Autónomos en lista de espera
Son 3,1 millones de personas en España. Dos de cada tres se jubilan con 667 euros de media. Los partidos prometieron ocuparse de ellos. Pero la cosa pinta fea en el Parlamento
Esteban Ordóñez Madrid , 24/05/2017
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Se habían alineado los planetas. Las circunstancias indicaban que la actual sería la legislatura de los autónomos. El colectivo, por primera vez, vio que algunas de sus reivindicaciones más apremiantes aparecían, aunque con matices, en los programas de varios partidos (PSOE, Cs, UP) que, después de las elecciones, reunieron la mayoría suficiente en el Congreso. Pasan los meses y las iniciativas y los primeros acuerdos que afloran sugieren una voluntad política a medio gas. A veces, en el Parlamento, cuando algo se califica como urgente quiere decir que se hará todo lo posible por ralentizarlo. La ley de medidas urgentes del trabajo autónomo presentada por Ciudadanos se ha limitado a colocar unos cuantos puntos de sutura de papel en tajos que no son, precisamente, aquellos por los que más se desangran los trabajadores por cuenta propia.
María José Landaburu, secretaria general de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE), desconfía: “De momento, lo que vemos es que unas medidas urgentes van para casi un año y que se van parando cada vez más”. En su análisis ha primado la crítica desde el inicio: “Son medidas aisladas que pueden ser favorables, pero que en ningún caso constituyen la clave de bóveda de las necesidades”. La medida estrella con que trata de condecorarse Ciudadanos es la ampliación de seis meses a un año de la cuota bonificada de 50 euros para los nuevos autónomos. Una de las reivindicaciones históricas del colectivo era sustituir el sistema actual (que obliga a todos los autónomos a pagar, con la base de cotización mínima, 275 euros al mes) por uno de cuotas en función de los ingresos netos. La correlación de fuerzas permitía acometer esa iniciativa.
Los programas electorales de tres de los cuatro principales partidos sonaban bien. Podemos, el PSOE y Ciudadanos abogaban por aliviar el peso de las cuotas que pagan los 3,1 millones de autónomos cifrados en abril, e instalar mecanismos que dependieran de la facturación y los ingresos netos. En cambio, en la tramitación de la ley de medidas urgentes, los de Rivera han preferido pactar con el Partido Popular. En consecuencia, por el momento, se ha emprendido la opción de reforma más deficiente. Ocurre igual en el caso de los recargos por no pagar la cuota mensual. Ciudadanos, en su proposición de ley inicial, planteaba una penalización progresiva: el primer mes un 3%, el segundo un 5%, el tercero un 10% y el cuarto un 20%. Sin embargo, el acuerdo reduce el cambio al ridículo: se queda en un 10% la primera vez y, a partir de ahí, un 20%. Prácticamente la misma situación de partida en la que se paga un 20% desde la primera demora. “Pasó la campaña electoral, las propuestas se fueron desinflando poco a poco hasta llegar a estas medidas que podrían haber ido en un decreto absurdo del ministerio”, lamenta Landaburu.
Para comprender la gravedad de la normativa actual y el castigo que inflige a las personas que sufren altos niveles de precariedad, hay que desterrar algunos clichés. Los autónomos no sólo son empresarios y propietarios, sino, sobre todo, trabajadores. Como recuerda Carlos Bravo, secretario de Protección Social y Políticas de CCOO, “unos dos tercios de los autónomos son trabajadores normales y corrientes”. Desde que irrumpió la crisis, el trabajo por cuenta propia ha sido la única escapatoria para parados arrancados del mercado laboral y jóvenes incapaces de incorporarse a él. “La huida hacia el trabajo autónomo es algo que permite maquillar el paro y, además, presentarlo como emprendimiento”, analiza Bravo. “Al final”, continúa, “es una manera de exteriorizar servicios para evitar obligaciones en materia de cotizaciones y evitar costes de extinción de contratos a base de construir una relación mercantil ficticia”. Una paradoja perversa: los trabajadores desaparecen por culpa de una crisis y de una reforma laboral atroz, dejan de ser un engorro porque, al inscribirse como autónomos, pierden prestaciones y protección social y, a la vez, el Gobierno que ha impulsado su ruina los incluye dentro de las cifras que le sirven para vanagloriarse y construir un discurso de éxito: hay bonanza y confianza, todo va bien, los españoles se lanzan a emprender.
