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El gran semiólogo Umberto Eco terminaba su Tratado de Semiótica (1975) reconociendo que las palabras sirven para mentir. Ninguna mejor y más evidente confirmación de esta conclusión que el discurso político del Partido Popular, al que, como diría la sabiduría tradicional, “hay que leer entre líneas”, empezando por su propia denominación de “popular”, pues, como todo el mundo sabe, es el partido de las élites empresariales y de los grandes bancos, basado en la nefasta creencia de que “lo que es bueno para la General Motors es bueno para el país”. La rapidez con que ha facilitado la huida de empresas de Cataluña es una palpable prueba reciente. Al menudeo es lo mismo. Maíllo, de la Dirección del PP, niega los heridos de la brutal represión gubernamental  del 1 de octubre, que todos pudimos ver; pero lo que quiere decir es que nadie puede disentir de la opinión oficial de los hechos, lo mismo que otro miembro de la Dirección, Pablo Casado, cuando dijo que Puigdemont no querrá repetir el ejemplo de Companys, el primer Presidente de la Generalitat que proclamó la independencia de Cataluña, y que acabó torturado y fusilado por el general Franco; pero lo que quiso decir es que se anduviera con ojo. Pero el maestro del doble lenguaje es Rajoy, que siempre utiliza un discurso subyacente. Sus declaraciones al diario El País, del pasado 8 de octubre, no pueden ser más transparentes. “Un Gobierno de concentración podría ayudar, pero bastaría con estar juntos” (y yo seguiría con mi gobierno, anulando las disidencias y manteniendo la estabilidad inmóvil). “Impediré que la declaración de independencia, si la hubiere, signifique algo” (que yo me encargaré de yugular su significado, que evidentemente lo tiene). “Dentro de la Ley se puede negociar todo” (naturalmente la “Ley” que dejó impunes los crímenes de la dictadura y perpetuó  el espíritu del franquismo, incluido el rey). “España ha avanzado mucho, sobre todo en los últimos 40 años (en corrupción política, en el número de parados, en el desempleo juvenil, en el crecimiento de la pobreza, en el fraude fiscal, en el recorte de los derechos laborales, en la ayuda a la medicina privada a costa de la medicina pública,  en la brecha social, en los beneficios de las grandes empresas, en la evasión de capitales hacia los paraísos fiscales, en la ubicación de empresas fuera de España). “Un gobierno que va a defender, como es su obligación,  la unidad de España, la soberanía nacional” (favoreciendo la unidad de mercado y los imperativos de las multinacionales). “La unidad se va a mantener” (que para eso están la Policía Nacional, la Guardia Civil, el artículo 155 de nuestra Constitución y la TVE y el palo y tente tieso, por los siglos de los siglos, contra cualquier veleidad del pensamiento democrático, al margen de las leyes del mercado). Etc., Etc., Etc., que quiere decir: “Está Todo Clarísimo”.