Y Pedro lo dijo
“Será un honor liderar vuestro proyecto político”. Traducido al escocés, un “Podrán quitarnos la vida, pero no la libertad”, que provocó el mayor estallido de la mañana. El acto acabó en alto, con La Internacional
Gerardo Tecé Dos Hermanas (Sevilla) , 28/01/2017
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Hace cuatro meses, Pedro Sánchez salió de Ferraz con cara de linchamiento y se fue directo a una gasolinera. Va a hacer una locura, murmuraron algunos mirando por un hueco de la persiana bajada. Cuando Susana Díaz dio la orden, Verónica Pérez, aquella chica que se declaró única autoridad del partido durante un rato, tiró de galones para echar la llave de la sede por dentro y pedir que no se usaran mecheros. Toda precaución era poca. Pedro Sánchez no volvió. Llenó el tanque del coche y anunció ante las mismas cámaras que lo habían visto caer --algunas incluso lo habían empujado-- que pensaba recorrer el país en coche explicándoles a los militantes lo que había pasado, pensando, tal vez, que quedaba en España alguna tribu no contactada sin saber del mayor culebrón desde Puerto Hurraco. Desde aquel momento hasta hoy, la militancia pedrista preguntaba --¿falta mucho?-- desde los asientos de atrás del que fuera secretario general socialista. Ya hemos llegado, respondió esta mañana Sánchez después de cuatro meses, y aparcó en territorio comanche.
Los cientos de socialistas congregados en el Parque Tecnológico de Dos Hermanas (Sevilla) desde primera hora esperan la llegada del líder derrocado tomándose algo en un puesto de comidas llamado Utopía. El del puesto tuvo ojo. Sabía que lo que iba a pasar allí tenía su aquel romántico. En el imaginario colectivo flotaba la idea de que Pedro Sánchez metería su Peugeot hasta la puerta. Rodeado por la muchedumbre, se bajaría del asiento de conductor, saludando y diciendo que llegaba directamente de Logroño o Plasencia y que a ver dónde está ese perrito caliente, que vengo con hambre. Para decepción del personal, Sánchez apareció caminando. Acompañado por alguno de los pilares que no tumbó el terremoto del 1 de octubre en Ferraz: Odón Elorza, Zaida Cantera, el aclamado y rival de Sánchez en las anteriores primarias Pérez Tapias, o el alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, un sanchista en pleno corazón del sultanato. Al ver aparecer la cara de Sánchez, los militantes que esperaban fuera, como recordando un anuncio de la tele, le pusieron sintonía a aquello: “No es No”.
En el salón de actos todo está preparado. Los cámaras en su lugar, la selección de militantes-adorno esperando sentados adecuadamente tras el tiro de cámara del atril y unas pegatinas en los sillones de primera fila dando la alineación de quienes acompañarían a Sánchez en una jornada que se intuía especial. Todo está listo, pero no se cabe. Han acudido bastantes más personas de las 500 de capacidad que permite el lugar y el acto tendrá que ser en la calle, anuncia a gritos una voz, aprovechando una breve pausa en la que los asistentes han dejado de corear “No es No”, hit absoluto de la mañana. Hace bueno y las más de 2.000 o 3.000 personas congregadas llenan la explanada del edificio, un graderío, e incluso el puente adyacente a una especie de isla artificial, en mitad de un estanque, desde la que Pedro hablará rodeado de agua.
“Yo, socialista de toda la vida, pero mi hija es de Podemos; aunque últimamente está decepcionada; yo creo que si vuelve Pedro, se pasa al PSOE, aunque con la jugarreta de Patxi López va a estar más difícil”, comenta una señora en el graderío de fuera, mientras los de sonido dan carreras colocando los altavoces en la calle. “En los dos mítines anteriores a este, ha pasado lo mismo, ha ido tanta gente que ha tenido que hacerse fuera”, presume la señora, que reconoce con boca pequeña que quizá hay algo de marketing en eso de programar en espacios claramente pequeños. De Susana se habla poco tirando a nada. Estamos en su terreno y la contraseña para referirse a ella es “la gestora”. Felipe González sí es trending topic durante la espera. A escasos metros del acto, el expresidente sevillano tiene una calle y algún grito espontáneo de “Felipe traidor” se convierte en sugerencia de tema de conversación entre los asistentes que esperan. “Yo era de esos que le daba la mano y ya no me la lavaba en diez días, pero ahora es un burgués mirando para sus intereses, que se vaya a su casa y nos deje tranquilos”.
Al fin todo está listo y la sintonía “Saber que se puede, querer que se pueda, pintarse la cara color esperanza” anuncia la segunda llegada de Pedro Sánchez y sus acompañantes. Bajan la escalinata y recorren la pasarela que los llevará a la isla artificial rodeada de agua, bañándose en aplausos. Son aplausos de rabia, como el propio acto. El alcalde de Dos Hermanas y una representante de la plataforma que pide “¡Primarias ya!” hacen el teloneo. El ambiente es muy braveheart y los ingleses son la gestora y la abstención al PP. Tras cada exigencia de devolverle la voz a la militancia, la grada se convierte en un solo grito liberando Escocia de la ocupación. Llega el turno de Pedro Sánchez y cuando las banderas blancas y verdes del PSOE andaluz empiezan a ondear casi se cae al agua del susto. Eran los mismos colores que cuatro meses atrás le desalojaron por la fuerza de Ferraz, pero hoy, un puñado grande de estas banderas, lo hacían sentirse en casa. Desde “guapo”, los más moderados, hasta “presidente”, los más venidos arriba.
El discurso de Sánchez es el del eje militantes vs. poderes económicos. “El PSOE no puede olvidar que nuestro enemigo son las políticas neoliberales y el PP, que es quien hace estas políticas”, dijo en algún momento y a continuación citó a José Saramago. Por un instante nadie se habría extrañado si hubiera sacado la boina del Che para protegerse del sol que a esa hora pegaba fuerte en la explanada. Tras incidir en varias ocasiones en la idea de que los militantes tenían que recuperar el partido, alguien desde la grada, que probablemente no se había desplazado en autobús hasta allí para escuchar otra vez lo mismo, gritó “pero dilo ya” y un “que lo diga, que lo diga” extendido hizo que Pedro Sánchez tuviera que cambiar los tiempos del discurso para acelerar la confesión del secreto a voces: “Será un honor liderar vuestro proyecto político”. Traducido al escocés, un “Podrán quitarnos la vida, pero no la libertad”, que provocó el mayor estallido de la mañana. El acto acabó en alto, con La Internacional. Al contrario que sucedía con “color esperanza”, pocos se sabían la letra, pero todos, muchos de ellos puño arriba, la disfrutaron. A la vuelta compartí taxi –De Dos Hermanas a Sevilla es un pico-- con dos señoras: paraguaya de unos 45 años y sevillana de 73 años. Las dos simpatizantes y votantes, ninguna militante. Las dos, según dijeron, decididas a afiliarse para poder votar a su Pedro.
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Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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