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reportaje

Polonia, el penúltimo bochorno de la UE

Como en otros países del exbloque soviético, los polacos han pasado de la fe comunista al miedo al otro, y del brillo cegador del mercado libre a la búsqueda de un patriotismo que les ampare

Gorka Castillo Varsovia, Enviado Especial , 3/06/2016

<p>Beata Szydlo durante la última convención del partido Ley y Justicia, el pasado 22 de octubre en Varsovia.</p>

Beata Szydlo durante la última convención del partido Ley y Justicia, el pasado 22 de octubre en Varsovia.

Gallo Images

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Muranow es el barrio de Varsovia con mayor proyección. Es algo más que el símbolo de la nueva Polonia, un país que muestra el músculo de su moneda, el zloty, como una de las tantas paradojas que componen su destino. La más visible descansa en el piso 50 del imponente Warsaw Spire, una modernísima torre acristalada que el Gobierno levantó cerca de los vestigios del gueto judío para mostrar su energía financiera y su confianza en el porvenir. Ahí está la sede central de la policía de fronteras de la Unión Europea, Frontex, el organismo que vigila la llegada de inmigrantes a Europa. Pero Frontex no tiene aquí excesivo trabajo. Pese a que Polonia tiene un amplísimo perímetro fronterizo con tres Estados extracomunitarios --Ucrania, Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado--, no hay casi refugiados y el número de migrantes llega por los pelos al 2% de su población total.

En términos demográficos, Polonia es el país más homogéneo de la Unión. También es la última vergüenza de la UE. El 1 de marzo, Bruselas dio un paso al frente al lanzar un ultimátum a Polonia: si en dos semanas su Gobierno no cumple los requerimientos de la Comisión Europea sobre su dudosa reforma del Tribunal Constitucional, el Ejecutivo comunitario podría seguir hacia adelante con un proceso sancionador que podría suponer que el país pierda el derecho de voto en el Consejo Europeo.

Varsovia abandera la rebelión del grupo de Visegrado contra la decisión comunitaria de repartirse 120.000 refugiados que malviven en Grecia y los Balcanes. Les correspondía acoger a 7.500, pero el atentado yihadista de Bruselas permitió frenar cualquier decisión humanitaria. Armó de razones al Gobierno ultranacionalista del Partido Ley y Justicia (PiS) del estratega Jarosław Kaczynski para convertir el compromiso adquirido en papel mojado. Las razones fueron de seguridad, pero los motivos que misteriosamente calaron en algunos polacos fueron otros. “Se difundió un rumor, interesadamente o no, de que muchos de los refugiados están infectados, de que son portadores de enfermedades. Esa visión bárbara aún existe”, explica Waldemar Kiendzinski, un profesor de idiomas de 49 años con un conocimiento preciso de la historia de Polonia. Lo absurdo de todo es que ese bulo es hoy moneda de curso legal para mucha gente.

Kiendzinski no piensa, sin embargo, que el Gobierno manipule a la opinión pública con mensajes aterradores sobre una hipotética invasión árabe. Ni siquiera que utilice los canales públicos de comunicación para difundir un ideario ultracatólico y excluyente. “La prueba es que hay dos series turcas que se emiten en horario de máxima audiencia en la televisión pública. Una de ellas es una apología de la grandeza que alcanzó el Imperio Otomano”. Para este profesor, que reconoce con cierto pesar su orfandad política en el escueto mercado electoral polaco, “hoy vivimos las consecuencias de una herencia realmente esquizoide: nuestra convulsa relación con Rusia y Alemania a lo largo de los siglos”.

