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Diane Atkinson / Historiadora

“La Reina Victoria odiaba a las feministas porque pensaba que eran peligrosas”

Irene G. Pérez Londres , 13/03/2018

<p>Diane Atkinson.</p>

Diane Atkinson.

I. G. P.

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Imaginen a un grupo de señoras de clase media en la Inglaterra victoriana haciendo cosas punk –antes siquiera de que el punk existiera – para conseguir el sufragio femenino. Un periodista del Daily Mail las bautizó en 1906 como suffragettes, como si de una cosa pequeña y ridícula se tratara. Ellas hicieron suyo el nombre y consiguieron estar en boca de todos, aunque no fuera para expresar elogios precisamente. Reino Unido celebra este año el centenario de la aprobación de la ley que permitió el sufragio femenino por primera vez. Se limitó a mujeres mayores de 30 años, con estudios en una universidad británica y que cumplieran ciertos requisitos de renta, pero supuso la culminación de un aguerrido movimiento feminista que nació con un único objetivo: conseguir el voto femenino. La efeméride ha dado lugar a varias publicaciones, entre las que destaca Rise Up, Women! (Bloomsbury, 2018) de la historiadora británica Diane Atkinson, quien considera que si las sufragistas tuvieron éxito fue precisamente porque tenían un único objetivo.

Sobre las suffragettes, usted escribió también The Purple, White and Green. Suffragettes in London 1906-14 (Museum of London, 1992). ¿Qué novedades aporta Rise Up Women!?

Purple, White and Green es el catálogo de una exposición que comisioné en el Museo de London y se centraba en lo modernas que eran las suffragettes en cuestiones de márketing. Inventaron el márketing político. Tenían los colores que les representaban y un eslogan, que era Votes for Women [el sufragio para las mujeres]. Eran muy ambiciosas y pioneras en cómo lanzaron su mensaje, de una manera muy colorida y diversa en una campaña constante.

¿Qué les inspiró?

Tenían una recaudadora de fondos magnífica, Emmeline Pethick-Lawrence. Era una activista brillante. De profesión era tesorera y pensó en miles de formas para recaudar fondos para la causa del sufragio femenino. Pensó que las suffragettes necesitaban una identidad para destacar sobre el resto. Consideró que los colores era una buena manera: el púrpura representa la dignidad; el blanco, la pureza; y el verde, la esperanza. Pensó ‘esto es lo que somos nosotras como mujeres y usaremos estos colores para decir al mundo que esto es en lo que creemos, y lo vamos a proponer de una manera muy particular que es militante’. El estilo era deeds, not words (hechos, no palabras), que significa no vamos a hablar de esto, lo vamos a hacer realidad con nuestras acciones. Las empresas hicieron merchandising con estos colores para vender entre las sufragistas. Podías comprarte una bici, vestidos, accesorios en púrpura, blanco y verde. Había mucho consumismo en torno al movimiento, aunque no todas las sufragistas podían permitirse comprar este tipo de cosas porque eran pobres, pero las que tenían recursos eran buenas clientas para estas tiendas. Podías comprar tabaco, bombones, confitura con el etiquetado de Votes for women!.

En el libro habla primero de la Kingston Society, que se establece en los años 1860 para reclamar el sufragio femenino, pero no es hasta 1903 que las sufragistas pasan a la acción con la Women’s Social and Political Union (WSPU). ¿Por qué este lapso de 40 años?

Ese estilo de los años 1860 era como de damas, gentil, pacífico, educado, clase media. La familia Pankhurst, que empezó el movimiento militante, dijo “ya se ha acabado el diálogo, no nos lleva a nada. Vamos a hacer que el gobierno nos dé el derecho a voto, nuestras acciones les harán tomar cartas en el asunto”. Lo suyo era acción directa, un comportamiento chocante por parte de las mujeres y consiguió que la gente hablara de ello, aunque fuera negativamente, pero eso les daba igual.

Lo suyo era acción directa, un comportamiento chocante por parte de las mujeres y consiguió que la gente hablara de ello, aunque fuera negativamente, pero eso les daba igual

Pero el movimiento militante seguía siendo clase media.

El liderazgo sí, eran las que tenían la formación y los contactos. Pero muchas de las militantes eran clase obrera. Los Pankhurst buscaban clase obrera y querían que se sumaran porque eran quienes tenían las peores condiciones de vida.

