Captura de pantalla de la cuenta de Twitter de Donald Trump.
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El secretario de Prensa entrante de la Casa Blanca, Sean Spicer, afirma: “Tuitee lo que tuitee, marcará el paso de las noticias”.
Ese es el problema, que al marcar el paso de las noticias, los tuidictos de Trump adquieren el poder de amenazas implícitas, como cuando, por ejemplo, impone sanciones a una empresa en concreto (Ford, General Motors, Carrier o Boeing); redirige la política exterior de manera unilateral (reconocer Taiwán, animar a Israel a que siga expandiéndose en Cisjordania, no defender la OTAN de la agresión rusa); desata la ira de sus seguidores contra algún crítico en particular (un sindicalista de Michigan, una adolescente de New Hampshire, un presentador de TV); provoca que los clientes o lectores boicoteen un medio de comunicación (CNN, el Arizona Republican, Saturday Night Live, el musical Hamilton); o presiona con elevados costes políticos a miembros republicanos del Congreso (por emprender una investigación contra Rusia, desbaratar una oficina de ética).
Se supone que los Estados Unidos se rigen por un gobierno de leyes, no edictos. Aun así, los tuits de Trump están adquiriendo poder a pesar de que no tienen carácter legislativo, ni tampoco son decretos (que pueden ser revisados y derrocados por los tribunales). Ni siquiera son las declaraciones de un presidente que emplea su “púlpito acosador” para expresar su opinión, puesto que se refieren a empresas y personas individuales.
Son arbitrarios, caprichosos y reflejan los antojos diarios de Donald Trump.
Y todavía no es ni presidente.
Los medios alegan que los pensamientos del presidente electo poseen un interés periodístico inherente. Los cojones. El único interés periodístico que tienen es que marcan el paso de las noticias, y esto es así porque los medios consideran que tienen interés periodístico.
Esta tautología puede volverse un círculo vicioso que resulte en una tiranía. Los medios deberían prestar menos atención a lo que tuitea Trump y más a lo que hace de verdad.
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Traducción de Álvaro San José.
Este artículo se publicó en inglés en Social Europe.
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Autor >
Robert Reich (Social Europe)
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