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En el libro de Germán Huici, El Dios ausente. Iconografía y metafísica del capitalismo, que acaba de publicar Elba, sólo hay una mención de la revuelta/revolución del 68, y es en clave de desilusión.
El 68 pasó mucho antes de que él naciera, claro, pero su percepción me parece tan exacta, que me conmueve profundamente. Debo decir que a la altura del setenta, los que sí estábamos en aquello —o aquella cosa parecida que venía ocurriendo en España— ya sabíamos que allí no empezaba nada. Más bien, que terminaba un proceso de pocos, poquísimos años —quizá desde el 62— pero que el mundo no iba a ser igual ya más nunca. Así que sí empezaban cosas. Otra cosa es que nos gustaran, o que fueran lo que soñábamos.
Así que sí empezaban cosas. Otra cosa es que nos gustaran, o que fueran lo que soñábamos
Germán Huici (Madrid, 1981), que hace tres años publicó, con la misma editorial, Entre miradas, un libro deslumbrante que mira Obras de Arte, así con mayúsculas, y las pone en relación con otras, de tiempos y géneros diversos, de artisticidad no precisamente académica, y otras veces sí, nos entrega ahora lo que me dijo cuando estaba en ello: un libro sobre el dinero.
Y es un libro difícil de etiquetar, aunque brillantemente fácil de leer, porque responde en su estructura a una lógica nueva: a lo mejor, lo del rizoma, de Deleuze y Wattari, que parece ajustarse a nuestra mejor literatura y a buena parte de la vida social, explicaría la estructura de este libro, en el que hay una línea radical (de raíz) y subterránea (por debajo de cada capítulo) y van apareciendo los temas cruciales, como los espárragos asoman su cabecita loca en la tierra fría. Esa línea arterial es de carácter ético, es una arteria moral, y ahí está la primera grandeza de este libro, que tiene muchas.
Se extraña Germán Huici de que exista tan poca bibliografía sobre el dinero y se remonta al recién redescubierto Georges Simmell; éste, como va demostrando en sus páginas, el becerro de oro de la religión capitalista. Conste que él no habla nunca del becerro, pero éste es un artículo, y una sintetiza por donde puede. Y si hace la definición del capitalismo como religión, y del homo economicus como el fiel de esa enorme, gran iglesia, sumiso, racional (supuestamente), entregado a las liturgias del comercio, fiel, ahora como adjetivo, a las decisiones cada vez más exteriores, fiel a la creencia.
Porque el dinero es pura credibilidad, y al tiempo, es el único suelo firme del sistema. Hablará del dinero y el tabaco, que alguna vez fue, como la sal o los bulbos de tulipán, verdadero dinero, y claro, de la culpa. Hablará del dinero y el sexo, de la sustitución paralela a la de las cosas por el dinero, de los cuerpos por la imagen de los cuerpos. Hablará de la pérdida del sentido del placer, del cambio del deseo mediado por el espectáculo, de la gran religión del negocio. También hablará de la sacralización de los que deciden la economía, de sus dogmas incontestables, y también de la falacia que esconden en sus tripas. Porque Huici tiene un proyecto claro en este libro: deconstruir una ideología religiosa, el capitalismo, y mostrar las líneas maestras de su desmonte.
Así que es un libro inclasificable: perfectamente fundamentado en los procesos económicos, de largo vuelo en los pensamientos filosóficos, lleno de las referencias que le da una cultura más que cualificada, particularmente en el conocimiento de los clásicos (ya lo demostró en el terreno del arte en Entre miradas) y, además, con un lenguaje brillante y moderno, y sin que falten las referencias iconográficas que dan sentido a la cultura de su generación. El cine de masas (Terminator o Star Trek) el mundo del cómic, la publicidad o los logos y emblemas, como la manzana mordida de Apple que relaciona con la emblemática gnóstica, por poner sólo uno de los cien ejemplos sugerentes que llenan las páginas de este libro.
Pero además, es que está con los pies en el presente. La Madre de Todas las Crisis está en su motor de arranque, y se analiza críticamente todo el proceso, que fue económico pero también filosófico y también religioso. Esa exacerbación sagrada del sistema financiero. Y también está la chispa del 15M, ese movimiento de su generación del que arranca, quizá, el futuro, nuestro futuro.
Es pensamiento crítico, y no es raro que Walter Benjamin sea uno de los pensadores más citados a lo largo de la obra
Porque, y el capítulo de epílogo habla bien claro, este no es un libro narcisista y para que veamos lo bien que trabaja: no. Cuando en el epílogo titula: ¿Qué debemos hacer?, está llamando a la acción. Durante todo el libro ha convocado a la conciencia, a la lectura consciente de lo que nos pasa, de esa religión con dogmas y sacramentos a la que, sin adscribirnos, parecemos pertenecer. Y es una religión maldita. Ahora, sincera y honestamente, críticamente, plantea la necesidad de la acción. ¿Revolucionaria? Pues no lo sé. Quizá la desobediencia sea una de las claves, que responde a la pregunta dramática del por qué obedecemos.
Es puro pensamiento crítico, y no es raro que Walter Benjamin sea uno de los pensadores más citados a lo largo de la obra. Crítico, hasta los últimos acontecimientos, y alguna luz nos da para estos días de zozobra. En fin: ya veis que soy entusiasta. Este libro, escrito en el lenguaje culto pero desinhibido de los jóvenes de su generación, con muchas referencias al mundo de las redes sociales como no podía ser de otro modo, pero anchado en el análisis de los procesos históricos en los que bucea buscando lo verdadero, es seguramente, una de las muestras de ese recambio generacional que, estoy segura, ya va estando aquí. Obviamente, lo recomiendo vivamente.
En el libro de Germán Huici, El Dios ausente. Iconografía y metafísica del capitalismo, que acaba de publicar Elba, sólo hay una mención de la revuelta/revolución del 68, y es en clave de desilusión.
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Rosa Pereda
Es escritora, feminista y roja. Ha desempeñado muchos oficios, siempre con la cultura, y ha publicado una novela y un manojo de libros más. Pero lo que se siente de verdad es periodista.
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