La vida desde mi sillón a rayas
Dos argumentos impecables y una criatura carismática
ATLÉTICO DE MADRID 2 – GETAFE 0
Javier Divisa 26/01/2019
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Hoy juega un aspirante a la Liga y la Champions, y ese es el Atleti. Conviene recordarlo por si algún alienígena de Marte, Júpiter o Venus (con los de Neptuno me asalta la duda, igual controlan) ha llegado este fin de semana a este país y lo primero que ha visto es un vídeo en Youtube de Pernía jugando de flanker de rugby en el Calderón o al Tren Valencia tirando al muñeco. En tal caso pensaría que el objetivo sería clasificarse para la Intertoto o ganar el Teresa Herrera en verano, y nada más lejos de nuestra deliciosa y a la vez salvaje realidad. De hecho, ganando al Getafe (las estadísticas avalan, 14 partidos de Simeone con el Getafe, 12 victorias, 2 empates, 28 goles, portería a cero) y dándose una serie de remotos e improbables resultados, principalmente que la bestia negra de este año, el Girona, gane al Barça, la excitación por ganar la Liga tomaría un impulso de euforia controlada entre los cautelosos, es decir, muchísima vehemencia tratándose del hincha rojiblanco. A tomar por saco la Copa, si el arte de vivir es sacrificar una pasión baja a otra más alta.
Pensemos en la Liga. Olvidemos a esas personas (e ideas) que con cierta premeditación de tabú y monomanía califican todo el rato de mediocre el juego del Atleti, como si vivieran anclados en los dioses, en Maradona, Di Stefano o en no sé qué Balón de Oro de Cruyff en el 74, como si fuera necesario desechar la victoria, a menudo pírrica y sudada, como si el fútbol fuera solo para sibaritas y dandis de los antiguo y bello. Hala.
Volvía el Atlético al Metropolitano tras la contundente victoria entre la nebulosa de Huesca que tanto iluminó el camino, con los preliminares semanales de la Operación Morata (por lo pronto hoy con Kalinic en el inicio) y la necesidad de la baja de Gelson. Morata visto en el aeropuerto. Gelson, la cesión, Arsenal, Mónaco, Kalinic. Godín, el Inter. Aligerar la masa salarial, movidas. Los folletínes futboleros de enero casi fulminados en su desenlace y Schuster opinando a contracorriente del dictamen popular (da igual cuando leas esto).
Y tantos heridos en combate que ya no sabemos si el corazón es rojiblanco o púrpura y el presidente es George Washington (32 lesiones en lo que va de temporada).
Preliminares: Koke recibía una placa de manos del gran Adelardo por sus 400 partidos con el Atlético. A por 800.
El partido comenzó con una especie de posesión apática de los dos equipos, un dominio indolente que trataba de ver en mayor medida la estrategia del contrario, hasta que cazó un balón Griezmann (cuando todos estudian se aburre, y el francés no es ningún pedante que analice en exceso) y lanzó un centro al área que no llegó a rematar Kalinic. El centro del campo abría la banda de Arias, pero le podía su velocidad y su vocación de extremo y caía en fuera de juego. Pasado el minuto 20 el Atleti presionaba en campo contrario y tocaba con criterio, si bien faltaba la amenaza final, la oportunidad, el gol, por tanto era un criterio pintón pero ficticio. En el 27 la amenaza abandonó la condición de ultimátum y se hizo real. Thomas (pletórico avasallador en el juego de este equipo) regateaba, le tomaba la espalda a la defensa y filtraba una asistencia impecable a Griezmann que fusilaba ajustado al palo de David Soria. A dos puntos del Barça. Más si cabe con el segundo gol en el 37, que culminaba una gran jugada colectiva con pase largo a la izquierda de Thomas a Lucas que se la ponía a Kalinic: el remate lo rechazaba Soria y Saúl no perdonaba. La unión hace la fuerza y la discordia debilita, dirían cualquier fabulista griego de hace 3000 años, Paulo Coelho y Alejandro Sanz. Cuando el argumento se asemeja al disparo de una ballesta es igual de efectivo frente a un ratón que un dinosaurio, y en el primer tiempo Atleti contó con dos argumentos que fueron sus dos únicos disparos a puerta. Máxima efectividad, y un juego impresionante, con la pelota corriendo entre los futbolistas al ritmo que en cada momento hacía falta, un poco como el Brasil del 70, salvando las distancias claro.
En la segunda parte salía del campo Kalinic, muy aplaudido por el público (no se le denegará pase lo que pase la próxima semana, entrega y cumplimiento) y salía la criatura del siglo XXI, Mollejo, que casi se estrena en su primera pelota con un potente disparo desde fuera del área que rozó el larguero después de que Soria despejara con las yemas. El Atleti empezaba a jugar al tiki-taka del malogrado Andrés Montes. 64% de posesión. Sí, estamos hablando del equipo de Simeone, aunque pareciera el de Menotti e Iniesta.
Mollejo (muy activo, ya ha dejado de ser insolencia y frescura, tiene carisma; le interesa el futuro porque es el sitio donde va a pasar los próximos veinte años: el fútbol profesional) filtraba hacia Gimenez que se sacó un trallazo que rechazó Bruno González. La fiesta era latente, Juanfran se permitía jugadas individuales con pase de la muerte que de igual forma expiraban en despeje y el Getafe se quedaba ya al final con nueve, demasiado enfadados porque no les gustaba la música que les bailaba en la segunda parte un crío de dieciocho años. El Niño Mollejo. Normal. Los niños juegan para divertirse. Y el Atleti, lleno de cojos y de ausencias, va cada semana a más, mirando al derbi del día 9 y a la Juve… ¡Que corra la mayonesa!
Hoy juega un aspirante a la Liga y la Champions, y ese es el Atleti. Conviene recordarlo por si algún alienígena de Marte, Júpiter o Venus (con los de Neptuno me asalta la duda, igual controlan) ha llegado este fin de semana a este país y lo primero que ha visto es un vídeo en Youtube de Pernía jugando de...
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