Desde que irrumpió la crisis, el trabajo por cuenta propia ha sido la única escapatoria para parados arrancados del mercado laboral y jóvenes incapaces de incorporarse a él
El resultado es que, como informan desde CCOO, entre ocho y nueve de cada diez inscritos no alcanzan los dos años de actividad. “En lugar de un fomento del trabajo autónomo bien asentado y con proyecto, inician una actividad con un nivel de soporte y conocimiento limitados”. A la desesperada. Los representantes del sector piden asesoramiento, orientación, ayuda en la financiación, medidas de segunda oportunidad en caso de agotamiento de la actividad y sistemas de cotización que permitan una protección social y unas pensiones equiparables a las del trabajo por cuenta ajena (dos de cada tres autónomos se jubilan con una pensión que roza el umbral de la pobreza: 667 euros). El resorte defensivo, curativo, salta: Es un espejismo, les quedan esas pensiones porque prefieren esquivar la seguridad social y cultivar un plan de pensiones privado. Pero cómo van a sostener un plan quienes no llegan a fin de mes. Ninguna de las medidas del pacto entre Ciudadanos y PP, calificadas como urgentes (recuérdese), ataja estas deficiencias.
La desigualdad en el universo del autónomo se padece en dos direcciones. Hacia afuera, en comparación con el trabajo por cuenta ajena; y hacia dentro, con un sistema que beneficia escandalosamente a quienes más ganan y asfixia a los más pobres. Eduardo Abad, secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), lo explica: “Un trabajador por cuenta propia quiosquero tiene la misma obligación de cotización que uno propietario de una notaría en el centro de Madrid”. Quienes facturan 800 euros al mes deben abonar una cuota de 275 euros; los que alcanzan los 3.000 o 4.000 euros pueden, del mismo modo, aportar sólo esa cantidad. Desde UPTA plantean obligar a quienes ingresen más de 40.000 euros anuales a pagar, al menos, el doble de la base mínima. “Es una fórmula muy sencilla, no inventamos nada; es la que ya tienen los trabajadores por cuenta ajena, que cotizan en función del salario. El mayor esfuerzo contributivo debe recaer sobre el que más gana”, señala Abad.
Quienes facturan 800 euros al mes deben abonar una cuota de 275 euros; los que alcanzan los 3.000 o 4.000 euros pueden, del mismo modo, aportar sólo esa cantidad
La excusa eterna para no implementar una cuota progresiva incide en la dificultad técnica. “En Zambia, quizás, pero no en la España del siglo XXI, en la sociedad de la comunicación y la información”, ironiza Landaburu, que detecta un fondo ideológico en este empeño por mantener la injusticia del sistema. “En la medida en que los autónomos tengan que cotizar por ingresos reales, hay una parte de ese colectivo que tendrá que pagar mucho más, y a lo mejor es la parte que interesa a quienes defienden esta postura”, reflexiona. “Hay gente ganando millones que puede cotizar por la mínima”, insiste. El sistema de los trabajadores por cuenta propia es uno de los pozos de desigualdad y perpetuación (y de legitimación) de la precariedad que agujerean el mercado laboral.
La ley de medidas urgentes de Ciudadanos parece una oportunidad perdida. Aun así, el sector la acepta: mejor eso que nada. Ahora, el colectivo invierte sus esfuerzos en solucionar los verdaderos déficits estructurales a través de la subcomisión de reforma del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) que hay en marcha en el Congreso. “Todo lo que no podamos meter en la ley irá en la subcomisión, queremos un sistema sostenible y eso debe debatirse en profundidad”, reclama Abad. El equilibrio de fuerzas parlamentarias, y con más determinación después de los cambios dentro del PSOE, nos empujaría a pronosticar que en el corto plazo se habrá solventado el drama de los autónomos; pero si los de Rivera siguen imantados por el PP, la reforma, de nuevo, solo servirá para fingir movimiento mientras, en lo fundamental, todo sigue quieto. Quieto, aquí, y casi siempre, significa premiar al que más tiene.
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Esteban Ordóñez
Es periodista. Creador del blog Manjar de hormiga. Colabora en El estado mental y Negratinta, entre otros.
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