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PETTING. Hola. Local de C’s. Cuatro gatos y aquel ambiente que describió el filósofo chino Ni-Fú Ni-Fá. Son las 8 pm, la hora de los sondeos. Los sondeos son como los melones. Hay temporadas que salen todos buenos. Y otras que no. El de hoy huele a pepino. Pero es el único que tenemos y hay hambre. Las izquierdas madrileñas –complicadas; es más fácil describir el cabello en llamas y desordenado de la mujer que amas, en el que caso improbable de que ames y de que ames a una mujer, además con el cabello desordenado y en llamas–, ese paisaje en el que tienes que utilizar palabros como Ibex, Frente Nacional de Judea y socorro. En todo caso, lo animoso del sondeo puede ser la razón de que aquí estemos cuatro gatos. En eso, al cabo, sale Villegas a hacer un contra-sondeo. Que es la fiesta de la democracia, etc. Que a C’s lo han votado por un tubo. Que se espera un resultado que será la monda. Villegas, al cabo de la noche, tendrá razón en sólo la mitad de lo que dice. Es decir, en lo que no dice. Lo que no se se dice en ningún momento –rayos, es el primer párrafo y ya me la estoy jugando con una tesis; no se vayan que esta crónica sólo puede acabar o muy bien o muy mal pero, en todo caso, de manera espectacular– me temo que será la lógica de la noche. Y de algo más amplio. La derecha española.

EL BARRIO. Las palabras de Villegas son una invitación al relajo de la militancia. Que, en efecto, se relaja y baja donde los periodistas. Poco a poco, conforme se va confirmando recuentos, se va mascando la tragedia. La tragedia tiene un sabor, por cierto, absurdo y autosuficiente. Como la mojama o el Red-Bull. En una de las idas y vueltas del fumequi, un joven militante de C’s me saluda. Es simpático y luminoso, como el 99% del censo madrileño –el restante 1% suele ser de la Familia Real y del Colegio de Árbitros–. Me dice que tiene un libro mío y que le gusta mucho. Y, en otro orden de cosas, me dice que disfrute de la noche y que, glups, “me sea leve”. Lo de Europa ya está recontado. Villegas tenía razón. Pero solo en la mitad. C’s ha subido un güevo. Pero el PP le ha chuleado. Su triunfo –y eso es lo silenciado por Villegas; o, mejor, desde lo de Villegas– es colectivo. C’s, como una abeja, forma parte de un colectivo, que vive en un panal extraño. Me encuentro con Jordi Cañas. Nos damos un abrazo divertido. Cañas es un tipo con la sensibilidad solucionada. Del Carmel, un barrio duro, del que proviene su fonética precisa y efectiva. Te toca Cañas en la mesa de una boda y disfrutas. Hemos cenado alguna vez. En BCN, la unidad métrica de la información es la cena. Quedas mucho para cenar con políticos. En Madrid, no es la lógica. Los políticos MAD encuentran absurdo cenar para hablar imprecisamente de política, esa cosa que se vertebra con mensajes verticales y precisos. En otro orden de cosas Cañas es un vestigio del C’s inicial. Un partido cat, con un discurso inquietante. Y una trayectoria extraña, vinculada a un líder extraño –se alió, en unas europeas, con la extrema derecha; acostumbra a estresarse en los momentos de tensión, que es donde se forma el liderato, no donde, como es el caso, se deforma; militó en el PP y lo negó; posee otros secretos–. El partido nació en Cat cuando el aznarismo, por considerar al aznarismo débil, glups, en el tema nacional. No obstante –he leído encuestas del CIS–, su votante cat tiene poco que ver con ese extremismo. Es anticonvergente. O como se llame ahora. Minoritariamente, es centralista. Mayoritariamente está por un mayor autogobierno o, incluso, por el Estado federal. Es un votante de C’s distinto del esp. Vamos, que para triunfar en Esp, donde están articulando un discurso ultranacionalista, en competición con otros dos partidos –los silencios de Villegas–, se lo tendrán que cargar. Diría que a la brava. C’s Esp se ha montado con prisas, con un mosaico humano urgente. No tienen tiempo de matizaciones, como atestiguan sus primarias. Venezolanas, por decir algún chiste.

LA COLMENA. En esta campaña, C’s en MAD ha apostado por el nacionalismo y el anticomunismo. Podría tener guasa –el último comunista europeo igual aparece cualquier día en Gran Hermano VIP–, pero no la tiene. Son técnicas de propaganda cutres. Pero eléctricas y efectivas. Similares al procesismo. El procesismo gira en torno al nacionalismo y el antifascismo. Pero –las cosas no son los temas en los que giran; son su detrás; las cosas no son lo que dice Villegas o el cabo, sino lo que calla– eso no impide que el presi de la Gene sea xenófobo. C’s, vamos, ha tomado nota del propagandismo procesista. Lo reedita en Esp a escala 1:1. Las dosis de victimismo que el procesismo saca de la represión del Estado, C’s las saca, por lo que vi la semana pasada, de Euskadi, la víctima I+D de la derecha esp. Por lo visto, un producto insuperable e inasequible al paso del tiempo. Rayos, van llegando los resultados. C’s, que quedó a poca distancia del PP en las generales, ve cómo el PP le supera. Sí, se ha votado mazo a C’s, como ha afirmado Villegas. Pero no lo suficiente como para ganar. El concepto ganar es, aquí, otro. Se confirma cuando el local se viene abajo después de que las tres derechas adquieren la mayoría absoluta en el Ayuntamiento y en la Asamblea MAD. Han ganado. Como apuntaba Villegas. Pero no han ganado, como no apuntaba Villegas. Sólo han ganado si incluyen en el pack a la extrema derecha. Un campo semántico, por la vía del ultranacionalismo, muy próximo a C’s. Por lo que veo, en este local, la extrema derecha queda incluida en la victoria de manera espontánea y a través de la alegría. Han ganado. Es decir, no han quedado los terceros en esa Liga, sino los segundos. No liderarán nada en ese proyecto que lidera FAES y que aspira a una reunificación de la derecha. Solo –¿solo?– aportan una capacidad de propaganda potente y distinta a las otras dos, aprendida y aprehendida en Cat. Como el resto de derechas implicadas en el mismo futuro, C’s es una región del ultranacionalismo esp que se autodefine como liberal, pero que necesita el Estado como agua de mayo, y que necesita interpretaciones no liberales de la ley en ese Estado para no resultar aberrantes. Es sencillo en una cultura en la que los medios, que no cenan con políticos, les compran las autodefiniciones. El liberalismo europeo, en fin, bombardeó en Dresde algunos conceptos defendidos por las tres derechas. Han ganado. Pero no han ganado. Villegas oral/Villegas no oral. Son los segundos en una colmena. No son autónomos. Son una abeja más. No son la reina/no cortan el bacalao. No son la obrera/no parecen intuir la nueva derecha que alguien tiene en la cabeza. Pueden ser el zángano. Sus líderes suben al escenario del local. Han ganado, dicen, compartiendo la alegría de su votante, que se sabe miembro de un colectivo.