Los Verdaderos Finlandeses: populismo del Estado de bienestar
La historia de esta formación, que se escindió en 2017, es la historia de dos partidos: uno que mantiene viva la tradicional defensa de lo rural y otro de vocación xenófoba y neofascista
Ilona Lahdelma 11/07/2017
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El Partido de los Finlandeses, fundado en 1995, sigue siendo una anomalía en el esquema europeo de partidos de extrema derecha. Mientras que sus equivalentes franceses, austríacos, suecos y húngaros, entre otros, adoptaron un tono abiertamente hostil y agresivo, que en algunos casos limita con el neonazismo, el Partido de los Finlandeses se presenta más bien como un partido de sentido común que defiende los intereses de la gente corriente. Siempre fue euroescéptico y contrario a la inmigración, pero no tanto por motivos ideológicos sino porque se oponía a políticas que situarían a los “finlandeses corrientes” en el terreno de los perdedores frente a la globalización. Sin embargo, la dirección del partido, que representa esta corriente “blanda”, comenzó a tener problemas constantes con el ala dura del partido, que consideraba las posiciones antiinmigración como la piedra angular de la ideología del partido. Con el tiempo, el ala dura se impuso y el resultado fue una crisis de gobierno. ¿Cómo se llegó a esto?
Populismo rural contra urbano
La clave para entender el populismo de Finlandia es entender que sus raíces se sitúan en el Partido Rural de Finlandia (Suomen Maaseudun Puolue), fundado en 1959, mucho antes de que comenzara la inmigración. El líder del partido, Veikko Vennamo fue el pionero del populismo finlandés al poner en el punto de mira a los “lores de Helsinki” que, según él, ignoraban constantemente a la “trabajadora y auténtica gente de Finlandia” y conspiraban en su contra. Vennamo siempre criticó muy duramente al presidente Kekkonen, que gobernó al país durante las décadas de la Guerra Fría como si fuera un emperador democráticamente elegido. Para Vennamo el problema era también el partido de Kekkonen, el Partido del Centro, que pasó de ser agrícola a un partido centrista en 1965 para intentar establecerse en las ciudades, pero que aparentemente descuidó a la población rural. Para contrarrestar este descuido, Vennamo fundó un movimiento político de izquierdas por su indignación contra la clase alta y dominante, y nacionalista por su admiración por la “gente”, entendida como la “nación verdadera”, tal y como se representa en la literatura romántica del siglo XIX: la gente del campo trabajadora, honesta y bien intencionada; diametralmente opuesta a la élite pícara y gobernante de las ciudades que solo busca su propio beneficio.
La vida del partido se extendió desde su fundación en 1950 hasta su bancarrota en 1995, y experimentó numerosos altibajos en el camino, entre los que se encuentra el haber conseguido un sorprendente 10,5% de los votos en las elecciones parlamentarias de 1970. La bancarrota de 1995 hizo posible que un recién llegado a la política ocupara ese vacío, Timo Soini, que fundó el partido Verdaderos Finlandeses (Perussuomalaiset). Más adelante, este nuevo partido cambiaría su nombre, en inglés, por el de Partido de los Finlandeses.
otros aspectos fundamentales del Partido de los Finlandeses eran el patriotismo y una oposición de izquierdas a las grandes empresas y a las élites, además de una determinación por favorecer la cultura finlandesa por encima del multiculturalismo
Soini, que tiene un máster en Política y que escribió su tesis sobre el populismo, se autodenominó el “muchacho instruido” (maisterisjätkä), y combinó así su pasado académico con un reclamo hacia la gente corriente de origen humilde. Soini fue miembro del Partido Rural de Finlandia poco antes de que desapareciera y ha admitido públicamente que Vennamo es un héroe para él. Al ser su fundador y el primer miembro del Partido de los Finlandeses, Soini fue su líder durante 20 años. Bajo su liderazgo, el partido defendió políticas económicas de izquierda y apoyó con vehemencia un tipo de estado del bienestar basado en valores tradiciones y conservadores. El énfasis de Soini en los valores cristianos se correspondía muy bien con su fe católica, aunque era un elemento bastante sorprendente en un país compuesto mayoritariamente por luteranos. Sin embargo, Soini utilizó su fe católica para demostrar su oposición a valores liberales como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo. De esta manera, una de las cosas que lo hacían ser, en cierto modo, poco finlandés se convirtió en la piedra angular de su partido: un firme compromiso con los valores familiares tradicionales. Los otros aspectos fundamentales del Partido de los Finlandeses eran el patriotismo y una oposición de izquierdas a las grandes empresas y a las élites, además de una determinación por favorecer la cultura finlandesa por encima del multiculturalismo.