En la última década, Polonia ha sido gobernada por dos partidos derechistas: la Plataforma Cívica del actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el PiS de los gemelos Kaczynski. Lech murió en 2010, cuando era presidente del país, en un accidente de aviación en Smolenks, Rusia, adonde se dirigía para honrar la memoria de 12.000 polacos asesinados por Stalin en 1940. Aquella tragedia fue transformada por el Gobierno en una fábula repleta de conspiraciones orquestadas por Moscú, siempre al acecho, pero que ha terminado cuajando en buena parte de la psique colectiva. El resultado fue que el otro Kaczynski, Jaroslaw, ganó años después las elecciones generales con el 37% de los sufragios. “Otra consecuencia es que la izquierda es hoy testimonial, casi inexistente”, indica Kiendzinski que, sin embargo, no olvida la capacidad mostrada en los últimos meses por el Comité de Defensa de la Democracia (KOD) para movilizar a miles de personas en contra de la política conservadora y restrictiva del PiS.

Jakub Urbanik, abogado y profesor de Derecho en la Universidad de Varsovia, nació hace 49 años en la capital. Sentado en la terraza de un café de la céntrica Plaza de la Constitución, el nudo gordiano de los fastuosos desfiles militares del régimen comunista que Władysław Gomułka y sus sucesores organizaron hasta 1989, Urbanik explica su preocupación por el recorte de libertades que el Gobierno conservador del PiS aplica como un rodillo sin que nada ni nadie le haga oposición. “Ni siquiera el Tribunal Constitucional. Cada sentencia sobre la vulneración de libertades de las nuevas leyes es calificada de opinión para descalificar las decisiones del tribunal. A fin de cuentas, dicen en el Gobierno, ¿quiénes son unos jueces para cuestionar una ley que emana del Sejm (el Parlamento). Su objetivo final es crear salas de justicia popular, como hizo Hitler en Alemania”, afirma con rotundidad.

Urbanik es gay, una orientación sexual denostada por el Ejecutivo de la primera ministra Beata Szydlo, una peonza de Kaczynski que se trabajó su carrera política en las cañerías del partido, primero como tesorera y el pasado año dirigiendo la exitosa campaña presidencial de Andrzej Duda. Nacida en Oświęcim, la antigua Auschwitz, hace 53 años, Szydlo abandera el principio sagrado de que la familia, Dios y la patria caminan de la mano en una Polonia católica que únicamente el PiS es capaz de administrar. Para ella, una incansable trabajadora, el papel de las mujeres debería reducirse exclusivamente a las tareas del hogar, a la educación familiar y a traer hijos a este mundo gélido que les ha tocado vivir. “Es cierto que el PiS mantiene una estrecha alianza con el sector más conservador de la Iglesia pero no calificaría al Gobierno de ultranacionalista, sino de populista de derecha”, añade este abogado.

“El PiS mantiene una estrecha alianza con el sector más conservador de la Iglesia pero no calificaría al Gobierno de ultranacionalista, sino de populista de derecha”.

Se refiere a sus aclamadas propuestas para subsidiar la natalidad, a sus promesas para bajar la edad de jubilación y a la reducción de la presión tributaria para los contribuyentes con menores ingresos a cambio de incrementar las tasas a los sectores financieros y comerciales que, curiosamente, en Polonia son casi todos alemanes. Urbanik, cuya pareja es “un gallego residente en San Sebastián”, quiso casarse en España, pero el Ayuntamiento de Varsovia le denegó un documento imprescindible para realizar el trámite. El argumento fue que iba contra la Constitución polaca, que en su artículo 18 protege al matrimonio entre el hombre y la mujer. Llevó el caso a los tribunales: “Escándalo homosexual en la Universidad de Varsovia”, tituló el diario más vendido del país. Perdió y recurrió. Volvió a perder. Ahora el asunto, como el de otras cinco parejas homosexuales, está en manos del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. En Polonia no hay registro de parejas del mismo sexo.

