Triunfa el golpe de los barones
“Nos han robado la esperanza"
Decenas de militantes socialistas pasan en 11 horas de la euforia a favor de Pedro Sánchez a la decepción tras conocer la caída de su líder
Gorka Castillo 1/10/2016
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Mientras se afinaban las voces de protesta y se enarbolaban carteles con una rosa desgajada, las bocas de acceso a la sede del PSOE se transformaron en una inexpugnable fortaleza frente a la carrera desatada por retransmitir en directo el juicio político más traumático del momento. En algo coincidían los cientos de militantes que durante más de 11 horas han ocupado la calle Ferraz para negar a Susana Díaz las razones de su asonada: “A Pedro Sánchez le elegimos las bases y seremos nosotros quienes le echaremos”. No fue así, pero al menos el PSOE ha redescubierto el profundo enraizamiento político de su militancia obrera, su pasión por el debate callejero.
Preparándose para lo peor, Nuria, una pedrista convencida de 73 años que en el último momento decidió comprarse un billete de AVE y llegar desde Barcelona a tiempo para la ceremonia, confesaba a primera hora de la mañana que si ganaban los susanistas“me borro del partido”. Era aún pronto para extender el certificado de defunción a quien se ha convertido en el héroe de aquellos militantes anónimos del PSOE que no quieren al PP “ni a Ciudadanos”. Como Nuria y como decenas de personas que pisaron la calle Ferraz por primera vez en su vida para contrarrestar la debilidad de su líder en la sala de máquinas del partido.
Gritos e insultos trataban de hacer más ingrata la entrada o salida del edificio a los inconfundibles miembros de la Ejecutiva. Eduardo Madina es abucheado. Miquel Iceta, por el contrario, aclamado. De Toledo ha llegado Tina, que descansa bajo la placa conmemorativa a Pablo Iglesias Posse, el fundador del partido hace 137 años, enfrascada en una apasionada discusión en torno a una pelea que acaba de producirse entre un veterano simpatizante y un tipo con pinta de joven apóstol que personificaba en Susana Díaz todos los males que corroen al socialismo español. Tina lo interpretaba con ironía, pero no parecía hacerle la menor gracia el suceso. “Aunque es una lucha de poder, también es una pelea entre la vieja y la nueva política”, exclama.
Las discusiones en el protestódromo de la calle Ferraz subieron de tono a medida que transcurría el día, y así siguieron. Cadena humana con hileras de manifestantes enarbolando pancartas que de forma inequívoca manifestaban su negativa a que la Ejecutiva facilite un gobierno del PP. “Traidores”, era una constante entre los más críticos con el sector susanista.
José ha llegado desde León dispuesto a dejarse hasta la última fibra de sus cuerdas vocales por Pedro Sánchez. “¿Quién le votará a Susana Díaz de Despeñaperros para arriba?”, preguntaba a voz en grito cada vez que pasaba a su lado uno de los miembros identificados de la Ejecutiva opuestos a su líder. Pero la derrota le ha descolocado. “Me negaré a colaborar en las elecciones. No romperé el carnet pero no votaré a una ejecutiva con estos traidores al frente”, concluye cabizbajo.
“¿Quién le votará a Susana Díaz de Despeñaperros para arriba?”
Reme, militante socialista desde la juventud, lanza una gran duda hacia el cielo tras casi 12 horas de espera a la puerta de la sede central del PSOE: “Hay algo en todo esto que no me están contando sobre los motivos que han forzado esta ruptura”, dice con evidente síntomas de amargura al escuchar que el golpe de timón contra Sánchez ha concluido. El acorralado secretario general ha capitulado ante los barones. Ya no es el líder de un partido histórico que ha quedado roto. ¿Serán capaces de suturar las heridas los nuevos dirigentes?
Sagrario, madrileña y “socialista hasta la médula”, cree que no. “Nos han robado la esperanza. Ya pueden sonreír tranquilos los burgueses como Felipe, que lo único que le importa es hacer buenos negocios con Slim. Estoy decepcionada. Conocí a Pedro Sánchez y es un hombre honrado, quizá fue un loco, pero ha sido fiel a la militancia que le eligió”. Una amiga le pasa la mano por la espalda con suavidad y le pregunta si quiere seguir hablando. Sagrario asiente. “Hemos sido derrotados por unos tramposos”. Baja la mirada y se aleja del ágora de encendidos debates que, como pasaba en las primeras décadas del siglo XX, hoy ha vuelto a ser esta calle de Ferraz.
Mientras se afinaban las voces de protesta y se enarbolaban carteles con una rosa desgajada, las bocas de acceso a la sede del PSOE se transformaron en una inexpugnable fortaleza frente a la carrera desatada por retransmitir en directo el juicio político más traumático del momento. En algo coincidían...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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