Tribuna
Posverdades y primarias socialistas
La insistencia en el declive electoral de Pedro Sánchez y en su pretensión de ‘romper’ España y el PSOE y de ‘podemizar’ el partido son cuatro ejemplos de cómo se intenta cristalizar con beligerancia una imagen interesada y falsa del candidato
Manuel Escudero 12/04/2017
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En un reportaje de investigación, Cómo la tecnología altera la verdad, Katharine Viner aseguraba que “en la era digital es más fácil que nunca publicar información falsa que se comparte y es tomada por verdad rápidamente”. Y añadía algo revelador: narraba cómo Arron Banks, el mayor donante del UKIP y de la campaña Leave.Eu, confesó que su bando sabía desde el principio que los hechos no les darían la victoria. “Había que adoptar un acercamiento mediático al estilo americano —dijo Banks—. Lo que ellos dijeron al principio fue ‘los hechos no funcionan’, y es cierto. Los partidarios de quedarse mostraron hechos, hechos, hechos, hechos, hechos. Eso no funciona. Tienes que conectar con la gente emocionalmente. Ese es el éxito de Trump”.
Luego vinieron los Diccionarios de Oxford nombrando la “posverdad” palabra del año 2016, y hoy todos vivimos conscientes de esa siniestra realidad. La diferencia entre la era predigital y la actual es notoria: antes los medios, aunque no tenían por qué contar la verdad, sí debían narrar cosas que fueran creíbles, lo que implicaba una cierta necesidad de apuntalar las informaciones con hechos verificables. Pero en la era de la posverdad se delega la credibilidad en los que reciben las noticias. Como aseguraba Viner, “depende de la gente que recibe la noticia si le da credibilidad o no”, y eso ocurre por el número de clics que la información en cuestión obtenga, o el número de medios que la repliquen.
Mi reacción ante la era de la posverdad es beligerante. Hay que rebelarse contra ella, porque no hacerlo equivale a echar por la borda los valores de la Ilustración, que se fundamentan en una búsqueda apasionada de la verdad.
Hay que rebelarse contra la posverdad, porque no hacerlo equivale a echar por la borda los valores de la Ilustración, que se fundamentan en una búsqueda apasionada de la verdad
Si la posverdad debe de ser rechazada como una tendencia corrosiva, la política de la posverdad aún más. El padre del concepto, David Roberts, lo explicaba así: se supone que los votantes a) examinan los hechos, b) sacan conclusiones sobre ellos, c) se posicionan respecto a los diferentes temas basados en esas conclusiones y d) escogen un partido político que comparta esas propuestas. Pero hay evidencia de que está emergiendo un modo diametralmente opuesto de conducta en los votantes: a) eligen una tribu o un partido basados en identidades compartidas, b) adoptan las propuestas de la tribu, c) desarrollan argumentos para darles razonabilidad y d) finalmente, escogen algunos hechos para reafirmar los argumentos. Ese es, exactamente, el camino de la “política identitaria” que, sin ningún rubor moral, eligieron los partidarios del Brexit y también Trump.
Uno de los corolarios más importantes de esta caracterización no es que la política de la posverdad se base en mentiras. Es peor que eso: es que lo que importa es la identidad de la que se parte, y lo que menos importa son los hechos que la sustenten, sean verdaderos o falsos.
Por eso, como una cuestión básica de moralidad pública, los progresistas hemos de ser, más que nunca, amantes de la verdad.
Trasladado esto a un ámbito concreto: es crucial que el PSOE, ahora embarcado en un conflicto muy polarizado sobre liderazgo y línea política, evite contaminarse de toda traza de posverdad durante el próximo mes y medio. Sin embargo, se ha intentado tejer en la opinión pública de modo interesado una imagen del candidato Pedro Sánchez y de su proyecto político que no está basada en hechos demostrables. Y me permitirán que enuncie algunos.
El proyecto político de Pedro Sánchez es 100% constitucionalista, se fundamenta en la Constitución
1.- Quiere romper España. Si nos atenemos a los hechos, el proyecto político de Pedro Sánchez es 100% constitucionalista, se fundamenta en la Constitución, en su artículo segundo, que establece la unidad de España, compuesta por nacionalidades y regiones. Definir esa unidad como de carácter plurinacional no significa otra cosa que utilizar el término que todo constitucionalista podría usar para definir las nacionalidades: son naciones culturales. Y esto no es que lo diga Pedro Sánchez ahora. Ya lo dijo Gregorio Peces-Barba, socialista y padre de la Constitución, al asegurar que "no hay más que una nación soberana que es España, que es además el poder constituyente", pero puede haber unas "naciones culturales, que no son soberanas". "Son naciones culturales porque tienen una cultura diferenciada, además de participar de la cultura castellana, que es la cultura común de todos". Europa contiene más de 100 naciones culturales que conviven en sus respectivos Estados. Afirmar el carácter plurinacional de España no puede violentar a nadie porque el término no avanza ni un ápice respecto a lo que establece la Constitución, pero sí acomoda y reafirma las especificidades culturales existentes dentro del marco de la realidad de España.
