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He leído el libro de Pedro Sánchez, Manual de resistencia. La voz interior y pausada del todavía presidente del Gobierno ha sido mi compañía durante los últimos días. Con esa inercia que hace que uno piense en el tono de voz del libro que acaba de leer, el cuerpo me pide decir que esta reseña la escribo por responsabilidad periodística, por un profundo convencimiento de que, gracias a esta crítica literaria, la salud de la prensa española y por lo tanto de nuestra democracia, mejorará. Pero si saco de mi cabeza el tono Sánchez, queda la verdad: lo he leído porque me ha obligado mi jefe y director de este medio, Miguel Mora: Gerardico, léete lo de Pedro, anda, y te haces una reseña. ¿Y si voy a barrer y fregar la redacción por las noches de aquí a junio, Miguel?, intenté negociar, sabiendo lo que son las biografías prematuras (leí de pequeño aquella que sacaron de Raúl cuando debutó en el Madrid con 17 años). El libro de Pedro, Gerardico, me respondió Miguel con la misma actitud negociadora que un mono con cuchillo.
Una buena crítica literaria debería poder resumir en unas pocas líneas la obra analizada si el veredicto sobre esta es positivo. Y en una sola –como Carlos Boyero a la salida del cine tras ver la nueva última de Almodóvar– si no lo es tanto. En mi caso, resumiré la autobiografía de Pedro Sánchez no en una línea, sino en una imagen. Visualicen a Clark Kent escribiendo un libro en el que confiesa ser algo más que un simple periodista: Superman. En él, Clark detallaría sus momentos estelares en la lucha contra el mal y le mostraría al mundo cómo se entrelaza la faceta de superhéroe con la de ser humano. Bien. Pues Pedro Sánchez ha hecho exactamente lo mismo sin ser Clark Kent y sin que nadie lo perciba como un súper héroe.
En realidad, lo que Pedro Sánchez ha hecho no es otra cosa que escribir –encargarle a Irene Lozano que escriba– el clásico libro de memorias de presidente del Gobierno –hola, ven con papi, mi ego tiene algo que decirte– cuando aún no nos habíamos acostumbrado a que él lo fuera. De ahí la novedad de esta obra. Pedro Sánchez, consciente de la etiqueta de fenómeno fugaz que le acompaña desde que vimos su cara por primera vez, vive rápido. Lo de vivir rápido nos lleva siempre a aquella frase atribuida a otro guapo global, James Dean: vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver. La resistencia de la que Pedro Sánchez habla en su libro tiene que ver precisamente con desmentir a James Dean: de momento y contra todo pronóstico, en la fecha de publicación de Manual de resistencia, sigo vivo. Lo hace mediante el método de la auto sublimación de lo que muchos consideran una breve y meteórica carrera política consecuencia de un accidente, otros valentía y otros, entre los que estoy, una mezcla de casualidad y cabezonería bien gestionadas. Supongo.
Leyendo el libro, es inevitable pararse varias veces a resoplar y decir en voz alta: vaya flipao. El primer resoplido llega cuando explica su primera decisión como presidente. No me refiero a la anecdótica de cambiar el colchón de Rajoy basándose en el refranero español –dos que comparten colchón se vuelven de la misma condición-, sino a la de verdad, a la primera decisión política. El capítulo dedicado a la concesión de permiso para que el barco Aquarius llegara a España. “A mí personalmente, el haber salvado la vida a 630 personas hace que piense que vale la pena dedicarse a la política”, reflexiona sobre aquella historia. Resoplido. Vaya flipao. Resoplar y decir vaya flipao ha sido la principal ocupación durante mis últimos días.
Pedro Sánchez, consciente de la etiqueta de fenómeno fugaz que se le acompaña desde que vimos su cara por primera vez, vive rápido
La del Aquarius es la primera decisión política y la del colchón la primera anecdótica, pero en los análisis y críticas de este libro publicados en prensa se ha pasado por alto la primera decisión fundamental del Pedro presidente, la que define al protagonista de la biografía. Se trata de la negociación con sus hijas por el asunto de la mudanza a Moncloa. Con su padre flamante ganador de la moción de censura, las crías querían pasar el verano con sus amigas de la urbanización como estaba previsto, no se querían aislar inmediatamente en un palacio tirando allí sus vacaciones. Así que pidieron dejar la mudanza para la vuelta del verano. Según cuenta el libro, Pedro Sánchez y su esposa Begoña optaron por solucionar el asunto mediante el tradicional método PSOE: decirles que sí para luego decepcionar de un día para otro. “Primero fuimos a pasar una tarde y nos llevamos a la perrita Turka”. “Luego nos quedamos a dormir una noche”. Y cuando te das cuenta, bum, estás mudada, niña. “Moncloa, de entrada, no”, fue el lema de aquella negociación que acabó con las hijas conociendo lo que es la decepción política sin edad para ello y en pleno mes de julio, sin amigos para irte a hacer pintadas.
