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1. La entrevista de Évole a Sánchez fue una buena entrevista. Entendiendo que, por aquí abajo, una buena entrevista no es tanto un recorrido, sino obstruir el recorrido previsto por el políticoZzzz local. En ese sentido, Sánchez habló de cosas de las que no calculaba, ni en sueños, hablar. Describió la presión política a la que se vio sometido por medios y empresas, en modo bla-bla-bla/Ay-qué-sufrimiento-más-malo. Pero, en lo que no estaba previsto por él, se vio obligado a citar —parcialmente, a la fuerza, para poder evitar decir algo concreto—, nombres de medios, de empresas y algún nombre propio y personal. En resumen, una confesión y un listado de nombres que no aportaban nada nuevo. Salvo la rareza de ser emitidos, de manera tardía -de manera sumamente tardía- por un político. Un político que, por otra parte, conoce las reglas del juego, las respeta y, como se supo al día siguiente —cuando se informó de que Sánchez, discretamente, había hablado con Telefónica/IBEX para negociar el trato recibido por El País/IBEX—, recurre a ellas con total naturalidad. Son el paisaje. Lo que no aporta nada nuevo, por cierto, acostumbra a aportar algo viejo.
2. ¿Qué aporta, entonces, un político que comparte las reglas y las usa, si bien ahora las sufre? Supongo que su sufrimiento. Es decir, una actitud. Sabemos que Sánchez ha perdido. Pero no sabemos del todo por qué. La versión oficial no es real. La oficiosa, que apunta a que Sánchez promovía una alianza, o algo sensiblemente inferior al palabro alianza, con Podemos e indepes, tampoco parece muy verosímil, pues al parecer no hubo contactos —al menos, las partes implicadas informan de que no hubo contactos sexy—, ni con Podemos ni con indepes. Saber el motivo de la expulsión de Sánchez es importante, porque ayudaría a entender su futuro. Es decir, sus ideas programáticas, qué PSOE pretende refundar. Es posible, no obstante, que no haya ninguna. O, traducido, que sólo aporte su bagaje ulterior. Haber chocado contra un aparato. Es decir que sólo aporte, tachán-tachán, una actitud.
3. Una actitud es mucho/es lo que hay, me temo, en la política que viene, y que no podrá formular sus razones en voz alta, pues ya no se relacionan con conceptos como democracia o bienestar. La ventana del cambio político se está cerrando. El paso por las instituciones de las nuevas izquierdas —y las viejas, ideológicas y beligerantes— no ha aportado, por ahora, política. Sólo ha aportado actitudes. La CUP, en el Parlament, ha aportado camisetas/actitudes. Podemos, desde su institucionalización, ha ido abandonando, pongamos, conceptos -conceptos que daban miedo a la UE hasta el punto de retrasar recortes-, a cambio de actitudes. La actitud, en fin, está repleta de futuro, al parecer. Es el futuro de la política cuando no se puede hacer política, esa cosa que llega nueva y empaquetada desde fuera. La prueba del algodón de que es una tesitura cargada de futuro, aceptada, con público, es que Letizia ha recurrido a ella el pasado domingo, cuando no asistió, por un compromiso-milonga, a la toma de posesión de Rajoy en Zarzuela. Exhibió una actitud diferenciada.
4. Abro paréntesis. Viene o no viene a tema, pero no puedo resistirme. Sobre la importancia progresiva de la actitud, esa cosa que comunican los profesionales de la política, para no explicitar sus políticas. Esta semana los medios ad-hoc han buscado actitudes hasta donde no las había. Es decir, han valorado como cambios de actitud el nuevo Gobierno de Rajoy, un piñón fijo. Un Gobierno sin atributos ni actitud, que responde a unas necesidades externas y a otras internas. Tan internas como que sólo se pueden leer, tal vez, como equilibrios de fuerza en el PP. Ha sido de traca, en fin, señalar que tres ministros responden a las exigencias de C's, ese partido-actitud. Cierro paréntesis.
5. No sabemos, insisto, lo que hay detrás de la actitud de Sánchez, poco diferenciada del pack PSOE, pues no sabemos —es posible que no lo sepamos nunca— qué puede negociar PSOE con Podemos e indepes —es decir, la ruptura—. Tampoco, snif, sabemos hasta qué punto Podemos e indepes son ruptura o son actitudes. Pero podemos hacer un molde. Es decir, ver cómo el PSOE ha pisado a Sánchez, y hacer un molde de yeso de esa huella. Quizás, Sánchez es lo opuesto a esa idea.
El paso por las instituciones de las nuevas izquierdas no ha aportado, por ahora, política. Sólo ha aportado camisetas/actitudes
6. Sabemos que a Sánchez le ha pisado un aparato. Que ha habido un conflicto entre un aparato y un cargo votado por la militancia. Sabemos que en la respuesta del aparato ha pesado Zapatero. Zapatero en su día tuvo tantos conflictos con PRISA que, a cambio de la concesión de un canal televisivo a Mediapro, consiguió un diario, que no entró en colisión con el Gobierno ZP. Lo que, a su vez, arreció en conflicto ZP con PRISA. Pues bien, ese conflicto, al parecer ha finalizado con el posicionamiento de ZP respecto a Sánchez. ¿Qué ha unido a ZP con PRISA? La gobernabilidad. Lo que ha pisado a Sánchez es, por tanto, la gobernabilidad. O, lo que es lo mismo, el orden. Es decir, los negocios. La huella de la pisada del aparato sobre Sánchez dibuja, simplemente, tal vez, el conflicto entre un aparato, sin conflicto alguno con la realidad, y un cargo, el de Sánchez, votado por la militancia que, si bien no iba a pactar con Podemos o indepes, era menos vertical que el aparato, y podía ser más flexible que el aparato en un solo punto. Llegar a unas terceras elecciones.
7. El conflicto con Sánchez ha sido un conflicto entre posicionamientos verticales y posicionamientos menos verticales. El conflicto, por cierto, no ha acabado. Prosigue entre PSOE y PSC. Por lo mismo y en la misma tesitura. Por lo visto, no finalizará hasta reconducir la relación PSOE-PSC hacia una menor autonomía.
8. El conflicto PSOE-Sánchez no ha sido ideológico. Se ha producido en la casilla anterior. Ha sido, como todo conflicto en esta etapa de la política española, democrático. Ha consistido en reducir y en acotar la democracia. Que hoy es menor y menos sorpresiva incluso en los partidos.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama).
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