2.- Va a “podemizar” el PSOE. Esto también está en las antípodas de la verdad. Es precisamente el proyecto político de Pedro Sánchez el único que establece serias distancias respecto a la concepción política vigente hoy en Podemos. Los socialistas, asegura, no se parecen ni se van a parecer a Podemos ni en sus principios, ni en su concepción de las reformas, ni en la mayoría de sus propuestas políticas, ni en su posición respecto a cómo integrar España, ni, incluso de modo más nuclear, en relación a la democracia. Dicho de otro modo, afirma taxativamente que son diferentes. También señala que el hecho de ser diferentes no significa que la mejor táctica con el vecino sea el aniquilamiento mutuo. Y propone, eso sí, y lejos de las pasadas fallidas experiencias de las grandes coaliciones entre conservadores y socialdemócratas tanto en la Unión Europea como en diversos países europeos, una línea alternativa a construir en el tiempo: en primer lugar, en Europa, avanzando hacia una nueva Coalición Progresista. Y en España, comenzando por el acercamiento a los sindicatos, la vuelta al trabajo en la sociedad con las organizaciones progresistas y el avance hacia una alianza de progreso como la única alternativa realista para vencer a la derecha.
El hecho de ser diferentes no significa que la mejor táctica con el vecino sea el aniquilamiento mutuo
3.- Va a romper el PSOE. A nadie se le puede escapar que lo que está ocurriendo en el PSOE tiene dos tiempos bien definidos. El primero es el de una contienda electoral de primarias, donde lo lógico es poner en primer plano las especificidades de cada candidato. Pero el segundo tiempo es tan importante como el primero y consiste en, una vez declarado el resultado electoral, la integración para recomponer la cohesión y la unidad, imprescindible para una acción política con mínimas garantías de éxito. Eso es lo que hará sin lugar a dudas cualquiera de los tres candidatos si gana las primarias. El argumento tipo posverdad de que Pedro Sánchez está provocando una fractura se está construyendo de un modo muy peculiar: las descalificaciones continuas a su candidatura por parte de algunos notables han ido subiendo de tono hasta amenazar con suspender sus futuras carreras políticas supeditándolas a los resultados de las primarias. El argumento es muy insidioso, porque no depende de que Pedro Sánchez esté causando una fractura con su conducta sino de que su misma presencia en la contienda induce a la otra parte a crear un clima de fractura.
4.- No ha tenido buenos resultados electorales. Este último elemento tampoco está avalado por los hechos. El declive electoral socialista comenzó en 2011 con Rubalcaba, con quien el PSOE perdió 4,3 millones de votos. La caída electoral en las elecciones autonómicas también comenzó ese año. El peor resultado en la reciente historia democrática se sitúa en las elecciones europeas de 2014 con 3.596.324 votos y Valenciano encabezando el cartel. Y si bien en las elecciones generales de 2015, con Podemos y Ciudadanos como nuevos entrantes en la competición electoral, se pierden 6,7 puntos respecto a 2011, también en 2015 se da una tendencia similar a la baja en todas las CCAA (Andalucía, -4,09; Castilla La Mancha, -7,29; Extremadura, -1,99; Aragón, -7,61; País Valenciano, -7,55; Asturias, -5,56). Finalmente, en las elecciones de 2016, el PSOE pierde 122.000 votos, de ellos casi 90.000 en Andalucía, aunque se sube del 22% al 22,67%, evitando el sorpasso de Podemos. Para cualquier persona amante de los hechos, el declive socialista comenzó en 2011; con Pedro Sánchez se perdieron votos en 2015, aunque por debajo de lo que ocurrió en las autonómicas en la mayoría de CCAA y con una diferencia muy poco notable frente a la candidata Susana Díaz. No hay razones para hablar, a la hora de elegir entre candidatos alternativos hoy, de candidatos electoralmente perdedores y ganadores. Y sí hay razones para señalar que en el haber de Pedro Sánchez está haber conseguido detener la hemorragia y evitar el sorpasso. Si lo importante es apoyar conclusiones en hechos, entonces más sensato parece interrogarse sobre las razones políticas de fondo del declive socialista, que centrar la reflexión en líderes que, por razón de sus hechos electorales, vayan a facilitar al PSOE una milagrosa remontada.
El declive electoral socialista comenzó en 2011 con Rubalcaba, con quien el PSOE perdió 4,3 millones de votos
Con esto se cierra el retrato: cuatro posverdades que, como las cuatro patas de una mesa en la que se busca influir en la opinión pública, intentan con beligerancia cristalizar una imagen interesada y falsa de un candidato.
Como antes se señalaba, la ética de la izquierda no puede tener otra base que la búsqueda apasionada de la verdad. Nada que se construya sobre la posverdad hará posible una vuelta a la hegemonía política, y electoral, del socialismo español. Adicionalmente, si por fin el debate despojado de estos elementos insidiosos vuelve a cauces racionales, nos encontraremos con el meollo verdadero de la cuestión: la elección de un candidato no por las posverdades que se le quieran atribuir sino por los proyectos políticos que represente. En tal contienda, independientemente de quién resulte vencedor, lo que sí está claro es que ganará el socialismo español.
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Manuel Escudero. Economista. Es uno de los autores de la ponencia económica de la candidatura de Pedro Sánchez.
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