En lo que parece el comienzo de un cambio sociocultural, el pasado invierno Itziar Castro (Barcelona, 1977) logró la nominación a actriz revelación de los Goya, junto a Bruna Cusi, ganadora del premio, Adriana Paz y Sandra Escacena. Su nominación supone un cambio del rol de la mujer dentro de la cultura y el cine español, tanto del público como de la crítica, por su papel de lesbiana reprimida no estereotipada en la película Pieles (2017): una mujer contraria a los cánones de belleza normativos, conocida por algunos como “la gorda del cine español”, ha conseguido hacerse un hueco en la pantalla grande y pequeña (OT, Vis a vis) y convertirse en un pequeño icono de la diversidad en el mundo audiovisual. 

El miércoles 31 de octubre, el romance de Castro con la televisión acabó de forma abrupta: la actriz fue despedida de su puesto de profesora de OT en circunstancias poco claras, y achacó la decisión a la dirección del programa en una nota: “La decisión de que Itziar Castro no continúe como profesora ha sido tomada de forma unilateral por la dirección del programa y comunicada de forma precipitada y sin que Itziar Castro se lo esperase”.

Ironías del destino, hace un par de semanas, Castro charló con CTXT sobre el momento dulce de la diversidad...

Pieles, nominación al Goya, Campeones, Vis a Vis, Matar a Dios… ¿Ha llegado el momento Itziar Castro?

Llevo 22 años en esto y creo que es una consecuencia de haber sembrado mucho: en 2018 me han crecido los girasoles, y ahora los estoy recogiendo. Son muchos años de momentos duros, momentos difíciles y momentos preciosos y fantásticos. Lo que pasa es que este año ha sido la apertura al gran público, se me ha visto más, y además en proyectos muy interesantes. Cuando acabe el año, puede que ponga la pausa y vea el conjunto de todo. 

Hablemos delos estereotipos. Parece que algunos clichés clásicos del cine se están rompiendo, y evolucionan respecto a lo que era la imagen del hombre y la mujer a final del siglo pasado. 

Es consecuencia de la sociedad. El mundo audiovisual (el cine, la televisión, la ficción) al final lo que quiere es recrear que hay en la calle. Hace unos años era impensable subirte al metro y ver todas las razas que ves hoy en España. Ibas a Londres o a Nueva York y no te lo creías, y ahora es lo más habitual del mundo. Somos una sociedad policultural. Y el mundo audiovisual tiene que retratar la vida diaria con esa diversidad. 

Es cierto que con los años hemos evolucionado, hace unos años no nos hubiésemos imaginado, ni planteado Vis a vis. Una serie donde las protagonistas tienen distintos físicos, distintos tamaños, diferentes etnias, diferentes orientaciones sexuales, y todas son mujeres, es espectacular. Es muy interesante que no sigamos los cánones establecidos, sobre todo por la moda, y reflejar la variedad de la vida diaria. Esa etiqueta de que el cine o la televisión donde las mujeres son protagonistas no funciona está más que demostrado que es mentira. Lo que pasa es que a veces se confía poco y a las majors y a los productores les da miedo salir de sus zonas de confort y de lo fácil, pero no es verdad. Está demostrado con Vis a vis, con The orange is the new black, con Monster o con otras películas.

Los cánones evolucionan más allá del género, otro ejemplo es Matar a Dios, y el personaje de Dios, con Emilio Gavira.

Nuestro Dios es de talla pequeña pero podría haber sido alguien de dos metros, o un negro con cualquier forma, al igual que Ana, mi personaje, podría haber sido cualquier actriz del cine español; eso es así. Lo que pasa es que los directores querían apostar por esos actores que siempre habían visto y adorado. Somos los eternos secundarios del cine español y querían ponernos en primera línea; es una apuesta arriesgada y contundente por su parte. Y lo mejor es que en este caso la productora les ha dejado hacerlo, en otros casos los directores de casting me han propuesto para ciertos papeles pero las productoras o las cadenas han decidido que no, por preferir perfiles más normativos. Y que ellos lo hayan propuesto y se lo hayan comprado es maravilloso.