Y al fondo están los grandes mitos polacos, la eterna conspiración ruso-alemana para repartirse la patria que el PiS rescata de la memoria colectiva con astuta precisión. Cargada de una demagogia nacionalista y religiosa, a veces tan incendiaria que hasta los dirigentes europeos se han visto obligados a recordar a Kaczynski cuáles son los derechos civiles y cuáles son las reglas del juego, el mensaje principal es que Polonia es buena y sólo se defiende de ataques de los poderes del mal. “No se puede olvidar que la transición polaca es muy parecida a la que hubo en España. Hay cargos públicos del PiS que en su día también ejercieron responsabilidades, o tuvieron una relación directa, con el régimen comunista. Uno de ellos es el responsable de la Comisión de Justicia del Parlamento que fue fiscal en los gobiernos previos a la caída del muro”, advierte Jakub Urbanik a quien le espanta Jaroslaw Kaczynski pero aún más el lenguaje que habitualmente emplea: “Un día calificó a toda la oposición, incluido al colectivo homosexual, como polacos de poca calidad”.

Grzegorz Szymanski, 30 años y filólogo polaco, sabe muy bien de qué habla cuando asegura que un alto porcentaje de la antigua nomenklatura comunista se ha incrustado en la maquinaria estatal para aprovecharse de la democratización y del ingreso en la UE. Szymanski no tiene pelos en la lengua a la hora de mostrar su apoyo al Gobierno en su campaña para desenmascarar a esa élite “nada desdeñable de polacos” que cambió de color para aprovecharse de la nueva realidad económica nacida del colapso soviético. “Mientras Rusia vendió sus compañías estatales a rusos prominentes, en Polonia fueron a parar a manos extranjeras”, dice. Y cita a un poder económico camaleónico, “el Bankster”, el consorcio financiero alemán “que controla en la sombra los contenidos informativos siempre progermánicos difundidos por buena parte de los medios de comunicación polacos”. Aunque confía en la capacidad democrática del país para depurar ese patio, añade con franqueza: “El PiS hace una política a favor de los intereses de los polacos. Lo mismo que hace el Gobierno de Alemania con sus bancos o el de España con sus intereses económicos en América Latina. ¿Por qué a nosotros nos critican tanto?”.

En Polonia, como ocurre en la mayor parte de países que formaron parte del bloque soviético durante 44 años, sus ciudadanos han pasado de la fe comunista al miedo al otro, y del brillo cegador del mercado libre a la búsqueda de un patriotismo que les ampare, incluso con reminiscencias mitológicas. Grzegorz Szymanski dice que en las últimas elecciones votó al PiS “aunque eso no significa que esté de acuerdo con el carácter religioso que ese partido trata de imprimir a la vida colectiva pese a considerarme profundamente católico”.

En Polonia, como ocurre en la mayor parte de países que formaron parte del bloque soviético durante 44 años, sus ciudadanos han pasado de la fe comunista al miedo al otro

En esta tarde primaveral, Szymanski señala algunos de los nuevos edificios emblemáticos que no hacen sino difuminar los contrastes urbanísticos, algunos brutales y obscenos, que muestra Varsovia. Escribe el ensayista rumano Emil Cioran, que “cada uno está encerrado detrás de unos barrotes más o menos visibles”. Los de los polacos oscilan hoy entre el vendaval de su historia y el huracán del porvenir. No muy lejos del melancólico monumento levantado en honor de los héroes del alzamiento contra los nazis, en la Plaza Krasinskich, muy cerca del Warsaw Spire y de Frontex, Grzegorz Szymanski espera el tranvía para regresar a su casa. “La II Guerra Mundial fue una desgracia y el comunismo sólo nos trajo una penuria atroz, pero hoy Polonia vive un crecimiento económico potente. Al final, eso es lo importante”, se despide con una sonrisa.

Muranow es el barrio de Varsovia con mayor proyección. Es algo más que el símbolo de la nueva Polonia, un país que muestra el músculo de su moneda, el zloty, como una de las tantas paradojas que componen su destino. La más visible descansa en el piso 50 del imponente Warsaw Spire, una modernísima torre...

