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POSTPROCESANDO

Torrent, el brazo tonto del Procés

El presidente del Parlament, como saben niños y niñas, ha elegido la opción que no está penalizada con la hoguera, y JxC ha elegido el cisma, con la firme voluntad de que eso repercuta electoralmente y en la vida eterna

Guillem Martínez Barcelona , 16/10/2018

<p>El president del Parlament, Roger Torrent, comparece para anunciar aplazar la sesión de investidura, el 30 de enero. </p>

El president del Parlament, Roger Torrent, comparece para anunciar aplazar la sesión de investidura, el 30 de enero. 

Job Vermeulen/Parlament de Catalunya

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1- Hola. Aquí postprocesando. La única sección del mundo mundial que les explica toda la verdad. Es decir, también la mentira. Bueno. Desde la última vez la Cosa ha sido rica en movimientos, ese concepto amplio que abarca también el concepto estertores. Vamos que nos vamos.

2- Torrent, el presi del Parlament, ha evitado el empure por enésima vez. Sus esfuerzos para evitar los muros de la cárcel sólo son comparables, en el tiempo, a los de ese otro gran ideólogo, distinto y distante, que fue el Lute. El próximo paso lógico sería que Boney M se volviera a juntar e interpretara una canción sobre Torrent. La cosa Torrent ha sido tan divertida que se merece un punto, al que llamaré 3. Igual también el 4, que nos reiremos. 

3- La situación era esta. Siguiendo la doctrina Llarena, los dipus exiliados y en el trullo, que ya no cobran como diputados, debían ser sustituidos –esto es, debían elegir un dipu de su grupo, que les sustituyera; con ello, no perderían su condición de diputados–. Se votó al respecto una moción procesista –esto es, se votaba desobediencia, pero, a la vez, se comían lo de Llarena con patatas–. Pero, en el último momento, los dipus de JxC afectados pasaron de nombrar un substituto. ¿Eso es desobediencia? No, jamais. Eso es dejar que Torrent decida si en una votación acepta el voto de los dipus de JxC suspendidos o no. Es, vamos, obligar a que Torrent, de cara la galería, se raje, pierda la pardida de chicken game, quede como un tibio, y ERC pierda e=mc2 votos, en la confianza de que el electorado procesista siga prefiriendo épica a dirty realism.

4- En el momento álgido de la partida de chicken game, la cosa estaba –agárrense–, entre elegir la opción sustituir dipus o delegar dipus. Ambas cosas consisten, básicamente, en lo mismo. Pero con una vas al trullo. Sí, penalizar la política por la vía judicial tiene estos detalles. Se trata de una batalla nominal que, como todas las batallas nominales, es cutre, pero sangrienta. Recuerden, exemplum, cuando hace chorrocientos siglos llegamos a las manos por otros conflictos nominales, como aquel en el que se discernía si la naturaleza del Espíritu Santo emanaba de Padre, o del Hijo y el Padre. El carácter chorra de esa polémica teológica indica donde estamos. Estamos en una suerte de siglo VII. Y con líderes muy de misa/muy de teorías nominales.

5- La partida de chicken game prosigue. Es decir, Torrent, como saben niños y niñas, ha elegido la opción que no está penalizada con la hoguera, y JxC ha elegido el cisma, con la firme voluntad de que eso repercuta electoralmente y en la vida eterna, hermanos. 

6- Pero lo divertido –esto es una juerga– es que la elección de JxC tiene más consecuencias. Por ejemplo, el pack Procés ha perdido la mayoría absoluta en el Parlament. El Govern, vamos, se va a cansar de perder votaciones. Que se dice rápido.

7- ¿Esa decisión obedece a un plan? Me temo que no. Es puro chicken game. Es decir, un año después de todo aquel cúmulo de desplanificaciones patrióticas, caóticas y sin futuro, sólo ordenadas por las reglas abstractas fijadas por la Federación Mundial de Chicken Game, seguimos jugando al chicken game. Incluso ahora, cuando ERC ha abandonado la partida.

