Jóvenes, trabajadores y pobres
Uno de cada cuatro jóvenes ocupados de España se encuentra por debajo del umbral de la pobreza
Patricia J. Garcinuño 8/06/2016
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Conseguir un puesto de trabajo sigue sin ser garantía de independencia económica: el porcentaje de trabajadores pobres en España ha ascendido de un 14,2% a un 14,8%, según el informe anual Análisis y perspectivas 2016 de la Fundación Foessa de Cáritas. Uno de los colectivos más perjudicados es la población joven: una de cada cuatro personas ocupadas de menos de 30 años se encontraba por debajo del umbral de la pobreza en 2014, datos que recoge el último Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (primer semestre de 2015).
Un claro ejemplo es el caso de Daniel. La semana pasada comenzó a trabajar en Telepizza. Con 27 años, y después de haber ido encadenando trabajos de pocos días ha encontrado algo que, se supone, durará más. Para él, acostumbrado a diseñar, pintar y esculpir en cualquier tipo de material, como aprendió durante cinco años en la facultad de Bellas Artes, lo de darle forma a una pizza no tiene ningún misterio. Cada semana le dicen qué días le toca trabajar. Libra dos, nunca seguidos ni durante el fin de semana y pueden llamarlo en cualquier momento para decirle que vaya.
En total gana 300 euros por 75 horas al mes. Con ese dinero pagará un billete de ida pero sin vuelta a Alemania, Holanda, Noruega… Aún no tiene decidido el destino, solo sabe que ahorrará unos cuantos meses y se irá y se sumará a los 50.844 españoles que decidieron abandonar el país en el primer semestre de 2015 –último dato divulgado en diciembre por el INE--, de los que 6.681 tienen entre 25 y 29 años.
Algo más optimista es Ana. En cinco años espera haber aprobado las oposiciones y estar trabajando como maestra. Mientras tanto, con la carrera de Educación Infantil ya terminada, se dedica a hacer devoluciones, instalar antivirus y volcar datos en una tienda de FNAC. Dice que allí son casi todos universitarios que han terminado y no tienen otra forma de ganarse la vida. Y, dentro de lo que cabe, se considera afortunada: desde diciembre es una de los 969.700 jóvenes menores de 30 años con contrato indefinido, 36.000 menos que el año pasado, según la EPA del primer trimestre de 2016 . También es cierto que le ha costado lo suyo: hace ya tiempo estuvo trabajando en la misma empresa pero en otro departamento distinto, donde no le ampliaron el contrato pasados los tres meses de periodo de prueba. Hasta seis meses después el teléfono no volvió a sonar.
El sueldo de Ana es de 300 euros. Trabaja 48 horas al mes o, al menos, eso es lo que pone en su contrato, porque siempre hace alguna más que no le pagan. De hecho, hace poco pasaron seis horas realizando el inventario de toda la tienda. Empezaron a las 7 de la mañana y, en principio, iban a salir a las cuatro de la tarde con media hora de descanso. Se les dio tan bien que incluso salieron antes, a la una. Seis horas sin remunerar. Ni siquiera se han planteado reclamar o acudir al comité de empresa por miedo a perder su puesto.
Pero situaciones así no se dan solo en el trabajo de Ana. Carlos trabaja en el restaurante de comida rápida Papizza. Hace unos días el encargado les dijo que debían trabajar cuatro horas más a la semana pero sin remunerar de forma alguna. En principio era algo totalmente voluntario, pero despidieron a quien no lo hizo. A él no le quedó otra que resignarse. "Pagan bien (1.070€ por 160 horas al mes, sin incluir estas últimas cuatro extra no remuneradas) y no puedo darme el lujo de rebelarme, tengo mucho que pagar", señala. Entre otras cosas, el alquiler del piso familiar en Madrid (600 euros al mes), el agua, la luz, el teléfono móvil y la comida para dos personas –su madre en paro y él, ahora que su hermana se va a vivir con su novio--. Hace ya seis meses que tuvieron que quitar internet de su casa y es probable que se cambien a un piso más barato.
Carlos, que vino de Colombia a los 15 años, tuvo que renunciar a la idea de ser odontólogo porque la economía cuando terminó los estudios obligatorios no era demasiado boyante en casa, así que entró a trabajar en un locutorio. “Ahí sí que me explotaban”, comenta. “De 11 de la mañana a 11 de la noche por 500 euros”. Ahora ha decidido apostar por una de sus pasiones: desde octubre combina el trabajo con un curso de fotografía profesional. Con su sueldo puede pagar todos los gastos, pero tendría que dejar de ir a clase de fotografía para llegar a fin de mes. Es la pescadilla que se muerde la cola: sin formación no suele haber buenos trabajos pero para pagar esa formación se necesita trabajar mucho.
También ha vuelto a la rutina de café y flexo Raúl, que cumplirá los 30 años en noviembre. Superando un poco la media de edad a la que los españoles dejan el hogar familiar --28,8 años-- ni se plantea independizarse. Está desde hace tres años como falso autónomo en una revista de coches. Al principio estaba contratado como redactor auxiliar, trabajando muchas horas, muy por encima de las 36 semanales que estipulaba su contrato. Al año hizo un informe con su aportación en la empresa durante ese año para pedir un aumento de sueldo y equipararse al de sus compañeros. No solamente no hubo aumento (cobraba 1.000 euros al mes), sino que se quedó sin contrato, perdiendo las pagas extra de ese año y parte de su sueldo por tener que pagar su propia Seguridad Social. Tras dos años y medio en esta situación, en septiembre del año pasado Raúl empezó a prepararse oposiciones y redujo su horario y su salario a la mitad a cambio de ser un verdadero autónomo. "Así por lo menos puede compatibilizarlo con estudiar", apunta.
Historias como estas son tristemente comunes, pero ponen de manifiesto que en la visión optimista que se intenta imponer desde el Gobierno y determinados sectores de nuestra sociedad se olvida a quienes, a pesar de trabajar, no les da para vivir de forma digna.
Conseguir un puesto de trabajo sigue sin ser garantía de independencia económica: el porcentaje de trabajadores pobres en España ha ascendido de un 14,2% a un 14,8%, según el informe anual Análisis y perspectivas 2016 de...
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Patricia J. Garcinuño
Periodista y proyecto de fotógrafa. Me crié en la Cadena SER. Ahora, en CTXT y en 'Murray Magazine'.
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