1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

reportaje

Polonia, el penúltimo bochorno de la UE

Como en otros países del exbloque soviético, los polacos han pasado de la fe comunista al miedo al otro, y del brillo cegador del mercado libre a la búsqueda de un patriotismo que les ampare

Gorka Castillo Varsovia, Enviado Especial , 3/06/2016

<p>Beata Szydlo durante la última convención del partido Ley y Justicia, el pasado 22 de octubre en Varsovia.</p>

Beata Szydlo durante la última convención del partido Ley y Justicia, el pasado 22 de octubre en Varsovia.

Gallo Images

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Muranow es el barrio de Varsovia con mayor proyección. Es algo más que el símbolo de la nueva Polonia, un país que muestra el músculo de su moneda, el zloty, como una de las tantas paradojas que componen su destino. La más visible descansa en el piso 50 del imponente Warsaw Spire, una modernísima torre acristalada que el Gobierno levantó cerca de los vestigios del gueto judío para mostrar su energía financiera y su confianza en el porvenir. Ahí está la sede central de la policía de fronteras de la Unión Europea, Frontex, el organismo que vigila la llegada de inmigrantes a Europa. Pero Frontex no tiene aquí excesivo trabajo. Pese a que Polonia tiene un amplísimo perímetro fronterizo con tres Estados extracomunitarios --Ucrania, Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado--, no hay casi refugiados y el número de migrantes llega por los pelos al 2% de su población total.

En términos demográficos, Polonia es el país más homogéneo de la Unión. También es la última vergüenza de la UE. El 1 de marzo, Bruselas dio un paso al frente al lanzar un ultimátum a Polonia: si en dos semanas su Gobierno no cumple los requerimientos de la Comisión Europea sobre su dudosa reforma del Tribunal Constitucional, el Ejecutivo comunitario podría seguir hacia adelante con un proceso sancionador que podría suponer que el país pierda el derecho de voto en el Consejo Europeo.

Varsovia abandera la rebelión del grupo de Visegrado contra la decisión comunitaria de repartirse 120.000 refugiados que malviven en Grecia y los Balcanes. Les correspondía acoger a 7.500, pero el atentado yihadista de Bruselas permitió frenar cualquier decisión humanitaria. Armó de razones al Gobierno ultranacionalista del Partido Ley y Justicia (PiS) del estratega Jarosław Kaczynski para convertir el compromiso adquirido en papel mojado. Las razones fueron de seguridad, pero los motivos que misteriosamente calaron en algunos polacos fueron otros. “Se difundió un rumor, interesadamente o no, de que muchos de los refugiados están infectados, de que son portadores de enfermedades. Esa visión bárbara aún existe”, explica Waldemar Kiendzinski, un profesor de idiomas de 49 años con un conocimiento preciso de la historia de Polonia. Lo absurdo de todo es que ese bulo es hoy moneda de curso legal para mucha gente.

Kiendzinski no piensa, sin embargo, que el Gobierno manipule a la opinión pública con mensajes aterradores sobre una hipotética invasión árabe. Ni siquiera que utilice los canales públicos de comunicación para difundir un ideario ultracatólico y excluyente. “La prueba es que hay dos series turcas que se emiten en horario de máxima audiencia en la televisión pública. Una de ellas es una apología de la grandeza que alcanzó el Imperio Otomano”. Para este profesor, que reconoce con cierto pesar su orfandad política en el escueto mercado electoral polaco, “hoy vivimos las consecuencias de una herencia realmente esquizoide: nuestra convulsa relación con Rusia y Alemania a lo largo de los siglos”.