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9 comentario(s)

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  1. Mina

    El artículo me parece penoso y escrito sin ningún rigor. Gracias a Polska y Kartofel por sus opiniones esclarecedoras de la realidad del pueblo polaco.

    Hace 8 años 3 meses

  2. Nada que defender

    Soy español y he vivido en Polonia. La verdad que el boom económico está ahí y es fácil tener un muy buen salario respecto a los precios dentro del país, si sales del país no tienes para mucho con un sueldo polaco. Por otra parte, me dio la impresión de que es una sociedad bastante atrasada y agresiva. El problema no es que el gobierno sea de derechas o de lo que quieran ser, el problema es que la mayoría de la sociedad pide a gritos y disfruta la represión contra algunas minorías: extranjeros, homosexuales, etcétera. Creo que sin ponerse en la piel de una persona del este, no se puede entender que una gran parte de esa sociedad sea feliz así.

    Hace 8 años 4 meses

  3. kata

    Como se nota la educación pobre y escasa española.. Falta absoluta de información coherente. Le recomiendo primero informarse bien de lo que va a escribir. Parece mentira que se hable de 2 millones de polacos en reino unido, cuando hay un reguero incesante de españoles emigrando a toda Europa... Me refiero a un tal Rafa.... Ni idea entonces de los españoles que se piran de España, verdad? Y por cierto , no llegan ni alos tobillos en experiencias ni expertos a los polacos, a sí que que no hablen y que primero aprendan todo lo que sabe UN SOLO POLACO DE REINO UNIDO. Y luego que me cuente.

    Hace 8 años 4 meses

  4. Michał Zięba

    Estimado autor, siendo polaco y viviendo en España me interesaría comentar dos cuestiones: el comentario sobre Oświęcim y la forma de escribir nombres polacos. En caso de Oświęcim, la ciudad ha sido polaca desde el siglo XV y nombrarla como "la antigua Auschwitz" no hace más que los lectores equivalen a la ciudad polaca con el infamoso campamento de concentración nazi (alemán). Para la sensibilidad que me parece que no solo yo tengo en Polonia, mucho más adecuado sería desarollar el comentario como "Oświęcim, ciudad polaca en que está el campamento de concentración nazi" para que el lector no piense que la ciudad sea polaca desde hace un rato o que los polacos sean los fundadores del infamoso campamento. Esto puede parecer una exageración, pero de verdad el conocimiento de los españoles sobre Polonia es muy,muy escaso. ****En cuanto a la forma de escribir nombres polacos que es incorrecta para MuranÓw, Beata SzydŁo, JarosŁaw KaczyŃski (en mayúscula los signos que se debería poner): los signos diácriticos polacos cumplen función de distingir los sonidos diferentes - no es el mismo sonido "n" polaco que "ń", igual que los sonidos casi correspondientes españoles representados por "n" y "ñ". Por lo tanto, si se quita los signos diácriticos se cambia unos sonidos por otros y,en suma, la pronuncia de la palabra. En efecto, los españoles ni tienen la idea que no saben pronunciar nuestros nombres y en vez de buscar la pronuncia de "ę", "ą", "ó", "ż" etc. o explicar a su interlocutor polaco que allí pone un "e" con tilde, producen sonidos diferentes y resulta para un polaco difícil entender a que se refieren.

    Hace 8 años 4 meses

  5. Rafa

    Polonia tiene 2 millones, repito, 2 millones de emigrantes sólo en Reino Unido. Si no quieren atenerse a los acuerdos comunitarios, respeto a la separación de poderes, respeto a los repartos de refugiados, respeto a la libertad de expresión, lo mejor es echarlos y que esos 2 millones de emigrantes vuelvan a casa. Así verán lo que es probar su propia medicina. O bien pueden tragar saliva y bajarse los pantalones, porque no están en condiciones de exigir, cuando otros países están dando trabajo a muchos de sus desesperados ciudadanos.

