Ese territorio del que usted no me habla
Cantabria: ese sitio pequeñito donde nunca pasa nada
Miguel Ángel Revilla y su Partido Regionalista de Cantabria serán probablemente la fuerza más votada el 26M. Recoge, así, deméritos ajenos y el valor de haber sido la única formación sin disputas internas (al menos evidentes)
Marcos Pereda 20/03/2019
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Tenemos de todo, señoras y caballeros, niños y niñas. Tenemos saltadoras olímpicas que confunden perros y humanos, tenemos humoristas sin gracia y graciosos sin humor, tenemos cuitas en la izquierda y puñales en la derecha, tenemos un presidente que sale mucho en la tele y bebe leche cruda. Todo con su punto bizarro y misterioso, con mucha niebla y lluvia y aire que huele a sal. Sean bienvenidos los lectores de CTXT a este rinconcito del norte que llamamos Cantabria.
¿Podemos? ¿Cuál Podemos?
Empecemos con el Frente Popular de Judea, actual denominación de Podemos Cantabria. La legislatura comenzó de manera casi inmejorable con tres diputados en el Parlamento, pero la alegría duró poco, porque la izquierda tiene esa tendencia autodestructiva tan jugosa para el cronista y tan nefasta para sus intereses.
Solo por centrarnos en los últimos tiempos (antes ya habían quedado por el camino varios rostros reconocibles) lo más grave fue, sin duda, la denuncia que tres afiliadas (entre ellas Verónica Ordoñez, diputada en el Parlamento) hicieron contra José Ramón Blanco (otro de los diputados). Por acoso laboral, nada menos. Cosa seria que, como no puede ser menos, salpicó a toda la organización.
Empezando por las primarias para ser cabeza de lista en estas autonómicas de 2019. A ellas iba a concurrir Rosana Alonso, diputada en Madrid y, por decirlo suavemente, crítica con la dirección nacional. Solo que al final fueron suspendidas cautelarmente por el Juzgado de Primera Instancia número 6 de Santander. ¿Razones? “Madrid” expulsó a Rosana Alonso considerando que tuvo conocimiento del acoso laboral que señalamos antes y no actuó en consecuencia. Alonso acudió a la vía judicial. De haberse celebrado las primarias su gran rival iba a ser Verónica Ordóñez, una de las denunciantes del supuesto acoso. Un juego de tronos (por usar referencias afines a los líderes de la formación) realmente desagradable.
Volvamos a esa denuncia. La misma no llegó a ser concretada en un primer momento porque José Ramón Blanco cogió una baja laboral que le llevó a estar dos meses sin aparecer por el Parlamento. Van siguiendo el desbarajuste, ¿no? Cuando retornó a su escaño, Ordoñez solicitó a la Cámara sentarse en la bancada regionalista, porque no quería hacerlo “junto a un maltratador”. Por cierto, estaba ya de esas suspendida cautelarmente de su militancia en Podemos Cantabria por resolución del Consejo de Coordinación Regional del Partido. Un lío.
A principios del año 2019 dos de los tres diputados de Podemos (a saber, el citado Blanco y Alberto Bolado) deciden desvincular la marca cántabra de la dirección nacional de Podemos. Lo hacen tras una reunión a la que no es invitada Verónica Ordoñez, quien es acusada de maniobrar para que desde Madrid se dé un “golpe de timón” en Cantabria. Golpe que efectivamente llega vía gestora, que es como parece se intentan arreglar siempre estas cosas. Ordoñez opta por separarse del grupo parlamentario porque el mismo, según sus propias palabras, “no representa a Podemos”. Si añadimos a esto que Blanco y Bolado están suspendidos de militancia (por “denigrar la imagen del partido con sus actos particulares”) es posible afirmar que Podemos no tiene, hoy, representación en el Parlamento de Cantabria. Problemas sí…problemas tienen un montón.…
Previsión: “El mineralismo va a llegar”. Fernando Arrabal.
Pablo Casado quiere medallas olímpicas
También hay mar gruesa en el Partido Popular. Y eso sorprende más, porque si la izquierda siempre ha sido mucho de sacarse los ojos por un quítame allá esos Trotskis los conservadores (liberales centristas, dicen ahora) se han caracterizado por asumir el caudillaje sin mayores problemas. Pero estos tiempos están locos, y hay mucho político millennial que quiere cambiarlo todo (lampedusianamente, a poder ser).
