La educación es una de las principales herramientas de los estados para acabar con las desigualdades de origen. Su importancia es vital para el posterior desarrollo social de la población: la inserción en el mercado laboral y el grado de bienestar depende en gran medida de cúan alto se pueda escalar en los grados formativos. En España, esta situación se acrecentado en la última década, con una brecha cada vez mayor en los ingresos de la población en función de su nivel formativo.

En 2006, la diferencia de ingresos entre las personas con formación media y formación superior en España era de cerca de 4.000 euros. En 2016, había aumentado hasta los 5.250 euros. Esto supone una brecha de ingresos del 38% entre las personas con educación media y la superior. La situación es similar en la comparativa con las personas con educación básica, que además solo vieron aumentados sus ingresos medios en poco más de 200 euros en el transcurso de la década.

Si bien el ascensor social de la educación es una herramienta eficaz para garantizar el acceso a oportunidades para personas de cualquier condición social, su mal funcionamiento puede provocar un efecto amplificador en las desigualdades de un país, especialmente palpables en términos de ingresos. 

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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el infodato ¿Cuánto invierten los países en I+D?, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.