Juan Soto Ivars / Autor de ‘Arden las redes’
“En la poscensura nos callamos por miedo a nuestros amigos”
Ángeles Caballero 4/07/2017
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--Oye, Juan, ¿tú no temes estar convirtiéndote en Paula Echevarría?
--¿A qué te refieres?
--Pues a que estás en todas partes.
Escribe libros, publica en El Confidencial, colabora con otras publicaciones como Papel, el suplemento dominical de El Mundo, y está en Fundéu, en Twitter y en Facebook. Juan Soto Ivars es murciano (Águilas, 1985), vive en Barcelona y se ha pedido una caña (habrá una segunda) en el Pepe Botella, uno de los supuestos templos de la madrileña Plaza del Dos de Mayo. De fondo suena el I wanna dance with somebody de Whitney Houston (estamos en Malasaña, ¿qué invento es éste?), una cantante que tuvo la fortuna de no hacerse viral con ninguno de sus éxitos ni de sus polémicas.
Soto Ivars, escritor y periodista, está de promoción por su libro Arden las redes (Editorial Debate), un ensayo en el que habla de poscensura y de una guerra cultural en la que da la voz a las víctimas. Él, sin embargo, no se considera dentro de este grupo, aunque reconoce que está en un momento de su vida profesional en el que criticarle da puntos.
la consecuencia más grave, dice, no es que linchen a la gente. Lo peor, recalca, son todas las voces que desaparecen del debate público
“Cuando se mete conmigo la extrema derecha, cuando toco los cojones por mi postura con el asunto catalán, porque yo estoy a favor de un referéndum pactado, me da igual. Pero cuando hablo de feminismo y cojo un poco de aquí y un poco de allá, porque no acepto el bloque y discuto cosas, intentando ser poco destructivo y las respuestas que recibo son de machirulo para arriba, me da pena porque creo que es un tema que se debería discutir más. Y no quiero que pase lo que en Estados Unidos, que se acaba produciendo una escisión dentro donde la tercera ola del feminismo se acaba convirtiendo en una yihad digital en constante vigilancia”, dice.
Su compañero de El Confidencial Marcos Lamelas tiene una teoría al respecto del papel de Soto Ivars en el columnismo español. “Hay un argumento geográfico en todo esto. Los jóvenes columnistas tipo Jabois, Bustos, Amón… tienen una añoranza del café Gijón y de una idea de España que se ha disuelto. Juan se ha ido a Cataluña a defender una idea de España moderna, demócrata, molona y cipotuda… es un replicante enviado a planetas exteriores para defender el imperio”.
En el libro se habla de víctimas, de las de verdad, como María Frisa, una autora de libros infantiles sin presencia en redes sociales a la que una tarde de sábado de 2016, durante la sobremesa de una comida con amigos, su hija le comunicó que era trending topic y no precisamente por halagos (fue acusada de fomentar el bullying por un libro que escribió en 2012 titulado 75 maneras de sobrevivir en el instituto). “Simplemente escribió un libro gamberro con el lenguaje que usan los adolescentes, pero hay casos peores, como el de aquel profesor antitaurino que perdió su trabajo y quedó totalmente manchado, ha sido el único testimonio que no he podido encontrar. Y ése es un ciudadano de a pie, común, al que se le ha tragado la tierra”, añade.
Pero la consecuencia más grave, dice, no es que linchen a la gente. Porque al final se trata de que un sistema de justicia paralela y arbitraria crea una historia para contar en los periódicos. El linchamiento como pura narrativa. Lo peor, recalca, son todas las voces que desaparecen del debate público. Los que están de acuerdo con algo pero no lo dicen por si se malinterpreta. “Esto es lo que me parece peligroso, que por miedo a pelearte con los tuyos tiendes a callarte”.
Tendríamos que tener clara una cosa, dice, y es que el hecho de que alguien piense algo no se convierte de inmediato en una agresión a todo lo demás. Jorge Cremades tiene chistes machistas, afirma, pero comparados con los de El Club de la Comedia hay bastante similitud. ¿Por qué contra uno y no contra los otros? “En estos escuadrones de vigilancia prima la facilidad, la comodidad y marcar a un personaje haga lo que haga. Después de su linchamiento Cremades cambió el guión de la obra de teatro porque empezaron a boicotearle, y ahora mismo no tiene chistes de pareja, es una obra blanca. Pero lo van a seguir considerando el hombre que hace chistes machistas”.
Tienes a Sostres, por ejemplo, que es un monolito facha, y tienes a… Montero, que es un monolito de la izquierda. Y luego el resto está en medio, lleno de grises que no somos tan coherentes
Segunda caña (también para la que escribe) y Soto Ivars, que ya viene con el pelo suelto de casa, se suelta también la lengua. “Me fui de El País de una forma un poco sonada, pero ese hecho se omite en determinadas biografías hostiles. Prefieren decir que un día defendí a Ciudadanos, que otro día me metí con las feministas. Es muy fácil empaquetar. Pero esto no me pasa a mí. Lo hacen con todo el mundo. Tienes a Sostres, por ejemplo, que es un monolito. Un monolito facha, y tienes a… Irene Montero, que es un monolito de la izquierda. Son figuras coherentes, y luego el resto está en medio, lleno de grises que no somos tan coherentes. Y tu periódico, que ideológicamente es de izquierdas pero creo que hay bastante diversidad de opiniones, se empaqueta en el Pravda. Y no se lee, ya lo sabemos, es el Pravda”. Da un sorbo a la cerveza.
Afirma varias veces durante la conversación que en la poscensura callamos por miedo a nuestros amigos, no a nuestros enemigos. Porque tenemos miedo de que nos llamen traidores, que nos digan que hemos cambiado de bando, los intereses ocultos. A los militantes de todas las guerras culturales los denomina pueblerinos digitales. “Estamos copiando el modelo de Cataluña, que ya ocurría desde hace unos años. ¿Eres independentista o españolista? Era irreconciliable ya poco antes del Procés. Entraba hasta el idioma, el periódico que lees y el equipo de fútbol. Si tenías alguno se daba por hecho que tenías los demás. Los izquierdistas que defienden los toros están entre la espada y la pared. ¿Te gusta Calamaro? Ah, entonces eres machista. Bueno, y Sabina”. Asegura que la corrección política exacerba las tensiones, porque crea dos lenguajes paralelos: el de la élite cultural de izquierdas bien hablante y el de la gente común que sigue escuchando a Camela.
Cabe preguntarse el papel de los medios de comunicación en esta guerra de bandos. Para Soto Ivars, nos hemos arrodillado ante las redes sociales. “Conozco a articulistas que dan a sus lectores lo que sus lectores quieren de ellos porque tienen miedo a traicionarles. Los lectores son muy putos, así que hay periodistas que permanecen fieles a la dictadura del tuiteriado”. A estas alturas aún hay patatas fritas y aceitunas sobre la mesa. Ni rastro de cerveza. Ya va por la segunda edición del libro.
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Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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