Rosa Martínez es diputada de Equo Berdeak y portavoz de Ciencia de Unidos Podemos en el Congreso. Licenciada en Ciencias Políticas, ha trabajado en puestos de gestión de proyectos de formación, educación y de I+D. Se define como ecologista y ecofeminista y, en la actualidad, sigue atentamente la transición ecológica.

La necesidad de resolver la desigualdad entre hombres y mujeres ha saltado del ámbito feminista y se ha colado en la política. ¿Por qué ahora?

Es sorprendente la fuerza con que la agenda feminista ha irrumpido en la política. El tiempo nos dará la perspectiva de qué ha pasado y cómo, pero esto habría sido imposible sin un movimiento feminista robusto, del que no hablaba nadie, pero que había ido construyendo nuevos espacios de militancia y nuevas narrativas, que han enganchado sobre todo con las generaciones más jóvenes.

Las elecciones municipales de 2015 fueron la entrada generalizada del feminismo en la política institucional. Los espacios y listas municipalistas de confluencia política y activista, adoptaron el programa feminista (y también el ecologista) como propio. Esto ha ayudado a normalizar y generalizar el discurso, hasta hacerse hegemónico. Que la igualdad de género sea de sentido común es el primer paso, los beneficios para las mujeres vendrán cuando se consiga. 

Para que la perspectiva de género esté presente de forma adecuada en la acción política ¿Hacen falta más mujeres liderando?

Indudablemente sí, pero también que estas mujeres tengan claro lo que es hacer política con perspectiva de género. Defender la igualdad de género a día de hoy es mainstream, decir lo contrario te coloca fuera del tablero. Sin embargo, el problema es cómo se afronta: sólo desde las áreas de igualdad de los gobiernos o de manera transversal. Por eso es también muy importante dónde van a estar liderando las mujeres. Siguen faltando mujeres que lideren los debates económicos, financieros, industriales, energéticos, de seguridad, geopolítica, etcétera; que son espacios claves para la definición del modelo de sociedad. Una de las prioridades de las mujeres feministas que hacen política debería ser ocupar estos espacios que a priori, y por cuestiones culturales y educativas, nos resultan menos atractivos.

Defiende la sostenibilidad económica. ¿Cuándo se alcanzará una sostenibilidad social? 

Si entendemos sostenibilidad económica, como una economía que respete los límites del planeta, esta va unida indefectiblemente a la sostenibildad social. La economía se ha diseñado siempre de espaldas a la naturaleza, considerándola como un recurso productivo  más sin tener en cuenta las consecuencias sobre los equilibrios y los flujos naturales. ¿La consecuencia? Una crisis ecológica cuyas consecuencias sufren en mayor medida las mujeres, no solo en los países empobrecidos donde la vida de las mujeres está más estrecha y directamente relacionada con el medio natural, sino también en los países desarrollados las mujeres se ven más perjudicadas por las olas de calor que trae el cambio climático o la contaminación ambiental y química, por ejemplo.

Desde la crisis económica, muchas mujeres se han visto obligadas a recurrir al emprendimiento para tener una salida laboral a pesar de que diferentes estudios indican que se enfrentan a más problemas que los hombres para acceder a financiación. ¿Qué hay que cambiar en el mercado laboral para que las mujeres no tropiecen en continuos obstáculos? 

Los permisos igualitarios e intransferibles es la medida que de manera más inmediata y de mayor impacto que podemos tomar ahora mismo, y a partir de ahí continuar trabajando por políticas de conciliación. Sin embargo, hacer compatible la carrera profesional con la crianza va más allá de tener lugares públicos donde aparcar a las criaturas, y quien lo ha vivido sabe de lo que hablo. Hay que trabajar sobre los horarios, la flexibilidad laboral, la valoración social y empresarial de la crianza; todos los elementos del sistema deben ser conscientes que el trabajo de cuidados es una riqueza para la sociedad. Pero más allá de la conciliación, merece la pena también analizar los sectores en los que las mujeres son mayoría y ver su nivel de precariedad. O a la inversa, ¿qué presencia tienen las mujeres en sectores donde hay menos precariedad como el tecnológico o el industrial? Quizá reducir la precariedad de las mujeres pase por fomentar su presencia en empleos donde no la hay.

Las I Jornadas Feministas de Zaragoza son un foro de debate sobre este movimiento social. ¿Qué papel considera que deben jugar este tipo de encuentros?

En estos años se ha escrito y dicho mucho sobre feminismo y políticas feministas. Es un buen momento para parar, analizar y revisar dónde estamos, hacia dónde queremos ir y cómo se puede hacer. Todo espacio que facilite la reflexión, el enriquecimiento y el debate, además de la construcción de redes y alianzas, es siempre útil y el encuentro de Zaragoza llega en un buen momento para eso. Nos va a permitir tener una visión general sobre todo (o casi) de lo que el feminismo está hablando, de lo que no y por dónde deben ir las prioridades.