CÓMIC
Tebeos con imán
El Salón del Cómic de Zaragoza se consolida en su decimosexta edición, gracias a su modelo público al margen de intereses editoriales, como un referente de la historieta en España
Eduardo Bayona Zaragoza , 20/12/2017
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“La clave es que está hecho desde un modelo de participación pública, con actividades para todos los públicos; es decir, para los profanos, para los curiosos, para los expertos y para los aficionados a temas concretos como puede ser el manga, por ejemplo. Este modelo funciona así porque es público y porque no depende de los intereses que pueden tener editoriales o distribuidoras concretas”, explica Óscar Senar, periodista especializado en cultura, divulgador del cómic y colaborador del Salón del Cómic de Zaragoza.
Lo explica mientras una multitud de varios miles de personas se entrecruza con ninjas y personajes de Stars Wars de atrezo al pasear por la sala multiusos del auditorio de Zaragoza, que el pasado fin de semana acogía la decimosexta edición del Salón del Cómic de la capital aragonesa, convertido en un referente estatal. Este año, además, es el acto central de una amplia campaña de actividades y exposiciones que comenzó a finales de noviembre y terminará a primeros de febrero.
“Acercamos el cómic a quien no lo conoce y los distintos géneros a quienes ya son aficionados”
“Lo organiza el área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento, pero tenemos detrás una barbaridad de colectivos, asociaciones, entidades y colaboradores, entre otros Malavida, Mangaku, Viñetario Zaracómic o Tatakae, que aportan sus propuestas, y esa es una de las claves de su éxito”, señala Beatriz Valdearcos, una de las responsables de la organización, convencida de que, vista la afluencia, las visitas volverán a superar las 20.000 en tres días. “Acercamos el cómic a quien no lo conoce y los distintos géneros a quienes ya son aficionados”, anota.
Junto con los estands, las actividades, los talleres y las charlas, que abordan temas que van desde la memoria histórica hasta el canon estético en salas que se llenan para asistir a mesas redondas en las que confluyen autores consolidados y otros que comienzan a abrirse camino, el salón reserva un espacio central al “cómic de base”: el fanzine.
Este año han venido veinte situados “en el meollo del salón. Son la cantera del cómic, y se les ceden puestos de manera gratuita. El de Zaragoza no es el único que lo hace, pero sí uno de los pocos”, explica Senar. Su peso es amplio, ya que supone la cuarta parte de los 79 expositores, entre los que también hay 23 editoriales, cinco entidades colaboradoras y 31 estands comerciales.
Mujeres y memoria histórica
La mujer ha tenido una presencia especial en este Salón del Cómic de Zaragoza
La mujer ha tenido una presencia especial en este Salón del Cómic de Zaragoza, comenzando por el cartel oficial, inspirado en el centenario de la revolución rusa y el empoderamiento femenino realizado por la oscense Mamen Moreu, en el que una mujer anónima hace ondear una página de viñetas mientras personajes clásicos portan cómics en “una marea mainstream que busca empoderar a las mujeres”. En esa línea de visibilización de la presencia femenina en el planeta tebeo, el Gran Premio fue para a la ilustradora Ángeles Felices, una zaragozana que triunfó en los años 60 y 70 ilustrando tebeos en Holanda, y de la que se expone una muestra en el centro Joaquín Roncal.
“Ha sido muy femenino”, explica Vardearcos, que destaca cómo “en el cómic, como en todos los ámbitos, a la mujer le cuesta visibilizarse”. No obstante, la presencia de mujeres en el salón va de historias: “hablan de cómic, no de mujeres. El cómic es un lenguaje para contar historias”.
Tres de ellas, Merixel Boch, Sara Jotabé y Flavita Banana, debatían el sábado por la tarde, en una concurrida Sala Filemón, sobre el canon estético, mientras, en el cercano espacio Mortadelo Alfonso Zapico, José Pablo García, ilustrador de ‘La guerra civil española’ del historiador Paul Preston, y el zaragozano y catedrático de literatura francesa Antonio Altarriba, autor de ‘El arte de volar’ y ‘El ala rota’, conversaban moderados por Elena Masarah sobre cómo contar la historia a través de historietas en ‘Tiempos convulsos: república, guerra y posguerra’.
Altarriba se refería a las dificultades añadidas que se encuentran los autores de este género para desarrollar sus obras. “Tenemos un doble problema: uno de fuentes, sobre los hechos, y otro de ambientación y decorado, que es algo fundamental a la hora de establecer una verosimilitud narrativa”, puntualiza, puesto que “la ambientación supone una narrativa fundamental para el lector, y éste, por ejemplo, no va a dar credibilidad a una historia ambientada en los años 50 en la que en las casas hay objetos que llegaron en los 60 o en los 70”.
Altarriba también explicó cómo, en ocasiones, el cómic ha llegado a ser una fuente para los historiadores. Él utilizó como fuente principal para ‘El arte de volar’ a su padre. De hecho, la obra es una biografía sobre la peripecia de éste que incluye su paso al otro lado del Pirineo tras el estallido de la guerra civil y su alistamiento en la Centuria Francia, una fuerza integrada en la Columna Ortiz y formada por anarquistas que habían emigrado a ese país por motivos económicos y que regresaron para luchar en el banco republicano. “Intenté ordenar esas historias que flotaban en mi cabeza”, señaló. El resultado despertó la curiosidad de los historiadores franceses, que tras conocer su existencia comenzaron a documentar la centuria.
Desfile de clásicos y anónimos
El programa del Salón, con talleres, clases magistrales, cuentacuentos y torneos de Nintendo, incluyó actividades como la exposición de las obras del tercer concurso de Cómic contra la Violencia de Género, una muestra fotográfica sobre cosplayers (disfraces de personajes) o el espacio dedicado a los Cromos de Leyenda.
“El salón no puede crecer en el tiempo ni en el espacio por su formato”, explica Valdearcos, una de las artífices, al mismo tiempo, de la superación de ese límite mediante la programación de ‘Diciembre, mes del cómic’, que se extiende unas semanas antes y después de ese mes con un amplio listado de exposiciones. Se iniciaron el 20 de noviembre con ‘Plástico con superpoderes’, que muestra en el centro cívico la Cartuja hasta el 8 de enero la trayectoria de los superhéroes en formato Lego, y que se cierra el 11 de febrero, última fecha de la exposición sobre los 25 años como dibujante del granadino Juanjo Guarnido, creador del felino ‘Blacksad’ y Premio Nacional de la especialidad en el año 2000.
Completan la programación la exposición sobre el proceso de creación de ‘La Dolores’ en el centro cívico de Juslibol; la de homenaje a René Gosciny, uno de los padres de Asterix y Obélix, en el del distrito Universidad; la de Believe in Art, en el de las Esquinas del Psiquiátrico, con las obras de niños hospitalizados con los que llevan cuatro años trabajando; la de versiones de Spirou, creado en 1938 por Robert Velter, en el de Peñaflor, y la dedicada al medio siglo de Mafalda, nacida en 1963 de los lápices de Quino (Joaquín Salvador Lavado), en el del Río Ebro.
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