¿Pero por qué en 1903?

Se debe al momento personal de los Pankhurst. La Sra.Pankhurst era una burócrata, registraba los nacimientos y defunciones en su comunidad local y en el pasado siempre había sido muy política, había hablado de teoría política, pero por primera vez vio a las personas de las que había estado hablando y entendió la necesidad y la urgencia del sufragio femenino. 

El movimiento militante surge de la clase media pero en Manchester, un polo industrial. ¿Por qué Manchester y hasta qué punto la clase obrera en conjunto apoyó el movimiento?

Los hombres no lo apoyaron. Muchos hombres de la clase trabajadora tampoco tenían derecho a votar, así que no vieron la necesidad de ayudar a las mujeres de clase media a conseguirlo, ni a otros grupos. Respecto a Manchester, la ciudad era un centro muy importante para el feminismo. En el siglo XIX ya tenía organizaciones en la órbita del Partido Laborista planteando cuestiones sociales. Había muchas mujeres interesadas en el socialismo y entre ellas, algunas proponían temas de la agenda feminista. Los políticos de la clase obrera no estaban interesados en los Pankhurst porque pensaban que si las mujeres conseguían el voto no iban a votar por ellos, sino por los conservadores o los liberales.

Pero los conservadores argumentaban lo mismo, que iban a votar por los otros partidos.

Efectivamente, era política. Hombres pensando que no tenían nada que ganar en todo esto.

En el libro explica que algunos políticos sí apoyaron el sufragio femenino ya en el siglo XIX, entre ellos John Stuart Mill desde las filas liberales, y más adelante se sumaron parlamentarios laboristas. ¿Qué razones daban los que negaban el voto a las mujeres para hacerlo?

Para los laboristas, la prioridad era conseguir el voto para los hombres de clase obrera. Todos los partidos eran misóginos, y muchos de los diputados laboristas y líderes laboristas no estaban interesados en el sufragio femenino. Tampoco los hombres de clase media. Era una campaña muy impopular. La idea era que si alguien tenía que conseguir el derecho a votar eran los hombres de clase trabajadora, pero no había una campaña entonces para reclamarlo. Y tampoco iban a apoyar un movimiento que, si conseguía el sufragio femenino, quienes iban a poder votar eran las mujeres de clase media, que no iban a votar por ellos. Por su parte, los conservadores tenían esa idea de dejar las cosas como están. Los liberales son interesantes porque ideológicamente deberían ser partidarios del sufragio femenino, y algunos de sus diputados lo eran. Algunos votaron a favor de leyes que se encaminaban hacia esto, pero en la campaña de las suffragettes, el Primer Ministro liberal Herbert Asquith y su círculo más próximo eran muy anti-sufragistas y ellos eran el problema y lo bloquearon siempre que pudieron. Asquith, de hecho, estaba casado con una mujer muy misógina, que no soportaba a las mujeres, que hacía comentarios sobre lo estúpidas que eran, e instaba a su marido y demás a no concederles el voto.

Usted publicó un libro sobre la figura de Caroline Elizabeth Sara Norton, escritora y activista británica del siglo XIX que promulgó una reforma de la ley del divorcio y la custodia de los menores. ¿Fue una influencia para las sufragistas?

No especialmente, aunque sí la conocían y eran muy partidarias de ensalzar mujeres que habían destacado en la historia, algunas de ellas estaban todavía vivas, como Josephine Butler [hizo campaña en contra de la prostitución infantil y la trata de mujeres en Reino Unido, y lideró la campaña para derogar la Ley de Enfermedades Contagiosas, por la que la policía podía detener arbitrariamente a prostitutas por la calle y practicarles exámenes médicos con el fin de controlar las enfermedades venéreas, aunque también se utilizaba para encarcelar injustamente a mujeres jóvenes sospechosas de ser prostitutas]. Ponían como ejemplo también a la Reina Victoria, aunque ella se oponía frontalmente a los derechos de las mujeres. Decían de ella que era una madre, una esposa, era una mujer que era la jefa de Estado. La Reina odiaba a las feministas porque pensaba que eran peligrosas, que la mujer debía saber cuál era su lugar. Se le olvidaba que era la reina del mayor imperio del mundo en la época, que representaba un 25% de la población mundial.

Entre los métodos de protesta de las suffragettes estaban lanzar piedras, romper ventanas, provocar incendios… ¿Les sirvió para ganar adeptas?