De acuerdo con la línea oficial y tradicional del Partido de los Finlandeses, el principal blanco de las críticas no eran los inmigrantes o las políticas migratorias, sino el Partido Verde y sus valores liberales progresistas, que buscaban promover una agenda multicultural. En este posicionamiento también se podría leer entre líneas una cierta oposición a los inmigrantes y a la inmigración, pero era más bien algo que estaba implícito en su defensa del patriotismo y de un estado del bienestar chovinista, que algo que dijeran explícitamente. La herencia de Vennamo y su énfasis en la población rural, con menos estudios y menos privilegios, marginados por la élite urbana internacional, fue la línea oficial del partido incluso cuando empezaron a llegar a Finlandia cifras récord de inmigrantes y solicitantes de asilo. En ese sentido, el Partido de los Finlandeses difiere considerablemente del partido de los Demócratas Suecos, que se fundó más tarde, en 1988, con planteamientos explícitamente racistas como respuesta a una creciente multietnicidad en Suecia. No obstante, el número cada vez mayor de inmigrantes que llegaba a Finlandia hizo que el tema de la inmigración encontrara un hueco en la agenda del partido y el Partido Finlandés comenzó a tener cada vez más miembros provenientes de los márgenes de la extrema derecha. Estos miembros no se caracterizaban solo por oponerse a la inmigración, sino que en ocasiones también estaban en contacto directo con organizaciones neonazis.
En resumidas cuentas, Soini tuvo que enfrentarse como líder a algo que su antecesor Vennamo nunca tuvo que hacer frente: la inmigración. Durante la época de Vennamo, Finlandia era un país emigrante, en el que decenas de miles de personas se marchaban a Suecia para conseguir una vida mejor. Durante la época de Soini, Finlandia se convirtió en un país acogedor al que llegaban decenas de miles de refugiados, primero de Somalia y luego de Oriente Próximo. Aunque las cifras no son muy elevadas, la asimilación de personas con culturas considerablemente diferentes dentro de una sociedad como la finlandesa, que es más bien homogénea, ha dado lugar a un comportamiento político concreto conocido como “escepticismo migratorio” (maahanmuuttokriittisyys) que, aunque hace referencia en exclusiva al deseo de disminuir el número de inmigrantes en el país o a cuestionar la efectividad de la actual política migratoria, también se ha convertido en un término políticamente correcto para referirse al racismo en política.
Historia de dos partidos – cómo el Partido de los Finlandeses se dividió en dos
Esta corriente de sentimientos hostiles hacia los inmigrantes, que llega incluso a negar rotundamente la dignidad humana de las personas de otras razas, penetró en el Partido de los Finlandeses cuando creció su electorado y, por consiguiente, su número de diputados. En 2007, el partido tenía 5 diputados de un total de 200 en el Parlamento, pero en 2011 sorprendió al país con un incremento de 34 diputados adicionales y se convirtió en el tercer partido más votado del país, con un 19% del voto nacional. Aunque el partido estaba dirigido por el sólido y carismático Soini, y centraba su programa sobre todo en los asuntos anteriormente mencionados de luchar contra la pobreza y hacer campaña en favor de los valores sociales conservadores, entre los nuevos diputados había candidatos que hicieron campaña con programas antiinmigración e incluso con polémicos mensajes racistas. Esto fue posible a causa del sistema electoral preferencial de listas abiertas que favorece en exceso a candidatos individuales, según el cual, una vez que el partido nomina a un candidato, este depende única y exclusivamente de su popularidad electoral. Un ejemplo de este tipo de diputados electos es Jussi Halla-aho, un investigador universitario que escribe un blog sumamente polémico llamado Notas desde un oeste que se va a pique.
Este blog incluye declaraciones tan infames como por ejemplo la que afirma desear que una mujer liberal sea violada por una banda de inmigrantes, o declaraciones en las que se aleja del programa tradicional pro pobres del Partido de los Finlandeses para afirmar que “el valor de un ser humano está en relación directa con el valor del trabajo que realiza”. Halla-aho salió elegido en la lista del Partido de los Finlandeses con un total de 15.074 votos y se convirtió en la segunda persona con más votos en su distrito electoral de Helsinki.
El Partido de los Finlandeses, que celebraba la victoria de 2011, se convertía en un grupo bastante heterogéneo que mezclaba un viejo populismo rural con urbanitas críticos con la inmigración y el multiculturalismo
Desde ese momento, el mismo Partido de los Finlandeses, que celebraba la victoria de 2011, también se convertía en un grupo bastante heterogéneo que mezclaba un viejo populismo rural con urbanitas críticos con la inmigración y el multiculturalismo. Estas dos corrientes no eran en absoluto excluyentes, pero pronto resultó evidente que unos diputados centraban sus acciones en promover políticas asistenciales en favor de los pobres y en oponerse al matrimonio gay, mientras que otros se centraban en disminuir al máximo y lo antes posible el número de inmigrantes. En las elecciones parlamentarias de 2015 el partido mantuvo en gran parte su popularidad y acabó formando un gobierno de coalición con el Partido del Centro y el partido de derechas Coalición Nacional. A raíz de esa coalición, el Partido de los Finlandeses consiguió cuatro ministerios y Soini consiguió los cargos de ministro de Exteriores y viceprimer ministro.