8- Pero todo ello tiene otras repercusiones, que ilustran, tal vez, el futuro del Sur. En el Sur, un Gobierno como el cat –una metáfora de la ausencia de soberanía pero también de otras ausencias: como el sentido de la época, el alcance de la crisis democrática europea o, incluso, ausencia de conocimientos; el Sur, vamos; esto no es Dinamarca; ni siquiera Dinamarca es Dinamarca–, puede renunciar a la mayoría parlamentaria, esto es, a las políticas. E ir tirando con reafirmaciones y escenografías y lacitos amarillos.

9- Pero también tiene repercusiones más locales. Y que, en el tiempo, pueden ser trascendentales. En Cat se puede chapar el parlamento por meses, se puede renunciar a la mayoría parlamentaria, a la capacidad de hacer políticas. Es decir, en Cat, de manera implícita, el autogobierno no es importante. Puede existir Gene y Parlament sin autogobierno efectivo. Incluso sin ganas de que lo haya. Se puede ir tirando con reafirmaciones y escenografías. Y lacitos. Como se entere la otra derecha nacionalista –C's, el partido más votado en Cat–, o como se entere una mayoría social, esto puede ser de chiste. Más, quiero decir.  

10- Más consecuencias. Con la pérdida de la mayoría absoluta del pack Procés, la CUP ha dejado de ser necesaria. Vamos, que da igual. Se tendrán que buscar otros apoyos. Se supone que Comuns. Igual, esta es toda la meditación que ha venido de Waterloo al respecto. Que Comuns se coma el marrón. El marrón –las legislaturas desde 2010, desde que en Cat hay una crisis de Régimen, democrática, económica y social–, ha sido gestionado por el campo semántico CDC, pero con el apoyo, en el tiempo, de PP, ERC y CUP. Y ahora, tal vez, Comuns. En todo este periplo, el partido del Govern siempre ha salido indemne. Pero no sus aliados. ¿Comuns puede irse al garete por su aproximación a esa trituradora llamada CDC/PDeCAT/JxC/Crida/como-se-llame-esta-mañana? 

11- Comuns está cachas en el ámbito municipal. Pero pichi en el cat. Su secretario general se fue por piernas después del verano. Por razones personales. Lo que no descarta que hayan sido las mismas razones personales que hicieron que un presidente de la I República pronunciara, por primera vez en la historia, una frase en cat en un Consejo de Ministros. Esta: “Tincs els collons plens de tots nosaltes”. Lo que es, a su vez, una de las mejores y más cariñosas autodefiniciones de nosotros, las izquierdas.

12- Colau, a su vez, defiende algún tipo de pacto de estabilidad con PDeCAT/como-se-llame en Ajuntament, Parlament y Congreso. Tres puntos inestables. Y uno muy peligroso históricamente para las izquierdas: el Parlament. Cuando hablan allá no se las entiende. Aquí, inciso, o punto 13.

13- Josep Pla decía que Cat es la parte más Occidental de Italia. Es decir, una suerte de Sardegna. O, glups, Sicilia. Esos lugares en los que nadie dice lo que piensa, sino que utiliza otros recursos para que le entiendan. Es más, pobre de ti si dices lo que piensas y no utilizas esos recursos. Las izquierdas, snif, carecen, o no van sobradas, de esos recursos, de esos lenguajes autoreferenciales. O no. Vean el punto 16.

14- Ese pacto en tres instituciones, si llegara a existir, repercutiría, lo dicho, en tres instituciones. En el Ajuntament, aportaría relajo. Y en el Congreso. Congreso: informa Pedro Vallín, en La Vanguardia, que el Grupo Socialista son 6 personas. Vamos, que el resto es susanista, y su tendencia es pasar de Sánchez/el Gobierno. De hecho, el Gobierno ha perdido alguna votación. Cuando la votación del capo de RTVE, dos dipus socialistas, que eran dipus desde preescolar, se hicieron un lío y se equivocaron de botón/hala-no-sé-lo-que-me-ha-pasado. Incluso cuando todos los dipus socialistas se animan y votan lo mismo, son necesarios los votos de PDeCAT y ERC para que se aprueben medidas y presupuestos en la lógica de algo parecido a socialdemocracia, políticas de choque frente a los alquileres, aumento del salario mínimo... Políticas que, en fin, entroncan con la socialdemocracia, que molan pero que, snif, no plantean que el Estado del Bienestar ha desaparecido como un ninja, que en la UE están proscritas –literalmente, que se dice rápido–, políticas de reparto de la riqueza y, no te digo más, políticas keynesianas. Vamos, que lo del salario mínimo Casado lo va a recurrir a Bruselas. Y, posiblemente –otro snif– con toda la razón del mundo. Vamos, que el mundo, tal y como nos va quedando, carece de razón. El dilema europeo es, por cierto, el siguiente: enfrentarse a Europa –derechas populistas; en el poder en Italia–, o evitar el enfrentamiento e intentar sisarle la calderilla –izquierdas ibéricas–. Lo de Grecia –chulear a la UE con una idea de bienestar y una lectura política de la deuda– ya, snif, pasó. Y ganaron los malos. No molan los maximalismos. Mola, por tanto, sisar. Pero da como pena, con lo que fuimos.

