Redes sociales
Facebook, puritanismo 2.0
La red no es ya solo un directorio de amigos, ocupa un espacio central en la vida de muchos ciudadanos y es un potente creador de opinión que impone sus propias normas
Gerardo Tecé 11/05/2016
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Alusiones a las redes sociales en el mundo offline.
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“Ya no hay distinción entre vivir on y offline”. La frase encabezaba una entrevista de hace pocos meses a Irene Cano, directora de Facebook en España, y en pleno 2016 uno se encoge de hombros ante la obviedad del titular, ante la más que asimilada e integrada en nuestro día a día compañía de las redes sociales que, por recordarlo con una referencia temporal, nadie usaba, porque no existían o acababan de nacer, cuando España se conmocionaba con las bombas de Atocha o cuando a continuación algunos se movilizaban contra el Gobierno Aznar vía SMS.
Entre aquellos SMS y el día de hoy, Facebook se ha implantado en nuestras vidas ocupando un espacio central. Un espacio que sirve no ya sólo como directorio de amigos, como se concibió, sino como lugar masivo de debate público o como generador de tráfico para los medios de comunicación y por tanto como generador de opinión. O como galería de arte de creadores que quieren visibilizar su trabajo, por poner algunos de los infinitos ejemplos. La empresa de Mark Zuckerberg ocupa hoy un lugar social central al que le hemos dado el poder de necesitarla para gran parte del debate o la difusión pública. Un espacio social indiscutible con reglas no discutidas, regulado por normas no consensuadas socialmente, que prohíben enseñar un pecho de mujer para no molestar a la parte más moralista de sus usuarios, un espacio basado en algoritmos que nos muestran un determinado tipo de información respondiendo a criterios, de momento, sólo comerciales. En EE.UU, se debate estos días, a raíz de unas declaraciones del fundador de Facebook contra del precandidato republicano Donald Trump, sobre la influencia o no del algoritmo de la red social más exitosa del mundo a la hora de que aparezca en nuestra pantalla una historia contada desde un punto de vista político u otro. Desde Facebook lo niegan, pero el debate que se abre es interesante.
¿Debe responder el algoritmo de una red cuyo éxito se mide en la participación social a criterios sociales o debe mantener la neutralidad? ¿Esa neutralidad nos lleva a normas que censuran un pecho pero permiten apología machista, homófoba o xenófoba? ¿Deben democratizarse las normas de uso de Facebook?
Para Benjamí Villoslada, cofundador de la web de noticias Menéame.net, una red social no debe ser un espacio democrático. No creo en la democracia para las redes de masas. Las redes sociales no son un país que administrar, sino un producto que vender. Los propietarios trabajan muchísimo para conseguir el máximo de confort individual. A medida, dentro de la legalidad.
Para Javier de la Cueva, especialista en derecho tecnológico, este concepto de democratización de las redes sociales ni está ni se le espera. El poder de una plataforma de Internet lo tiene quien dispone de la contraseña de "root" y no sólo quien dicta los términos y condiciones aplicables a los usuarios. Por mucho que éstos pudieran establecer las normas de conducta, siempre se hallarían en una casa ajena y con un tercero que tiene la llave para abrir o cerrar la casa. Además, salvo en excepciones, los usuarios no se están caracterizando por montar infraestructuras cuyo régimen sea democrático.
El horizonte de la democratización de espacios sociales digitales como Facebook es inexistente, así que, al menos, los usuarios debemos saber cómo se regulan actualmente.
En principio, con su unilateral voluntad. Dado que es una empresa privada y su página es "su casa", en "su casa" se hace lo que ellos dicen. Su "legislación" la redacta unilateralmente en lo que se denominan "términos y condiciones", que son las que marcan las reglas de juego dentro de su web. Establecida esta premisa principal, sin embargo, Facebook tiene un marco que debe cumplir, marco que está señalado para los usuarios internacionales en las leyes de los EE.UU. y para los usuarios europeos en las leyes de la UE. Este marco se compone de toda la legislación sobre intimidad, derecho a la propia imagen, derechos de autor, libertad de expresión, derecho a la información, derecho marcario. En definitiva, dado que Facebook es una publicación, los términos legales tendrán las condiciones y los límites que podamos encontrar en todas las ramas del Derecho aplicable a la información, señala Javier de la Cueva.
Benjamí Villoslada nos cuenta su experiencia gestionando una red como Menéame con miles de usuarios registrados. “En Menéame nuestro objetivo era cumplir la ley del Estado español, y cuando pedíamos que no publicaran contenido ofensivo pensábamos en que los menores debían poder informarse en Menéame. Así de simple y complicado a la vez. Pero hay una diferencia importante con Facebook: Menéame era un lugar público desde el primer sustantivo hasta el último adjetivo. Facebook no es público si el usuario no lo desea. Si sigues a un señor que cuelga cabezas de pollo sangrantes de su nariz y lo hace sólo para amigos que saben cómo las gasta previamente, ¿Es ofensivo? El problema real de Facebook es que consientas amistad con esa gente que se ofende por lo que haces y dices sabiendo, previamente, qué cosas sueles decir y hacer dentro de la legalidad. Si Facebook pudiese ofrecerte inteligencia artificial hasta el punto de decirte "no te amigues con esa persona si quieres vivir tranquilo", lo haría sin ninguna duda. Lo están haciendo. Si pueden, cualquier día te lo ofrecerán como servicio para las relaciones personales y de trabajo. Tiempo al tiempo; tienen más información sobre todos nosotros que nadie”.
Por un lado están las publicaciones que puedan generar molestia a otros usuarios y por otro está la ley. ¿Tiene FB cintura para legislar, teniendo en cuenta los cambios sociales, los distintos tipos de apología, incitación al odio, etc? Responde De la Cueva.
Sí, mucha. Tengamos en cuenta que en estas ramas del Derecho, si bien existe una teoría general, es necesario siempre verificar caso por caso si quien realiza una conducta ha sobrepasado los límites del derecho. Las leyes no pueden prever todos los comportamientos posibles y de ahí que en los casos límite se tenga que recurrir a los tribunales. Ahora bien, en este tipo de plataformas el recurso de los usuarios a los tribunales es escaso cuando se les retira una publicación. Por ejemplo, cuando Facebook retiró una página de una mujer con su hijo recién nacido todavía unido por el cordón umbilical, ¿quién va a iniciar un pleito sobre libertad de expresión? De esta manera, Facebook y este tipo de plataformas web no sólo establecen los términos y condiciones aplicables sino que las interpretan. De esta manera, son juez y parte, existiendo una verdadera dificultad para el usuario que entienda que sus derechos se han vulnerado.
Villoslada da otra perspectiva. “No creo que sean activos más allá de lo claramente punible a la hora de identificar ilegalidades. Quiero decir que si te cierran el perfil por un pezón, el motivo posiblemente son los avisos negativos de las personas que te siguen y no la voluntad activa de Facebook, que posiblemente no da abasto deshaciendo acciones exageradas provocadas por gente que debería vivir en un monasterio y no lo sabe porque no lo anuncian en la tele. En Menéame éramos muy estrictos manteniendo las publicaciones que no eran claramente punibles. Siempre fue un trabajo manual, cosa que nos permitía hilar muy fino. Hemos protegido lo que los usuarios escribieron hasta el punto de pagarles el abogado cuando recibían denuncias por cosas que estábamos convencidos que eran legales. Hemos actuado exactamente igual ante peticiones amables de eliminación de datos, pero también ante las amenazas legales de personajes que luego provocaron querellas infinitas por cosas como no eliminar un enlace y, encima, decir por qué para educar sobre las libertades en internet y la vida en general”.
Aunque Facebook sea un espacio de encuentro y debate público, no deja, ni parece que vaya a dejar de serlo, una empresa que dicta sus normas en función del estricto confort de sus usuarios, que generen el máximo beneficio empresarial. Y parece que a corto plazo no será su papel el legislar más allá de lo estrictamente necesario, pero algo se empieza a mover en este sentido. Hace unos meses, la canciller Angela Merkel le pidió a Mark Zuckerberg que eliminara los comentarios racistas que se producían en Alemania y Facebook se puso las pilas. ¿Estará obligada la red social más importante del mundo a tener en cuenta en su “algoritmo” el respeto a los derechos humanos?
Me pregunto qué hubiera pasado si esa petición se la hubiera hecho Amnistía Internacional o cualquier persona de un colectivo ciudadano poco relevante mediáticamente. Facebook está interesada en la maximización de su beneficio empresarial, que es la regla número uno de toda compañía mercantil con ánimo de lucro. Por tanto, todo lo que políticamente le pueda venir bien para esta finalidad será bienvenido. Las empresas no se caracterizan por su interés en los derechos fundamentales y el caso de Facebook no es una excepción. Es más, está acreditado que Facebook le pasaba nuestros datos a la NSA (la Agencia Nacional norteamericana de Seguridad). Su funcionamiento era el siguiente: Facebook Europa le pasaba todos nuestros datos a Facebook EE.UU. y a su vez Facebook EE.UU. se los pasaba a la NSA. Gracias a la denuncia del ciudadano austríaco Max Schrems, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea decretó en su reciente sentencia de 6 de octubre de 2015 que este traspaso de datos era ilegal debido a la poca protección demostrada del derecho a la intimidad personal, opina Javier De La Cueva.
“Ya no hay distinción entre vivir on y offline”. La frase encabezaba una entrevista de hace pocos meses a Irene Cano, directora de Facebook en España, y en pleno 2016 uno se encoge de hombros ante la obviedad del titular, ante la más que asimilada e integrada en nuestro día a día...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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