Carla Simón / Directora de cine
“Ser catalana es usar mi lengua”
Francisco de Zárate 30/01/2018
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Mejor película, mejor dirección, mejor guion y mejor montaje. Estiu 1993, el primer largometraje de Carla Simón (Barcelona, 1986), se convirtió el 29 de enero en el gran triunfador de los Premios Gaudí. Una semana antes, había sido la vencedora indiscutible de los Feroz, galardones que otorga la prensa especializada. La cinta, que recuerda el primer verano de Simón junto a los tíos que la adoptaron a los seis años, tras la muerte por sida de su madre, está nominada a ocho premios Goya. También fue elegida para representar a España en los Oscar, una carrera de la que quedó fuera en diciembre. Esta nominación despertó una absurda polémica en los foros de Internet. ¿El motivo? Los personajes hablan en catalán. “Debería ser normal que salga una película en catalán a representar a España porque es un país en el que hay cuatro idiomas”, explica Simón en esta entrevista telefónica.
Decidió que su primer largo sería de tono autobiográfico. ¿Es más sencillo o más complejo trabajar con la historia personal?
La parte positiva de lo autobiográfico es que conoces en profundidad de lo que estás hablando. No tienes que pensar qué haría este personaje que has creado, sino qué haría esta persona que conozco. La primera versión del guión sale rápida. Para la reescritura tuve que leer mucho de psicología, entender cómo los niños enfrentan la muerte y los procesos de adopción. Por más que yo hubiera vivido el viaje psicológico de la niña, tampoco lo sabía racionalizar. Cuando a un niño le pasa algo así, la memoria es muy selectiva. Para volver a empezar, borra. Mis recuerdos están muy desdibujados. Me acuerdo más de emociones, de sentimientos... Para retratarlos, para convertirlos en una historia y darle una estructura, tuve que informarme. Por eso, de la historia real en la película sólo hay tres o cuatro escenas. El resto es ficcionado, para poder contar las emociones que yo sí recuerdo haber sentido.
¿Cómo hizo para distinguir lo importante de lo relevante para la narración?
Durante el rodaje tenía que encontrar siempre una distancia. Yo tenía unas imágenes muy claras en mi cabeza. Y de repente estás ahí y tienes unas niñas concretas, una localización concreta... Lo que está enfrente de la cámara nunca va a ser lo que tú tenías en la cabeza y eso siempre es así para un director. Siempre tienes que estar gestionando las frustraciones. A veces era una lucha interior muy fuerte, renunciar a mis imágenes a favor de lo que tenía frente a la cámara. Sobre todo porque yo tenía claro que el tono tenía que ser naturalista, que nos diese la sensación de estar ahí, en el presente de la niña, y no tanto desde mi memoria.
Lo que está enfrente de la cámara nunca va a ser lo que tú tenías en la cabeza y eso siempre es así para un director. Siempre tienes que estar gestionando las frustraciones
Por su filmografía, parece que su obra siempre es cercana a cosas que vivió...
Yo tengo una familia muy grande. Está toda la parte de mi madre, que murió, la de mi padre de ahora [hermano de su madre biológica], que son siete hermanos. Luego la de mi madre adoptiva, que son seis hermanos. Y luego, la parte de mi padre biológico, que eran seis hermanos. Entonces hay un mogollón de historias. Yo creo que por eso, de escucharlas y de interesarme por ellas, mis temas siempre han salido de ahí.
¿Hay un auge del registro autobiográfico en cine similar al de la literatura de Javier Cercas o Emmanuel Carrère?
En Cataluña están saliendo muchas historias así, pero no sé si es una moda o algo que ha estado ahí siempre. Yo creo que todos los que se expresan de una manera artística terminan hablando de cosas que les interesan de una manera más o menos explícita, de conflictos y cosas personales. Pero sí que es verdad que nos atrevemos más en general. Salen películas de gente que filma a su familia, más en plan documental. Vamos más a la raíz de lo que nos interesa. También porque el cine ahora te permite hacer tú solo una peli con tu cámara y tu familia. Pero bueno, en cualquier caso es normal. Todos hablamos de nosotros mismos.
