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“Yo, de todas maneras, siempre he detestado al hombre blandengue, el hombre, no sé, y además también he podido analizar que la mujer tampoco acepta al hombre blandengue… además la mujer es mú pícara, aunque como he dicho en otras ocasiones, yo lo que más valoro es la mujer, y para mí la vida tiene un sentido enorme con la mujer, sin la mujer la vida no tendría sentido. Pero la mujer es granujilla y se aprovecha mucho del hombre blandengue. No sé si se aprovecha o se aburre, y entonces le da capones y todo.
Porque es verdad, por eso digo que el hombre tiene que estar en su sitio y la mujer en el suyo, no cabe duda, porque la mujer tiene esos derechos que yo respeto y más que tendría que tener, porque la mujer se lo merece todo, pero a mi modo, amigo mío, el hombre nunca debe blandear. Porque entre otras cosas la mujer necesita ese pedazo de tío ahí. Al hombre blandengue le detesto, ese hombre de la bolsa de la compra, el carrito del niño con el coche, me parece bien, pero creo que la mujer abusa mucho de la debilidad de un hombre”.
He aquí a un hombre repleto de contradicciones, de opiniones blandengues, me atrevería a decir. Este hombre se llamaba José Luis Cantero pero todos le conocimos como El Fary. Mi abuela decía siempre: “No os riais de él porque será muy feo, pero tiene tirón”. Y tanto. Este vídeo que acabo de transcribir, de menos de un minuto y medio, tiene más de un millón y medio de reproducciones. Las declaraciones las hizo en Televisión Española y su interlocutor no le interrumpe, sino que sonríe. He visto el vídeo varias veces y creo que su sonrisa responde a una mezcla de “qué gracia tienes, cabrón” y “yo también blandeo, Fary”.
Hace 72 horas mi hija de diez años se partió de risa cuando la actriz que interpreta a Wonder Woman dijo en un momento de la película: “Los hombres son necesarios para la reproducción pero para el placer son innecesarios”. Mi hija y Wonder Woman, para El Fary, son granujillas.
La única manifestación a la que he ido en mi vida fue por el 11-M, por lo tanto, soy una mujer blandengue que protesta poco. Mañana voy a hacer huelga, por lo tanto, soy una peligrosa feminazi, comunista, vaga y quiero matar a todos los hombres. Soy muchas mujeres en una. Sí, Fary, estoy casi tan repleta de contradicciones como tú.
Mañana voy a hacer huelga de cuidados. No tengo ni idea de las estadísticas en torno a este tema, pero sé que cada día laborable voy a buscar a mis hijos al colegio y me paso la tarde ayudando con los deberes, subiendo y bajando mi calle para llevarles a las extraescolares y respondiendo llamadas y correos mientras con la otra arrastro un saxofón de alquiler, una mochila o un carro de la compra. Y los días laborables y los que no, haga 3 grados o 39, me ocupo de mi madre. Así que mañana, si les parece bien y si no también, creo que merezco un descanso de mis tres hijos, los dos menores y la de 79.
Pero también voy a hacer huelga laboral. Ahora soy freelance, así que no me vengan con lo de que sólo pararán las que no tienen nada que perder. Lo hago porque me han preguntado dos veces si pensaba tener hijos para acceder a un puesto de trabajo. Lo hago porque el otro día me preguntaron si iba a poder llevar a cabo un proyecto con tantas responsabilidades familiares a mis espaldas. Lo hago porque una vez escuché a un director de periódico decir que “a ver si todas estas que vienen a trabajar sólo por la mañana se van a su puta casa a cuidar de los niños”. Lo hago, también, porque soy una privilegiada con la hipoteca pagada que no tiene deudas en el banco pero que quiere dormir con la conciencia tranquila. Lo hago porque el señor que vive conmigo es el que de vez en cuando me pone frente al espejo mis propias contradicciones y las injusticias. Lo hago porque mi padre me enseñó a ser libre y a pelear. Dos hombres a los que he visto llevar bolsas de la compra y carritos de niños. Qué pena, Fary, qué abuso por mi parte.
He firmado un manifiesto con otras más de 6.000 periodistas. A algunas las conozco y a otras no. Y hay muchas cosas que escriben y que opinan con las que no estoy de acuerdo. Tampoco estoy de acuerdo con todos los seguidores del Atleti pero ahí sigo, fiel a mis pasiones. Pero sé lo que he firmado. Tampoco he leído el manifiesto de las mujeres que ha publicado El País, pero conozco a algunas de las que lo apoyan y no seré yo las que las llame niñatas. Tampoco seré tan soberbia como para decir que porque son privilegiadas de cuna (¿eso qué es, por cierto?) son unas inútiles cuyas opiniones no nos representan porque todo les ha sido dado. Venga, un poquito más de simplismo si es posible.
Tengo miedo de que el feminismo, más que una moda, se convierta en una burbuja que estalle. Tengo miedo de que el feminismo se identifique con ideología, de caer en las etiquetas y en los estereotipos. Porque creo que hay casi tantos feminismos como mujeres. Las mujeres que han firmado lo de #Nonacemosvíctimas ayudan al feminismo porque están hablando del tema, poniéndolo en la agenda, que diría la pedante que no soy. Las que firmamos el manifiesto de las periodistas, también, como las que no lo firman. También ayudan Inés Arrimadas y Cristina Cifuentes porque hablan del tema. Éste es un problema de las mujeres y necesitamos a los hombres. A ver quién si no va a recoger a los niños al colegio.
Nada peor que ser previsible, repito siempre que puedo. Por eso hay que celebrar la portada de ABC de ayer. Porque quién lo esperaba, que un periódico de ideología conservadora hablara de brecha salarial en pleno desafío separatista y con las declaraciones del Obispo Munilla (qué razón tiene José María García cuando dice eso de que “la fe no me la han quitado, pero la afición sí”). “Creo que somos hoy más feministas que hace un mes”, me dijo ayer una periodista en una comida. Estoy segura. Por eso #lasperiodistasparamos. Palabra de mujer blandengue.
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Autora >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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