Antes del Pedro presidente hubo otro y este libro te ofrece un dos por uno. “Después, durante mi intervención, el entusiasmo fue creciendo, la gente gritaba: ‘¡Dilo ya!’. Todos esperaban el anuncio y cuando lo hice tuvo lugar un estallido de júbilo”. Resoplido, vaya flipao. Así termina el relato del día que se hizo pública en Dos Hermanas su vuelta a los terrenos de juego tras haber sido expulsado con roja directa del PSOE. O si prefieren cine a fútbol, su primera escena en Pedro II, el retorno. Estuve allí. Y les aseguro que, aunque es cierto que el espíritu de aquel acto era escenificar entusiasmo y se logró, hasta los bebés que había en aquel parque esa mañana sabían perfectamente que aquello era eso: escenificación política. Cuando uno lee el libro no tiene tan claro que Pedro lo supiera, lo cual inquieta al tiempo que enternece. Si así acababa relatando el anuncio de su vuelta, así cuenta su llegada triunfal a Ferraz, presentándose ante los trabajadores del partido con las cabezas de Susana Díaz y todo el aparato del PSOE bajo el brazo. “Les impresionó, no se lo esperaban. Recibí un cerrado aplauso, pero sobre todo sentí la distensión del ambiente. Muchas de sus incertidumbres quedaron aplacadas con aquellas palabras”. Aquella charla motivacional estuvo más de puta madre que las pizzas del Luna Rossa, le faltó añadir.
Si el plato principal del libro son las anécdotas tipo Clark-Kent-resoplido-vaya-flipao, el acompañamiento, no menos importante, son las relaciones que Pedro Sánchez ha ido trabando (nunca mejor dicho) con otros líderes. Su visión sobre los distintos rivales aparece salpicada a lo largo de cada una de las etapas vividas por el autor, las mismas en las que se estructura el libro: primeras elecciones, segundas elecciones, su salida de la Secretaría General, su vuelta y la moción de censura. Albert Rivera no es de fiar. Pablo Iglesias irá de rojo pero está muy verde. El rey, qué tío más majo es el rey, si será majo que sale en las monedas. Y qué maja es la reina Letizia. Me adora. Leyendo los momentos íntimos de confianza Zarzuela-Moncloa-Ramiro de Maeztu (Pedro Sánchez y Letizia estudiaron allí), a uno le queda la duda de si detrás de la escritura de este libro no estará la zeta de Letizia en vez de la de Lozano. De entre todas, la relación más sabrosa es la que mantiene con Rajoy. Olvidado aquel momento televisivo que acabó con el épico “Es usted un Ruiz”, todo fue a mejor. Os la resumo. Habíamos cogido confianza salvando España de los indepes. “Una vez diseñado (el 155 que se aplicaría en Cataluña) se le planteó a Ciudadanos, en quien creo que Rajoy no vio la capacidad técnica para integrarlos en la negociación”. Perdona, Albert, bonito, pero Mariano me prefería a mí. Como en la peli, alguien murió y esos no fueron ni Albert ni Pedro, sino Mariano. Se lo cargó el propio Pedro, no sin pena: “Él y yo habíamos pasado muchas horas juntos en los últimos meses, habíamos debatido sobre la situación en Cataluña, y habíamos compartido las medidas ante el desafío y horas muy difíciles para España. Eso ha generado una buena relación entre nosotros. Para mí resulta duro desalojarle de la Presidencia mediante una moción (…)”. Lo dicho: Supermán tiene un lado humano.
El libro de Pedro Sánchez es, en fin, una adaptación al papel de lo que Pedro Sánchez proyecta en carne y hueso. Pedro Sánchez proyecta lo que proyectaría un presidente, se comporta como se comportaría un presidente y escribe el libro que escribiría un presidente. Lo ha escrito y publicado por el mismo motivo por el que repite continuamente “soy el presidente del Gobierno”: porque aún no siente que lo sea. Tardó dos primarias ganadas en ser un verdadero secretario general del PSOE –en la primera llegó como marioneta de Susana Díaz–, no logró serlo realmente hasta que se revolvió contra los hilos. Para ser presidente también necesitará serlo por segunda vez. Este libro, el libro que siempre escriben los presidentes, es la prueba de que no siente que lo haya sido. Esperemos a la segunda parte. A Raúl no le fue mal.
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Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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