Jen Snowball / Profesora e investigadora
“El bienestar está automáticamente conectado con la cultura”
CTXT / Observatorio Social “la Caixa” 23/03/2018
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El valor que genera el sector del arte y la cultura se extiende a través de todas las esferas de la sociedad. Jen Snowball, profesora del Departamento de Economía e Historia Económica de Rhodes University (Cabo Oriental, Sudáfrica) es tajante a la hora de señalar el impacto del ámbito cultural en la sociedad: desde los ambientes financieros a los más personales, como la educación o el bienestar subjetivo.
La académica, que ha centrado su investigaciones en distintos ámbitos de la economía –la cultura, el medioambiente, el desarrollo local o el turismo–, también es investigadora en el National Cultural Observatory del país africano. El estudio del impacto de la cultura y el arte, asegura, se puede medir por su capacidad para generar dos tipos de valores: los extrínsecos y los intrínsecos. “Los [primeros] son más fáciles de medir, por lo que los economistas tienden a centrarse en ellos. En cambio, es muy difícil encontrar una manera de agrupar los valores intrínsecos para expresarlos como un sentimiento general, ya que son diferentes para cada persona”.
Snowball defiende un modelo mixto de financiación para las inversiones en arte y cultura: aquellos ámbitos de interés público, como el patrimonio, los museos o las bibliotecas, deben estar cubierto por los agentes estáteles, asegura. Mientras, segmentos más especializados pueden verse potenciados por el sector privado, donde además puede haber más capacidad para que aparezcan otras voces o se generen debates.
La docente sudafricana también advierte de la necesidad de que el desarrollo sostenible tenga en cuenta el contexto cultural en el que sucede. De la forma contraria, se llegará a situaciones en las “que algo sea económicamente sostenible, pero no culturalmente sostenible". En este sentido, Snowball también señala el peligro que hay a la hora de copiar modelos de desarrollo sin atender a las particularidades regionales o locales: “El desarrollo culturalmente sostenible significa tener en cuenta los sistemas de valores, la cultura de la economía o de la sociedad en la que se aplican estas medidas”.
El bienestar y su relación directa con la cultura es otro de los aspectos que defiende la profesora. Una vez satisfechas las necesidades básicas, comenta, cobran mucha importancia la ideas relativas a la libertad, la autoexpresión o la identidad, cómo se construyen y las diferencias que surgen en torno a ellas.
¿Y las industrias culturales? Según Snowball, es relativamente novedoso que se las considere un sector único e interconectado: “Siempre nos hemos referido a la industria del cine, la arquitectura o la publicidad como ámbitos separados, y el problema es que todavía están muy dispersos en términos de políticas”. Concebir el sector como un todo coherente, asegura, es un primer paso para reconocer su potencial y la importancia que tiene en la sociedad.
Snowball, que es economista, también señala las reticencias que existen en el mundo del arte ante la idea de que la economía pueda participar de los procesos creativos de la cultura. Sin embargo, medir el valor cultural, y con ello demostrar su importancia, es algo que se puede hacer desde la ciencia económica. Esto, comenta la profesora, puede ser determinante a la hora de que los responsables de las políticas y de la financiación entiendan los valores que se producen en el sector.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el la entrevista: "Una de las funciones del arte es abrir debates en la sociedad", publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.