No. La gente decía que era contraproducente. Las sufragistas eran impopulares desde el principio, molestaban a todo el mundo, poniéndolo todo patas arriba. Las mujeres les tenían miedo porque decían que lo iban a cambiar todo, que era la revolución y ellas estaban bien como estaban, que no necesitaban esto. La militancia les hizo ganar enemistades, pero no les importó. Se propusieron luchar hasta que el gobierno cediera. Su protesta era que estaban haciendo una reclamación política, estaban haciendo campaña por derechos humanos básicos y no las estaban escuchando y además estaban torturando a las sufragistas que metían en la cárcel. Les daba igual que el público se volviera contra ellas, aunque era peligroso, las atacaban a menudo. La cuestión era no rendirse, eran un grupo increíble.

Las sufragistas eran impopulares desde el principio, molestaban a todo el mundo, poniéndolo todo patas arriba. Las mujeres les tenían miedo porque decían que lo iban a cambiar todo, que era la revolución

También utilizaban métodos con los parlamentarios que hoy en día se considerarían acoso. ¿Fueron pioneras también en esto?

Yo diría que fueron las primeras en seguir unos métodos tan molestos como el acoso, seguirles a todas partes con el objetivo de aguarles la fiesta. Les seguían, les incordiaban, les agarraban del brazo. Entonces lo podían hacer porque los políticos no tenían los guardias de seguridad que tienen ahora. Y se divertían bastante haciéndolo. No les hacían daño tampoco, algún rasguño tal vez, pero eran más cosas como quitarles el sombrero. Pero lo que sacaba de quicio a los políticos era el “cómo se atreven a acercarse a mí, a hablarme, a llamar mi atención, a hacerme esto, quiénes se creen que son”, y luego que eran señoras de clase media, que no era la actitud que se esperaba de ellas.

El 18 de noviembre de 1910 las sufragistas organizan una protesta frente al Parlamento por la decisión del primer ministro Asquith de obstaculizar la Ley de Conciliación (Conciliation Bill) que hubiera permitido el sufragio censitario femenino, a pesar de que la ley que contaba con un apoyo mayoritario de los parlamentarios. La policía cargó con brutalidad contra las manifestantes en lo que pasó a conocerse como Viernes Negro (Black Friday). ¿Qué explica esa violencia?

No era la primera manifestación que hacían y creo que había una irritación bastante profunda simplemente porque las mujeres estuvieran protestando en la calle por esto. Pero también había una cuestión de clase porque, a fin de cuentas, los policías eran clase trabajadora, y entre ellas había bastantes mujeres de clase media educadas. Para ellas fue chocante que los policías las trataran así. El viernes negro fue un día especial por la interferencia de Asquith para que no se votara la ley, que no se pudiera debatir, diciendo que disolvería el Parlamento y tal vez se votaría el año siguiente pero que tampoco prometía nada. Las sufragistas estaban esperando para escuchar su decisión en el Parlamento y fueron para expresar su disconformidad. El gobierno previó la protesta y envió a la guardia montada a caballo para intimidar y concentrar a las manifestantes. Enviaron también a policías uniformados pero, sobre todo, enviaron a muchos policías del East End londinense [la zona más marginal en aquella época], acostumbrados a lidiar con hombres muy agresivos, así que eran tipos muy duros, vestidos de paisano y con chapas como si apoyaran el sufragio femenino para que se infiltraran entre ellas. Y estos fueron los responsables de atacarlas física y sexualmente. Tenías a policías empujando, golpeando, pateando en el suelo a las mujeres, tirándoles del pelo, arrancándoles la ropa. Se registraron 40 casos de policías de paisano que llevaron a manifestantes a un callejón y las agredieron sexualmente. Fue un día terrible. Había otras protestas programadas la semana después, pero la Sra. Pankhurst dijo que no podían salir, que era muy peligroso, que no podían exponerse de esa forma. A partir de entonces se decidió no ir más en grandes grupos a protestar frente al parlamento, sino actuar de forma clandestina: rompiendo ventanas, atacando buzones y otras formas de vandalismo, provocando incendios, quemando con ácido campos de golf, y así fue la campaña los siguientes cuatro años. Eran acciones que ya hacían antes, solo que se intensificaron y fueron más radicales.

En los incendios provocados quemaron iglesias también.

