2 comentario(s)

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1. cayetano

   La lucha por la igualdad de género ha cobrado protagonismo por la conjunción de dos razones fundamentales, que dimensionan su movimiento: la incorporación masiva al trabajo y la formación que equipara la independencia de género, el desequilibrio entre independencia, desigualdad y dominación ; la crisis de mutación socio-económica como parte de una catarsis general en la mentalidad social, en que las vidas institucionales sean consuetudinarias o formales, expresa el conflicto cultural con visiones que pertenecen a un paradigma social desfasado, anterior. Con independencia de que izquierdas y conflictos de clases puedan ejercer sinergias por la igualdad de la mujer, por simpatía e intereses comunes ante las dominaciones de clase. Es posible igualar a mujer y hombre en la relación de dominantes y dominados de clase. Por ello, hasta aquí he usado el término igualdad de género, pero en ningún caso liberación de la mujer. Pues la liberación entendida en términos de dominio social no es sólo patriarcal, aunque la acentué dándole forma y sustancia propia, sino que la rebasa en su perspectiva de clase. Como apunta Nuria es también liberación de dominio social, del rol de clase desempeñado en el proceso de producción y distribución. Por ello, el movimiento feminista enmarcado en la catarsis crisálida general se expresa transversalmente, no respondiendo a clichés de tiempos convencionales o estables entorno a la clase, pues las propias clases están afectadas en su configuración. Pues la reconfiguración social de clases es conjunta, todo el modelo social está en mutación. Y la transversalidad del feminismo responde al cambio cultural de la mentalidad social comentado, sustentando en la contradicción entre independencia y dominación de género, como modelo cultural de relaciones patriarcales. Como muy bien analiza Nuria, la ductibilidad del negocio atiende también a nuevas contradicciones, y libera tiempo del trabajo doméstico valorizado por la reposición que supone al laboral y su formación. Bienes y servicios estos últimos, que a la par acrecen el circuito de valorización. Así, no sólo los servicios de cuidados a terceros, sino productos que liberan de los quehaceres más cotidianos y transforman nuestras costumbres cotidianas, por ejemplo la extensión de la tipología de alimentos precocinados. O el avance de los electrodomésticos con robots de cocina, robots de limpieza…. En el primer mundo, el proceso de automatización del trabajo afecta también al doméstico o cuidado a tercer@s, aunque respecto a los cuidados no sólo de pan vive el hombre y la mujer. Cuidar no sólo es atender, implica empatía emocional, y en éste aspecto, no sólo los roles sino las predisposiciones de género son diferentes. Diferencias originadas en los baños de hormonas que reciben nuestros cuerpos, el cerebro también, antes de nacer. Aunque en realidad no conocemos el alcance real de la distancia biológica, ya que nuestros fenotipos se han desarrollado desde milenios en entornos patriarcales y el mundo del comportamiento del varón en un entorno matriarcal nos es muy lejano. Dicen algunos antropólogos que la evolución desde que alcanzamos la cúspide del nicho ecológico, viene determinada por la competencia social y sexual (selección del hombre dominante para la reproducción). De seguirse la línea igualadora en el proceso de valorización de la mediación social (sea laboral u otra), la igualación de sexos ocurrirá. Y con ello, la selección sexual no podrá ser explicada desde la competencia de género, aunque si por la competitividad social en caso de no superarse por la cooperación. Desde esa perspectiva elucubrativa sobre la evolución, cabría plantearse en qué manera la desaparición de la selección sexual patriarcal, su nuevo fenotipo ambiental, afectaría las mutaciones aleatorias, que repercusión tendría sobre las diferencias hormonales que aun conservamos de nuestros ancestros. Y sin llegar tan lejos (cambio genético), que repercusiones tendrían en los desarrollos de comportamiento y físicos los cambios en el fenotipo social. Sobre todo en el primer mundo (aunque la globalización y los ritmos evolutivos serían proactivos a la especiación global entendida en ritmos históricos) donde el entorno o medio es más social que natural, construcción social. Sí, el movimiento feminista es transversal y diverso en sustancia. Sí, la igualación es transversal, pero la liberación de la mujer como ser social no sólo implica la superación del patriarcado sino del dominio social de clase. Y perdonad la elucubración en términos evolutivos, se me fue la testa y no pude reprimirme, son reflexiones que me acompañan hace tiempo. Nuria es antropóloga espero que si lo lee, entienda el desbarre cebolleta. Un cordial saludo.

   Hace 6 años 1 mes

2. jose

   Si el feminismo renuncia a un concepto de clase terminará por caer en todo lo que vemos diariamente en política. A cualquier poder le interesa confundir los distintos intereses. Si alguien cree que los intereses de una banquera son los mismos que los de la (su) señora de la limpieza es que no quiere igualdad real. La Clinton: igualdad de oportunidades. Esa es la consigna de las élites; abrir un poco su espacio cerrado. Pero ¿qué pasa con los derechos sociales generales de aquellas en las que las oportunidades no les son fáciles? Típico del capitalismo: sanidad privada, sí, para el que puede pagar. Escuela privada: sí, para el que puede pagar. Igualdad de oportunidades, sí, para aquellas pocas, superdotadas, que puedan acceder a puestos limitados para justificar una aparente igualdad. Las demás: para nutrir un mercado barato.

   Hace 6 años 1 mes