Sala de despiece
Hablar a gritos
En la tele se ha puesto de moda gritar. No es algo espontáneo ni la inercia empezada por alguien que grita primero, sino una norma de estilo
Sergio del Molino 14/10/2017
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En la tele se ha puesto de moda gritar. No es algo espontáneo ni la inercia empezada por alguien que grita primero, sino una norma de estilo. En los programas políticos, en los debates, en todos esos circos, los regidores piden a los participantes que griten. ¡Pero si ya tengo micrófono!, protesta algún compañero. Da igual, hay que gritar, no se puede hablar en un tono de voz normal.
Este país necesita salones ventilados, luminosos y cómodos donde hablar como se habla de noche y entre amigos, con una copa, distendidos pero serenos, no con la histeria del cuarto café de la mañana
Esta manía empezó en la radio deportiva, con los locutores que le metían emoción a las jugadas. De ahí pasó a los programas de cotilleo, y de ahí, a los de política. Dentro de poco llegará a los programas culturales (si queda alguno, que me parece que hay un par en horario de madrugada). Se trata de mantener el tono alto, para que el espectador no se aburra ni se amodorre. Hay que excitarlo en un horror vacui de gritos. Cuando no se grita lo bastante, la función de los moderadores es azuzar a las fieras tertuliánicas para que se griten un rato.
Confieso que esta es una de las razones por las que dejé de ver la tele y por la que soy renuente a frecuentar platós y programas que no tengan que ver con la cultura. Yo no sé gritar, y agradezco mucho que no se grite en los programas de radio donde trabajo. Presenciar conversaciones a gritos me enerva, me predispone contra todos los que gritan, da igual lo que digan, y finalmente, me agota.
A veces, al ir a buscar a mi hijo a casa de mis padres, les he notado tensos, malhumorados, muy irritables. ¿Qué sucede? Nada especial, no han discutido, no hay motivos para comportarse así. Entonces, me doy cuenta de que está la tele puesta. Nadie la ve, pero está puesta, como en tantísimos salones de tantísimas casas, y en la pantalla hay un montón de gente gritándose cosas sobre Cataluña y el gobierno y qué sé yo. Mamá, apaga la tele, le digo, ¿no ves que os está poniendo de los nervios? Incluso sin verla, ese fondo permanente de gritos tensa cualquier ambiente. Los decibelios guerracivilizan los sofás.
¿Qué efectos ha tenido esta decisión editorial de hablar a gritos sobre el clima político español? ¿Hasta qué punto nos hemos acostumbrado a interpelarnos dando voces? ¿En qué medida las discusiones de sobremesa han acabado imitando las tertulias de la tele? ¿Acaso no ha servido para silenciar a las voces más sosegadas, ecuánimes, deliberativas y partidarias del matiz y de la retórica compleja? La decisión de hablar a gritos beneficia a los gritones naturales, a los hooligans, a los cuñados y a los perros de presa, que se sienten a sus anchas en un espacio incomodísimo para quien quiera plantear una conversación serena.
Hay que abrir espacios libres de gritos, donde los moderadores llamen al orden a quien se exalte demasiado, que les manden a fumar a la calle y que no vuelvan a hablar hasta que no se les pase el sofoco. Este país necesita salones ventilados, luminosos y cómodos donde hablar como se habla de noche y entre amigos, con una copa, distendidos pero serenos, no con la histeria del cuarto café de la mañana. A los gritones no se les puede vencer a gritos, ese es su terreno, ahí van a ganar siempre. Hay que oponerles la calma y el silencio, la frase larga, la pregunta que no espera una respuesta inmediata.
¿Cuándo y dónde empezamos?
Autor >
Sergio del Molino
Juntaletras. Autor de 'La mirada de los peces' y 'La España vacía'.
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No lo entiendo
8 comentario(s)
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Jose
Yo también he dejado la tele. Solo veo cosas muy sueltas. Prefiero series y películas por Internet, o programas como Fort Apache, donde te guste más o menos Iglesias, los debates tienen sentido, orden y respeto a la palabra. Echar un vistazo, vía Youtube, a viejos debates del programa "La Clave" da una tristeza tremenda ante el panorama que tenemos ahora.
Hace 7 años 1 mes
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Bollate Addison
"Por suerte no es un fenómeno internacional". Mariano, tú no has visto cosas como la televisión argentina... van a juego con la española. Solo por poner un ejemplo.
Hace 7 años 1 mes
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Amanda
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Hace 7 años 1 mes
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Hace 7 años 1 mes
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Mariano
Parece como si fuera un fenómeno moderno... Esto comenzó con Pepe Navarro y Sardá allá por los 90. Anteriormente aún podías ver debates decentes en los que el moderador moderaba. Pasamos del punto de no retorno hace mucho tiempo. Hace 5 años que no vivo en España y soy incapaz de ver ningún programa (estamos hablando de TV online a la carta). Gritos y gritos sin parar, cualquiera que sea el contenido. Por suerte no es un fenómeno internacional.
Hace 7 años 1 mes
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Zasca
Francamente, los gritos no me parecen el peor cáncer de las tertulias. Ahí tienen a tertulianos y conductores como Marhuenda o Federico Jimenez Losantos llevándonos de cabeza a otra guerra civil por la vía de la mentira, el insulto, la injuria y la barbaridad, y apenas levantan la voz.
Hace 7 años 1 mes
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Pablo
Muy acertado Sergio!!! Lo peor de todo es que acabo llegar de trabajar en Ecuador como profesor, en donde la gente es más sosegada, educada y se escuchan unos a otros, y ahora que he vuelto a la "Península histérica" me encuentro que los profesores son iguales en las reuniones que tenemos. No se escuchan unos a otros, no se respeta el turno de palabra, y no se ponen de acuerdo en nada. ¿ A dónde vamos a llegar? ¿ Qué clase de sociedad queremos crear? . Muchas gracias, un saludo. Pablo
Hace 7 años 1 mes
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@SusiQiuMad
También las sitcom españolas han contribuido al griterío, programas como Aida y La que se avecina, llevan años al aire gritando. Yo también deje de ver la tele.
Hace 7 años 1 mes
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