Lo que es sorprendente, porque las mujeres que participaban eran religiosas e iban a misa, pero decían que la Iglesia no salió al paso para criticar al gobierno por alimentar forzosamente a las sufragistas encarceladas por las protestas. La idea era que hasta que no cambiaran su postura iban a quemar iglesias. La alimentación forzosa fue algo que las marcó, era una forma de tortura por la que se vengaron. Sabían quiénes eran y dónde vivían los doctores que la practicaban, y les atacaban. Agarraban a estas mujeres, les ponían la cabeza hacia atrás y les metían un tubo en la garganta por el que introducían líquido. Hay descripciones en el libro de cómo era el procedimiento. Luego les sacaban el tubo de golpe, vomitaban, algunas explicaban que cuando les sacaban el tubo de golpe era como si les sacaran las tripas. El vómito a veces iba a los pulmones, otras veces les sacaban un diente en el intento. Esto, tres veces al día.

En la campaña contra las sufragistas, la prensa jugó un papel importante. ¿Qué imagen ofrecían de ellas?

Decían que eran feas, hombres vestidas de mujer, gatas furiosas, mujeres sexualmente frustradas, lesbianas, que sólo hacían esto porque les faltaba un hombre en su vida.

¿Hubo algún medio que apoyara el movimiento, más allá de los que fundaron las propias sufragistas?

No realmente. En algunos casos se publicaron noticias con un tono más suave, pero ninguno dio un paso al frente para apoyar la causa. Y cuando la militancia se radicalizó, todavía menos, era demasiado escandaloso.

Comentaba que muchas mujeres no se unieron porque les parecía revolucionario. ¿Cómo consiguieron apoyos?

Al final era una cuestión de justicia social, aunque una cosa era apoyarlo y otra sumarse a la acción. Yo diría que ser una suffragette implicaba tener el mayor de los corajes, porque implicaba también el mayor sufrimiento. Podías perder a tu familia, tu marido te podía rechazar, tu compromiso se podía romper, tus padres te podían repudiar, podías perder tu trabajo. Realmente necesitabas un buen marido, una buena familia que te apoyara. Era salir del armario como sufragista, y eso requería mucha fuerza. Salir a hacer la campaña era aguantar insultos, que te tiraran deshechos humanos, verdura podrida, carbón…

¿Se señalaba también a los hombres que apoyaron el movimiento? 
Sí, otros hombres les decían que qué hacían, que eran unos traidores del género, que eran mujeres vestidas de hombre, cuestionaban su masculinidad. A veces incluso cuando maridos, primos, hermanos iban a las manifestaciones para ofrecerles protección física, recibían palizas de otros hombres contrarios al movimiento. Algunos también fueron a la cárcel por la causa, hicieron huelga de hambre y les alimentaron forzosamente. Otros perdieron su trabajo.

¿Hasta qué punto ayudó la Primera Guerra Mundial a conseguir el sufragio femenino?

Dio a las mujeres cuatro años de tregua horribles para ganar la guerra en la retaguardia. Hubiera sido muy difícil para cualquier gobierno no dar el voto al menos a una parte de las mujeres. ¿Qué más tenían que hacer para lograrlo? Y por otro lado, si no se lo daban, ¿qué iban a hacer al respecto las suffragettes? En esos años muchos de los viejos dinosaurios habían muerto también y había más consenso.

¿Y qué pasa entre 1918 y 1928 para lograr el sufragio universal?

En esos años las sufragistas habían salido a hacer otro tipo de campaña, pero ya se había roto la barrera del género. La Primera Guerra Mundial supuso la muerte de un millón de hombres para el país, cuatro millones de heridos. En los años 20 viene la crisis económica, el gobierno tiene que hacer también concesiones a la clase trabajadora, y en 1928 se logra el sufragio universal. Yo creo que se tardó 10 años porque la prioridad era reconstruir el país.

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1 comentario(s)

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  1. manumenorca

    ... el ocho de marzo de madrugada miré en el tube la película "sufragettes" en portugués, pero se entendía pasablemente bien... gran película, para celebrar el día de la mujer trabajadora... un recuerdo para todas esas luchadoras anónimas que tanto dieron para la causa... es triste que tuviera que ser una guerra lo que precipitara todo, pero reconozcamos el trabajo que hubo previamente, el que fue socavando la estrechez de miras de la sociedad de aquel tiempo...

    Hace 6 años

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