    Hace 8 años 4 meses

  6. Judío antisionista

    Dicen que la historia se repite y parece ser verdad. Al fin de la primera guerra mundial se deshicieron los imperios ruso, austrohúngaro y otomano y los pueblos que estaban sometidos a ellos alcanzaron su independencia. Pero el fervor independentista e identitario dieron origen a que algunos de esos nuevos países derivaran hacia actitudes racistas y fascistoides. Y en algo que me concierne y me importa, cuando a fines del siglo XIX esos pueblos estaban luchando por tener un estado propio, Theodor Herzl creyó que los judíos éramos uno más de ellos y creó el sionismo político. Y todos somos testigos de en qué terminó esto. El nacionalismo es un arma de doble filo, parecería tener buena imagen pero no siempre sus consecuencias son deseables.

    Hace 8 años 4 meses

  7. Polska

    Demasiados fallos en este texto que demuestran que el autor ni siquiera ha hecho un esfuerzo mínimo de documentación sobre Polonia. El primer error y uno de los más graves, es el comentado por Kartofel. Auchswitz es el nombre en alemán de la ciudad polaca de Oświęcim, cercana a Kraków. Además, en la matanza de Katyn llevadas a cabo por la URSS después que esta invadiera parte de Polonia en 1939, fueron ejecutados alrededor de 22.000 polacos, no 12.000 como dice el texto, la mayoría de ellos miembros destacados de la sociedad polaca de la época. También me gustaría aclarar que los polacos, fue uno de los pueblos que más se hn opuesto al sistema comunista, y donde menos simpatizantes tenía dentro de los países del bloque soviético. La URSS tuvo que hacer un proceso mucho más intensivo, mediante la repression de los disidentes, en Polonia tras la II Guerra Mundial para implantar el comunismo que incluso en la propia Rusia. Llega a tal punto que es uno de los primero países del mundo que ha prohibido tanto los símbolos y la apologia del comunismo. Por otro lado, la sociedad polaca en su mayoría no quiere inmigrantes, principalmente musulmanes, no porque piensen que traen enfermedades. Esta fue una frase que pronuncio, junto a otras, acerca de los inmigrantes sirios Kaczynski, durante la campaña electoral al parlamento. Diferentes encuestas, así como la opiniones que podía haber obtenido el autor hablando con gente de diferentes ciudades y pueblos polacos, muestran un rechazo generalizado a los inmigrantes musulmanes. Si no recuerdo mal, en la última encuesta hecha pública, el 68% de los polacos no querían aceptar ningún inmigrante, fuera cual fuera la religion profesada, un 21% aceptaría acoger inmigrantes, siempre que estos fueran al menos cristianos, preferiblemente católicos y el restante 11% aceptaría inmigrantes, cual fuese su religion. Entre los motivos que alegan ese 89% que se oponen a inmigrantes musulmanes son que los inmigrantes musulamnes no se adaptan a la sociedad polaca, no que traigan enfermedades. Los polacos no tiene tantos pelos en la lengua como sus homólogos más al oeste, pues durante mucho tiempo vivieron en un sistema comunista que aplastaba cualquier tipo de disidencia con las ideas del partido, y ahora desean poder hablar en libertad. Podría seguir, pero creo que ya he dado ejemplos en los cuales el texto no se ajusta a la historia y realidad polaca.

    Hace 8 años 4 meses

  8. Kartofel

    Estimado autor: antes de escribir crónicas es aconsejable documentarse debidamente, especialmente al hablar de países extranjeros que nos pueden ser desconocidos. La antigua Auchswitz es solo el nombre germanizado de la antigua Oświęcim la auténtica, ya que existe como ciudad desde 1.272. Y como ése se pueden ver varios errors más en su texto. Una lástima de viaje. Saludos

    Hace 8 años 4 meses

  9. Nestor Omarx Santos

    El Oso Ruso tendra que levantarse nuevamente contra las hordas fascistas de la Europa "civilizada"...

    Hace 8 años 4 meses

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