Las predicciones apuntaban a un sorpasso histórico. La nueva coalición aspiraba no ya a superar al Partido Socialista, algo que ya hicieran Podemos y Compromís unidos en 2015, sino a ser la primera fuerza política del País Valenciano. En el comienzo de la noche electoral circulaba un rumor: “Empatamos a 11 escaños con el PP pero les ganamos en votos”. La ilusión y las sonrisas se extendían por la Plaza del Pilar, donde las tres formaciones de la izquierda valenciana se dieron cita para el recuento.

Nada más lejos de la realidad. 917.398 de valencianas y valencianos votaron el domingo al PP, 72.263 personas más de las que lo hicieron en las elecciones de 2015. La corrupción, que pasó factura al partido de Camps, Rita o Fabra, parece haber retrocedido en el imaginario colectivo frente al miedo a los rojos. La derecha valenciana, símbolo durante años de escándalos relacionados con la financiación ilegal y cuna de chorizos, ha ganado 2 diputados.

La coalición que aspiraba a una victoria histórica obtuvo 655.895 votos, el 25.35 %. En esta ocasión, 2 + 2 no han sido 4 y mucho menos el esperado 5. En las elecciones de 2015, Compromís-Podem obtuvo 673.549, el 25,28% y Unidad Popular (Esquerra Unida), 111.963, el 4,20%. La suma exacta (785.512) tampoco implicaría el sorpasso al PP, pero habría sido un consuelo para las izquierdas valencianas porque justificaría una coalición hecha con mucho esfuerzo, muchas renuncias, muchas luchas internas y no pocas fricciones. Sin embargo, en la suma faltan 129.617 votos, una cantidad nada desdeñable En Alicante la suma de las fuerzas ahora coaligadas ascendía a 234.178 votos en 2015, anoche “A la valenciana” obtenía 192.165. En Castellón, la suma aritmética daba 84.046, el resultado de ayer fue de 71.860. En Valencia la suma habría dado 464.488 y la coalición obtenía anoche 391.870. ¿Dónde están estos votos?

Ciertamente, no se han ido al Partido Socialista, que obtenía anoche 537.983 votos, un 20.81%, que supone un ligero punto más que en las elecciones de diciembre de 2015. Un puñado más de votos, sí, pero un ascenso que permitirá al PSOE mantener la dignidad al frente del gobierno valenciano frente a lo que podía haber sido una derrota estrepitosa con resultados imprevisibles en términos de conformación de la coalición que gobierna la Comunidad.

La respuesta del fracaso (sí, no caben paños calientes si se pierden 129.617 votos) debe estar por tanto en la abstención. Esta sólo ha sido mínimamente superior 25.92% (0.8% más que en 2015) pero todo parece apuntar a que la derecha ha conseguido movilizar a su electorado, ese al cual le costó salir de casa para votar al partido de Camps y Rita Barberá y que ayer hizo caso al toque  a rebato de Rajoy “que vienen los rojos”. Mientras, las izquierdas han fallado en algún punto de la cadena de movilización, averiguar dónde y corregir es sin duda la tarea de los próximos tiempos.