En la última década, Polonia ha sido gobernada por dos partidos derechistas: la Plataforma Cívica del actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el PiS de los gemelos Kaczynski. Lech murió en 2010, cuando era presidente del país, en un accidente de aviación en Smolenks, Rusia, adonde se dirigía para honrar la memoria de 12.000 polacos asesinados por Stalin en 1940. Aquella tragedia fue transformada por el Gobierno en una fábula repleta de conspiraciones orquestadas por Moscú, siempre al acecho, pero que ha terminado cuajando en buena parte de la psique colectiva. El resultado fue que el otro Kaczynski, Jaroslaw, ganó años después las elecciones generales con el 37% de los sufragios. “Otra consecuencia es que la izquierda es hoy testimonial, casi inexistente”, indica Kiendzinski que, sin embargo, no olvida la capacidad mostrada en los últimos meses por el Comité de Defensa de la Democracia (KOD) para movilizar a miles de personas en contra de la política conservadora y restrictiva del PiS.

Jakub Urbanik, abogado y profesor de Derecho en la Universidad de Varsovia, nació hace 49 años en la capital. Sentado en la terraza de un café de la céntrica Plaza de la Constitución, el nudo gordiano de los fastuosos desfiles militares del régimen comunista que Władysław Gomułka y sus sucesores organizaron hasta 1989, Urbanik explica su preocupación por el recorte de libertades que el Gobierno conservador del PiS aplica como un rodillo sin que nada ni nadie le haga oposición. “Ni siquiera el Tribunal Constitucional. Cada sentencia sobre la vulneración de libertades de las nuevas leyes es calificada de opinión para descalificar las decisiones del tribunal. A fin de cuentas, dicen en el Gobierno, ¿quiénes son unos jueces para cuestionar una ley que emana del Sejm (el Parlamento). Su objetivo final es crear salas de justicia popular, como hizo Hitler en Alemania”, afirma con rotundidad.

Urbanik es gay, una orientación sexual denostada por el Ejecutivo de la primera ministra Beata Szydlo, una peonza de Kaczynski que se trabajó su carrera política en las cañerías del partido, primero como tesorera y el pasado año dirigiendo la exitosa campaña presidencial de Andrzej Duda. Nacida en Oświęcim, la antigua Auschwitz, hace 53 años, Szydlo abandera el principio sagrado de que la familia, Dios y la patria caminan de la mano en una Polonia católica que únicamente el PiS es capaz de administrar. Para ella, una incansable trabajadora, el papel de las mujeres debería reducirse exclusivamente a las tareas del hogar, a la educación familiar y a traer hijos a este mundo gélido que les ha tocado vivir. “Es cierto que el PiS mantiene una estrecha alianza con el sector más conservador de la Iglesia pero no calificaría al Gobierno de ultranacionalista, sino de populista de derecha”, añade este abogado.

“El PiS mantiene una estrecha alianza con el sector más conservador de la Iglesia pero no calificaría al Gobierno de ultranacionalista, sino de populista de derecha”.

Se refiere a sus aclamadas propuestas para subsidiar la natalidad, a sus promesas para bajar la edad de jubilación y a la reducción de la presión tributaria para los contribuyentes con menores ingresos a cambio de incrementar las tasas a los sectores financieros y comerciales que, curiosamente, en Polonia son casi todos alemanes. Urbanik, cuya pareja es “un gallego residente en San Sebastián”, quiso casarse en España, pero el Ayuntamiento de Varsovia le denegó un documento imprescindible para realizar el trámite. El argumento fue que iba contra la Constitución polaca, que en su artículo 18 protege al matrimonio entre el hombre y la mujer. Llevó el caso a los tribunales: “Escándalo homosexual en la Universidad de Varsovia”, tituló el diario más vendido del país. Perdió y recurrió. Volvió a perder. Ahora el asunto, como el de otras cinco parejas homosexuales, está en manos del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. En Polonia no hay registro de parejas del mismo sexo.