Excepto la escena de la fiesta de los cabezudos, con más actores, la película no parece haber costado mucho dinero, ¿fue así?
Fue un presupuesto medio para España. Cuando fuimos a rodar teníamos 800.000 euros y terminamos llegando a un millón. Decidimos tener un equipo bastante grande porque sabíamos que podíamos rodar pocas horas con las niñas y debíamos estar preparados siempre. Pero no es una película muy cara, no hay efectos especiales ni nada de eso. Pero precisamente lo de los cabezudos fue la gente de mi pueblo y del pueblo de al lado que se volcó de forma voluntaria. Son los cabezudos de mi pueblo, solo que rodamos en el pueblo de al lado porque la plaza era más antigua. Eso casi creó una guerra civil porque no les gustó nada que nos lleváramos los cabezudos al pueblo de al lado.
Costumbrista y ambientada en el pasado reciente, ¿se subieron al carro del efecto 'Cuéntame'?
Yo no he visto nunca 'Cuéntame'. Sé qué es un fenómeno, pero no la he visto. Sí que es verdad que en algún momento nos planteamos si teníamos que ambientar la peli en el 93 o no. Yo tenía esa idea romántica de que mi niñez había sido en esa época. Pero al final lo más importante de todo fue el tema del sida, que más tarde no habría tenido sentido. A partir del 94 empezaron los retrovirales, la gente comenzó a sobrevivir y ya no pasó todo esto. Pero como mi historia hay muchísimas, porque el sida afectó muchísimo en toda España. La crisis de la heroína en un momento de libertad absoluta en que la gente no sabía las consecuencias. Muchos murieron y hay muchas historias parecidas de huérfanos del sida. Por eso para mí era importante situarlo ahí.
Otra cosa que parece de otra época es el aburrimiento de los niños en la película...
Sí, yo recordaba eso. El tiempo, cuando eres niño te pasa de otra manera, más en un pueblo y en verano. Es verdad que los niños hoy tienen muchas otras distracciones, pero yo creo que también se pueden aburrir. Eso espero. También es importante aburrirse de pequeño.
¿Hay alguna relación entre el aburrimiento y la creación?
Sin duda. Para crear, para escribir, hay que estar aburrido unos días. Cuando leía sobre la psicología de los niños a los que les había pasado algo como a mí, algunos libros coincidían en eso, son niños con necesidad de crear por haber tenido la muerte tan cerca. Va en relación con las ganas de dejar huella a través de sus creaciones.
¿En qué está trabajando ahora?
Estoy desarrollando dos ideas que aún están un poco verdes. Una de ellas está más relacionada con Estiu 1993, más personal. La otra también es sobre mi familia, pero de unos que viven en un pueblo pequeño de Lleida, una zona muy rural de Cataluña, y que cultivan melocotones. Me pareció un sitio brutal para filmar.
¿No se enfadaron sus familiares por sus retratos en la pantalla?
De momento, no. Lo llevan bien. Ha sido un proceso muy compartido el de ir creando esto todos juntos. Han estado muy presentes en el guion y rodamos cerca de su casa. Lo han vivido de cerca.
¿Qué es para usted ser catalana?
Ser catalana es usar mi lengua. Cuando estábamos con el proyecto y nos planteábamos si tenía que ser en español o en catalán, yo lo dudé por un momento porque la distribución es más fácil y hay posibilidad de escoger a más actores en castellano. Pero luego me di cuenta de que yo me comunicaba mejor en catalán, de que viví mi infancia en catalán y de que los personajes tenían algo de catalán.
¿Cómo consigue dinero para filmar una joven que en 2014 sólo tenía 27 años y dos cortometrajes de experiencia?
