¡Vivan las vacaciones de los políticos!
Si el país fuese bien, se puede entender que se tomen un mes extra. Como si se van a hacer piragüismo a Canadá. Pero España tiene una serie de problemas que no se arreglan con la ociosidad
Jesús López-Medel 18/01/2017
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Una vez me dijo un catedrático que había tres razones por las que dedicarse a la universidad: julio, agosto y septiembre. Esto es, vacaciones amplias. Si un parlamentario (hay parlantes y no parlantes) fuera sincero, diría que entre los varios motivos para serlo hay otro: enero, julio, agosto y numerosas semanas de relajo.
Vacacionando desde navidades, no es que llegue Santa Claus con algún regalo sino con treinta días feriados más. Hasta febrero están ocupados en sí mismos pero eso de trabajo parlamentario, nada.
A Rajoy le debe estar viniendo muy bien este enero vacacional en sus progresos para acudir a las olimpiadas en la prueba de marcha campo a través (con estilo), aunque lleva un tiempo desaparecido. Al astur y a la inductora sultana con sonrisa peligrosa les vale para prolongar lo máximo posible la Gestora que ha venido a sustituir al PSOE o, al menos, a preparar su desembarco. Naufragio a la vista.
A los podemitas en seguir afilando las armas, por supuesto con cariño, paz y sonrisas al encuentro fraternal de Vistalegre, donde las hostilidades fraternales saldrán aún más que en la felicitación navideña que el líder envió a su segundo. ¡Ah! me olvidaba! C´s también existe aunque sea irrelevante pero este enero les está valiendo para seguir en su línea: la inanidad. Ya lograron lo que querían (con ayuda de Pablo Iglesias) y que Begoña Villacís reveló: impedir un pacto PSOE-PP y así siguiese quien quería sus promotores.
¡Cómo están descansando sus señorías desde mediados de diciembre!
Está previsto en la Constitución que los dos periodos de sesiones son de febrero a junio y de septiembre a diciembre. Aunque hay que entenderlo como un mínimo. También lo expresan los Reglamentos de las Cámaras, pero estos establecen la posibilidad de habilitar sesiones y poder llevar a cabo plenos, comisiones, mecanismos de control oral, etc. Pues bien, nada de nada.
Si el país fuese bien, se puede entender que se tomen el mes de vacaciones extra. Como si se van a hacer piragüismo a Canadá. Pero España tiene una serie de problemas que no se arreglan con la ociosidad.
La efectividad de lo sentenciado en Luxemburgo sobre la devolución retroactiva de lo indebidamente cobrado en las cláusulas suelo. La gran incertidumbre (aumentada por la inacción) de lo que pueden ser las pensiones a medio plazo. La no ejecución de la Ley de Dependencia. Por otro lado, siguen incrementándose las víctimas de violencia de género y no pasa nada. Eso por citar algunas de las muchas cuestiones de fondo pendientes. ¡Pues nada, vacaciones!
Pero para la casta política eso no es relevante como para tomar vacaciones larguísimas. Pero lo que es peor es que estos comportamientos ociosos al ciudadano no le preocupan ni le afectan. Tiene asumido que su clase dirigente es así y lo acepta. Sólo algún periodista o articulista hablamos de ello pero al pueblo… le resbala. Y luego quieren quejarse…
Antonio Hernando lleva un descanso prolongado lo cual agradecemos por salud mental. El otro Hernando, el del PP, igual. ¡Qué paz! De Alberto Garzón no volvió a saberse desde que encontró cobijo acomodado en junio. De Rivera, solo estaba para declaraciones solemnísimas y enero es mala época para extender las alas como pavo real. Hace frío.
Pero aún es más lamentable esa querencia vacacional por el hecho de que hubiesen sido cerradas las Cámaras durante un año. Desde el 20-D a la formación de un nuevo gobierno, el anterior dirigido por Rajoy ha estado en funciones. Y como el Gobierno estaba en funciones, esa misma interinidad se trasladó sin base legal a las Cortes. El Congreso (el Senado es como si no hubiese existido nunca) no ha tenido actividad en un año. La delegada del Gobierno en el Congreso (antes denominado presidente/a) hace fantásticamente su papel… y los demás se dejan.
¡Y ahora, a poco de constituirse las Cortes, zas! Vacaciones blancas por un mes y medio. De antes de Navidad a primero de febrero. ¡Qué energía! ¡Qué vigor! Y eso que estamos en un sistema parlamentario según la Constitución (RIP)…
Vaya avidez de trabajar. ¿Alguien de la ciudadanía se queja? No. Al parecer, uno de los motivos es el ombliguismo. Resulta que una de las supuestas razones para no trabajar (pero cobrar sí) en enero es que el mes próximo tienen cónclaves, o concilios o consejos pastorales.
Resulta que quien lo tiene más pendiente es el PSOE. Pues lo dejan para junio (imagino un mayo festivo). El PP no celebra congreso. ¿Para qué? Esperanza se va a quedar con las ganas. Pero ahora, nada. Habrá una convención donde habrá muchos focos, atrezzo y aplausómetro.
En C´s no habrá quien se enfrente al líder natural y saldrá por aclamación y rodeado de acompañantes caracterizados por su belleza telegénica. Y lo de Podemos lleva camino de acabar con emoción y hay que agradecerles que podamos asistir a una de Bruce Willis donde no queda ni el apuntador. El panorama es el de rojo-sangre. Por cierto, estos de la “nueva política” se van adaptando rapidísimamente a una concepción del Parlamento sin relieve. ¡Les gustan también las vacaciones!
Yo no me siento muy feliz de que tras haberles pagado con mis impuestos un año sin trabajar ahora hayan decidido prolongar sus vacaciones. Y luego volveremos a votar, la gran mayoría por los mismos. Marca España.
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Jesús López-Medel
Es abogado del Estado. Autor del Libro “Calidad democrática. Partidos políticos, instituciones contaminadas. 1978-2024” (Ed. Mayo 2024). Ha sido observador de la Organización de Estados Americanos (OEA) y presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Democracia de la OSCE.
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