el que se posicionó ante la última polémica en esta delicada época de moda de censura y atropello de libertades en España: el intento de prohibición por parte de la Delegación del Gobierno a la entrada de banderas esteladas en la final de Copa. Rivera, partidario de la moral Vicente, esa que ante un hecho se posiciona en función de la moda que comparta la mayoría de la gente, se mostró a favor de la prohibición, “si es lo que dice la UEFA (hombros hacia arriba atrapando el cuello), habrá que acatar lo que diga la UEFA (hombros hacia abajo liberándolo)”, chocaba Albert incluso con la posición de sus compañeros de C’s en Cataluña.
Esos mismos hombros subieron esta semana a Albert Rivera a un avión y se lo llevaron en modo activista hasta Venezuela -no hay sitio más de moda que Venezuela- para desde allí inaugurar la campaña electoral española. Al pisar suelo bolivariano acompañado de periodistas, la ley de la gravedad de lo que allí ocurre hizo que los hombros de Albert se quedaran fijados abajo, perdiendo esa habitual flexibilidad de sube y baja, favoreciendo así que el cuello mostrase claramente una cabeza con una mirada y un discurso de Estado por parte del cuarto candidato en las últimas elecciones, que coparía las portadas españolas la misma semana en la que aquí descubríamos nuevas implicaciones en tramas de corrupción. Rivera abandonó al fin la moral de centro y se posicionó en contra de lo dictado por jueces y policías. Rivera protagonizaba un viaje de Estado vestido de una especie de Adolfo Suárez, pudiendo prometer y prometiendo solemnemente, pero en el país equivocado ya que no era el suyo aquel, sino este.
El discurso solemne se caía de la solemnidad cada dos o tres párrafos en los que nos recordaba el líder de Ciudadanos que aquello, a pesar de girar en torno a Venezuela, no dejaba de ser un acto de la campaña española: “Todos los españoles, menos Podemos, quieren ayudar a Venezuela”. ”Las víctimas del chavismo me recuerdan a las de ETA. Todos me han preguntado si en España somos conscientes de lo que significa Podemos”. Albert llegó, entró, se reunió, posó y habló en el Parlamento de Venezuela. Tras la agitada semana, al subir al avión de vuelta, relajó los hombros que de nuevo podían volver a la elasticidad habitual: ”Aquello es peor que una dictadura, porque es más arbitrario; las dictaduras no tienen libertad, pero tienen cierta paz y orden (subida de hombros) porque todo el mundo sabe lo que hay (bajada de hombros)".
Cuando fue preguntado por el encarcelamiento y prisión preventiva aplicada sobre los dos titiriteros, Albert Rivera respondió que él siempre estaba con lo que dijeran la policía y los jueces, así que se encogió de hombros y concluyó que bien encarcelados estarían. Fue el mismo movimiento de hombros, en dos...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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