Y al fondo están los grandes mitos polacos, la eterna conspiración ruso-alemana para repartirse la patria que el PiS rescata de la memoria colectiva con astuta precisión. Cargada de una demagogia nacionalista y religiosa, a veces tan incendiaria que hasta los dirigentes europeos se han visto obligados a recordar a Kaczynski cuáles son los derechos civiles y cuáles son las reglas del juego, el mensaje principal es que Polonia es buena y sólo se defiende de ataques de los poderes del mal. “No se puede olvidar que la transición polaca es muy parecida a la que hubo en España. Hay cargos públicos del PiS que en su día también ejercieron responsabilidades, o tuvieron una relación directa, con el régimen comunista. Uno de ellos es el responsable de la Comisión de Justicia del Parlamento que fue fiscal en los gobiernos previos a la caída del muro”, advierte Jakub Urbanik a quien le espanta Jaroslaw Kaczynski pero aún más el lenguaje que habitualmente emplea: “Un día calificó a toda la oposición, incluido al colectivo homosexual, como polacos de poca calidad”.

Grzegorz Szymanski, 30 años y filólogo polaco, sabe muy bien de qué habla cuando asegura que un alto porcentaje de la antigua nomenklatura comunista se ha incrustado en la maquinaria estatal para aprovecharse de la democratización y del ingreso en la UE. Szymanski no tiene pelos en la lengua a la hora de mostrar su apoyo al Gobierno en su campaña para desenmascarar a esa élite “nada desdeñable de polacos” que cambió de color para aprovecharse de la nueva realidad económica nacida del colapso soviético. “Mientras Rusia vendió sus compañías estatales a rusos prominentes, en Polonia fueron a parar a manos extranjeras”, dice. Y cita a un poder económico camaleónico, “el Bankster”, el consorcio financiero alemán “que controla en la sombra los contenidos informativos siempre progermánicos difundidos por buena parte de los medios de comunicación polacos”. Aunque confía en la capacidad democrática del país para depurar ese patio, añade con franqueza: “El PiS hace una política a favor de los intereses de los polacos. Lo mismo que hace el Gobierno de Alemania con sus bancos o el de España con sus intereses económicos en América Latina. ¿Por qué a nosotros nos critican tanto?”.

En Polonia, como ocurre en la mayor parte de países que formaron parte del bloque soviético durante 44 años, sus ciudadanos han pasado de la fe comunista al miedo al otro, y del brillo cegador del mercado libre a la búsqueda de un patriotismo que les ampare, incluso con reminiscencias mitológicas. Grzegorz Szymanski dice que en las últimas elecciones votó al PiS “aunque eso no significa que esté de acuerdo con el carácter religioso que ese partido trata de imprimir a la vida colectiva pese a considerarme profundamente católico”.

En Polonia, como ocurre en la mayor parte de países que formaron parte del bloque soviético durante 44 años, sus ciudadanos han pasado de la fe comunista al miedo al otro

En esta tarde primaveral, Szymanski señala algunos de los nuevos edificios emblemáticos que no hacen sino difuminar los contrastes urbanísticos, algunos brutales y obscenos, que muestra Varsovia. Escribe el ensayista rumano Emil Cioran, que “cada uno está encerrado detrás de unos barrotes más o menos visibles”. Los de los polacos oscilan hoy entre el vendaval de su historia y el huracán del porvenir. No muy lejos del melancólico monumento levantado en honor de los héroes del alzamiento contra los nazis, en la Plaza Krasinskich, muy cerca del Warsaw Spire y de Frontex, Grzegorz Szymanski espera el tranvía para regresar a su casa. “La II Guerra Mundial fue una desgracia y el comunismo sólo nos trajo una penuria atroz, pero hoy Polonia vive un crecimiento económico potente. Al final, eso es lo importante”, se despide con una sonrisa.

Muranow es el barrio de Varsovia con mayor proyección. Es algo más que el símbolo de la nueva Polonia, un país que muestra el músculo de su moneda, el zloty, como una de las tantas paradojas que componen su destino. La más visible descansa en el piso 50 del imponente Warsaw Spire, una modernísima torre...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

9 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Mina

    El artículo me parece penoso y escrito sin ningún rigor. Gracias a Polska y Kartofel por sus opiniones esclarecedoras de la realidad del pueblo polaco.