La productora Inicia Films había coproducido mi corto de graduación de la escuela de Londres y aceptó trabajar conmigo. Lo primero que hicimos fue pedir ayuda del programa MEDIA, a nivel europeo. No es mucho, pero es como un sello de calidad que te ayuda a conseguir las otras. Luego conseguimos las ayudas públicas de los institutos de cine de España y de Cataluña, las de TVE y las de TV3, y al final, también la de Movistar Plus. Esa fue la financiación. En algún momento intentamos coproducir con Holanda o Francia pero era una película muy española y no salió. Lo hicimos todo con dinero español y tuvimos mucha suerte: yo empecé a escribir en verano de 2014 y la rodamos en el verano de 2016.
En algún momento intentamos coproducir con Holanda o Francia pero era una película muy española y no salió. Lo hicimos todo con dinero español y tuvimos mucha suerte
¿Es este un buen momento para financiar películas en España?
Justo ahora es un momento un poco difícil. Con TV3 está siendo difícil porque no tiene mucho dinero. Y tampoco se está apoyando mucho a este tipo de cine de presupuestos pequeños. Les piden muchas condiciones de distribución y eso hace que a ciertos proyectos súper independientes les cueste conseguir ayudas. No creo que sea un momento fácil. De hecho, los productores están un poco asustados. En Cataluña, sobre todo, por el tema de TV3. La televisión catalana es una parte muy grande de las producciones aquí.
¿Por qué tiene poco dinero TV3?
Tienen que devolver una parte del IVA, no sé decirte en dinero cuánto, pero sé que es mucho y que afecta a sus presupuestos, que ya llevaban tiempo con recortes. Además, en Cataluña se había aprobado una especie de tasa a las operadores de telefonía, una parte de lo que ganaban se iba a ayudas para el cine. Eso fue un avance muy grande para hacer más películas. Pero de repente, el Tribunal Constitucional lo canceló.
¿Hay alguna relación con lo que está pasando en Cataluña?
Teóricamente, no. La verdad, no sabemos. Lo del Constitucional es anterior al 155, pero lo del IVA sí ocurrió después. La gente sí cree que hay posible una relación... No se sabe.
¿Qué opina de las agresiones verbales que sufrió Isabel Coixet por oponerse al proceso independentista?
Me parece muy mal que haya sufrido agresiones porque cada uno es libre de tener su opinión y posicionarse, si quiere. Ella lo tiene muy claro desde siempre. Yo creo que tiene todo el derecho y nadie puede decirle nada. Estamos en un momento político complicado, donde los matices no están muy claros. La gente no habla con matices y todo se vuelve un poco agresivo.
¿Habría sufrido represalias si su opinión hubiera sido la contraria?
A lo mejor dejaban de ver sus películas en el resto de España... Yo creo que por la otra postura también se habría visto afectada. En este momento, cualquier extremo es difícil. Al final, lo que dice Isabel es que ella se siente las dos cosas y no hay nada malo en eso.
¿Cuál es su opinión sobre el proceso independentista?
Yo no he querido pronunciarme porque creo que no es mi trabajo. Yo hago cine y creo que no tiene nada que ver con la política. Soy incapaz de tomar postura en un extremo porque no creo en ellos. También creo que tenemos una película en catalán, ya es todo un poco frágil, y no ayuda que yo dé mi opinión política de ninguna manera. La película no se ha politizado y yo tampoco debo hacerlo. No son momentos donde a la gente se le dé la libertad de hablar con matices, o de dudar, o de analizar. Es una cosa o la otra, y yo no siento una cosa o la otra.
¿Y del boicot al trabajo de Woody Allen y a Roman Polanski propuesto por una rama del movimiento #MeToo?
Lo de Woody Allen no lo he seguido muy bien, pero creo que las películas no hay que dejar de verlas. Una cosa son las pelis y otra los cineastas. En cualquier caso, este movimiento es bueno que salga para que el próximo se lo piense dos veces. Es verdad que es un mundo muy masculino.
¿Está cansada de que le pregunten por el cine de mujeres?
Ojalá no tuviera que hacerse esa pregunta, porque significaría que ya no es un tema. Me cansa mucho, sí, pero si la hacen es por algo. Realmente hay muchas menos mujeres haciendo cine y es importante reivindicar que debería haber muchas más.
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