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Como todos los años, por estas fechas, la mal llamada ministra de Empleo y Seguridad Social, que debería llamarse de Desempleo e Inseguridad Social, Fátima Báñez, les ha escrito a los pensionistas una carta, llena de mentiras y de falaces razonamientos, para comunicarles, a bombo y platillo, que, en este año 2018, les van a subir la pensión 1 euro al mes, por lo que deben estarles agradecidos, ya que otro inepto ministro, el de Hacienda, Montoro, hace tiempo que esquilmó el Fondo de Pensiones, del Pacto de Toledo, con lo que dejó a los pensionistas con el culo al aire. Esta mala nueva noticia vuelve a plantear el negro futuro de nuestros viejos trabajadores.

Todo parece obedecer a un plan previsto para la progresiva eliminación de los españoles mayores de setenta años, escasamente productivos, potencialmente consumistas y carga onerosa para el sistema de las pensiones. Si bien, como es habitual en las decisiones del Gobierno y su conocido signo social, se les dará a los beneficiarios la posibilidad de elegir entre dos opciones: la inyección letal, indolora y aséptica, de inmediatos resultados garantizados o la consunción lenta, por hambre, con sus indeseables efectos colaterales.

El gobierno espera que los afectados comprendan la ineludible obligatoriedad de esta medida y presten gustosamente su generosa colaboración, en aras del bien común, que es el objetivo marcado por el gobierno. Cuenta, además, con el visto bueno de la jerarquía eclesiástica, que se congratula de que un gran número de fieles pueda adelantar su encuentro con Dios, con la conciencia del alto valor de su gesto de solidaridad cristiana en pro de la comunidad. El Gobierno, que confía que sea comprendido su proyecto, calcula que ahorrará, en beneficio de todos los españoles, que es su meta irrenunciable, unos 5.000 millones de euros, imprescindibles para la continuidad de la patria.