En marzo de 2017 el PP de Cantabria se enfrentaba a un desgarrador proceso de primarias (ese invento de rojos y masones). Concurrían Ignacio Diego, antiguo presidente de la Comunidad Autónoma y representante (sintetizando el asunto, ¿eh?) del ala “tradicional”, y María José Sáenz de Buruaga, antaño mano derecha (valga la redundancia) del anterior y ahora precursora de una “renovación tranquila”. A nadie se le escapaba que la segunda era la candidata de Íñigo de la Serna, entonces ministro de Fomento, y por extensión del ala “Sorayista” de los populares. Ya ven, Falcon Crest. El caso es que Diego ganó entre los afiliados pero los compromisarios confiaron, oh sorpresa, en la aspirante Saénz de Buruaga (por cuatro votos, y entre gritos, algo tímidos, de “tongo, tongo”). Cuentan que esos días se rumiaron todo tipo de deserciones, fundaciones de nuevos partidos y, en general, formas de hacer la puñeta a los nuevos.
Al final, nada de nada. Esperar vientos mejores, que nuestra realidad es mutable. E irónica. Apenas un añito más tarde el PP se vio abocado a una sucesión por primarias (las carga el diablo, háganme caso), y allí las cosas fueron igual, pero al revés. Sáenz de Santamaría sacó más votos de los afiliados pero palmó entre los compromisarios frente a un fofisano de provincias con sonrisa lobuna y verbo de la Restauración. En Génova mandaban quienes perdieron en Cantabria, y eso nunca trae buenos augurios. A principios de este 2019 nuestro palentino predilecto saltaba por encima (ojo al chiste) de lo decidido meses antes y nombraba candidata a Ruth Beitia. Atleta de fama, campeona olímpica nada menos. Llevaba desde 2011 en el Parlamento de Cantabria. En ocho años hizo cuatro preguntas orales y ganó once medallas en competiciones de tipo internacional. De sus cualidades como deportista habló Casado para justificar su elección. Mal síntoma.
Duró poco Beitia. Pero, eso sí, aprovechó el tiempo. Una primera intervención leyendo fichas que se obstinaban, las muy sinvergüenzas, en no pasar (con el consiguiente misterio sobre si el discurso había acabado o no), una desafortunada entrevista con Carlos Alsina en la que comparó la violencia de género con la violencia contra los animales porque “todos son seres humanos” y, en general, varios cuchillos volando en su propia sede la hicieron desistir. Doce días después de que Casado utilizase su plenipotenciario dedo para señalarla, Beitia dimitió. En su lugar el PP presentará a María José Sáenz de Buruaga…sí, sí, esa que ganó las primarias y a la que luego relegaron. “A veces el segundo plato es el más esperado de un banquete”, dijo al volver. Ya ven. Aguas mansas y tranquilas. Cantabria es feudo tradicionalmente conservador y tienen en Santander una de sus plazas fuertes, pero…
Previsión: “Qué hostia, coño, qué hostia”. Rita Barberá.
Las mil dudas del PSOE
El PSOE llega a estas elecciones de la misma forma que viene llegando el PSOE a todas las elecciones los últimos años: en un mar de dudas y con cien facciones internas enfrentadas entre sí.
La cosa es que en mitad de legislatura se celebraron primarias en Cantabria, un poco al calor de los vaivenes que el partido sufría a nivel nacional. Y aquí se impuso la opción, llamémoslo así, “sanchista”. Solo que en Cantabria el PSOE estaba en el gobierno, y precisamente eran los “perdedores” quienes ostentaban cargos de importancia. En otras palabras, que hasta en un lugar aparentemente tranquilo para sus intereses logró el partido salir en los papeles (dimisión de consejero incluida, que nunca viene mal para animar a los “haters”). El candidato será, definitivamente, Pablo Zuloaga, quien ha multiplicado su presencia mediática en los últimos tiempos y hasta se ha comprado un puesto de Delegado del Gobierno. También han salpicado al partido algunos escándalos, no se crean. A Pedro Casares, candidato a la alcaldía de Santander, por ejemplo. La causa está hoy archivada, pero no duden que algunos sacarán a pasear los megáfonos en época electoral por aquello del “difama, que algo queda”.