Aunque el partido en su conjunto estaba de acuerdo en reducir la cuota de refugiados, los diputados más moderados que estaban bajo la dirección de Soini se vieron en la situación de tener que explicar los comentarios y actividades racistas conectadas con grupos neonazis de sus compañeros de partido, y llegaron hasta el extremo de expulsar temporalmente a algunos miembros del partido. La dirección del partido y los ministros también tuvieron que explicar en numerosas ocasiones a sus bases contrarias a la inmigración por qué el partido no solo no había reducido el número de inmigrantes, sino que, por el contrario, había incrementado de manera significativa las cuotas de refugiados, una decisión conjunta del gobierno de coalición como consecuencia de la crisis europea de refugiados que tuvo lugar en 2015/2016. La tensión dentro del partido se fue incrementando a medida que crecía la insubordinación del ala dura contraria a la inmigración. Asimismo, ocupar cargos ministeriales hizo que se les viera cada vez más como miembros de esa élite que ellos mismos criticaban, y proporcionó el contexto para que se produjera una renovación del partido.
En marzo de 2017, Soini declaró que tras 20 años a la cabeza del partido, no se presentaría a la reelección durante la Asamblea General del partido que tendría lugar en junio. Soini prefería como sucesor a Sampo Terho, el antiguo Ministro de Europa, Deporte y Cultura, pero el claro favorito era el anteriormente mencionado Jussi Halla-aho, y su visión frontalmente opuesta a la inmigración y directamente racista. El 10 de junio, la Asamblea General eligió con una clara mayoría a Halla-aho como nuevo líder del partido. Cuando el cambio de dirección del partido era inminente, el gobierno de Finlandia pasaba de la noche a la mañana a incluir un partido con opiniones demasiado contundentes que los otros dos miembros de la coalición no compartían. La consecuencia fue la implosión del gobierno y unas aparentemente inevitables nuevas elecciones, hasta que los antiguos moderados sorprendieron a todo el mundo dándose de baja como miembros del Partido de los Finlandeses y formando su propio movimiento político. Como todos los ministros y otros 16 diputados se sumaron a esta iniciativa, el gobierno pudo mantener su composición, además de la mayoría parlamentaria, por lo que las nuevas elecciones resultaron innecesarias.
El nuevo grupo se autodenominó en un principio “La nueva alternativa”, pero unos días más tarde cambió su nombre por el de “El futuro azul”. Según el ministro Terho, el nombre hace referencia a “estabilidad, paz y patriotismo” y es un movimiento de “alegría y esperanza”. Terho también explicó que el nuevo partido giraría en torno a la idea de “respeto a la humanidad” y confianza en “la gente finlandesa y su capacidad de sacar adelante a Finlandia”. La definición que hace Terho del partido es reveladora, puesto que al enfatizar la humanidad pretende distanciarse lo máximo posible del ala dura de Hall-aho. El acento sobre el patriotismo y la gente finlandesa son claros ecos del nacionalismo de a pie del Partido de los Finlandeses y su predecesor el Partido Rural. Sin embargo, al producirse la victoria electoral de las ideas contrarias a la inmigración, habrá que ver hasta dónde puede llegar en Finlandia el populismo “humano” de calle. Por otra parte está Halla-aho, un investigador con un doctorado que vive en el barrio más caro de Helsinki, que defiende políticas económicas neoliberales, y que lidera un partido que hasta ahora se mostraba como el abanderado de la gente corriente y los pobres.
Hoy en día, la historia del Partido de los Finlandeses es la historia de dos partidos: uno que mantiene viva la tradición rural del partido y otro que se suma al club europeo de extrema derecha, caracterizado por una manifiesta vocación xenófoba y neofascista. No obstante, los dos partidos están estrechamente relacionados, puesto que el primero dio cobijo y espacio al segundo para que pudiera crecer y ser lo suficientemente fuerte como para hacerse con el mando del partido. En ese sentido, la Asamblea General del 10 de junio fue un auténtico parricidio, ya que la nueva generación asesinó a su creador. Aunque el resultado, en lugar de conseguir arrebatar el control del partido, han sido dos partidos de extrema derecha: uno nacionalista, patriótico, que defiende el Estado de bienestar y que es implícitamente xenófobo, y otro partido de línea dura, manifiestamente xenófobo y monotemático en su antimulticulturalismo. Está por ver qué concepción cala más entre el electorado de cara a las elecciones de 2019, y así podremos evaluar de forma retrospectiva cuál de las dos visiones es la que ha estado proporcionando el empuje electoral que el partido ha disfrutado hasta el momento.
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Traducción de Álvaro San José
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Ilona Lahdelma
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