¿El mundo digital está ayudando al cine? El abaratamiento de costes de producción, la posibilidad de llegar al público de una forma más directa, la facilidad de conocer o contactar con actores desconocidos en redes...

Se han utilizado todas esas posibilidades. Antes era mucho más difícil conseguir el contacto de un actor o una actriz, ahora con las redes sociales puedes hablar casi con quien quieras y eso hace que sea mucho más fácil la realización de proyectos. Es cierto que el hecho de que haya plataformas nuevas, y de que se grabe todo en digital hace que se puedan rodar nuevas películas y más proyectos, pero también es cierto que cada vez es más difícil estrenarlas. Estrenarlas en salas de cine es un milagro. De hecho muchos dijeron que Matar a Dios nunca se estrenaría en cines. De una semana a otra, y con buena críticas, de 48 salas pasamos a 20 porque es muy costoso tener películas en cines y si no tienes detrás una infraestructura grande te comen. Es paradójico porque cada vez se hace más cine pero se proyecta menos y al final vas a festivales y terminas en plataformas porque cada vez es más difícil de acceder a las salas y cada vez va menos gente al cine. Entonces se da una situación cuanto menos curiosa. Cuanto más cine se hace menos se puede ver o menos llega en condiciones óptimas, o soñadas. Habría que hacer una reflexión sobre el formato de la fiesta del cine y cómo las salas se llenan. Si la gente en esos días acude masivamente a las salas por qué el resto de los días no. Hay que intentar que el cine no acabe siendo lo que parece que el camino digital está creando, todo plataformas, todo digital y consumido en un televisor, tableta u ordenador en casa.

¿Es en parte la pérdida de la socialización del cine, consumir cultura de forma individual y en casa?

Yo creo que pueden convivir las dos, al igual que pasa con el teatro y el cine o la radio y la música, creo que puede coexistir todo pero hay que darle una vuelta y actualizarlo. Lo que ha sido titánico en Matar a Dios no ha sido rodar en 21 días, ni por presupuesto ni por otros temas, sino intentar llegar a las salas y la promoción. Cuando crees que has acabado aún te queda subir la montaña.

Parece más importante la publicidad que las obras, aunque sean premiadas por la crítica o el público. ¿Por qué? 

La inmensa mayoría de premios que nos han dado en festivales internacionales, como el Macabro, han sido premios del público. Hemos pasado de Sitges, que es más de cine de género, al festival de Tarazona, que es de comedia. Si no llegamos al público es porque no tenemos una infraestructura de publicidad grande. Críticas malas del todo no ha habido ninguna, y eso da que pensar. Una obra que tiene buenas críticas, que gusta al público de los festivales y por la cual nos felicitan es increíble que no llegue al gran público por un tema económico y de publicidad, por no tener una major o una televisión detrás. Es el gran tema pendiente del cine español. ¿Cómo poder llegar a salas y llegar al gran público? No lo sé.

¿La apuesta por directores noveles, como factor de innovación, puede ayudar? Como pasó con Eduardo Casanova y pasa con Caye Casas y Albert Pintó, que además están hablando de temas tabús, como la religión. 

Estoy esperando que me llegue la carta de la Conferencia Episcopal o de la Asociación Española de Abogados Cristianos, de momento no ha llegado, pero puede que me llamen a declarar en cualquier momento, sobre todo si ven la película. Puede ser. Hay una cosa fantástica y es que los jóvenes realizadores, incluso Arantxa Echeverría, que ha estrenado con más de 50 Carmen y Lola, su ópera prima, tienen un sello personal y eso es muy interesante. Un director puede dirigir de muchas formas pero cuando tienes un marca personal como autor se nota.