15- Un pacto con el pack Gene, a su vez, repercutiría en menos estrés económico para el Ajuntament. Verbigracia: la Gene, esa cosa que no ejerce, ha denegado, con la que está cayendo, el 73% de las peticiones de Renta Garantizada. El 73%. Hala. Lo que ha aumentado en más del 100% el gasto en ayudas sociales municipales al pago de alquileres, becas para comedores y esas cosas para cuando no tienes cosas. Que es lo que hay. Lo que hay es que no hay, vamos.

16- Los abrazos de oso, no obstante, pueden ser peligrosos. Sobre todo, para el no-oso. Está por ver, lo dicho, si Comuns puede llegar a ser el único partido que se aproxime a PDeCAT y que no se vuelva majara. Majara: verse arrastrado a compartir políticas sin políticas, de mera comunicación, que consumen el tiempo, la adrenalina y la inteligencia desde hace tiempo. El otro día hubo un conato de ello. Comuns propuso y ganó una resolución republicana en la que se pedía la abolición de la monarquía. ¿Mola? Mola. Pero no tanto. O, incluso, no mola nada. Es decir, que una resolución no es nada. Cuando Miss Universo aboga por dedicar su reinado a que los niños no lloren de hambre y frío, está haciendo una resolución parlamentaria/nada. En cada cena de Navidad, uno hace varias resoluciones, para llevarse bien con el cuñado y que todo acabe rapidito. No obligan a nada, en fin. La política cat –en el tiempo, tal vez la de Sur–, consiste en emitir resoluciones chachis, y que no aspiran jamás a plasmarse en leyes. El Procés/la nada es, de hecho, una serie de resoluciones, y dos leyes de absoluta desobediencia que fueron tratadas –igual por costumbre– como resoluciones. Vamos, que pasaron hasta ellos. Un futuro de resoluciones en la derecha y la izquierda, un futuro de nada, es un futuro Mad-Max. 

17- Esa resolución, por otra parte, apareció el mismo día en el que Podemos anunciaba su gran logro/el aumento del salario mínimo. Vamos, que informativamente se lo comió con guarnición. Lo que ilustra cierta descoordinación entre los dos parlamentos. Así perdimos la guerra/tincs-els-collons-plens-de-tots-nosaltres, etc. Sánchez, a su vez, tuvo que decir algo de cara a la galería, en la misma linea de lo que decía Rajoy en cada resolución cat. Con la diferencia de que, luego, Rajoy enviaba la caballería/los jueces, algo que, por ahora, no ha hecho Sánchez. Parece ser que lo hará el viernes. Lo que supone, si no se practica ninguna variante, volver al lío. Una resolución, en fin, no es nada y no sirve para nada. Salvo para demostrar que un parlamento tiene libertad de expresión. Poco más. Tirar la caballería es no reconocer eso tan importante. Sánchez/el Gobierno, por otra parte, últimamente se porta con el Govern y el pack resoluciones como mi padre cuando yo tenía 15 años. Hace ver que no te ve y no te escucha, de manera que, como resultado, la sangre no llega al río. Es más, Batet ha emitido que el 155 –el 155 no existe, que son los padres; concretamente, la propuesta de Fraga, padre de la Consti, para el 155 que, finalmente, no fue aceptada; el 155, una abstracción en un Estado sin Estados federados, no da ni para lo que dio– no es la solución al conflicto Cat. También parece que el Gobierno va a tomar alguna medida restaurativa, como tirar para atrás el decreto que facilitó en su día, hace un año, la estampida de empresas fuera de Cat. Lo que, cabe suponer, no provocará ninguna estampida inversa. 

18- Por cierto, el diario Ara informa que el Gobierno Rajoy participó en esa estampida, sacando todo la pasta depositada en los dos bancos ex-cat. Y –tachán-tachán– también participó en la juerga el rey, con llamadas en las que, bajo el formato Diálogos con el Banc de Sabadell, mostró su preocupación ante el hecho de que la empresa llamada para mostrar su preocupación no hubiera pedido aún el traslado de su sede. Hala. Esto, hasta los años 30, se le llamaba borboneo. Hoy, no se le llama de ninguna manera. Es decir, que ningún gran diario ha publicado esta info. En fin, sinopsis: el Procés ha sido una animalada, sin planificación alguna, pero la respuesta del Estado ha sido otra animalada, sin planificación alguna. La apuesta por solucionarlo todo con jueces traerá cola. Y la apuesta por el uso de la fuerza. Y la actitud del rey, el 3O y cuando le dieron un teléfono, pues también. Con la pasta que costó montar una monarquía, y viene el nuevo y la lía. No es elegante llamar a La Meca para mostrar tu profunda preocupación. Pero, mucho menos, a Barcelona. O no. Que igual es lo mismo.

19- Prosigo con los signos de distensión emitidos por el Gobierno. La SER informa que fiscalía seguirá aplicando la acusación de rebelión. Pero que, en vez de pedir los 30 años al uso, pedirá la pena menor. De 10 a 15 años. Una juerga. Tal como está la cosa, no hay solución posible al tema presos, salvo estas: a) condena por rebelión bajita a tutiplén, b) condena por rebelión bajita + indulto –poco probable, me dice un españólogo–, c) condena a rebelión bajita y aplicación rapidita de beneficios carcelarios, d) que se descarte en el juicio el delito de rebelión y, de paso, el de malversación, que también son añitos, e) que se aplique la doctrina Botín: todos a la calle y, además, solemne entrega a cada uno de un jamón y sorprendentes beneficios en corticoles. La e), como que no. Se supone que, en estos momentos, debe de haber contactos entre defensa y fiscalía para pactar el delito menor. O el menos insatisfactorio. Por lo que la defensa tendrá que decidir si apuesta por un juicio político, o por un apaño razonable. Los juicios por lo penal, en ese sentido, son la pera/los más raros del mundo. En la prensa cat se están filtrando informaciones –declaraciones políticas épicas de los presos ante el juez, y declaraciones todo-lo-contrario– que apuntan que todo está muy abierto.  Importante: hoy se cumple un año del ingreso en prisión de los Jordis, quizás el caso más llamativo de prisioning preventiving by the face. Amnisty se ha pronunciado contra esos encarcelamientos.

20- Los presos lo es todo en Cat. Lo que es normal. Si bien no es normal la ausencia de políticas no folcklóricas incluso ante ese tema, y la sustitución de todas las políticas por ese tema. Exemplum: el único objetivo gubernamental que une a JxC y ERC es ir tirando hasta la sentencia. Se supone que para intentar rentabilizarla, posteriormente, por separado.

21- Por lo demás, después de la decisión de Torrent, ERC se ha instalado, en los medios procesitas, en el campo semántico chicken, mientras que el Govern/JxC sigue instalada en el delirio de defender la desobediencia y elaborar lo contrario. Lo que le conduce, cada cinco segundos, a la disciplina del fake news, en la que antaño tanto brilló. La última: Torra ha afeado a Sánchez que aún no haya anulado las sentencias franquistas –lo que en efecto, da cosa–, para luego agregar que eso ya lo hizo el Parlament en la pasada legislatura. Y, en efecto, la Gene, gracias a una ley procesista –una ley-resolución, sin contacto con la realidad– entrega diplomas conforme la sentencia por la que se fusiló a tu abuelito ha sido anulada. Si bien, no ha sido anulada ni lo será. Sigue intacta en la nevera, o lo que sea, en la que el Ministerio de Justicia guarda las sentencias. Procesismo. Resoluciones. Gobiernos del Sur. Nada.  

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Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama).

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Guillem Martínez · Barcelona

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