Previsión: Estancamiento o incluso ligera subida electoral. Pérdida de poder. Desconcierto general.
¿Humorista? ¿Qué humorista?
Ciudadanos también tiene lo suyo, no se crean, aunque como la formación es más joven (de años, no hablo de espíritu) pues no da para relato histórico de risas e ignominias. En fin, que los naranjas sacaron un par de diputados en las anteriores elecciones y si ustedes van ahora a la página del Parlamento de Cantabria verán que solamente uno consta con esas siglas. El otro se perdió por el camino. Vamos, que es un tránsfuga. Una excepción. En el ayuntamiento de Santander hubo también otro par de excepciones. Las mismas que concejales de Ciudadanos, por cierto. En fin, fruslerías. Bueno, también en el ayuntamiento de Piélagos los dos ediles de Ciudadanos se dieron a eso del transfuguismo. En el Parlamento, en el municipio más poblado de Cantabria, y en el quinto en censo. Sin representación en los situados en segundo, tercer y cuarto lugar. Pleno.
Pero bueno, que ya ha dicho Félix Álvarez que eso han sido pequeños errores que se van a reconducir en el futuro. Félix Álvarez (o “Felisuco”) es un antiguo (dicen) cómico que será número uno por Ciudadanos al Parlamento de Cantabria. A la hora de escribir esto no se han celebrado primarias, pero a “Felisuco” lo miman en Madrid como un padre mima a su hijo futbolista, y no se prevé sorpresa alguna (ya ha sido diputado nacional merced a un dedazo de los gordos).
Ciudadanos parece tener prietas las filas. Que su candidato no tenga demasiada labia y estudios escasos parece importar poco al electorado naranja, que busca mimetizar en Cantabria la aparente subida que va a tener en otros lugares.
Previsión: subida apreciable e incomprensible. Veletismo ideológico. Posible toque de poder vía pactos de gobierno.
El Partido de Revilla
Y, por último, nos queda el Partido Regionalista de Cantabria. El PRC. O el de Revilla, si vive usted al sur de Valderredible. Revilla, Miguel Ángel Revilla, Revilluca, es ese señor mayor con bigote que sale tanto en la tele. ¿Sí? ¿Ya le van situando?
Pues bien, Revilla se presenta a estas elecciones con el PRC. No con El Hormiguero, ni con La Sexta Noche, ni con la editorial que publica sus libros, ni nada de eso. Allí no hay contestación interna, porque el rostro de su presidente es el rostro (prácticamente único) del partido. Con todo lo bueno y lo malo que ello representa, por cierto. Aguas tranquilas en una casa donde Revilla (el de la tele, el de las anchoas) ha sido cabeza de lista en todas las elecciones autonómicas que se han llevado a cabo en Cantabria. De 1983 en adelante varias generaciones de votantes regionalistas han visto su mostacho en los carteles.
Da resultado, no se crean. Si se cumplen los pronósticos es posible que alcance la posición de fuerza política más votada en las autonómicas, algo impensable hace unos años. Recoge, así, deméritos ajenos y el valor de haber sido la única formación sin disputas internas (al menos evidentes) desde que los dinosaurios dominaban la Tierra. Solo hay una persona, una imagen perfectamente reconocible a través de la tele. Se comenta que la renuncia de la candidata popular frustró uno de los mayores espectáculos catódicos de los últimos tiempos: un debate con Revilla, Felisuco y Ruth Beitia de contendientes.
Pena eterna por tal pérdida.
Previsión: alcanza la posición de fuerza más votada. Repite en el Gobierno de la Comunidad Autónoma, con unos u otros.
Visiten Cantabria, amigos. Es un sitio muy bonito. Y, a veces, bastante tranquilo. Aunque en política parezca lo contrario.
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Marcos Pereda
Marcos Pereda (Torrelavega, 1981), profesor y escritor, ha publicado obras sobre Derecho, Historia, Filosofía y Deporte. Le gustan los relatos donde nada es lo que parece, los maillots de los años 70 y la literatura francesa. Si tienes que buscarlo seguro que lo encuentras entre las páginas de un libro. Es autor de Arriva Italia. Gloria y Miseria de la Nación que soñó ciclismo y de "Periquismo: crónica de una pasión" (Punto de Vista).
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