    Hace 8 años

  2. Nada que defender

    Soy español y he vivido en Polonia. La verdad que el boom económico está ahí y es fácil tener un muy buen salario respecto a los precios dentro del país, si sales del país no tienes para mucho con un sueldo polaco. Por otra parte, me dio la impresión de que es una sociedad bastante atrasada y agresiva. El problema no es que el gobierno sea de derechas o de lo que quieran ser, el problema es que la mayoría de la sociedad pide a gritos y disfruta la represión contra algunas minorías: extranjeros, homosexuales, etcétera. Creo que sin ponerse en la piel de una persona del este, no se puede entender que una gran parte de esa sociedad sea feliz así.

    Hace 8 años

  3. kata

    Como se nota la educación pobre y escasa española.. Falta absoluta de información coherente. Le recomiendo primero informarse bien de lo que va a escribir. Parece mentira que se hable de 2 millones de polacos en reino unido, cuando hay un reguero incesante de españoles emigrando a toda Europa... Me refiero a un tal Rafa.... Ni idea entonces de los españoles que se piran de España, verdad? Y por cierto , no llegan ni alos tobillos en experiencias ni expertos a los polacos, a sí que que no hablen y que primero aprendan todo lo que sabe UN SOLO POLACO DE REINO UNIDO. Y luego que me cuente.

    Hace 8 años

  4. Michał Zięba

    Estimado autor, siendo polaco y viviendo en España me interesaría comentar dos cuestiones: el comentario sobre Oświęcim y la forma de escribir nombres polacos. En caso de Oświęcim, la ciudad ha sido polaca desde el siglo XV y nombrarla como "la antigua Auschwitz" no hace más que los lectores equivalen a la ciudad polaca con el infamoso campamento de concentración nazi (alemán). Para la sensibilidad que me parece que no solo yo tengo en Polonia, mucho más adecuado sería desarollar el comentario como "Oświęcim, ciudad polaca en que está el campamento de concentración nazi" para que el lector no piense que la ciudad sea polaca desde hace un rato o que los polacos sean los fundadores del infamoso campamento. Esto puede parecer una exageración, pero de verdad el conocimiento de los españoles sobre Polonia es muy,muy escaso. ****En cuanto a la forma de escribir nombres polacos que es incorrecta para MuranÓw, Beata SzydŁo, JarosŁaw KaczyŃski (en mayúscula los signos que se debería poner): los signos diácriticos polacos cumplen función de distingir los sonidos diferentes - no es el mismo sonido "n" polaco que "ń", igual que los sonidos casi correspondientes españoles representados por "n" y "ñ". Por lo tanto, si se quita los signos diácriticos se cambia unos sonidos por otros y,en suma, la pronuncia de la palabra. En efecto, los españoles ni tienen la idea que no saben pronunciar nuestros nombres y en vez de buscar la pronuncia de "ę", "ą", "ó", "ż" etc. o explicar a su interlocutor polaco que allí pone un "e" con tilde, producen sonidos diferentes y resulta para un polaco difícil entender a que se refieren.

    Hace 8 años

  5. Rafa

    Polonia tiene 2 millones, repito, 2 millones de emigrantes sólo en Reino Unido. Si no quieren atenerse a los acuerdos comunitarios, respeto a la separación de poderes, respeto a los repartos de refugiados, respeto a la libertad de expresión, lo mejor es echarlos y que esos 2 millones de emigrantes vuelvan a casa. Así verán lo que es probar su propia medicina. O bien pueden tragar saliva y bajarse los pantalones, porque no están en condiciones de exigir, cuando otros países están dando trabajo a muchos de sus desesperados ciudadanos.

    Hace 8 años

  6. Judío antisionista

    Dicen que la historia se repite y parece ser verdad. Al fin de la primera guerra mundial se deshicieron los imperios ruso, austrohúngaro y otomano y los pueblos que estaban sometidos a ellos alcanzaron su independencia. Pero el fervor independentista e identitario dieron origen a que algunos de esos nuevos países derivaran hacia actitudes racistas y fascistoides. Y en algo que me concierne y me importa, cuando a fines del siglo XIX esos pueblos estaban luchando por tener un estado propio, Theodor Herzl creyó que los judíos éramos uno más de ellos y creó el sionismo político. Y todos somos testigos de en qué terminó esto. El nacionalismo es un arma de doble filo, parecería tener buena imagen pero no siempre sus consecuencias son deseables.

    Hace 8 años

  7. Polska

    Demasiados fallos en este texto que demuestran que el autor ni siquiera ha hecho un esfuerzo mínimo de documentación sobre Polonia. El primer error y uno de los más graves, es el comentado por Kartofel. Auchswitz es el nombre en alemán de la ciudad polaca de Oświęcim, cercana a Kraków. Además, en la matanza de Katyn llevadas a cabo por la URSS después que esta invadiera parte de Polonia en 1939, fueron ejecutados alrededor de 22.000 polacos, no 12.000 como dice el texto, la mayoría de ellos miembros destacados de la sociedad polaca de la época. También me gustaría aclarar que los polacos, fue uno de los pueblos que más se hn opuesto al sistema comunista, y donde menos simpatizantes tenía dentro de los países del bloque soviético. La URSS tuvo que hacer un proceso mucho más intensivo, mediante la repression de los disidentes, en Polonia tras la II Guerra Mundial para implantar el comunismo que incluso en la propia Rusia. Llega a tal punto que es uno de los primero países del mundo que ha prohibido tanto los símbolos y la apologia del comunismo. Por otro lado, la sociedad polaca en su mayoría no quiere inmigrantes, principalmente musulmanes, no porque piensen que traen enfermedades. Esta fue una frase que pronuncio, junto a otras, acerca de los inmigrantes sirios Kaczynski, durante la campaña electoral al parlamento. Diferentes encuestas, así como la opiniones que podía haber obtenido el autor hablando con gente de diferentes ciudades y pueblos polacos, muestran un rechazo generalizado a los inmigrantes musulmanes. Si no recuerdo mal, en la última encuesta hecha pública, el 68% de los polacos no querían aceptar ningún inmigrante, fuera cual fuera la religion profesada, un 21% aceptaría acoger inmigrantes, siempre que estos fueran al menos cristianos, preferiblemente católicos y el restante 11% aceptaría inmigrantes, cual fuese su religion. Entre los motivos que alegan ese 89% que se oponen a inmigrantes musulmanes son que los inmigrantes musulamnes no se adaptan a la sociedad polaca, no que traigan enfermedades. Los polacos no tiene tantos pelos en la lengua como sus homólogos más al oeste, pues durante mucho tiempo vivieron en un sistema comunista que aplastaba cualquier tipo de disidencia con las ideas del partido, y ahora desean poder hablar en libertad. Podría seguir, pero creo que ya he dado ejemplos en los cuales el texto no se ajusta a la historia y realidad polaca.

    Hace 8 años

  8. Kartofel

    Estimado autor: antes de escribir crónicas es aconsejable documentarse debidamente, especialmente al hablar de países extranjeros que nos pueden ser desconocidos. La antigua Auchswitz es solo el nombre germanizado de la antigua Oświęcim la auténtica, ya que existe como ciudad desde 1.272. Y como ése se pueden ver varios errors más en su texto. Una lástima de viaje. Saludos

    Hace 8 años

  9. Nestor Omarx Santos

    El Oso Ruso tendra que levantarse nuevamente contra las hordas fascistas de la Europa "civilizada"...

    Hace 8 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí