1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

CTXT necesita 3.000 suscriptores más para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

El filtro burbuja: ¿‘Un mundo feliz’?

Vivimos en internet, somos datos para miles de algoritmos y las grandes empresas hacen negocio con ellos. La personalización de los contenidos crea un entorno ficticio afín a nuestras ideas. Pero hay resistencia. La libertad está en juego

Vanesa Jiménez / José Luis Marín 13/07/2017

FURIBUNDO

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
¡Cuán bella es la humanidad! Oh mundo feliz,
en el que vive gente así.
La Tempestad, Capítulo V

Durante cuatro meses de 1932 Aldous Huxley escribió Un mundo feliz, su novela más famosa, una ficción distópica sobre una sociedad sometida por la ciencia a la satisfacción plena. Aquel cosmos de cultivos humanos, predestinación y ausencia de libre albedrío se fraguó en una época en la que los totalitarismos pugnaban por dominar una parte del mundo. Cerebros condicionados y ayudados por el soma, una droga ideada para curar la melancolía (“si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma: medio gramo para una de asueto, un gramo para fin de semana, dos gramos para viajar al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna”), componían la sociedad perfecta con la que Huxley ironizó contra las tiranías. Aquel mundo feliz era ciencia ficción. Sí. Pero también apuntaba futuros posibles. La vida digital nos está acercando a algunos de ellos. 

Hace varias semanas se publicó en español The Filter Bubble. What The Internet Is Hiding From You (Penguin), una investigación de Eli Pariser (Maine, Estados Unidos, 1980) sobre cómo los grandes sitios de internet en los que buscamos información, nos relacionamos y nos informamos iniciaron el camino de la personalización de contenidos y, con él, el de la recopilación de nuestros datos personales. De “cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos”.

El libro arranca con una fecha, el 4 de diciembre de 2009. Aquel día, sin apenas difusión, Google cambió su algoritmo de búsqueda: “Búsquedas personalizadas para todos”, tituló un blog tecnológico. Hasta entonces, el criterio principal era el del Pagerank —el nombre viene del de uno de los fundadores de Google, Larry Page—, una serie de fórmulas que permitían asignar relevancia a los documentos de forma numérica. La pauta de pertinencia para el buscador era el número de enlaces de otras páginas. Y la lógica era pensar que todos veíamos los mismos resultados ante la misma búsqueda. 

el gran buscador se convirtió en millones de buscadores distintos. Empezábamos a encontrar lo que somos según los datos que Google conoce de nosotros

El algoritmo de Google y el librero de Amazon

A finales de 2009, Google modificó su algoritmo para mostrar aquello que cree estamos buscando. En aquel cambio —la compañía llega a variar su motor más de 500 veces al año, aunque muy pocas veces la transformación es importante— sus ingenieros introdujeron una serie de indicadores personales (búsquedas anteriores, lugar de conexión, tipo de navegador…) y el gran buscador se convirtió en millones de buscadores distintos. Empezábamos a encontrar lo que somos según los datos que Google conoce de nosotros. Pero, ¿y si buscamos algo diferente? O, ¿por qué nunca veremos aquello que a priori no nos interesa? El filtro burbuja —acuñado por Pariser— comenzaba a configurarse. 

El funcionamiento es sencillo: si buscas esto, la próxima vez te daré lo mismo. Si normalmente lees o compartes noticias de determinados medios, verás estos medios en tus redes. Si lees un libro o ves una película, la próxima vez tendrás destacado al mismo autor o director, o algunos similares. Si sueles viajar de Madrid a Londres encontrarás ofertas de vuelos personalizadas… 

También predestinamos y condicionamos. Decantamos nuestros críos como seres humanos socializados [...] Observen, crecerán con lo que los psicólogos solían llamar un odio instintivo hacia los libros y hacia las flores. Reflejos condicionados definitivamente. Estarán a salvo de la botánica y de los libros para toda su vida.

Un mundo feliz. Capítulo II.

Los contenidos adaptados de Google, pero también de Facebook, Apple, Amazon, Netflix o de muchos sitios de noticias permiten un mundo feliz individual, un caudal inmenso de información que nos representa, con la que nos sentimos cómodos. En la burbuja de filtros no vemos aquello que el programa establece que no nos interesa. Tampoco somos conscientes de que esa información existe, o de que puede que haya algo importante que nos estemos perdiendo. Y, sin esa otra visión, sin esa experiencia crítica, el mundo de pronto se hace mucho más pequeño; con la ficción añadida de creer que tenemos un acceso libre y colosal a lo que ocurre.

— Para lo que está destinado, sí. — Se encogió de hombros Helmholtz—. Pero su destino, ¡es tan poco trascendente! ¿De qué sirve que te penetre un artículo sobre un Canto de Comunidad, o la última mejora en los órganos de perfumes? Además, ¿es posible hacer que las palabras sean penetrantes como los rayos X cuando se escribe acerca de cosas como éstas? ¿Cabe decir algo acerca de nada? A fin de cuentas, éste es el problema.

Un mundo feliz. Capítulo VI

El cambio en Google fue, según Pariser, el inicio de la personalización masiva, pero fue Jezz Bezos con Amazon el primero que supo explotar la idea de la relevancia. La esencia de su proyecto se resumía en una frase que el magnate —hoy dueño de The Washington Post y tercer hombre más rico del mundo según la lista Forbes— repetía: “Quiero devolver la venta de libros por internet a los tiempos en que uno iba a la librería de toda la vida y el librero, que te conocía perfectamente, te decía: ‘Sé que te gusta John Irving y acaba de salir un nuevo escritor que me lo recuerda mucho. Creo que este libro te va a gustar”.

Desde el principio, Amazon fue una librería con personalización incorporada. En 1997 vendió el primer millón de libros. En 2001 consiguió su primer trimestre de beneficio neto. Y en los tres primeros meses de este año, su cifra de negocio alcanzó los 32.720 millones de euros, un 22,6% más respecto al mismo periodo de 2016. 

— ¿Por qué, en lugar de esto, no les permite leer Otelo?
— Ya se lo he dicho: es antiguo. Además, no lo entenderían.

                            Un mundo feliz. Capítulo XVI

 

Acxiom, los datos y el 11S

La ficción utópica de acceso absoluto al todo tiene otro atractivo añadido: el gratis casi total. No solo tengo lo que quiero, además lo tengo de forma gratuita o por muy poco. La rentabilidad está en un elemento que no es evidente pero que podemos intuir, y son nuestros datos personales. En el negocio de la información personal no solo están las compañías tecnológicas más reconocibles. Pariser destaca en su libro a Acxiom, una empresa desconocida para el gran público que controla los datos del 96% de los hogares estadounidenses y de 700 millones de personas de todo el mundo. Saben sus nombres, sus direcciones, sus facturas, si toman algún medicamento, si tienen mascota…

Acxiom buscó en sus enormes bases de datos y resultó que sabía más sobre 11 de los 19 secuestradores que el Gobierno de Estados Unidos

Durante la mayor parte de su vida, Acxiom ha mantenido un perfil bajo, pero tras el 11S jugó un papel público importante. Según cuenta Pariser en su libro, el 14 de septiembre de 2001, pocas horas después de que se hicieran públicos los nombres de los terroristas, el FBI recibió la llamada de un antiguo funcionario de la Casa Blanca que en ese momento era directivo de Acxiom. A partir de ahí la empresa buscó en sus enormes bases de datos y resultó que sabía más sobre 11 de los 19 secuestradores que el Gobierno de Estados Unidos. 

Acxiom explica en su web que “proporciona la Base de Datos —así en mayúscula— a los mejores vendedores del mundo”. Y añade: “Creemos que los datos son la clave para crear interacciones significativas a escala entre los consumidores y las marcas que aman”.

En febrero de este año, la compañía, con sede en Conway, Arkansas, anunció el cese de sus operaciones en España por las “estrictas leyes sobre protección de datos”. “Ha sido extremadamente difícil desarrollar y vender nuestras soluciones de una forma comercialmente viable”, explicó la empresa en un comunicado. 

 

— Mi joven y querido amigo — dijo Mustafá Mond—, la civilización no tiene ninguna necesidad de nobleza ni de heroísmo. Ambas cosas son síntomas de ineficacia política. En una sociedad debidamente organizada como la nuestra, nadie tiene la menor oportunidad de comportarse noble y heroicamente. Las condiciones deben hacerse del todo inestables antes de que surja tal oportunidad. Donde hay guerras, donde hay una dualidad de lealtades, donde hay tentaciones que resistir, objetos de amor por los cuales luchar o que defender, allá, es evidente, la nobleza y el heroísmo tienen algún sentido. Pero actualmente no hay guerras. Se toman todas las precauciones posibles para evitar que cualquiera pueda amar demasiado a otra persona.

Un mundo feliz. Capítulo XVII


El grafo social

En la primera conferencia mundial auspiciada por Facebook, celebrada en San Francisco el 24 de mayo de 2007, Mark Zuckerberg, fundador de la compañía, lanzó la idea del grafo social: el conjunto de relaciones de cada persona. Facebook no era la primera red social, pero sí la que antes utilizó un algoritmo de selección de noticias que recopilaba las actualizaciones de sus usuarios. “Estamos generando más noticias en un solo día para nuestros 19 millones de usuarios que las que generó cualquier otro medio de comunicación en toda su existencia”, proclamó Zuckerberg. 

En el Facebook más primitivo, el muro mostraba todo —o casi— lo que tus amigos compartían en su página. Pero esto fue pronto incontrolable por el volumen. Así nació un algoritmo basado en tres factores (afinidad, actualización y tiempo) que permitió acumular y discriminar información del usuario para que el sistema funcionase. Un ciclo infinito. Cuantos más datos se tengan, más sofisticados tienen que ser los algoritmos para organizarlos.

El 27 de junio de este año, Zuckerberg anunció en un post en Facebook que la comunidad había alcanzando oficialmente los dos mil millones de personas. “Estamos haciendo progresos conectando el mundo, y ahora lo vamos a acercar todos juntos. Es un honor estar en este viaje contigo”. El objetivo de la empresa que había creado trece años antes se estaba cumpliendo. Facebook ya está en casi todas partes. Su capacidad de censura también. 

 

— En suma — dijo Mustafá Mond—, usted reclama el derecho a ser desgraciado.
— Muy bien, de acuerdo — dijo el Salvaje, en tono de reto—. Reclamo el derecho a ser desgraciado.
— Esto, sin hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a pasar hambre, el derecho a ser piojoso, el derecho a vivir en el temor constante de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho a pillar un tifus; el derecho a ser atormentado.

Un mundo feliz. Capítulo XVII

 

Rompiendo las burbujas

En paralelo a los filtros burbuja ha nacido una especie de resistencia que empieza a crecer tanto como el enemigo a batir: desde simples bloqueadores de publicidad a prácticas de hackeo avanzadas. En el caso de Facebook y otras redes sociales, también existen herramientas para romper la imposición de los contenidos. 

Escape Your Bubble, desarrollada por el ingeniero neoyorquino Krishna Kaliannan, tiene como objetivo pinchar la burbuja que Facebook genera según la experiencia política de cada persona. Funciona gracias a una extensión de Google Chrome que reemplaza ciertos posts publicitarios por contenidos políticos de calidad contrarios a la filiación del usuario. En la herramienta se elige sobre qué partido político se quiere saber más —republicanos o demócratas— y se indica la postura que se tiene en torno a cuestiones sociales y económicas, además de la creencia (o no) religiosa. A partir de ahí, el muro mostrará distintas entradas, identificadas con una banda rosa y un logo de la herramienta —una especie de recordatorio de que tu filtro está siendo atravesado— con información que, por la experiencia y comportamiento, hubiese sido descartada o simplemente ocultada por el algoritmo.

Captura de pantalla 2017-07-12 a la(s) 17.15.35.png

La idea, muy simple, no deja de ser paradójica: a través de dos de los principales sistemas de filtros de Facebook, las extensiones de Google y el sistema de Ads (publicidad), se rompe el filtro mismo. 

Escape Your Bubble no es un caso aislado. Hay varias herramientas que comienzan a funcionar contra la uniformidad informativa. Flipfeed, una extensión desarrollada por el MIT Media Lab, permite que nuestras cuentas de Twitter tomen el feed —las fuentes, los seguidores o la información seleccionada— de otro usuario y que aparezca en nuestro perfil como propio. De esta forma, y también de acuerdo a una clasificación política de los usuarios, podemos ponernos en el lugar —y en el uso que hace de las redes— de personas alejadas ideológicamente. PolitEcho, que también funciona a través de un pluging de Chrome, ayuda a reconocer en Facebook los sesgos propios a través de una comparación con nuestros contactos. Algo así como una herramienta que categoriza y describe nuestra propia burbuja. 

los seguidores de Hillary Clinton estaban convencidos de la victoria de su candidata. No solo porque era lo que deseaban, sino porque su filtro burbuja se encargó de que esa fuese la ‘realidad’ que veían

El debate sobre la censura, el control y la direccionalidad de los contenidos en internet cobró especial relevancia tras la victoria de Donald Trump, cuando las redes se inundaron de noticias falsas y complejos entramados de hackeo e intromisión política. Lo más notorio fue, quizá, el convencimiento acérrimo que demostraron los seguidores de Hillary Clinton en la victoria de su candidata, incluso en los minutos inmediatamente previos a que se conociesen los resultados finales. No solo porque era lo que deseaban, sino porque su filtro burbuja se encargó de que esa fuese la ‘realidad’ que veían. 

A finales de 2015, Natalie Fenton, activista y profesora de Comunicación en Goldsmiths, University of London, reflexionaba en ese sentido en una entrevista publicada en CTXT: “Lejos de aumentar la participación política de todos, internet crea guetos políticos de los que ya están bien informados; afianza las desigualdades que existen offline. Esto me sucedió durante las elecciones del Reino Unido, donde me dejé seducir por esta idea de que en la tuitesfera y en Facebook todo se sentía bien, había un montón de buenos debates, se sentía cómo la izquierda iba ganando terreno. Pero, por supuesto, todo lo que estaba haciendo era hablar con mis amigos”. 

La censura de Facebook

Recientemente, la plataforma ProPublica ha revelado unos documentos internos de Facebook donde se recogen las pautas algorítmicas que la red social ha impuesto en sus mecanismos de censura. La función de esas reglas es, supuestamente, diferenciar los discursos de odio de la libertad de expresión –política– legítima. Sin embargo, el principal descubrimiento fue la discriminación a la que somete Facebook a sus usuarios en términos de protección. Mientras determinados colectivos —como los hombres blancos— son protegidos de los discursos de odio por la normativa, no ocurre lo mismo con otros grupos —por ejemplo, los menores negros—.

 

— ¡Noventa y seis mellizos trabajando en noventa y seis máquinas idénticas! — La voz del director casi temblaba de entusiasmo—. Sabemos muy bien adónde vamos. Por primera vez en la historia. — Citó la divisa planetaria-: Comunidad, Identidad, Estabilidad.

Un mundo feliz. Capítulo I

 

Según ProPublica, los documentos filtrados también sugieren que las normas que impone Facebook tienden a favorecer a determinadas élites o gobiernos frente al activismo de base o las minorías. En parte, esto supondría que los criterios de censura se configuran parcialmente según los intereses comerciales de la compañía, supeditada a la decisión —o amenaza— de determinados gobiernos de bloquear o no la red en sus territorios. Una de las reglas que aparece en esos informes –y que Facebook asegura no usar ya– prohíbe defender la violencia como forma de resistencia ante un Estado reconocido internacionalmente. Esto afectaría a Palestina, Crimea o el Sahara Occidental. 

El caso más llamativo en este sentido fue publicado por The Wall Street Journal el año pasado. Según el diario, la afirmación de Donald Trump de prohibir la inmigración musulmana al país no fue censurada por orden directa de Zuckerberg pese al duro debate que suscitó entre los propios empleados de la compañía, que alegaron que violaba las reglas del sitio sobre el discurso de odio.

Otro de los textos filtrados a ProPublica contiene un formulario de formación para que los reguladores de contenido de Facebook aprendan a aplicar las normas de censura. Ante la pregunta “¿qué grupo está protegido de los discursos de odio?”, se proponen tres posibilidades: “Mujeres al volante, niños negros u hombres blancos”. La respuesta correcta es ‘hombres blancos’. 

Sexo prohibido

El pasado mes de mayo, el diario británico The Guardian publicó una serie de reportajes —Facebook Files— en los que explicaba de forma detallada las normas internas, los comportamientos de moderación o la permisividad de la red con ciertos contenidos sensibles. Era la primera vez que se conocía, por ejemplo, la política de la compañía sobre contenidos sexuales. De la pornografía al desnudo en el arte. Uno de los documentos, relativo a las pautas de moderación, revelaba que en Facebook se puede publicar “quiero follarte”, pero sin ningún detalle concreto. Una fuente interna lo explicaba así: “Permitimos expresiones generales de deseo, pero no detalles sexuales explícitos”. La empresa asegura que le es  “difícil establecer una línea entre contenido sexual aceptable e inaceptable”.

Facebook planea ampliar su equipo de moderadores a 7.500 personas en todo el mundo, en la que podría ser la mayor operación de censura de la historia. También la más opaca, ya que la red no publica —solo existen filtraciones— las reglas que sigue para aplicar su filtro burbuja.  

Noticias uniformadas y cámaras de eco

Algunos medios de comunicación no están siendo ajenos a los efectos peligrosos de la personalización de los contenidos. El periodismo como servicio público, la información importante, jerarquizada, se oscurece en un mundo de noticias servidas a la carta. El 12 de junio de este año, Chris Evans, director del Daily Telegraph, y Katharine Viner, redactora jefa del Guardian, firmaron un artículo conjunto que publicaron ambos medios. “Desde lados opuestos del espectro político”, los periódicos quisieron alertar sobre el papel de la prensa y los enemigos a los que se enfrenta. El fragmento final de la columna expresa lo siguiente: 

“Nuevas tendencias preocupantes están empezando a afectar a la conciencia pública —noticias falsas, algoritmos sesgados, cámaras de eco (ampliación por transmisión y repetición en un sistema cerrado)—. Los efectos del filtro burbuja pueden aparecer rápidamente a medida que las experiencias segmentadoras que nos llegan de Facebook y Google solo nos sirven noticias y puntos de vista con los que estamos de acuerdo. Estas burbujas pueden llevarnos a estrechar nuestra visión del mundo, en lugar de buscar noticias y opiniones que nos involucren, ensanchen nuestros puntos de vista y nos expongan a nuevas ideas. Con este telón de fondo, nunca ha sido tan importante para la prensa un escrutinio equilibrado, profesional, pero, sobre todo, duro con los líderes políticos de todas las ramas. Mientras el evento Great Get Together se está organizando para este fin de semana en memoria de la vida y obra de Jo Cox, nosotros, los dos editores, no vacilamos al unirnos, aunque sea por un día, para compartir el sutil sentimiento de George Orwell: “Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”.

Internet fue capaz de transformar el mundo. Abrió una ventana casi infinita a las ideas. Solo hace falta corregir el rumbo y reivindicar espacios de pensamiento. La humanidad más bella siempre es la más libre. La tiranía siempre es más ordenada que la libertad.

¡Oh qué maravilla!
¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!
¡Cuán bella es la humanidad! Oh mundo feliz,
en el que vive gente así.
La Tempestad, Capítulo V

Durante cuatro meses de 1932 Aldous...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Vanesa Jiménez

Periodista desde hace casi 25 años, cinturón negro de Tan-Gue (arte marcial gaditano) y experta en bricolajes varios. Es directora adjunta de CTXT. Antes, en El Mundo, El País y lainformacion.com.

Autor >

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

10 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Politikon

    Nuevo suscrito

    Hace 7 años 1 mes

  2. Ignacio

    Afortunadamente surgen medios como este capaces de abrirte los ojos o, al menos, sacarte temporalmente de la burbuja informativa en el que vivimos. He disfrutado leyendo muchos artículos vuestros y diría que os habéis ganado un suscriptor.

    Hace 7 años 1 mes

  3. Aj

    el "grafo social" es un concepto de los años 60 como mínimo, o antes, se trabajaba con ello en psicología de la educación para averiguar los lazos de los alumnos de una clase y detectar niños solitarios y prevenir el abuso y el acoso escolar, ahora es mejor, pero las cosas son como son, antes de Internet el mundo existía, lo prometo

    Hace 7 años 1 mes

  4. Winston Smith

    me gusta mucho que al leer este artículo me pregunte el navegador que si acepto cookies. Este si que es el mundo en el que vivimos.

    Hace 7 años 1 mes

  5. Winston Smith

    me gusta mucho que al leer este artículo me pregunte el navegador que si acepto cookies. Este si que es el mundo en el que vivimos.

    Hace 7 años 1 mes

  6. Antonio

    Creo que el artículo le da demasiada responsabilidad a las empresas y muy poca a los individuos. Las empresas hacen esto porque es lo que la gente quiere. En la entrevista a Natalie Fenton ella no hablaba solo de que Google o Facebook no les dejaran ver las opiniones disidentes, sino de que son los propios usuarios los que solo siguen a medios o personalidades de su misma cuerda. Esto ha ocurrido desde siempre, todos tenemos algún conocido que solo leía el Marca o el Abc. Solo que el efecto se magnifica y la red permite que nosostros nos aislemos para solo leer lo que no nos ofende y donde todos los contertulios son de una ideología similar a la nuestra. En cierto sentido, también es como Un Mundo Feliz. En él también la gente estaba satisfecha e incluso los alfas, plenamente inteligentes, solo querían exponerse a lo que les satisfacía.

    Hace 7 años 1 mes

  7. pues fale

    joder!! me acuerdo cuando leia las noticias en las web y los coment de face que me dejan, sin face claro....es tal el bodrio interconectado….., eso si, se mira la pagina principal del medio bodrio en cuestion, igual que paso las paginas del papel tomando cafe, no se si eso dara mucha pasta por publi del Ibex o montoro?; y comento donde me dejan sin dar el color de mis calzoncillos, sabiendo que doy ideas pa que alguno haga librin o articulo descubriendo america o soltando un rollo que no me aporta nada jajaja, no se tampoco si eso dara mucho dólar con el gratis total?. Pagar por el news?, “tan” tontos algunos pensando que eso es calidad. Y no hay mas…es negocio, o intento de ello, abotargar para que aparezca el tutor de toda la vida pero con pagina net, ni calidad ni hostias….sectarismo para INTENTAR hacer caja con lo mas primario del personal, la corrupción hasta en la sopa es un buen ejemplo de ello, se la bufa a montoro y cia, saben bien con quien juegan, pero con ella se tapo el boe de Rajoy, y han llevado a cabo una caza con el pobre cuitadin que se busca la vida, con medidas reguladoras de hasta el delirio, que son requisitos hasta la nausea, y que solo hacen cortapisar el emprendimiento del propio Rajoy, pero Rajoy se fuma un puro incluso de salvador regenerador, y los leguleyos tienen el pan asegurado, lo dicho, nada sin tu tutor, ideologico, tecnológico, económico…..tu no pienses una puta idea por tu cuenta que vas dao… .y habrá que volver a enseñar a hablar a alguien, tol dia delante del plasma, el rubio del face se encargara de ello jajaj. A los buenos días, a mirar pal paisaje mientras pueda y hacer algo productivo!.

    Hace 7 años 1 mes

  8. Marc

    Interesante artículo... que explica en parte por qué yo uso el buscador DuckDuckGo https://duckduckgo.com o el navegador Firefox con un plugin como Disconnect. Salud

    Hace 7 años 1 mes

  9. Mentalmente

    Si es la misma gente la que quiere vivir dentro de una especie de Matrix que las engaña con fantasías, hecha a sus espectativas, sin encontrar oposición. La gran mayoría es así. Entonces Facebook o Google no son los malos, solo dan lo que la gente quiere. La gente en general no quiere que la molesten con la realidad que no sea la de su propio punto de vista, les duele el esfuerzo de tener que ver las cosas como las verían otras personas. A mí eso me da pena, y no tiene una solución, al menos no tiene una solución directa. Lo único que se me ocurre es usar la tecnología para crear herramientas democráticas ya que estas fuerzan el diálogo necesario. Siendo herramientas que estructuralmente bloqueen la posibilidad de escape en forma de falacias y demás. Si la gente empieza a usarlas porque va a sentir la necesidad, para poder resolver los problemas colectivamente, van a a esforzarse necesariamente, y entonces tanto que es imposible el escape por la misma estructura comunicacional, solo es posible provocar un pensamiento necesariamente útil e integrador. El diálogo colectivo, individuo-conjunto, en los estados soberanos será no solo la manera de resolver problemas políticos sino tambien problemas mentales de la sociedad.

    Hace 7 años 1 mes

  10. amaia

    Mánifico artículo. Me produce auténtico pavor e impotencia la sofisticada perversión y el alcance (toda la humanidad "conectada") de las nuevas/viejas técnicas de dominación y control. Qué dificil escapar con tantos obstáculos ¿no?...

    Hace 7 años 1 mes

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí