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Hola. Soy yo. Me he pasado unos días de agosto tocándome las narices en la casa de mamá, en un pueblo del Empordà, de unos 1000 habitantes. Tenía botifarres dolces –no se las pierdan: butifarra dulce, moscatel, limón, canela, manzana–. Pero no tenía wifi, ni tele. El único aparato de radio que funcionaba era de cuando el cáñamo, y sólo podía sintonizar una emisora pública cat. Hace mil años, comíamos en torno a esa radio. Recuerdo a mi padre escuchando las noticias en otra cadena pública, mientras zampábamos en los 70's. Mi padre dejaba de comer sólo para jurar en arameo. Este verano, ha sucedido lo mismo. Pero con otro padre y otro hijo. Mi hijo, por cierto, se partía el pecho de risa, pues este verano nos ha dado no por jurar en arameo, sino por hacerlo en argentino. Los tacos argentinos son, en fin, I+D. Deberían ser patrimonio de la Humanidad. Si un día nos invaden los marcianos y vienen en son de guerra, deberíamos enviarles una delegación argentina que les dijera: andate a la concha de la lora hijo de la remil puta. Si con eso no se rajan, hemos perdido la guerra.
Bueno. Lo peor que te puede pasar es ser como tu padre. Ser como tu padre no es un fracaso personal. Es un fracaso del mundo mundial, que ha conseguido que, entre una generación y otra, no pase el tiempo, de manera que te pareces más a tu padre que a tu época. Lo que emitía esa emisora, en fin, era lo mismo que cuando tomaron el pelo a mi padre. Era una época que nos hacía modular a mi padre y a mí la misma cara. Los datos que emitían los tertulianos eran falsos, y estaban sustentados en su no verificación. Venían a apoyar cualquier declaración gubernamental. Venían a decir que el Gobierno tiene razón. Que un gobierno es la representación de una sociedad, y que una sociedad es una nación, y que una nación necesita unidad, o es otra cosa. No sé, dos naciones. O una nación impura. Para crear idea de diversidad, periódicamente traían invitado a algún programa a algún friki que no era usuario de la ideología dominante, pero que no se encontraba el culo con ambas manos. Comúnmente, era usuario de la ideología dominante en otro territorio. Defendía otro gobierno, otra nación, otra pureza. El resultado es que la ideología dominante exhibida en la emisora era la menos ridícula, la más acertada, era la única moderada, útil, sexy.
Esta manera de emitir radio –la radio es, solamente, el medio más popular; en la tele, en los diarios, sucede lo mismo, de manera más elaborada–, no es una catalanada. Sucede, desde hace años, generaciones, en todo el mapa de medios de por aquí abajo. Se trata de presentar la información, es decir, la realidad, como un hecho binario. Algo con solo dos lecturas. La buena, la gubernamental, que es real, moderada, chachi, responsable, democrática, y su opuesta, que es una frikada, modulada, en verdad, por frikis. Al traer frikis, omites que la realidad, la sociedad, el mundo, son infinitud de minorías, que nada tiene una sola lectura, que las lecturas más certeras y sofisticadas, en ocasiones son sumamente minoritarias. Que la realidad, la sociedad, la información, la vida, quizás no es la propuesta por las emisoras.
Una sociedad que no se habla, que deja que los gobiernos hablen con ella, a través de los medios, es una sociedad majara, de baja calidad, y que aporta objetos de escasa calidad. Lo que está pasando en Cat es precisamente eso. Algo no cat. Un fenómeno más español que las lentejas, el carné del paro, o el tanga que no cabe. Una patología social, no creada por la sociedad. Algo sólo posible gracias a unos medios que elaboran trincheras, y que convierten falsedades gubernamentales en estados de ánimo.
No confíen en los medios, no confíen en mí, no confíen en CTXT. Utilícenos para dialogar, no para darle la razón a una fe que no necesitan. Si no servimos para que la sociedad dialogue y mire, por sistema, el poder con cara de póquer, huyan de nosotros. Si solo servimos para participar e invitarle a participar en uno de los dos únicos puntos de vista permitidos el –guay y su contrario–, no somos nada.
El sentido de esta carta es agradecerles que, este mes, nos hayan vuelto a utilizar para no estar seguros de nada. Para, en un bar, en una mesa, decir, pues-leí-yo-que. Para decir, o pensar, pues-quizás-no.
Muchas gracias por ello.
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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