Crónica / JuntsxCat
Carles Puigdemont cabalga sobre el procés
El desafío soberanista cabalga y su jinete está investido del aura de presidente legítimo, con más fuerza que después del referéndum del 1-O o la pseudodeclaración de independencia
Alexandre Mato Bruselas , 22/12/2017
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El expresidente de la Generalitat salió de las elecciones catalanas como líder indiscutible del frente independentista, el vencedor del frente soberanista en la noche del 21 de diciembre, sin importar que Inés Arrimadas, candidata de C´s, le superase en tres escaños y unos pocos miles de votos. Junts per Catalunya tiene la llave para formar un nuevo gobierno independentista dentro del Parlamento catalán.
“La república catalana ha ganado a la monarquía del 155, el Estado español ha sido derrotado”, gritó eufórico Puigdemont en el cuartel electoral que su equipo montó en pleno centro de Bruselas. A su lado, Toni Comín, exconseller de Salud, Clara Ponsatí, antigua responsable de Educación, Meritxell Serret, de Agricultura, y Lluis Puig, de cultura. Enfrente, un centenar de seguidores que les corearon con gritos, banderas y aplausos.
Puigdemont y Junts per Catalunya se han impuesto a sus socios de ERC, son la segunda fuerza política catalana con 34 diputados y previsiblemente liderarán la coalición 2.0 del procés. En las Galerías Ravenstein de Bruselas, un edificio de los años 50 entre la famosa Grand-Place y el Palacio Royal, se escuchó a Puigdemont decir que “el gobierno legítimo debe volver al Parlament de Cataluña, la mayoría independentista tiene un diputado más que en las anteriores elecciones”. Sus seguidores jalearon la independencia, el “visca la República catalana” y pidieron la “libertad de los presos políticos” en un orgasmo colectivo más característico de un partido de fútbol.
Desde su exilio autoimpuesto, Puigdemont ejerció de líder espiritual, buscó el refuerzo colectivo de una tribu golpeada por un agresor extranjero, “deberíamos brindar con cava, pero las circunstancias no lo permiten, hemos sufrido un clima de represión y de violencia” y atacó con desprecio al rival, otra forma de identificación grupal, porque da igual que Cs haya ganado. “Inundar Cataluña de banderas, de carteles, de presencia en los medios… ¿para qué? Para conseguir sólo 36 o 37 diputados”, dijo el exjefe de la Generalitat. Él quiere volver a Cataluña, aunque según pise su suelo debería ser detenido.
Esa es la incógnita por resolver, la que ni Puigdemont ni la noche electoral han aclarado. Sus seguidores saltaban y bailaban conforme avanzaba el recuento electoral y Junts per Catalunya era una roca inmune a los envites naranjas que escalaba posiciones. El independentismo cuenta con mayoría en el parlamento, cree que el pueblo de Cataluña ha castigado al PP y de ahí el resultado ridículo de su candidato, García Albiol. “La receta de Rajoy no ha funcionado, sólo ha empeorado las cosas”, incidió Puigdemont, hurgando en la herida popular, un partido cada vez más irrelevante políticamente en Cataluña, sólo fuerte al aplicar el artículo 155 desde el Gobierno central. Los 34 diputados de Junts per Catalunya, unidos a los 32 de ERC, son un resultado “buenísimo”, según el entorno del expresidente de la Generalitat, frente al “pírrico de Cs, que sólo suma del PP”.
Puigdemont lanzó un órdago cuando huyó de España y desembarcó en la capital europea. Era una patada hacia adelante muy incierta, un viaje para no acabar en la cárcel, una búsqueda desesperada de apoyos internacionales que no aparecieron. Sólo la derecha nacionalista flamenca ha estado con él durante estos casi dos meses en Bruselas. Por momentos, fue un cadáver político. Ahora, esa estrategia política ha salido victoriosa de la noche electoral, más si cabe al compararla con la decisión de Oriol Junqueras y sus consellers de afrontar el encarcelamiento. También ante los titubeos de la CUP, que cae a 4 escaños, sobre si presentarse o no a los comicios. El desafío soberanista cabalga y su jinete está investido del aura de Presidente legítimo, con más fuerza que después del referéndum del 1-O o la pseudodeclaración de independencia.
El desafío independentista gana tanta fuerza tras estas elecciones que se lanza a tumba abierta a por su meta, sin importar órdenes de detención o la polarización evidente de la sociedad catalana. La huida hacia adelante comenzó mucho antes de que Puigdemont abandonase Sant Julià de Ramis, en Girona, con dirección a Francia oculto en un coche. Con el respaldo de las urnas, ya no hay freno posible.
El desafío a Madrid se extiende a todos los poderes, los económicos y los internacionales. “Mucha gente debe tomar nota de estos resultados, en España, en el Ibex 35, también en Europa”, dijo Puigdemont. De momento, el expresidente va a permanecer en Bruselas unos días, calibrando los próximos pasos de su estrategia. Ninguna de las altas autoridades europeas se pronunció sobre el resultado de la noche electoral catalana. En la UE contienen la respiración porque si el procés pareció derrotado por la vía legal, ahora acaba de resurgir de sus cenizas con más fuerza.
Las cuentas le salen a Puigdemont, “57 diputados frente a los 78 [sumando los 8 de CatComún-Podem] a favor del referéndum, lo digo para que luego hablen de mayorías”. Él tiene claro que formará gobierno, la cuestión es cómo y cuándo porque para cumplir su deseo deberá abandonar Bruselas y someterse a un debate de investidura en el Parlament. Lo que puede llevarle a la cárcel.
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Alexandre Mato
Periodista por la UCM, donde cursó un Máster en Relaciones Internacionales.
Antiguo editor jefe de cierre de 'Mercados', ha pasado por la Cadena Ser, Informativos Telecinco y 'El Confidencial'. Colabora con la TVG o Telemadrid. Vive en Bruselas.
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