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Como en casa está prohibido, con una disciplina cuasi norcoreana, celebrar San Valentín, he decidido que voy a quitarme la espina y el espinazo con este artículo. Porque todos sabemos que es bonito querer y que nos quieran. Yo ayer regalé un cactus por ser martes y 13, pero no es lo mismo.
Dice Francisco Granados que Cristina Cifuentes e Ignacio González se quisieron un tiempo. Ella ha respondido diciendo que el de Valdemoro no es más que un delincuente y se ha quejado de que las feministas no hayamos salido a defenderla. Y tiene razón, yo llego tarde pero voy a defenderla por esta calumnia, cosificación y acusación de despecho y trepa que subyace bajo ese concepto denominado “relación sentimental”.
Es curioso que muchos lo hayamos interpretado como un dardo de la presidenta de la Comunidad de Madrid hacia las feministas de izquierdas, como si fuera una responsabilidad que sólo las compete a ellas. ¿Hola? ¿Hay alguien ahí, a la derecha, a la izquierda y en el extremo centro? Anoche César Zafra, de Ciudadanos (partido que permite que gobierne), hizo lo que pudo por salir airoso en una tertulia de Telemadrid. Tampoco dijo nada.
Digo yo que no tiene mucho sentido darle credibilidad a Paco Granados, perfecto ejemplo del quiero y no puedo de los que venimos de periferia en busca de un blasón y una vida mejor en Chamberí. Se nos nota a la legua. Paco se ha disfrazado de pijo y ha lucido rizos como primo lejano de Ruiz Gallardón, pero escucharle le delata y hasta donde yo sé no saca a pasear a los perros por la maravillosa Plaza de París como nuestro querido exalcalde. Y más allá de este posible clasismo, no podemos olvidar que Paco acusó a unos empleados de Ikea de haberse dejado un pastizal en el altillo del suegro. Si hubieses hecho una buena boda, Granados, no habrías tenido narices a difamar así a esos pobres hombres.
Ante esta supuesta bomba informativa que soltó ante los jueces, detecté cierta sorna, cierto jijiji jejeje jajaja en las redes. Ya saben, Cifuentes gobierna, es rubia y de derechas, tiene tatuaje y va en moto y lo mismo se sienta en el sofá de Bertín que se agarra del brazo con Carmena. Lo de haber tenido un quelque chose con Ignacio, nuestro Nacho con su mechón homenaje a Antoñete, nos ha hecho una gracia tremenda. Todo lo contrario que cuando esa caverna que tan lejana nos pilla acusó a Irene Montero de estar ahí por quererse con Pablo Iglesias.
Granados es machista y un gañán que utiliza la condición de mujer joven y atractiva con ambición para atacar a Cifuentes, y paradoja, Cifuentes es oportunista (otra vez) poniendo el foco en esta discriminación y se sirve del hecho de ser mujer para alejar el fantasma de la corrupción que le pisa los talones. Y ambos son sexistas.
Mientras, Irene Montero, tantas veces acusada de estar ahí por otra relación sentimental, ha dado a Cifuentes el carné de mujer menospreciada por insinuaciones sobre su vida sentimental. Ha sido de las pocas voces ( y se agradece) que haya dicho algo al respecto, señalando a Granados como un señor con “altísimas dosis de machismo, igual que todo el Partido Popular [...] precisamente porque la señora Cifuentes está ahí por mérito propio, asumiendo alta responsabilidad en el Partido Popular desde hace muchos años, es increíble que nos quiera contar que no sabía nada de todas estas mordidas....”.
Montero es de las pocas personas a las que he visto criticar a Granados, y en días de feminismo y rosas una echa de menos más voces. Como echaba de menos la de Rafa Hernando, que ha vuelto a demostrar que deja a Pichi (es el chulo que castiga) a la altura del betún diciendo que a él de la corrupción de su partido en Valencia y en Madrid que no le pregunten, porque él es dipùtado por Almería y no le consta absolutamente nada (insertar aquí emoticono de corazón). Éste sí que es dipucuqui y no Alberto Garzón. Rafa, ¿tienes planes para cenar?
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Autora >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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